Capítulo 14: Predicciones ocultas

Dibujaba los últimos detalles de su rostro todavía ensimismado debido al sueño que tuve, y del cual me gustaría albergar más recuerdos. Poseía el cabello castaño claro, además de unos ojos muy llamativos. Aquella imagen seguía rondando mi mente y sabía no iba a dejarme tranquilo tan fácilmente.

Necesitaba hablar con ella.

Como cada vez que empiezo a tener presentimientos y desconozco cómo deba sentirme o reaccionar.

Por eso le pedí que nos encontrásemos ese sábado, porque sé que tendrá las palabras correctas.

—¿Y bien? ¿Para que soy buena?—inquiere viniendo hacia mí. Decide acomodarse a mi lado y aprovecha para echarle un vistazo al dibujo casi terminado—. ¿Quién es? ¿Tu crush? Nada mal, ¿crees que podrías compartirla conmigo? Estoy necesitada—comentó tras observar lo que plasmé sobre la hoja.

—No sé, Dany, sólo tuve otro de mis sueños raros—respondí confundido. Luego de despertarme anoche, no pude volver a dormir.

—Entonces supongo que no tenés su número, ¿verdad?—negué entre risas. Daniela suspiró, prestándome mayor atención.

Siempre le ha llamado la atención todo aquello que veo mientras duermo, ya que muchas veces ha terminado sucediendo. Aunque no poseo idea alguna si ocurrirá lo mismo ahora.

—Me desperté a las tres de la mañana—bostecé sin poder impedirlo. Desde ahí no pude pegar un ojo y terminé yendo a buscar comida.

—¿Por qué no me llamaste? Sabés que te habría contestado...—alcé una ceja incrédulo. La conozco, tiene sueño pesado y no se habría despertado ni con cincuenta llamadas perdidas mías—. Bueno no, hubiera seguido durmiendo—aceptó finalmente.

—Nunca respondes mis mensajes—exageré aparentando molestia.

A pesar de que Daniela sabe que igual terminaré comprándole un algodón de dulce que venden a la vuelta del parque donde nos encontramos.

—¡Mentira!—acusó señalándome, y quitándome el dibujo de las manos—. Casi todos los días hablo con vos—recordó rodando sus ojos. Quizás deba darle razón, pues hablamos muy seguido por chat.

Después de algunos instantes en que analizó esos trazos que hice completamente sileciada, sonrió volviéndose a mí.

—No te enamores, por favor—le pedí, empezando a reírme. Había pensado guardar aquella hoja bajo llave, no creo que soportaría perder ese boceto que me amanecí realizando.

—¿De vos? No cometo los mismos errores dos veces—aseguró sonriéndome. Viendo el lado positivo, jamás volverá a subirse a un auto que maneje Milán.

—Se acabó nuestro amor pero no nuestra amistad—concluí vistas las circunstancias. Nunca dejamos de hablar y mucho menos peleamos, sólo continuamos siendo amigos.

Tuvimos un pequeño romance hace unos años, cuando teníamos trece. Estábamos en plena adolescencia y con las hormonas alborotadas, así que no duró más que seis agradables meses. Nadie sube nada hasta hoy, preferimos guardárnoslo para nosotros mismos y reírnos de lo que pasamos juntos.

—Si algún día llegás a tener pareja...

—Quiero que la conozcas primero, no le pediría que fuese mi novia sin que la conozcas antes—afiancé decidido. Daniela pertenece a cierto pequeño número de personas que logra comprenderme, por ello ambos nos tenemos suficiente confianza—. Y si vos te das cuenta de que te gustan también las mujeres...—Dany asintió, echándole otro vistazo al dibujo.

—Me encantan.

—¿Dónde quedé yo?—reclamé en broma, haciéndola reír. Siendo sincero, no me sorprendería que llegase a descubrirse bisexual—. Seas quien seas, vas a seguir contando conmigo, ¿de acuerdo?—ella volvió a asentir.

—Mis padres me enseñaron a comer de todo.

—A mí me gusta comer papaya—confesé, recibiendo de su parte un codazo. Tiene fuerza, esas clases de defensa personal que tomó sí hicieron efecto—. ¿Qué? ¡Vos sos la mala influencia en mi vida!—exclamé negando, a lo que Dany echó a reír.

—Lo dice quien me retó a bailar en el tráfico—rememoró dicho hermoso momento. No pude haber tenido mejor idea ese día, si mal no estoy, aún éramos novios y amenazó con terminarme si algo le pasaba.

Pero yo terminé con ella, obviamente.

Con mis manos encima de las teclas del piano, empecé a cantar aquella canción de papá que estuve escuchando anoche. Me gustan las canciones que hacía junto Gopal, ellos formaron un dúo por bastante tiempo luego de que Maia y Azul decidieran retirarse de la banda.

Ambos tomaron un descanso de dos años para después retomar su carrea musical y continuar esas giras que quedaron pendientes. Recuerdo todas esas veces que esperaba ansioso su llegada dispuesto a oír personalmente lo que había vivido sobre esos grandes escenarios.

—Si te confieso la razón, si me delata el corazón—comencé a cantar de repente, casi sin ser consciente, mas no me detuve. Mis padres estaban al costado, no obstante, sabía que no iban a criticarme—. Me escaparé de mi prisión, entiende que mucho he callado, que este secreto crece en mí. Lejos de ti no puedo vivir—toqué los acordes dejándome llevar.

Siempre puedo permitir que todo fluya, ¿cierto? La música se trata de diversión también.

Mi padre salió entonces de nuestra cocina, trayendo consigo una sonrisa de oreja a oreja y señalándome bastante sorprendido. Lo sé, tenemos este piano y pocas veces me animo a cantar. No obstante, él optó por cantar conmigo tras entregarle su celular a mamá pidiéndole que nos grabe.

—Dime lo que tú quieras, eh. Miéntele a tua ojos este amor, que ya lo presiento. No podemos ocultarlo—cantamos juntos apenas llegamos al coro. Entendía por qué grababan este momentos, cosas así no pasan a menudo porque normalmente no abro la boca—. Dime lo que tú quieras eh. Pero ya no aguanto la ilusión, bajo la luna dímelo, confesemos este amor prohibido—continuamos entusiasmados.

Incluso yo me sentía asombrado de mí mismo por temer el valor y emocionado de haber logrado vencer mis inseguridades aunque sea dentro de mi familia.

Terminamos de cantar cuando menos lo esperé, debido a que perdí noción del tiempo transcurrido. Esto solía pasarle a papá y continúa sucediéndole de seguro.

—Voy a publicarlo en tu instagram—indicó mamá señalando a papá, ya que ella poseía las contraseñas de sus redes sociales, él quiso dárselas por si acaso volviera a olvidárselas.

Ojalá se refiera a la cuentra privada y personal de mi padre, porque de lo contrario dudo tomar de nuevo esta iniciativa.

—¿No hiciste transmisión en vivo?—cuestionó él desilusionado.

—¿Qué?—interrogué a todo esto. Quiero que vayamos de a poco, necesito ganar confianza solo y lejos de cualquier presión.

—¿No querés subirlo a youtube?—negué de inmediato y mamá suspiró asintiendo. Confío en que respetarán lo que digo—. Te enviaré el video y vos decidís que hacés, ¿de acuerdo?—ahora asentí más conforme.

—Tenés razón—concedió papá observando a mi madre, quien le sonreía al teléfono. No escuché bien, pero supuse que reproducía de nuevo aquel video con menos volumen—. Vamos a tu paso, lo que acabás de hacer ya es mucho. Te felicito—sonrió contento.

—Gracias—exhalé aliviado. Tarde o temprano, tenía que atreverme a realizar aquello que me hace feliz—. Van a estar ahí si fracazo, ¿verdad?—consulté nervioso. Odio mis complejos, pero desconozco cómo quitármelos.

—No vas a fracazar jamás, estaremos orgullosos de vos hagas lo que hagas—garantizó mamá. Ella sabe qué decirme y cuándo hacerlo, admiro dicha habilidad.

—Sos nuestro único hijo, aun si hubieras ido preso seguiríamos queriéndote—aclaró papá, recordándome el incidente del auto. Creo que es de las cosas que nunca olvidaré—. ¿A quién le daré la herencia si no es a vos? Ni hay donde escoger, así que tranquilo.

—Yo quería una hermana—comenté apenado. Sí, no me gusta ser hijo único y estar solo en casa. Por eso frecuento el humilde hogar de Mariana, ella y Gopal están felices cada que me reciben allí.

—Lo siento, con vos cerré fábrica.

Papá rió, apoyando sus codos sobre el órgano piano y después añadió:

—Y yo la respeto.

—Hubieran dejado que tuviese si quiera un perro...—rememoré ese deseo que poseía desde pequeño. Quería adoptar un animal del refugio de Devi, pese a que ellos se negaban por un pequeño detalle.

—Cuando deje de ser alérgica—mamá me guiñó un ojo, poniéndole fin al asunto.

Perfecto, iré a encerrarme para hablarle a Mariana. Aburre no tener hermanos con quienes pelear.

Estacionó el auto frente a un restaurante todavía cerrado, que si mal no estoy debe quedar a pocas cuadras del estudio fotográfico de Franco y a unas cuantas de la escuela. Ya veo por qué papá quiere que trabaje aquí, no me costará mucho trasladarme del colegio hasta acá.

Incluso podría venir en mi skate, aunque hace años que dejé de usarlo porque acabé rompiéndome la cabeza al caer de esa cosa. Mamá se puso histérica y me prohibió volver a subirme allí.

—Bonito lugar, ¿no? Lo inauguraron recién—comentó, desabrochándose el cinturón de seguridad. Sonreí observando aquel sitio, tenía un buen presentimiento de este trabajo.

Algo dentro mío dice que será más que agradable.

—Y tienen poco personal, ¿verdad?—papá asintió, aún dentro del vehículo que lucía tremenda abolladura en la parte delantera—. Eso explica por qué decidieron contratarme tan rápido y sin entrevista, además... ¿qué dijiste exactamente de mí?—consulté nervioso, mas intentaba relajarme y pensar positivo.

—Les dije que eras responsable y sobre todo puntual—indicó señalándome. A esto me refiero, sabía que él había hablado maravillas acerca mío, de lo contrario no hubiese obtenido ningún puesto.

No quiero quedar mal.

—No entiendo cómo puedes mentirles así, qué falta de respeto—negué mientras analizaba la fachada del restaurante. Papá rió, contagiándome ese buen ánimo que poseía.

Tendré que acostumbrarme al lugar donde trabajaré hasta recaudar el dinero suficiente para cubrir los daños que le provoqué a nuestro auto.

Aunque si soy sincero, aquella abolladura le da un toque especial.

—Intentá no ir preso, esta vez no pienso reclamarte ni suplicarles que te devuelvan—sonrió él girándose a ver qué hora era marcaba cierto reloj instalado dentro del automóvil.

Acomodé mi cabello visualizándome en el espejo retrovisor y procedí a rociarme la misma colonia de siempre.

Mis nervios disminuyeron a medida de que bajamos y empezamos a caminar, de alguna forma comenzaba a sentirme cómodo y no necesitaba torturarme con inseguridades. Todo saldrá bien, seguro que sí. No es tan difícil ser mesero, ¿verdad? Apostaría a que los exámenes de la escuela son más complicados.

—Buenas tardes—saluda mi padre a un hombre apenas ingresamos al local. Vestía camisa a cuadros y llevaba consigo unos papeles que observó habiéndome observado escasos segundos—. Le presento a Milán, él trabajará aquí los fines de semana—continuó hablando, en tanto yo vislumbraba cada detalle.

—¿Qué tal? Quizás no parezca pero soy su hijo—opté por presentarme y extenderle la mano dispuesto a saludarlo, lo cual no dejó pasar.

—Imagino que sabrás que seré tu jefe a partir de hoy—asentí, dándole mayor atención y dejando de lados los alrededores—. Déjame decirte que llegas bastante temprano, así que voy a enseñarte cómo consistirá todo, ¿de acuerdo?—consultó previamente, y volví a asentir.

—Bueno, paso a retirarme entonces—informó papá acomodándose el saco. Según tengo entendido, luego iría camino a una reunión empresarial y no podía demorarse tanto, por ello decidió dejarme una hora antes—. Si no quiere devolverlo, no lo haga y estaré muy feliz.

—Se nota que me quieres, padre.

—Después le comunico qué tan mal le fue—bromeó, este sujeto está comenzando a caerme de maravilla. Ojalá sea paciente, porque dudo llegar temprano mañana.

Minutos posteriores, papá abandona el restaurante y se aleja a bordo del auto, no sin haberme dedicado cierta mirada que gritaba que me comportara. Intentaré sacar a flote esa responsabilidad que poseo en alguna parte de mí que desconozco.

Mi jefe me ordenó pasar a su despacho, a lo que accedí de inmediato, a pesar de que quisiera pedirle uno de los pasteles situados detrás del mostrador.

Inició dándome las indicaciones acerca del funcionamiento del sitio. Dijo que los postres se prepararían durante la mañana por personal de cocina y después nosotros nos encargaríamos de servir y vendérselos a los clientes. Hablo en plural debido a que aclaró el hecho de que hay otro chico que trabajará conmigo, aquello quiere decir que tendré compañía.

Por lo que entendí estaríamos acá junto a dos conserje, y nuestro turno terminaba a las ocho. Nada mal para un primer trabajo.

—No quiero sonar grosero, pero necesito realizar una entrevista de trabajo en otra sede y debo irme ya—avisó poniéndose de pie tras chequear la hora, ¿acaso hoy todos tienen prisa? Mi padre salió igual de apresurado dejándome aquí.

—No se preocupe, yo me encargo—garanticé tratando de mostrarme confiado. Realmente esperaba poder hacer de buena manera esto, estoy cansado de fracazar—. ¿Dónde empiezo?—interrogué sin saber a qué parte dirigirme.

—De frente a tu derecha encontrarás la cocina—notificó haciéndome algunas señas utilizando sus manos, pese a que era un recorrido simple. Este sitio no era demasiado grande, lo cual facilitaba las cosas—. Puedes quedarte ahí hasta comiencen a llegar clientes. Sabrás que llega alguien cuando escuchas la campana de la entrada, ¿dudas?—inquirió terminadas las indicaciones.

—¿Es venezolano?—pregunté notando ese acento.

—Orgullosamente.

Habría estado encantado de quedarme platicando unos minutos más, sin embargo, él tenía que irse de una vez y no pensaba distraerlo mucho. Me despedí procurando conservar aquella imagen de chico responsable y caminé hacia lo que sería la cocina.

Escuché pasos al interior del pequeño cuarto, por tanto deduje que mi compañero de trabajo estaría allí. Con suerte, terminaremos llevándonos de maravilla, aunque pocas personas suelen aguantar el caracter que tengo.

Desde niño he batallado por encajar en algún grupo de amigos del colegio, los únicos que poseo son hijos de amigos de mis adorables padres.

Inhalé preparando una cálida sonrisa y abrí la puerta, decidido a hacer aparición de buena manera.

—Quítate tú que llegó la caballota, la perra, la diva, la potra—canté a modo de presentación. Él se giró a verme bastante aturdido, y sentí cómo me escaneaba con su mirada—. ¡Hola, soy Milán!—repuse acercándome e intentando parecer normal.

Debe pensar que soy raro ahora.

En un departamento a las afueras de Buenos Aires que compró a bajo precio sin que nadie supiera, habían decidido reunirse con el objetivo de que nadie lograra escucharlos. Él sabía que de por sí, el hecho de haber regresado tras años fuera representaba un riesgo para su plan y necesitaba asegurarse de que todo marchara de forma correcta.

Declan, contra parte de la madre creadora, volvió a adueñarse del cuerpo de Milo habiendo muerto Valentina y utilizando ese dolor a su favor. Él quería abolir aquella nueva raza humana atesoradora de súper poderes, y no se detendría hasta que el mundo fuese como se le antojara.

Nunca gastó la fortuna que Milo poseía debido a aquella herencia proveniente de Justo que Noah decidió cederle, pues sabía que podía servirle más adelante. Aun así, sólo porque adoraba y apreciaba el sufrimiento ajeno, obligaba a trabajar Nicolás y Violeta, deleitándose ante cualquier manifestación de dolencia.

—Están cerca de encontrar a Bruno, todavía no se lo han comunicado a Devi pero han logrado ubicar a la familia a que decidimos venderlo—anunció Daniel, irrumpiendo dentro de dicho lugar nada acogedor.

Declan conocía que Milo era consciente, mas nunca le permitía tomar control de su cuerpo por más intentos que hiciera.

—¿Cómo decís? Si es así no tendremos otra opción que quitárselo y reubicarlo, no puedo dejar que regrese junto a Devi...—guardó silencio pensativo, mientras negaba bastante irritado. No obstante, yacía feliz de haberse dado cuenta antes.

Enviar a Daniel a espiar las investigaciones del caso terminó siendo buena idea.

—No nos conviene que sepa la verdad, conociéndola sabrá quiénes somos y se alejará de nosotros a toda costa—comentó negándose. Ambos sabían qué les convenía y aquello no sería favorable en lo absoluto—. Necesitamos que esté expuesto.

—Tal vez debamos buscar una aliada.

Daniel asintió, retrocediendo entre sus memorias. Empezó a ayudar a Declan hace años, él le otorgó recuerdos de su última vida como humano y pudo asegurarle que el planeta cambiaría para bien de cumplirse cierto objetivo que perseguía.

***
¡Hola!

Gracias por leer hasta aquí 💜 una vez más espero que sus familias se encuentren bien y con la mejor salud posible :3

¿Cómo están pasando esta cuarentena? 😷☹

¿Qué opinan del sueño de Álex y el dibujo que hizo? ¿Se hará realidad lo que soñó? ¿Esperaban que él y Daniela hayan tenido una relación? ¿Thiago debería cantar con Manuel más seguido? ¿Logrará vencer Thiago su pánico escénico? ¿Milán y Nicolás se llevarán bien? ¿Qué piensan de Milán hasta ahora? ¿Quién sera la nueva aliada que busca Declan (habiendo poseído el cuerpo de Milo)?

Varias preguntas porque este capítulo fue medio largo 😅 aunque estaba programado para ser así.

Creo que tiene lo que debería tener, en el próximo vendrán más sopresas y se dará mayor explicacióm acerca de lo que ocurrió exactamente con Bruno (hijo de Devi y Valentín)

¿Han escuchado alguna canción de MYA) (Dúo que actualmente forman Maxi Espíndola (Gopal) y Agustín Bernasconi (Manuel)? 💕

Hasta acá, muchas gracias a todos 🥰 mis mejores deseos para ustedes. Por favor cuídense mucho 💛 ¡Nos leemos pronto! 👋🏻

PDT 1: ¿Cuál es su canción favorita? ¿Y su cantante favorito(a)? 🎶

PDT 2: Se les ama 💖

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