Capítulo 62: Temor al rechazo
Armaba desastres en la cocina, se distraía fácilmente platicando con los clientes y llegaba tarde casi siempre. Tenerlo trabajando aquí lejos de ser una ayuda podría considerarse perjudicial, sin embargo, a pesar de que fuera totalmente opuesto a mí comenzamos a llevarnos de maravilla. Creí que no me caería bien cuando nos presentaron, luego fui conociéndolo y empecé a verlo diferente. No era mala persona, sólo tenía un problema.
Aunque hoy había transcurrido ya media hora y no daba señales de vida, por lo menos eso pensé hasta que oír a alguien llegar. Reconocí su voz, esta fue acercándose hacia donde estaba.
—Demoré demasiado, ¿verdad?—asentí, viendo aquel reloj que yacía encima del estante—. A veces creo que ebería ser más responsable—rió dejando sus cosas a un lado y acomodándose la camisa mientras se veía al espejo.
—¿Qué haces?—inquirí confundido.
—Uno nunca sabe cuando llegará una chica por esa puerta—respondió, acto seguido sacó ese frasco de perfume que traía y se echó un poco—. ¿Vuoi?—preguntó agitándolo, quise decirle que no pero antes de responder fui rociado con dicha colonia.
—No te dije que sí—contesté tociendo, incómodo por el intenso olor.
—Como sea, así estarás mejor—sonrió satisfecho, por esto mismo tal vez a ciertas personas les parezca insoportable—. ¿Aún no viene nadie?—interrogó observando a través del vidrio que nos separaba de la cafetería.
—¿Ves a alguien ahí?—negó volteando a verme. Mayormente comenzaban a venir clientes pasadas las diez, faltaban todavía algunos minutos—. Entonces no—le indiqué encogiéndome de hombros.
—¿Por qué ese mal genio? ¿Acaso te acordaste de tu ex?—resoplé molesto, desde hace meses venía queriendo dejar atrás aquella historia.
A pesar de mis esfuerzos no lograba mucho, cada insulto dicho parecía haberse quedado grabado en mi mente, ¿tan difícil es olvidar un año de relación? Anoche recordé cosas que amaría olvidar. Ni si quiera sé qué hizo que aguantara ofensas, infidelidades, golpes y humillaciones.
—¿Podemos no hablar de ella? Por favor, quiero tener un lindo día—suspiré consternado, ¿cómo pude cegarme tanto? La defendía de cualquier cosa que dijeran, y me arrepiento porque tenían razón.
—¿Y de qué querés hablar? Estoy aburrido—manifestó, entonces comenzó a parecerme raro que estuviese quieto sin hacer nada.
Volteé queriendo asegurarme de que no estuviese haciendo ninguna locura y lo encontré armando una torre con los vasos. Me hubiera causado risa si estos no fueran de vidrio y pudieran romperse apenas coloque uno donde no debe.
—Dejalos, se van a romper—sugerí observándolo lanzar otro vaso al aire y atraparlo.
Nuestro jefe casi nunca se enoja, tampoco podría considerarlo mala persona aunque eso no quiere decir que podamos hacer lo que queramos.
—¿Y qué se supone que haga?—empezó a desarmar sus avances, llevaba dos niveles armados. Jamás podía quedarse tranquilo, puede que por esa razón extrañe viajar constantemente—. Algún día te contaré sobre todas las novias que tuve—aseguró mirándome.
—Puedes hacerlo antes de que llegue gente y tengamos que ir a atender—comenté, ¿él teniendo novia? Soy incapaz de imaginarlo así.
—No tengo problema en contarte, de hecho lo haría si tuviese ex—admitió riéndose, contagiándome a mí también. Escuché sonar la puerta de entrada, algunas personas parecían haber decidido venir a desayunar a este lugar.
—Mira, ¡clientes nuevos! Ve a atenderlos y sacarles plática—asintió llevándose aquella libreta roja, allí solía apuntar pedidos. Se distraía mucho charlando y no quería confundir órdenes.
Me agradaba que no fuera como cierta gente adinerada que se creía superior, pese a esto, varias ocasiones he deseado que tenga ego. Debido su problema, algunos creyeron tener derecho a hacerlo sentir menos.
Llegamos tarde como pensé, aunque era de esperarse porque las clases universitarias nunca terminaban temprano. Matías se ofreció a llevarme y dejarme en el hotel, gesto que me hizo pensar mucho mejor de él. Estacionó su auto, abrió la puerta para que yo bajara e intentamos despedirnos, no nos veríamos hasta el día siguiente. Sabía que debía ser breve pues ambos teníamos tareas pendientes, incluso quería adelantarme unas cuantas lecciones.
—¿Querés que pase por vos?—preguntó antes de retirarse, tomaba mis manos con intenciones de no soltarlas durante un buen tiempo. Lo supe porque sentía exactamente igual.
—Sí podés, te lo agradecería bastante—contesté, tampoco quiero que se siente comprometido o sonar interesada.
—Trataré de ser puntual—sonrió acercándose y poniendo su mano alrededor de mi cintura. Nuestros labios lograron unirse cuando menos pude darme cuenta. Fue corto, pero perfecto y tierno, justo como quise que fuera—. Te quiero—confesó, pese a que no fuera secreto entre nosotros.
—Yo también—aseguré sintiendo otra vez las llamadas mariposas dentro del estómago.
Nos despedimos sabiendo que volveríamos a vernos, nuestra especie de relación apenas nacía y no pareciera que vayásemos a tener problemas. Hemos sido amigos y le tengo suficiente confianza.
Entré al hotel sonriendo, quizás demasiado notoria era aquella sonrisa que traía ya que Ámbar me miró extrañada. Martín debía estar durmiendo arriba, suele acostarse a esta hora.
—No hace falta que expliques nada, los vi por la ventana del cuarto de Martín cuando estaba acostándolo—expuso ocasionando que mis mejillas se tiñeran de un color rojo intenso. Planeaba decírserlo y no pensé que sería descubierta tan rápido.
—Pasó todo hoy—levanté ambas manos queriendo excusarme a lo cual ella rió observándome.
—¿Qué tal tu primer día de clases? Saliste soltera y llegás...—negué interrumpiéndola. No es la primera persona que dice algo así.
—Lo mismo dijo Matías—le respondí haciendo memoria. Almorzamos juntos y nos vimos en nuestros dos recesos, podría adaptarme a esa rutina—. Pero estuvo increíble, tres profesores nos dijeron que más adelante haríamos prácticas y empezarían nuestras visitas al laboratorio—conté entusiasmada, realmente había querido estudiar medicina y anhelo ver llegar aquel día donde tenga el honor de salvar vidas.
—¿Creés que yo pueda ingresar a una universidad?—asentí habiéndolo pensado poco. Ámbar poseía las mismas capacidades y no permitiría que se echara para atrás.
—Obvio que sí, estudiarás turismo, ¿verdad?—vi sus ojos iluminarse y asintió emocionada. Sabía que le intrigaba conocer este mundo, ella quiere verlo todo y hacerles ver a los demás este maravilloso lugar.
—A veces pienso que tengo sueños muy grandes—expuso pensativa. Sonreí dándole razón, sin embargo, esas metas que aparentan ser imposibles son las mejores.
—Debemos vivir, por eso estamos acá de nuevo—garanticé animánola. Hace años elegí creer que cada cosa sucede porque debe. Hay circunstancias que nos volverán fuertes o harán que mostremos nuestra parte humana—. Yo estudio medicina, Gopal aceptó una propuesta importante y entró a un grupo musical, vos querés tener tu propia agencia de viajes, ¿qué te detiene? Sos igual que nosotros—recordé entonces cuán emocionada estuvo cierto día que aprendió deportes extremos.
—Quiero batallar por Martín, quiero que esté orgulloso de mí—afianzó mirando escaleras arriba. Él dormía mientras charlábamos y nosotras sonreímos, Ámbar quiere darle completa felicidad.
—Sé que lo estará, vas a poder, ya verás—suspiré ansiosa. Quizás faltara tiempo, no obstante, quisiera vernos habiendo realizado nuestros sueños y cumplido cualquier meta que nos hayamos propuesto.
Dante, Ailín y Martín son apenas bebes, niños que merecen crecer teniendo amor sincero. Respecto a ese sentimiento, sé que tendrán hasta de sobra.
Tomás jugaba a la pelota mientras yo leía un libro sobre botánica, Noah debía estar por llegar del trabajo y su hijo estaba esperándolo. Estos eran sus últimos días aquí para después irse, aunque Emma ya había estado buscando empleo en Buenos Aires. Aún no se lo comentaba a nadie, sin embargo, empezaba a considerar cierta posibilidad de postularme a una universidad para estudiar ingeniería agrónoma.
—Voy a extrañar a papá—expuso Tomás sosteniendo aquel colorido balón que le compró Noah—. Y a vos también, mamá dice que quizás volvamos pronto pero no es nada seguro—resopló triste, esperaba volver a verlo cuanto antes.
—Pensá positivo, ¿sí? Tal vez te lleves una sorpresa—le sonreí, quería animarlo puesto que no me gustaba que estuviera así—. Tu mamá quiere darte lo mejor—él asintió, supongo que ya sabía eso.
—A ella la amo, ahora salió con Inti—contó sonriendo. Aquello sólo hizo que volviera a plantearme esa pregunta, llevo queriendo resolver mi duda desde hace tiempo, ¿Inti le habrá dicho a Emma la verdad? Realmente quisiera que sí.
—¿Qué tal te cae él?—interrogué, Tomás rió. Creo que sabe a qué voy, todos se han dado cuenta de lo que viene sucediendo.
—Bien, me gusta cómo trata a mi mamá—afirmó acercándose a ver el libro que leía. Era igual de curioso que Noah algunas veces—. ¿Plantas? ¿Tienen algo de divertido?—cuestionó ojeando algunas páginas. Al parecer ni las imágenes consiguieron llamar su atención.
—Son interesantes—afiancé mirándolo, Tomás alzó una ceja incrédulo. Veo que no compartimos algunos gustos.
—Prefiero jugar fútbol—hizo rebotar la pelota, esta no pertenecía a tal deporte; sin embargo, solía divertirse jugando. Logramos que dejara esa consola que le regaló Noah—. Y preferiría quedarme aquí si fuera posible—añadió antes de salir corriendo habiendo escuchado unos pasos familiares llegar.
Fui a ver de quién se trataba, topándome así con Noah, Inti y Emma. Tomás abrazaba al primero, sabía que iba a marcharse lejos y desconocía cuándo regresaría. Aproveché dicho momento para acercarme a Inti, necesitaba hablar un par de cosas.
—¿Se lo has dicho?—inquirí en voz baja tomándolo por sorpresa. Moderaba mi volumen porque no quería levantar sospechas suponiendo que siguiera ocultándole a Emma lo ocurrido.
—No sé cómo, tengo miedo de que no me crea—susurró retrocediendo, temía además ser escuchado. Hubiera querido una respuesta afirmativa, aunque no busco presionarlo tampoco—. Y pienso que merece saberlo—agregó seguro de sí, ya que tiene claro que debe hacerlo.
—Mañana se van, Inti, ¿qué esperás? Vos conocés a Emma—le recordé, asintió nervioso sin saber contestarme. Llevaban saliendo desde que llegó y debía existir la confianza necesaria—. Si te seguís quedando callado, vas a arrepentirte siempre.
—Imagino que sí—suspiro abatido. Podría incluso jurar que recordaba cómo acabó su historia hace un año, desapareció de repente y ni bien quiso decirle quién era, Emma no quiso creerle.
Poniéndome en el lugar que ocupó, me hubiese sentido mal si Noah eligiera algún día no creerme y cerrarse completamente. Inti teme sentirse rechazado y perderla, a fin de cuentos, estuvo a punto de eso.
Valentna parecía haber cambiado mucho en tan sólo un mes, pasó de estar siempre malhumorada a tomar su guitarra y cantar, justo como hace ahora. Empecé a grabarla pese a que al principio creí que le molestaría, sin embargo no fue así. Sonreía mientras cambiaba de acordes cómodamente, era raro verla actuar de esa manera porque quizás me había acostumbrado a verla apagada.
—Siento como si de pronto estuvieras más feliz—reí cortando la filmación, Valentina asintió dejando aquella guitarra color mandera.
—Lo estoy, todo lo que quería fue siempre una segunda oportunidad—afirmó conteniendo algunas lágromas, le desagrdaba llorar aunque dejó caer algunas.
—¿Qué ténes pensado hacer?—inquirí haciéndola ensachar esa linda sonrisa.
—Quiero cumplir los sueños que dejé a medias, pensaba estudiar música—contestó manteniendo aquel brillo especial e inusual en sus ojos. Espero que haya encontrado lo que buscaba, felicidad, o si quiera un camino hacia allá.
—Amás cantar, ¿cierto?—Valen asintió, me di cuenta de que yacía recordando algo cuando vio ese instrumento que, ¿cuántas sonrisas no le habrá sacado?—. No tengo dudas de que llegarás muy lejos.
—No sé si lo que digo sea creíble pero yo también, estoy aprendiendo a tenerme más fe—respondió echando hacia atrás su cabello rubio. Amaba dejárselo suelto y creo que ese rasgo suyo le gusta mucho—. Prometo tratar bien a las personas, incluyendo a Milo—garantizó ella imaginando qué podría comentarle al respecto. Sin embargo, noté que empezaron a tratarse distinto.
Valentina puede no tener tanto dinero, haber cometido errores que han dejado cicatrices imborrables y confiado en una persona tóxica. Aunque son esas ganas de salir adelante y escribir otra historia que admiro bastante. Tiene la fortaleza necesaria para ponerse de pie.
***
¡Hola!
Feliz año nuevo 2020 ❤ muchas gracias a todos por leer y estar presentes en este libro :3 Espero que empiecen este año con una sonrisa, ni idea qué les tenga preparada esta década pero cualquier obstáculo podrán vencerlo 😅
¿Qué opinan de la nueva actitud de Valentina? ¿Quiénes son los chicos del Flashforward? ¿Cómo sera la relación de Luz y Matías? ¿Inti se atreverá a decirle la verdad a Emma? ¿Ella y Tomás volverán para quedarse? ¿Ámbar podrá abrir su agencia de viajes?
Nos vemos el otro año 😉 el 4 de enero es un día muy especial xd
¡Hasta promto! 👋🏻
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top