Capítulo 64: Ser quienes somos
El doctor nos invitó a pasar amablemente, sabía probablemente a qué veníamos ya que su vientre algo abultado comenzaba a notarse, además de que vinimos juntos. Invitó a que ella se echara sobre aquella camilla para poder comenzar. Sería la primera ecografía que haríamos, estábamos emocionados y algo nerviosos ya que había empezado a desarrollar síntomas más fuertes esta vez, lo cual no sucedió con nuestro hijo mayor.
—¿Primer o segundo embarazo?—consultó, era lindo afirmar ahora que tendríamos tal honor por segunda vez. Azul le contestó sonriendo y tomando mi mano—. Vamos a ver que todo esté en orden, ¿de acuerdo?—ambos asentinos, sabíamos qué venía a continuación.
Pronto vimos encenderse cierta pantalla donde veríamos a quien sería otro miembro de nuestra familia. Desconocíamos si sería niño o niña, sólo queríamos que estuviese bien allí dentro. Azul lo había logrado, le dará a Dante alguien inseparable.
—¿Cuándo podremos saber el sexo?—interrogué prestando atención. Poco podía verse aún, ella estaba igual de nerviosa que yo aunque ya tuviéramos experiencia.
—Cuando haya cumplido mínimo tres meses y decida voltearse—respondió aquel médico, quien pasaba encima del vientre de Azul un transductor de ultrasonido—. Aquí está...—sonreí observando cierto punto color blanco. Ahí yacía él, o ella—. Perdón, quise decir están, son dos—anunció dejándonos atónitos. Creo que nunca imaginamos pasar por esta situación.
Observé más de cerca, y sí tenía razón. Azul no supo cómo reaccionar, sin embargo, cayeron algunas lágrimas que me dispuse a secar. Sobrepasamos nuestros propios límites, ¿seríamos padres de gemelos? Todos mis antiguos sueños parecían cobrar sentido.
—¿Eso significa que estoy embarazada de gemelos?—cuestionó, era difícil de creer. Sé que ni si quiera pensó que volvería a embarazarse.
—Sí, apenas llevan mes y medio—contestó observando aquella pantalla. Hizo una pausa, sacó unas cuantas fotografías y siguió asegurándose de que todo estuviera perfecto.
—Te dije que ibas a lograrlo—le susurré al oído a Azul haciéndola sonreír de vuelta. Imagino que jamás consideró que esto podría pasarnos.
—Regresaran dentro de tres o cuatro semanas, ¿les parece?—asentimos tras haberlo escucharlo. No tenemos mucho conocimiento respecto a este tipo de embarazos así que debemos obedecer, debido a que tenemos dos vidas que cuidar—. Y no se preocupen si sus síntomas se intensifican o presenta movimientos fetales adelantados—advirtió señalando el vientre de Azul. Ella suspiraba aún sorprendida.
—Gracias—sonrió luego de que le acercara papel para limpiarse dicho gel que tuvieron que colocarle.
—Por acá, por favor, debo darles las imágenes—ordenó él camiando hacia la otra esquina del consultorio. Ayudé a Azul a levantarse y fui a recibir todas esas hermosas fotografías.
Recordaba aquellos sueño que tuve hace años, donde figuraban dos niñas exactamente iguales y sonreía, aunque mis temores continuaban presenten. Sentiría seguridad cuando pudieras tenerlas sanas y salvas a ambas, habiendo sucedido podré descansar tranquilo porque todavía poseo dudas y cabos sueltos que por extrañar razones no puedo atar. Mi instinto de padre me dice que se trata de gemelas, espero que lleguen a quererme.
Pasó una semana de la charla que con Valentina acerca del psiquiátra, ella quiere seguir un tratamiento y buscar ayuda para sentirse mejor consigo misma aunque ya ha dado grandes avances. Regresar era lo que necesitaba pues canta, se muestra más amable, me deja grabarla y sonríe a menudo. Sin embargo, entiendo que tema recaer así que debo ayudarle. Es mi mejor amiga, necesito verla bien.
Justo ahora esperamos a que el doctor nos llame, pensaba que iría sola con ella hasta que vi a Milo esperándonos afuera del hotel.
—Somos las siguientes—le recordé a Valen, quien asintió notablemente nerviosa. Debía ser intimidante venir, viendo a más personas aquí que quién sabe qué problemas tendrán.
—Espero que no sea nada grave—expuse frotando sus manos, hacía eso cuando tenía miedo—. Quiero que me diga que podré mejorarme—afirmó suspirando, Milo permaneció callado y tomó su mano intentando calmarla.
Después de todo lo que he oído, no sé qué deba pensar respecto a él. Me pregunto si Valentina sabrá quién fue hace años.
—Tranquila, sólo tendrás que tomar algunos medicamentos y hacerle caso al médico—aseguró Milo mientras echaba un vistazo a aquella puerta cerrada. Debíamos seguir esperando.
—¿Cómo sabés eso?—cuestionó no muy convencida. Tenerse fe y confiar en sí misma podría ayudarla mucho mas no es tarra fácil.
—Porque creo que vos podés ponerte mejor—sonrió, intentaba descifrar si tenía alguna mala intención. Pese a esto, no pude distinguir otra cosa reflejada en sus ojos que no fuera... ¿cariño? ¿Amor? Comenzaba a pensar que podía estar surgiendo otro sentimiento.
Quería darle espacio, pero después creí que ella necesitaría también que yo estuviera ahí, diciéndola que podrá. Y no poseo dudas, vencerá cualquier obstáculo.
—Ojalá logren sacarme la mierda que Daniel metió a mi cabeza—soltó de repente, noté cierta cólera entonces. Y no voy a culparla, ese imbécil fue capaz de violarla, ¿qué necesidad tenía? Ya le había hecho demasiado daño.
—Vos sos más fuerte, ¿sí? Desmotrale que vas a salir, hacelo por tu mamá y Alex—ella asintió cabizbaja, lamenté haber abierto dicha herida. Perdió dos personas que amaba, a pesar de aquello, no está ni estará sola.
—Creo que les pondría felices ver que cambié—manifestó, observó hacia el cielo despejado que cubría Buenos Aires. Trataba de buscarlos ahí, encontrarlos o recordar las antiguas sonrisas eran la motivación que requería.
—A mí ya me pone feliz que hayas empezado a tratarme bien—rió Milo, recordando algunas cosas, lo noté algo preocupado cuando Valentina estuvo en Córdova. No sabía dónde estaba y pretendía sacar información persiguiendo a Daimon, quizás porque sabía que yo no iba a hablar.
—Creo que nos toca—informé mirando abrirse esa puerta que daba temor atravesar, conseguiendo poner a Valen todavía más nerviosa—. Calmate, verás que recibimos buenas noticias—animé poniéndome de pie. Los pacientes que habían entrado antes salían y teníamos que ingresar.
—¿Valentina?—llamó aquel doctor, ella suspiró levantándose y preparándose para lo que venía—. Sólo uno de sus acompañantes puede entrar—aclaró él, Valen me miró y sonreí asintiendo. No planeaba iba a dejarla sola nunca.
—Andá, te espero aquí—concluyó Milo, quien decidió permanecer ahí sentado.
Me pareció raro ver a Inti solo y bastante triste así que le propuse venir con nosotros. Maia quería ir de compras, por lo tanto necesitaría que alguien más viniera o terminaría muriendo del aburrimiento. Conversábamos en la cafetería ubicada frente a dicha tienda que mi novia decidió asaltar, quiero decir, a donde quiso ir a comprar.
Inti lucía decaído, ¿sería porque acababan de irse Emma y Tomás? Habían pasado mucho tiempo juntos recordando mejor.
—¿Estás triste por haber dejado ir a Emma?—inquirí intrigado, él solía andar más animado y sonriente. Inti suspiró asintiendo, era complicado que ocultara sus emociones.
—No quise que se fuera, estuve por impedir que subiera a ese avión aunque sé que debía irse—lamentó dolido. Pedimos minutos antes unos cafés, yo bebí casi la mitad del líquido mientras que él seguía sin tomar nada.
—¿Irías a buscarla?—volvió a asentir, parecía dudar poco y tener mucha seguridad—. Si realmente querés algo serio con ella, buscala, no te des por vencido tan rápido—le aconsejé animándolo, y quizás dio resultado ya que bebió un sorbo del café.
—Está amargo—se quejó, a lo cual reí señalándose aqueo pequeño azucarero a nuestro costado. Olvidó echarle azúcar—. Perdón...—carcajeó echándose unas cucharadas. Esperaba estarlo animando, resultaba extraño verlo triste cuando siempre fue sonriente.
—Descuida, todos hemos paso por situaciones parecidas—sonreí mirando hacia atrás, puesto que ahí se hallaba la ventana. Pude observar escogiendo unas remeras a Maia, quien me saludó sonriendo y agitando su mano, gesto al que respondí de igual manera—. ¿Qué te gusta de Emma?—interrogué, buscaba hacerle recordar ese tema de distinta forma.
—Adoro cómo piensa, que sea liberal y respetuosa—sonreír ni bien lo escuché, eso significaba que vio más allá del físico—. Tomás tiene una gran mamá, le enseña a ser buena persona cada día—afirmó, contarme algunos detalles acerca de ella podría estarle ayudando.
—Perfecta para vos—concluí a ojo cerrado. Ambos se parecen muchos, tienen buenas intenciones, caracter similar y espero puedan darse oportunidad a estar juntos.
—Una vez me contó que salió con Tomás y vieron a dos chicos besándose —fruncí el ceño, aquello comenzaba a disgustarme. No soy homofóbico, sólo considero que esas cosas son antinaturales—. Ella le explicó que hay gente que se enamora de personas del mismo sexo, nunca dijo nada malo y aclaró que era normal—asentí perturbado, tal vez deba quedarme callado debido a que no quiero discutir. Acaba de animarse y pelear puede ponerlo peor.
—Claro, ¿vamos a ver a Maia? Supongo que estará terminando de vaciar esa pobre tienda—bromeé cambiando de tema, no quería intercambiar fuertes palabras ahora.
—No exageres, ella no compra tanto como otras chicas—rió levántandose, faltaba que acabase su café y decidió llevárselo consigo. Podría terminar de beberlo tranquilamente en el auto, decidí traerlo pensando que Maia saldría trayendo mínimo tres bolsas.
Martín dormía arriba, era típico de él tener siestas por la tarde mientras yo me dedicaba a leer tranquilamente. Esta vez, Venecia estaba acompañándome, sostenía algunos libros que dejó encima de aquella mesa de centro que teníamos.
—¿Has pensado qué vas a hacer?—preguntó ella sentada a mi costado, eran pocos los que sabían de mis planes puesto que dudaba mucho acerca de poder llevarlos a cabo.
—Quiero abrir una agencia de turismo, ¿te imaginás?—cuestioné entusiasmada, imaginarlo parecía soñar con una vida perfecta, plena y feliz—. Adoro y deseo conocer nuevos lugares, alentaría a las personas a poder hacerlo también e ir descubriendo este maravilloso mundo—añadí sin poder sacarme esta sonrisa del rostro, siempre que hablaba de esto aparecía.
—¿Y querés postularte para una beca?—asentí no tan segura. No dudé de Luz porque ha sido inteligente desde que pude conocerla, por otro lado estoy yo que intento defenderme como puedo—. Quisiera estudiar ingeniería agrónoma, tiene mucho que ver con la botánica—informó enseñámdome las portadas de algunos libros.
—Vos podés, ya verás—aseguré dándole ánimo. Ella poseía capacidades adecuadas, a pesar de eso, seguía dudando de mí misma.
—Lo sé, podré lograr cualquier cosa que me proponga al igual que vos, deberías tenerte más confianza—sugirió Venecia, le sonreí dudosa. Pasé bastante tiempo diciéndole a Maia cómo cambiar, pese a dicha experiencia, desconozco qué debo hacer que pueda hacerme confiar.
—Ojalá que sí, busco darle una buena vida Martín, se merece muchísimo—afiancé echando un vistazo escaleras arriba. Apuesto a que seguiría durmiendo. Pronto, esperaba que estuviese gozando los frutos de mis estudios.
—Estará muy orgulloso cuando hayas logrado tus sueños, que él sea quien te impulse, ¿de acuerdo?—moví la cabeza afirmativamente, sabía que tenía razón.
—Creo que primero debo tenerme confianza, si sigo dudando retrocederé—suspiré temeroda, temía no lograr todo lo que soñaba y defraudar a Martín.
—Sos tan capaz como Luz y yo, no tenés por qué sentirte menos—me abrazó Venecia, quien había estado conmigo desde hacía un año, una de las amigas más cercanas que tengo—. Y cuidá del tesoro que tenés, tu familia, nunca la dejes de lado—recomendó observándome sonriente. Envidiaba a veces aquella seguridad que caracterizaba a Venecia, avanzaba a paso firme y seguro, digno de admirar.
—Gracias por estar ahí cuando te necesito, en serio lo aprecio—esbocé cierta sonrisa de ánimo, aquello iba a necesitar si anhelaba surgir y darle a mi hijo lo que merecía.
—Vos también me has ayudado algunas ocaciones, descuida, ¿sí? Vamos a cumplir nuestros sueños y nada podrá detenernos—adoraba oírla hablar así de decidida. Cualquiera amaría tener esa autoestima, no toca ningún tipo de arrogancia y permanece firme respecto a sus objetivos, los tiene clarísimos.
—¿Pensás que tendremos buen futuro?—ella rió mirándome, eso consiguió relajarme y bajar aquel estrés que sufría.
—Obvio que sí, por algo volvimos aquí. Debemos ser quienes somos—de nuevo tuve que darle razón, pensaba de una manera singular y admirable.
***
¡Hola!
Weno, antes que nada quiero aclarar que esta historia acabará como máximo en el capítulo 70 (puede ser antes) y se dará paso al regreso de Aliados 4 ❣
Muchas gracias a todos por leer, se les ama 🧡
¿Creen que Franco y Azul sean buenos padrea de las gemelas? ¿Ámbar y Venecia lograrán sus sueños? ¿Inti y Emma volverán a verse? ¿Qué opinan de los comentarios de Joaquín acer a de los homosexuales? ¿Valentina logrará curarse?
Espero que les haya gustaso :3
¡Nos leemos pronto, adiós! 👋🏻
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