Capítulo 63: Verdad revelada

Adoraba verla feliz, lucía hermosa sonriendo y haciendo lo que siempre había amado hacer. Desde aquel día en que la conocí pude darme cuenta de cuán buena persona era, y aunque ella dude de sí misma a veces, sé que superará cualquier límite que se haya impuesto.

Lamentablemente, nuestro tiempo aquí estaba terminándose. Fuimos al refugio como quería y decidí acompañarla, pasamos un rato bastabte agradable, sin embargo, debíamos regresar a casa.

—¿Los vas a extrañar?—consulté haciendo referencia a todos esos perros que carecían de familia. Devi sonrió asintiendo. Acariciaba a una pequeña cachorra, mezcla de poodle con shitzu, según nos dijeron.

—Quisiera poder llevármelos—suspiró dolida, no tengo dudas de que lo haría si pudiera—. Esto es mi sueño—añadió observando nuestros alrededores. El refugio parecía acoger incluso a gatos, puesto que unos cuantos se encontraban allí.

—Y vas a alcanzarlo—garanticé, Devi necesitaba confiar más y dudar menos, porque sus inseguridades podrían jugarle malas pasadas mientras escala a ciertas metas—. Pero justo ahora tenemos que volver, podemos venir luego—intenté sonreírle pues sabía que ella quería quedarse.

—No te preocupes, entiendo que no puedo quedarme a vivir acá—rió despidiéndose de aquella perrita. Acarició su pelaje por última vez y se levantó del suelo, realmente deseaba poder ayudar a todas esas vidas—. Vamos, ¿mamá está afuera?—preguntó empezando a caminar, no miró hacia atrás sabiendo que le sería más difícil irse.

—Sí, dijo que vayamos saliendo—respondí abrazándola y depositando un beso en su mejilla. Llevábamos siendo novios desde hace mucho, tanto que no podría imaginarme vivir sin tenerla conmigo.

—¿Sabés? Algún día voy a darle hermanos a Kobu, debe socializar—argumentó Devi tomándome de la mano. Muchas personas dicen que a esta edad nunca sentimos amor, sino ilusión. A pesar de aquello, yo estoy seguro de amarla.

—Si lográs tener dinero suficiente, comprás este albergue completo—reí contangiándola. Devi achinaba sus ojos haciendo que se viera preciosa.

Caminamos hacia la salida, Mary estaba esperándonos ahí para llevarnos de vuelta. Vimos a los emcargados del lugar antes de salir y fuimos a despedirmos como correspondía. Habíamos decidido llevarles algunas donaciones, cosas que necesitarían temiendo tantos animales a cargo. Devi quiso llevarles mantas, comida y algunos juguetes usados de Kobu.

—¿Se divirtieron?—interrogó Mary al vernos salir. Esperé que mi novia contestara primero ya que fue quien más interesada estuvo.

—Sí aunque resulta algo triste ver animales así, por eso estudiaré veterinaria—aseguró causándonos una sonrisa. Me gustaba oírla expresarse de tal manera, denotaba confianza que pese a esfumarse rápido, aparecía en ocasiones llenándonos de felicidad.

—Incluso tenían gatos, creí que sólo serían perros—manifesté sorprendido. Terminé pasándola mejor de lo que pensé días anteriores.

—Y todos son rescatados—afianzó Devi sonriente, le encantó saber que hace poco adoptaron a un perro discapacitado llevándoselo del albergue. Los encargados nos contaron aquella noticia y consiguieron alegrarla bastante.

—Ustedes son nuestro futuro, por ello sé que será bueno—afirmó Mary mientras caminábamos hacia la avenida principal. Probablemente tomaríamos taxi, a esta hora seríamos
víctimas del tráfico si tomabámos algún autobús.

Se iba, era hoy el día en que la vería subirse a ese avión sin saber cuándo regresaría. Y seguía ocultándole lo que sucedió realmente, Venecia tenía razón, debía decírselo. Les pedí a ella y Noah que cuidaran de Tomás mientras hablaba con Emma, ambos sabían qué quería revelarle o al menos supongo que habrá podido deducirlo.

Estaba nervioso, tenía miedo y sentía una agobiante incertidumbre por no saber cómo reaccionaría. Temía perderla, aunque a fin de cuentas, tendría que irse de todas formas. Me encargué de llevarla a un lugar alejado para evitarnos incomodidades, cerca a cierta cafetería del segundo nivel no había mucha gente así que decidí empezar nuestra conversación pendiente allí.

—¿Ya vas a decirme? Nuestro vuelo saldrá pronto—informó viendo aquel reloj, faltaba una hora. Tenía que ser breve y hace que suene creíble, de lo contrario pasaría igual que antes.

—Sí, perdón por demorar tanto—suspiré nervioso, las dudas de Emma aumentaban a cada instante, lo supe al ver su rostro de desconcierto—. Ojalá puedas creerme ahora—añadí intentando relajarme. Pareciera que mientras más esfuerzos hacía, menos podía conseguir.

Comencé contándole desde el principio, paso a paso cómo fuimos conociéndonos hace tiempo. Emma lucía sorprendida y escuchaba atenta, esperaba que estuviera creyéndome. Le dije varias cosas, palabras que quedaron sólo entre nosotros. Quizás por eso dejó que continuara hablándome, porque gracias a eso empezó a confiar en mí. Decidí contarle incluso los sentimientos que guardaba hacia ella, esos que nunca fueron un secreto y cuánto deseaba volver a vivir esos momentos. Sonreí asegurándole que estaría esperándola, y si tardaba demasiado, iría a buscarla.

Algunas lágrimas se deslizaron recorriendo su dulce rostro, vio la hora nuevamente y me abrazó, gesto que no esperé.

—¿Vas a esperar que regrese?—inquirió aún abrazada a mí. Tal vez hice mal, pude habérselo dicho hace unos días y no tendría que partir dentro de pocos minutos.

—Sí, pero no tardes, o voy a buscarte—respondí, estaba seguro. Nunca quise perderla y volví para quedarme, incluso estudiaré buscando tener buen futuro.

—Avisame si venís a vernos, ¿de acuerdo?—asentí limpiamdo aquellas lágrimas que hace rato cayeron de sus ojos—. Te voy a extrañar—confesó dolida, creo que debí haber tomado esta valentía meses atrás.

—Yo también—afirmé con pesar, le di una vista rápida al reloj y luego empecé a arrepentirme. Quiero creer que tenemos años por delante—. Me había acostumbrado a nosotros juntos de nuevo—expuse nostálgicos, todos nuestros episodios siendo felices jamás podré olvidarlos.

—Lamento no haberte creído—susurró, trataba de mostrarse firme aunque estuviera apenada por tener que subir a aquel avión—. Lo que acabás de decirme explica mucho. Te llevás muy bien con Tomás, me conocías muchísimo y comprendías cada cosa que decía—sonrió emocionada. Emma ahora podría entenderlo, no obstante, mi corazón desentendía por qué debía irse.

—Sigo queriéndote de la misma manera que hace un año—admití, no volveríamos a vernos dentro de poco así que decidí mostrarme completamente sincero.

Y anunciaron entonces que debía embarcar. Se iría ya mismo.

—Igual yo—afianzó poniéndose de pie. Repetí la acción abandonando esos sillones rojos del cafetín donde le conte todo.

Caminábamos juntos, en silencio, uno increíble y cómodo. Disfrutamos nuestra compañía, nuestros últimos pasos andando tomados de la manos, pese a que tenía claro no dejarla ir. Escuché que me llamó, volteé maldiciendo su partida y sentí sus labios contra los míos apenas pretendí mirarla.

Confirmé de tal modo que era más valiente que yo. No tuvo miedo ni inseguridades e hizo que estuviera orgulloso de ella.

***
Respiro sintiéndome completa por primera vez en mi vida, el hecho de tenerla conmigo me cambió completamente. Durante años sentí la falta de una mitad mía que ni si quiera conocía, aquella sensación de vacío venía acompañándome desde que tenía memoria y no fue hasta que pudimos reencontrarnos, que di por finalizado ese inquietante sentimiento.

Estuve a su lado cuando más lo necesitaba, y tampoco poseo intenciones de dejarla sola porque no sé qué haría sin ella. Quizás le guarde secretos, no obstante, planeo decírselos pronto.

—¿Desayunaste?—pregunté mirando hacia nuestro patio. No fue necesario voltear para saber de quién se trataba, reconozco sus pasos.

—Sí, tranquila—respondió dando un suspiro, sabía el motivo de mi pregunta.

—Como hermana mayor debo encargarme de que estés bien—argumenté tomando otro sorbo del mate que bebía. Quería confiar y creer que hanía dejado los hábitos, aunque seguía teniemdo miedo de que decayera.

—¿Segura que eres la mayor?—cuestionó, volteé a verla y ella hizo lo mismo. Tenía en sus manos la caja de galletas que más me gustaban y no dejaría que se terminara todas.

—Da igual, no quiero que te pase nada—contesté algo preocupada. Entonces sonrió, le disgustaba preocuparme aunque veía que me importaba mucho—. Y dejame unas cuantas, ¿sí?—pedí señalando aquella caja. Nunca discutimos ni hemos peleado así que asintió.

—¿Crees que he mejorado?—inquirió con voz temblorosa, temía una negativa.

—Creo que estás saliendo adelante a pesar de todo y sos muy fuerte—afirmé haciéndola sonreír. Admiro a mi mejor amiga, es de las mejores personas que puedo tener.

—¿Tú fuiste feliz?—consultó sonriéndome, rozó su rostro sintiendo la ausencia de cierta sonda que le pusieron anteriormente—. Sé que tener este estilo de vida no implica eso—aseguró, y tenía razón. Odiaba mentirle aunque no estaba lista ni dispuesta a revivir cada detalle del pasado.

—Pues viví bien, no he tenido mayores problemas—mentí devolviéndole la sonrisa. Necesitaba verme perfecta, no debía ponerme mal o pasaría lo mismo con ella. Siempre llorábamos juntas.

—Me pone contenta oírlo—dejé el mate encima de la mesa, caminando a abrazarla. Se sintió increíble, cálido y reconfortante; lograba hacerme olvidar cualquier mal momento sufrido.

—Y yo estoy alegre porque te estés curando, no quiero que verte sufrir—confesé viéndola comerse algunas galletas. Comía de lo más normal, no lloraba ni parecía sentirse culpable.

—Papá tampoco, por eso no quiere que...—mordí mi labio sabiendo a dónde pretendía llegar.

—Ya sé—bajé la mirada sonriendo, recordarlo hacía que cambiara de humor bastante rápido—. Igual no es algo por que preocuparse, estamos bien—garanticé enroscando un mechón de cabello entre mis dedos.

—Imagino que sí, conozco qué clase de persona es—aseguró, ella y él crecieron en el mismo país, razóm por la que se conocen mucho.

—Lo quiero—le sonreí sintiendo cierto calor en mis mejillas. Debía ser menos fría quizás, exteriorizar más mis emociones.

—Se nota, ¿has visto tu cara cuando lo ves?—interrogó ocasionando que riera, sabía exactamente qué decir parar conseguirlo—. De pronto comienzas a sonreír igual que ahora.

—¿Sabés que también podés terminar así?—negó rotundamente, se niega a creer que llegará a enamorarse. Pienso que ya lo está, y no sabe reconocer aquel sentimiento.

—Olvídate, le aseguré a papá que jamás pasaría—afianzó metiendo una última galleta a su boca. Parece tenerlo claro, pese a que uno sea incapaz de mandarlr al corazón.

No mentía, sin embargo, tal vez no se dé cuenta pero tengo esa misma expresión cada vez que nosotras hablamos. Se convirtió en mi confidente y consejera, la adoro. Siento que el mundo cobró mayor sentido, vivir juntas causó que mejorara como persona.

Escucharla cantar se había convertido en algo rutinario para mí, oír cómo suenan las cuerdas de su guitarra o simplemente su voz. He visto a Gala grabarla cantando un par de veces días atrás, aunque sólo haya podido hablar con Valentina una vez. No quise presionarla y opté por darle espacio a pesar de que quisiera pasar tiempo juntos. Nuestra relación ha mejorado, incluyéndola, claro. Antes era más frívola y déspota, ahora está mejor.

—Milo—escuché detrás mío, estaba llamándome. Llegó a sorprenderme que quisiera hablar conmigo—, ¿estás bien?—interrogó acercándose, no supe a qué venía la pregunta.

—Sí, ¿por qué lo decís?—inquirí confundido, ¿acaso no soy normal? Creí ser una persona ordinaria siempre.

—Porque te quedaste mirando hacia allá—señaló al solitario patio. No había buen clima así que nadie quería salir, Buenos Aires poseía un cielo bastante nublado—. Y no respondías, ¿qué te pasa?—insistió observándome.

—Nada, solamente pensaba—contesté siendo sincero. Ni me di cuenta de haberme quedado así, debió parecerle extraño—. ¿Cómo vas con todo?—pregunté desconociemdo si debería o no haberle preguntado, tal vez era demasiado pronto y fui imprudente.

—Podría estar peor, intento asimilarlo y hacerme a la idea pese a que sea horrible—respondió cabizbaja. Descubrir que murieron dos personas cercanos puede haberla lastimas mucho más de lo que demuestra.

—Admiro que tengas esa fuerza, ¿pero pensaste en lo que te dije?—quise saber, sabría de qué hablaba. Y no me equivoqué puesto que lo entendió.

—Estoy buscando ayuda, quiero empezar un tratamiento—aseguró bajando la voz. Planeaba seguir aparentando que yacía perfecta, a pesar de que estuviera hundiéndose.

Valentina puede estarse muriendo y continuar sonriendo mientras canta. Es fuerte, sin embargo, teme llorar frente a los demás y ser juzgada por tener sentimientos.

***
¡Hola!

Weno, hoy es un día especial ❣ pues cumplo 3 años en esta maravillosa plataforma. Fue un 4 de enero de 2017 que llegué con una única maleta de sueños e ilusiones que hice realidad en este tiempo. Gané concursos, sí, pero lo que más amo yo es poder llevar un mensaje con cada historia que escribo. Gracias a todos, quienes leen y me ayudan a crecer día a día, se les amará eternamente :')

¿Qué les pareció el capítulo? ¿Valentina buscará ayuda? ¿La chica del Flashforward volverá a enfermarse? ¿De qué habrá estado enferma? ¿Devi podrá cumplir sus sueños? ¿Emma y Tomás regresarán pronto? ¿Existirá algo entre ella e Inti?

Gracias por leer :3 ¡nos vemos pronto! 👋🏻

PDT: De haber cambios en los días de actualización, se notificará el próximo capítulo.

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