Capítulo 1: Viviremos en Buenos Aires
Voy observando las calles mientras muevo mis manos un tanto nerviosa, volteo a ver a Dante y este me sonríe queriendo tranquilizarme. Todo estará bien, o al menos eso quiero creer. Todavía tengo miedo de recaer y volver a enfermar aunque para evitarlo paso chequeos médicos bastante seguidos. Extrañaba ir a la escuela, porque es mucho más divertido asistir a clases junto con amigos que ser educada en casa por una institutriz. Mamá y papá no tuvieron otra opción si querían que siguiera estudiando mientras luchaba contra esa enfermedad.
El auto se detiene causándome mayor nerviosismo. Son varios sentimientos encontrados los que llego a percibir, alegría y temor entre ellos.
-¿Lista?-consultó papá, a lo que asentí tras suspirar profundamente. No entendí por qué sentía miedo, era aquello que siempre deseé, tener mi vida de vuelta.
-Nosotros entraremos a hablar con el director, vos podés ver las instalaciones si querés-sugirió mamá desabrochando su cinturón de seguridad. Alguien que hacía que me sintiera menos expuesta yacía junto a mí, Dante estaría conmigo durante este año.
-Entren ustedes, yo la llevo-aseguró él, sonreí echando un vistazo rápido alrededor. Parecía muy grande aquel lugar así que esperaba no perderme y obtener esas calificaciones que solía tener antes.
Bajamos del automóvil sin que dijera alguna palabra, mis padres tampoco insistieron ya que comprendían cómo estaba sintiéndome. Dante caminó a la par mío, a pesar de aceleraba mi paso nerviosa. Intentaba no recordar ciertas palabras que escuché hace dos años, sólo ocasionaban que sintiera asco de mí cada que me observaba en el espejo. Cambié muchísimo respecto a dichos días pues pude recuperar mi cabello largo.
-¿Estará adentro?-le preguntó mamá a papá, seguro hacía referencia al director del plantel-. ¿Te dijo si teníamos que esperar a que saliera?-negó, observó a ambos lados dándose cuenta de que éramos los únicos que esperaban afuera del despacho directivo.
-Debe estar adentro-respondió papá, me sonrió tras ver que continuaba tensa y añadió-: Pueden quedarse a esperarnos acá, procuraremos no tardar mucho-garantizó acomodando su camisa. Llamó a la puerta dos veces aguardando por una indicación a ingresar.
-Pasen-escuché del otro lado. Debía tratarse de mi futuro director, deseaba que pudieran inscribirme sin ningún problema.
Mamá entró seguida de papá, dejándonos a Dante y a mí afuera. Él rió por lo bajo, quizás verme así le parecía divertido.
-¿Vas a quedarte sentada o venís a que te enseña el lugar?-inquirió viéndome preocupada. Sería mejor despejar mis pensamientos un rato.
-Vamos-accedí poniéndome de pie. Este recorrido puede servirme para no perderme cuando entre a clases, sería vergonzoso.
Caminamos a lo largo de los solitarios y amplios pasillos, apuesto a que circulan varios alumnos días de clases. Observé instantes más tarde a una señora, supongo que parte del personal de limpieza, trapear el suelo bastante cansada.
-Buenos días-saludamos al unísono, ella alzó la mirada y esbozó aquella pequeña sonrisa. Creo que conoce a Dante, tiene sentido puesto que mi hermano estudia aquí.
-Buen día, ¿cómo están?-interrogó confundida, puede que le parezca extraño vernos en época de vacaciones.
-Bien, de hecho vinimos a acompañar a nuestros padres-explicó amablemente, aquella mujer lucía muy cordial. Analizaba mi rostro puede que encontrando similitudes con Dante-. Ella es Celeste-informó, entonces le sonreí estrechando su mano.
-¿Tu hermana?-él asintió, creo que tenemos cierto parecido así que no resulta complicado darse cuenta.
-Menor, nos llevamos dos años-aclaré viéndola menos intranquila. El objetivo de librarme de las malas ideas lo logré.
-Y estás nerviosa, ¿verdad?-reí apenas escuché sus palabras, ¿se notaba bastante? Sí, seguía teniendo algunos nervios.
-Digamos que sí, antes estudiaba en casa-conté sonriente, ella esbozó otra sonrisa no queriendo indagar tanto. No me gustaba recordar esos momentos aunque lo hacía de forma constante.
-Vos quedate tranquila, no pasa nada-afianzó sonriéndome. Pensaba que reincorporarme a la vida estudiantil sería sencillo, no obstante, demasiadas memorias regresan haciéndome dudar.
Aún temo recaer, a pesar de que los doctores dijero que estaba perfecta y sana. Se supone que dejé de padecer leucemia.
-¿Querés que vayamos al comedor?-propuso pasando su brazo por encima de mis hombros, debió notar que volví a ponerme mal.
-Vayan, a esta hora está abierto-indicó ella, colocando aquellas escobas dentro del armario de limpieza. Dante hizo un gesto con la cabeza alentándome a ir, en estos momentos agradezco tener como hermano.
-Te sigo, andá-acepté a fin de cuentos, me despedí de la conserje y lo seguí atenta. Tenía que memorizar el camino, haciéndolo evitaría futuros inconvenientes.
Dante hace de todo por verme feliz, esa chica que sea su novia tendrá mucha suerte. Él estuvo conmigo cuando me dieron el diagnóstico y no se separó de mí, incluso hoy que estoy curada permanece a mi lado.
Estudiaremos juntos, de nuevo, igual que solíamos hacerlo hace años.
No había nadie en casa, sólo estaba yo aunque seguro Nicolás llegaría pronto. Él dijo que pasaría buscando a Lidia para pasar juntos la tarde pero sé que regresará rápido porque, siendo sincera, esa chica viene usándolo desde hace más de un año. Creo que aquella única razón por que quiso estar con Nico fue debido a sus altas calificaciones. Suele pedirle que realice tareas y proyectos que le corresponden hacer a ella.
Ya me casé de decirle que se dé cuenta, está cegado, no escucha.
Y apuesto a que ahí viene otra vez. Alguien cierra la puerta de golpe, reconozco esos pasos. Seguro Lidia no quiso salir después de todo, ¿acaso sigue sin entender que lo usa? Dos veces le ha puesto el cuerno e insiste en que jamás volvería a hacerlo.
-¿Qué tal?-pregunta suspirando, tiene los ojos rojos y un semblante bastante malo. Miré al cesto de basura temiendo encontrarme aquello que pensaba, y no estaba equivocada, habia tirado las rosas.
-Bien...-Nico asintió, eso de fingir estar perfecto no funcionaba. Era terrible fingiendo, y poseía gustos horribles en chicas-. No tenemos comida-agregué cuando vi que abrió el refrigerador, casi siempre vacío.
-Mañana veré si puedo comprar algunas cosas-suspiró cansado, gastó parte del dinero que ganó comprando esas flores y Lidia termimó despreciando sus obsequios de nuevo-. ¿Crees que nos alcance para pedir delivery?-negué, esta semana no tuvimos tanta suerte. Pocas veces logramos ganar mucho dinero.
-Igual no tengo hambre-mentí mirando de reojo mi abdomen. Todavía debía bajar algunos kilos, quizás si saliera a correr temprano adelgazaría más.
-Apenas hemos desayunado-me encogí de hombros restándole importancia aunque algo dentro mío insistiera en comer.
-Uno se acostumbra-aseguré volviendo a leer las últimas líneas del libro que compré hace tres días. Pude conseguirlo a bajo precio de un vendedor ambulante.
-Iré avanzando lo que Lidia me encargó-informó sacando de su mochila dos cuadernos. Intenté no decirle nada, a pesar de que quería gritarle que terminara con esa estúpida.
A veces pienso que me odia, dice que sigo estando gorda y procuro esconder mis cicatrices cada vez que viene a casa. Si llegara a ver las marca que poseo en los brazos, sus insultos aumentarían. Solamente tiene razón respecto a que debo adelgazar.
-No quiero que te ofendas por lo que diré-Nicolás volteó a verme enojado, sabía qué diría a continuación. Debería agradecerme, trato de hacerle entender que no le conviene-. Lidia no te quiere-añadí fracazando de nuevo, ¿qué? Soy sincera y no me sale ser sutil.
-Deja de decir eso, ella tendrá razones para comportarse así, ¿de acuerdo? Está estresada, es todo-aclaró molesto, a lo que no comprendo cómo puede defenderla. Ella llevó cursos a verano, por ese motivo Nicolás hace trabajos escolares durante época de vacaciones.
-Claro, sigue mintiéndote a ti mismo-resoplé furiosa. Quisiera que llegara alguna chica que valiera la pena y le hiciera darse cuenta, esto no puede continuar, lo lastima demasiado.
-¿No te cae por tener dinero?-cuestionó de mala manera, casi hace colapsar mi paciencia. En definitiva, debe haber alguna forma de hacerle ver la realidad.
-No digas estupideces-contesté, comenzaba a molestarme y tampoco pretendía tratarlo mal, sin embargo, yacía provocándome.
-Iré al comedor-indicó tomando sus pertenencias. Si no tiene ganas de pelear, debería haberlo captado, ¿y piensa que siento envidia? Vamos, prefiero morirme de hambre a ser como Lidia.
Observé a mi alrededor buscando qué comer, se hizo difícil abstenerme y acabé buscando cualquier cosa comestible. Encontré una caja de galletas, había pocas adentro así que decidí comerlas.
Luego quizás vomitaría sintiéndome culpable.
Supongo que mis padres tuvieron algún motivo para abandonarme, ¿les habré resultado una maldición o no habrán tenido otra opción? Quiero creer que están buscándome y volveré a verlos, anhelo conocer qué causó que tomaran aquella decisión. Me hacen falta todos los días.
Desconozco qué es abrazar a mamá y papá. Sentir ese calor que dicen al abrazar a tu familia, espero que no me odien.
-Olvidé mi teléfono-señaló Nicolás entrando de nuevo, a lo cual asentí alzando una ceja. Si a dicho aparato se pudiera denominar celular... esa pantalla continúa rajada y rota.
No quiso hablar, por ende salió del lugar dejándome sola. Ojalá cambie aquel humor antes de que llegue Milo, su papá alberga un caracter muy especial y no podemos ponernos en contra suyo nunca.
Acelero mi paso porque papá dijo que era importante y no podía esperar más, lo sé, no soy una persona muy paciente. Federico está hablando por teléfono, seguro con Jazmín como suele hacerlo de costumbre. Esta vez tendrá que ponerle fin a esa conversación, nuestros padres están esperándonos abajo.
Me paré en la puerta de su habitación y aunque estuviese abierta él siguió sin darse cuenta de que yacía ahí, entonces reí por lo bajo antes de gritarle.
-¡Federico, te estoy hablando!-exclamé exageradamente, él soltó su celular de manera repentina y este cayó al suelo. Eché un vistazo ya que quise asegurarme de que no se hubiese roto, por suerte salió ileso.
-Hablamos luego, lo siento-cortó la llamada dejando aquel dispositivo encima del escritorio-. ¡Julieta, no mames! ¡Me asustaste!-vociferó frunciendo el ceño, adoro molestarlo pese a que dices que exagero algunas veces.
-Mamá y papá quieren decirnos algo, nos esperan abajo así que deja de tu declaración de amor a Jazmín para después-rodó los ojos, suspiró enojado y asintió. Sé que está enamorada de ella, desde hace mucho tiempo son mejores amigos por lo que no me sorprende que haya empezando verla como alguien más.
-¡No te quedes para allí, vamos!-reí al escucharlo y salí siguiéndolo, bajé las escaleras tras él bastante inquieta. Quería saberlo todo, ya mismo deseo saber qué tienen que decirnos.
¿Será otro viaje? Viajamos a menudo, durante nuestras vacaciones aprovechamos para ir a Argentina. Tal vez se trate de eso.
Papá permanecía serio, mamá tampoco tenía buen semblante y comencé a preocuparme. Federico sonrió intentando hacerme sentir mejor, consiguiendo disminuir mis alarmas. Valoro que a pesar de que lo moleste siga interesándose por mí, pero no he querido decírselo.
-¿Qué ocurre?-pregunté acercándome, Federico tomó asiento en el sofá, pensativo analizaba todos los gestos de mamá.
-No planeábamos decírselo ahora-aclaró papá, miré a Fede confundida. De pronto mamá esbozó una gran sonrisa, demasiado grande para tratarse de un simple viaje al que estamos acostumbrados.
-¡Iremos a vivir a Buenos Aires!-anunció entusiasmada, no pudo evitar reír viendo aquellos rostros que teníamos Federico y yo. Papá reaccionó de igual manera, sí que son buenos actores, lograron hacerme creer que querían decirnos algo grave.
Creo que era lo que menos esperábamos de esta conversación, no obstante, conociendo a mi hermano esta noticia debe traerle mayores esperanzas. Podrá acercarse a Jazmín y, si vamos a vivir allá, puede que estudiemos juntos.
-¿Y cuándo viajamos?-inquirió él, hace años no lo veo tan contento, ¿Jazmín sabrá del viaje? Existe la posibilidad de que sí puesto que sus padres y los nuestros mantienen mucha comunicación, aunque también puede que no. Después iré a hablarle y tantear terreno.
Por otro lado, esta situación me trae alegría pues significa que podré estudiar junto a Daniela. Nosotras hemos sido inseprables, ella sabe cómo hacerme sonreír y viceversa.
-Cuando saque los pasajes de avión... olvidé hacerlo viniendo del trabajo, perdon-lamentó generando que Federico borrara esa sonrisa, incluso mamá se llevó la mano a su cabeza, ¿qué podíamos esperar de papá? Cierta vez olvidó recoger a sus hijos del colegio.
Fede pensó que nos habían abandonado, nuestro padre lo encontró llorando y tuvo que comprarnos un helado a ambos como compensación.
-¿En serio, Joaquín?-asintió riendo, sé que a mi mamá le disgustan dichas actitudes de papá pero lo mejor es que así se aman.
-Sabías que pasaría-acoté abrazándolo, ella asintió y Federico resopló fastidiado. Pese a este detalle, continuaba esa sonrisa presente, hasta podría decir que sus ojos desprendían cierto brillo.
Este serán buen año, puedo presentirlo. Extrañaré México mas allá estaré acompañada por mis amigos de toda la vida.
Dejé algunos mensajes en la casilla de voz del teléfono y volví recostarme sobre el sillón. Casi nunca atendía mis llamadas, sé que tenía trabajo pero, ¿era más importante que hablar conmigo? Mamá lleva de viaje dos semanas, por asuntos laborales. Entiendo que tenga una gran agencia de turismo y empresas no soló aquí, sin embargo, extraño hablarle
Camilo viajó con ella, y tampoco he podido hacer que responda los mensajes que le dejé. Ninguno contesta.
-Mari, tengo buenas noticias-papá abrió la puerta encontrándome algo apenada, me sonrió acercándose y quise devolverle aquel gesto.
No poseía bastante interés por saber qué quería decirme, a pesar de esto, decidí prestarle atención. Él siempre ha estado para escucharme cuando estoy mal, debo hacer lo mismo.
-¿Qué sucede? ¿Noticias de mamá o Cam?-inquirí albergando cierta esperanza. Papá negó riendo, ¿entonces de qué podía tratarse? Dijo buenas noticias, por eso asumí que sería algo al respecto.
-Vamos a vivir en Buenos Aires, no encontraremos con Ámbar y Camilo allá-anunció sonriéndome, parpadeé tres veces sin poder creerlo. Parecía sacado de un sueño, creo que esperaba más que dijera que mamá estaba embarazada otra vez.
***
¡Hola!
Weno, ante que nada, bienvenid@s sean a este nuevo comienzo ❤ gracias por leer y votar u.u
¿Son nuevos lectores o ya me han leído anteriormente?
Quiero aclarar que no necesitan leer Aliados 3 para poder entender esta historia xd Quise hacerla más independiente, basta con haber leído la introducción para tener idea y saber ubicarse.
Espero que les haya gustado :3
¿De qué país son? 🌎
Yo soy de Perú 🇵🇪
¿Qué creen que suceda en el capítulo 2?
¿Jazmín sabrá que Federico irá a Buenos Aires? ¿Julieta se reencontrará con Daniela? ¿Nicolás abrirá los ojos? ¿Se dará cuenta de que Violeta tiene ciertos trastornos alimenticios? ¿Celeste podrá reincorporarse al colegio? ¿Mariana podrá contactarse con su madre y Camilo antes del viaje?
¡Nos leemos pronto! 👋🏻
PDT: Actualización a más tardar el sábado.
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