Capítulo 70: Regreso a casa
Esperábamos dentro de la sala donde embarcaríamos a que nos dieran aquella indicación de comenzar a abordar el avión. Varios pasajeros yacían igual que nosotros, algo impacientes y prestando atención por si anunciaban algo relacionado a nuestro vuelo. Federico parecía tranquilo, pues observaba entretenido un video que Joaquín le puso en su celular. Julieta luchaba por no dormirse mientras miraba hacia una ventana.
—¿Cuándo podremos subir?—preguntó entrecerrando sus ojos, entonces le sonreí. Pronto dejaríamos México, aunque de forma temporal ya que aún no tengo pensado regresar a vivir allá.
—Cuando nos den esa orden—indiqué moviendo mis manos, algo nerviosa. Hacía más de seis meses que no veía a Ámbar y realmente quería que pudiese ir al encuentro—. Yo también tengo sueño—confesé, anoche no pude dormir producto de los nervios.
—¿A qué hora llegaremos a Argentina?—interrogó ansiosa y fingiendo estar menos somnolienta, aunque continuaba dando algunos bostezos.
—Si no calculo mal, a las siete de la mañana—informé abrazándola, lo que aprovechó Julieta para recostarse en mi regazo.
—¿Querés dormirte?—ella asintió, podía quedarse tranquila porque no me importaría subirla al avión en brazos. Observé a Federico jugar sin ninguna manifestación de cansancio, estos mellizos sí que son muy diferentes.
—Sí, despertarme luego—pidió agotada, suspiré mirándola y tras pronunciar un "te quiero" cerró aquellos ojos cafés. Juli despertó temprano hoy, así que presentía que acabaría dormida antes del vuelo.
Vi cómo Federico sacudía el celular de Joaquín, se había apagado quizás por falta de batería puesto que él comenzó a usarlo hacía dos horas.
—¿Papá?—inquirió susurrando al a Julieta. No sé si lo hizo debido a que sabía que despertaba de pésimo humor o por querer dejarla descansar tranquila.
—Fue a traer comida—reí contagiando a Fede, ambos sabíamos que Joaquín no iba a conformarse con ese desayuno que nos servirían las azafatas.
—Ojalá haya traído algo para mí, le dije que me comprara dulces—recordó mi hijo, dejando aquel teléfono de lado. Espero que dicho aparato no consiga alejarlo de nosotros, Joaquín decidió dárselo a pesar de que yo no estuviera conforme.
—Creo que ahí viene—señalé tratando de observar si traía golosinas consigo, Federico sonrió levantando los brazos.
Joaquín echó un rápido vistazo a quien dormía junto a mí, besó si frente y tomó asiento al costado mío. Fede recibió feliz algunos caramelos y un paquete de galletas. Puede que su padre haya tenido que salir del aeropuerto a comprar, porque no vi que vendieran esos dulces acá.
—Llevaré nuestras maletas, vos encargate de Julieta—ordenó Joaquín, pronto tendríamos que abordar cierto avión dispuestos a regresar a Buenos Aires.
"Pasajeros del vuelo con destino a Argentina, pueden acercarse a abordar su vuelo" anunciaron haciéndome sonreír. Estaba cada vez más cerca de poder retornar a casa, quisiera llegar y encontrar allí a Ámbar. Todavía no conocíamos a Mariana, última hija suya, además de que hace bastante tiempo no veía a sus otros hijos.
Federico anhelaba volver a ver a Jazmín, quien vivía allá y seguro esperaba que llegásemos.
Aterrizamos en Buenos Aires a las cinco de la mañana, hacía un poco de frío así me encargué de que mis hijos estuviesen bien abrigados, sobre todo Mariana ya que más pequeña. Salimos del aeropuerto camimo al hotel, Gopal manejaba mientras yo ponía música no queriendo volver a dormirme, además a Mari parecía gustarle. Si mal no estoy, Maia llegará dentro de dos horas y nos encontraremos donde acordamos.
—Mami, tengo hambre—informó Camilo desde el asiento posterior. Miraba aquellas calles vacías bastante interesado, aunque seguro buscaba algún puesto de comida.
—¿Podemos ir a un Mc Donald's?—preguntó Martín, sonreí ni bien descubrí sus intenciones. Adoraban comer ahí, sin embargo, debía hacer que comieran alimentos nutritivos.
—¿Les parece si pedimos delivery?—cuestionó Gopal, él siempre estaba consintiéndolos y le era difícil negarles algo. Dice que no puede decirles que no porque se lo piden de buena manera.
—Yo quiero pizza—aclaró Camilo cruzándose de brazos, esto sería problema. Hemos tenido que lidiar con varias peleas suyas dede que tenemos memoria—. Tú también quieres eso, ¿verdad?—inquirió observando a Mariana, quien no hacía tantos inconvenientes.
—Cualquier cosa está bien—sonrió dejando a Gopal menos estresado. Quería complacerlos a todos, pese a lo complicado que se ponía el asunto.
—¿Por qué no prueban otras comidas? Puedo prepararles un desayuno mejor que...—Camilo y Martín negaron, interrumpiéndome. Sí resultó cierto que ser madre puede parecer fácil y acabar siendo dificultoso.
—Quiero que traigan pizza—manifestó Cam, veo que tendremos que elegir a quién darle el gusto esta vez. Intentaré hacer coman alguna otra cosa llegando al hotel.
—Prefiero hasta hamburguesas—comentó Martín, tal vez quisiera probar algo del Vivero Bar cuando lleguemos. Ahí pensaba tomar desayuno antes de que comenzaran a pedir comida.
—Sabés que no podemos complacerlos a todos—le susurré a Gopal, faltaba que cruzáramos tres avenidas y estaríamos de regreso. Extrañé mucho ese lugar, se siente genial retornar luego de meses.
—Por lo menos Mari salió tranquila—rió observándola a través del espejo retrovisor. Ella observaba atenta todas esas calles que nunca había visto.
Vine meses atrás, no obstante, decidí dejar a los niños al cuidado de Gopal. Planeaba traerlos pero Camilo terminó enfermándose cuatro días previos y tuve que cambiar mis planes.
—Estamos cerca—indiqué señalando hacia adelante, algunos rayos de sol se asomaban y ya hacían acto de presencia—. Puede que seamos los primeros en llegar—agregué sonriente, elegir ese vuelo no fue un error. Conseguí ganarle a Maia y podré esperar a que llegue junto a sus mellizos.
—¿Vos crees que nadie se nos haya adelantado?—interrogó Gopal, manteniendo su mirada en la carretera. No había tráfico ni autos por doquier debido a que apenas eran las seis.
—Lo dudo—suspiré tranquila, nuestra familia solía llegar última así que esto podría sorprender a muchos.
Trenzaba su cabello castaño a pedido suyo, adoraba pasar tiempo junto a ella haciendo cualquier cosa. Quizás porque me recordaba a su hermana gemela, a quien quisiera tener también aquí. Le coloqué aquel broche de flor dorada que al final del peinado y sonreí cuando la vi voltearse sonriendo.
—Gracias—vino a abrazarme, entonces sentí que de cierta manera Violeta no estaba perdida, vice dentro suyo—. Mami...—pronunció dudosa, limpié mis ojos puesto que querían derramar algunas lágrimas.
—Decime, podés pedir lo que quieras, sabés que se acerca tu cumpleaños—rememoré tomando sus manos, Celeste negó. Creo que tampoco planeaba celebrar, lo cual hacía esto más fácil.
—No quiero una fiesta, estoy bien así—garantizó intentando sonreírme. No sé de dónde sacaré valor para decirle la verdad cuando crezca—. Prefiero que salgamos juntos—añadió levantando mi ánimo, admiro que sea tan sencilla.
—Como quieras—suspiré deseando no ponerme sentimental ahora, aunque puede que Ari ya se haya dado cuenta—. Te amo mucho, linda—agregué mirándola, Franco y yo intentábamos cuidarla lo más que podíamos al igual que a Dante pues sabemos que podrían correr peligro.
Celeste me abrazó de nuevo, esta vez no deseaba desprenderse. Quizás era cierto que extrañaba a Vilu inconscientemente, ¿qué tal si empieza a sospechar de que tuvo una gemela? Odiaría romperle el corazón diciéndole que murió.
—¿Podemos ir al zoológico?—inquirió, aquel era de sus lugares favoritos.
—Claro que sí, por vos voy hasta la luna—afirmé sonriéndole, Ariana rió acariciendo ese broche de flor. Compré uno que tenía una mariposa dorada, ese sería para Violeta.
—Eso sonó bonito—confesó mirándome. Es hermosa, realmente espero poder protegerla de todo y que tenga aquella hermosa vida que merece.
—Prometeme que siempre vas a sonreír—pedí, por nada del mundo quisiera ver borrada esa sonrisa. Entiendo los motivos de Franco por cuidarla demasiado.
—¿Por qué no sonreiría? Estoy feliz—aseguró confundida e insegura, pasados algunos años puede verlo de distinta forma. En estos momentos no entiende del odio o maldad, aquello le parece inexistente.
—Me alegra oírlo—afiancé, amaría que Celeste jamás conociera a lo que llamamos gente mala. Ella no debería sufrir aunque sé que vivirá instantes felices y tristes, todos hemos sufrido si quiera una vez.
—¿Cuándo llegará papá?—indagó apenada, Franco cree que Celes tiene cierta preferencia por mí, lo cual es mentira. Acaba de notar que él está tardando en llegar a casa y luce un poco preocupada.
—Dijo que estaría a las seis, tuvo más trabajo que entregar esta semana—respondí viendo la hora, acordamos que vendría recogiendo a Dante del hotel.
—¿Podemos hacer panqueques? Así como los hace papá—sonrió mirándome, quise decirle que sí; sin embargo, recordé que no cocinaba. Sólo aprendí a hacer comidas básicas, por ello no tenía idea.
—Sí pero... ¿qué te parece si esperamos a Franco?—consulté, hace unos meses intenté hacer respostería y terminé haciendo un desastre en la cocina.
—Bien...—resopló Ariana, solía llamarla así algunas veces mas presentía que su segundo nombre no le agradaba tanto—. Voy a esperarlo aquí—informó yendo hacia aquella amplia ventana, miraba hacia afuera esperando verlo venir.
Desearía que fuera así durante eternidades, que Celes viva contenta ingnorando todos esos males que nos rodean. Siendo niña no encuentra sentimiento alguno que no sea felicidad.
Me sorprendió que Ámbar fuera la primera en llegar, pensaba que vendría quizás mañana y llegó incluso antes que Maia, quien decidió ir a instalarse primero a su casa. Joaquín decidió conservar aquella propiedad que tienen acá así que no necesitan buscar hospedaje, además de que son bienvenidos aquí cada vez que gusten.
Tengo a Martín frente mío debido a que mi amiga salió junto Camilo y Mariana. Prefirió quedarse porque estaba Dante, ambos se llevan bastante bien a pesar de ser completamente diferentes. Por otro lado, Jazmín parece estar aburrida al no tener a Celeste.
—No vendrá, ¿cierto?—inquiere apenada, cuesta admitirlo pero Celes reduce sus sonrisas y alegría conforma va acercándose su cumpleaños.
—Azul dijo que quiso quedarse—comenté suspirando, ella asintió angustiada—. Federico sí viene, ¿de acuerdo?—consulté alegrándola, lo supe cuando sonrió y comenzó a aplaudir. Jazmín había esperado mucho para poder reencontrarse con él, eran muy unidos e inseparables teniendo también a Julieta consigo.
—Ojalá aparezcan pronto—resopló cruzándose de brazos. Contuve unas risas en tanto observaba aquellos gestos que hacía, se veía adorable—. Mami, ¿después podemos hacer galletas?—interrogó sentada junto a mí, aquello era nuestro pasatiempo y solíamos pasarla genial cocinando.
Poseía algunas tareas acumuladas, no obstante, negárselo no estaba en mis planes así que asentí. Jazmín dormía temprano, por lo que podría quedarme haciendo trabajos hasta pasada la medianoche.
—Creo que tenemos todos los ingredientes—expuse intentando recordar. De todas formas, podía pedirles a Valentín y Devi que nos prestaran algunas cosas si hacía falta.
Escuché a Martín hablar entonces, quedándome callada logré enterarme acerca de esa conversación que mantenía. Dante leía unos libros de dibujos animados, teniendo cuatro años había empezado a leer oraciones o frases cortas dejando sorprendiendo a sus padres.
—Preguntale a Luz—oí decir a Martín, esto llamó mi atención y comencé a observarlos mejor. Dante negró, seguía siendo un niño tímido que optaba por estar solo y alejado del resto varias veces.
—Decime, ¿qué sucede?—inquirí, pues sabía que de no hacerlo, a Dante le sería más complicado hablar. Él sonrió tomando confianza y caminó hacia donde me encontraba trayendo ese libro de tapa roja.
—¿Qué dice acá?—quiso saber, señalaba la palabra galaxia y sonreí dándome cuenta de que leía una pequeña historia de ciencia ficción. Esos libros de cuentos cortos suele comprarle Franco, a Dante le encantan.
—Galaxia—respondí, él asintió repitiéndolo después de mí. Jazmín frunció el ceño confundida, tal vez nunca escuchó dicha palabra.
—¿Qué es eso?—intervino esperando obtener respuesta. Pensé dársela hasta que Dante se adelantó, a pesar de que no estuviera tan seguro.
—Conjunto de estrellas—murmuró él, moví mi cabeza de forma afirmativa y esbozó una sonrisa al enterarse de que tenía razón.
—Qué inteligente...—admitió Martín riendo uno metros más allá. Según me contó Azul, Dante saca excelentes calificaciones; a pesar de ello, lo le prepcupe es que le cueste relacionarse.
***
¡AVISO IMPORTANTE!
Weno, acabamos de llegar al final con muchas interrogantes aún 🤔 Federico y Julieta en multimedia :') Tomaré unos días para editar y pulir algunos detalles y errores ortográficos de esta novela para dar paso a Aliados 4 ❤
¿Celeste se animará algún día a celebrar su cumpleaños? ¿Dante tendrá algún problema? ¿Ámbar seguirá siendo así de unida con su familia? ¿Julieta y Federico seguirán llevándose bien? Esas y más dudas en la siguiente parte :3
Probablemente haya nuevos separadores y haré un apartado para personajes, para que les sea más fácil entender quiénes pertenecen a qué familia.
Gracias por votar y leer 🧡 ¡Nos vemos! 👋🏻
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