Capítulo 61: En otra vida

Los nervios impidieron que mi respuesta fuera inmediata, no sabía cómo decir que sí al principio puesto que nunca había recibido una propuesta así, sin embargo carecía de dudas. Desconocía a qué depararía aceptar ser su novia, y quería averiguarlo, lanzarme a lo desconocido y explorar el misterioso terreno que representa enamorarse.

—Sí, claro que quiero—le sonreí abrazándolo. Varios estudiantes pasaban por nuestros lados al igual que maestros, algunos volteaban a vernos quizás por la extrama felicidad que mostrábamos.

—Te lo hubiera pedido antes si no me pusieras tan nervioso—rió dejando unos cuantos besos en mi cuello disimuladamente, tampoco buscábamos llamar la atención para no meternos en problemas.

—¿Yo?—cuestioné resoplando y riendo igual que él.

—Sí, vos, ¿podemos aprovechar nuestro tiempo libre e ir a caminar por ahí? Saliendo de aquí quiero invitarte a comer algo, ¿te parece?—asentí, era lindo oírlo hablar así. Empezaba sentir tal vez las llamadas mariposas cuando nos imaginé horas después, estaba dispuesta a averguar qué le seguía a este capítulo de mi historia.

—No conozco mucho la universidad así que...—Matías sonrió, había dejado claro desde hace mucho que no tenía problema en mostrarme algunos lugares.

—Vos seguime y si querés saber algo preguntame, ¿qué tal te esta yendo?—interrogó tomando mi mano. Seguro planeaba que fuéramos a una cafetería del lugar, pronto sabría dónde quedaba.

—Bien, creo que entendí todos los cursos hasta ahora—respondí recordando mis primeras clases. Tomé algunos apuntes y realicé anotaciones extras, sólo para estar mejor preparada si nos sorprenden con un examen.

—Primer día y ya tenés novio, increíble—aplaudió haciéndome reír todavía más. Eso me encanta de él, siempre logra que sonría y no he pasado momentos malos estando juntos, siento que se preocupa por mí.

—Ni si quiera vos, ¿cierto?—negó, le creí dejando atrás los comentarios que algunos siguen teniendo sobre Matías.

—He cambiado, creo que maduré—afirmó pensativo, sonaba incluso orgulloso de haber dejado esos malos hábitos.

—Y me alegro mucho—besé su mejilla, Matías volvió a abrazarme. Hacía bastante que no experimentaba estos sentimientos, al menos creo tener cero recuerdos del amor.

Fui protagonista de varias vidas, historias que olvidé o desconozco completamente. Tal vez tuve finales felices o sufrí tristes muertes de ilusiones. Quizás nunca lo sepa por una buena razón. Hoy prefiero mirar hacia adelante, mejor dicho, a quien camina conmigo y confiar en ambos.

***
Sigo teniendo miles de preguntas en mente de las que aún no he podido encontrar respuesta. A papá no le gusta hablar sobre ella y opta por cambiar de tema cada vez que me atrevo a preguntarle al respecto. Sé que aparenta sentirse bien cuando no es así, está fingiendo.

Entra a prepararse algo a la cocina sin mirarme, creo que sabe qué tema tengo el objetivo de sacar otra vez.

—Estás muy callado para ser tú—expuse, él volteó y suspiró hondo. Se veía como siempre, parecía ocultar algo—. Nunca vas a decirme qué sucedió realmente, ¿verdad?—no supo cómo responderme, prefirió callarse unos minutos.

Sabía que no lo dejaría tranquilo, quizás por eso decidió contestarme.

—Vos sí que sos insistente...—murmuró esbozando una pequeña sonrisa.

—Ya estoy cansado, desde pequeño vengo queriendo saber la verdad, ¿tan difícil es decirme qué le pasó a mi mamá? ¿Por qué no pude conocerla? ¿Cuál es su nombre?—cuestioné desesperado, fue doloroso crecer creyendo que me odiaba. Ahora quiero saberlo todo, porque jamás podré descansar tranquilo si no lo hago.

—Ella te ama, no dudés de eso pase lo que pase y digan lo que te digan, hacele ese favor—pidió con seriedad. Parece estársele poniendo difícil actuar normal, sus ojos brillaban ocultando lágrimas amargas.

—¿Y nos parecemos?—pregunté sonriéndole, necesitaba oír esas palabras. Quien quiera que sea aquella mujer, la he amado durante toda mi vida—. Muchos dicen que me parezco a ti—añadí observándolo, tal vez mamá quiso que fuera así.

—Por el gusto por la música, sí—afirmó sonriente, lucía tranquilo hablando. Puede que para curar un dolor sea mejor hablarlo, de esa forma uno estaría dejándose ayudar por los buenos recuerdos.

—¿Tocaba guitarra?—inquirí entusiasmado, papá asintió riendo. Esperé que estuviese aprendiendo a manejar este tema.

—Ukelele, piano, batería, violín y hasta cantaba—agregó viéndome, estaba recordando muchas cosas probablemente. Quería saber aunque preferí no forzarlo demasiado, habíamos tenido un avance—. También por tu...—revolvió sus cabellos castaños.

—¿Mi cabello rubio?—dudé, era un poco obvio puesto que papá no tenía aquel color, ¿de quién más iba a heredarlo? Mamá tiene que haber sido rubia.

—Bueno, no sos pelirrojo—carcajeó divertido. Sólo conozco a una persona con cabello rojizo y pecas por doquier.

—Puedo teñirme...—sugerí intentando imaginarme diferente. Podría quedarme perfecto un rubio platinado o color verde, creo.

—¡No!—gritó asustándome, ¿a este qué le pasa? Elevó la voz de repente, cambiando bastante rápido nuestro tono de conversación—. ¿Estás loco? Te parecés a tu mamá, quedate así... me recordás a ella—ha de extrañarla muchísimo. Seguro estaría igual si hubiera logrado conocerla.

—¿Cómo era?—casi tartamudeé, no quisiera que dejara de hablarme sobre mamá por excederme en preguntas.

—Maravillosa, yo no me enamoré de alguien horrible—sonrió, debería ser lindo poder entrar a su cabeza. Si pudiera vería la imagen viva de mamá, ya que dudo que él tenga alguna foto—. Al principio nos odiábamos, luego las cosas cambiaron y pues, empezamos a salir juntos—añadió jugando con un vaso encima de la mesa.

—Espero poder conocerla en otra vida, una menos injusta—sentí cierta sensación dentro de mí, creí haberme topado con la frustración.

—Ella dijo que existía un universo más feliz, y le creo—aseguró nostálgico, recordaba palabras de alguien a quien ama y partió muy rápido. Varias veces llegué a pensar que vivir sin mamá eea algún tipo de tortura o calvario, esto lo confirmaron lágrimas que alcanzaron a caer.

Sería maravilloso que existiera realidades más amenas, donde crecí acompañado de mis padres y viví mejor. Pese a que no tendría dicha fortaleza que poseo.

Gala tomó el camino de la izquierda, y yo seguí de frente para llegar a ese parque donde comencé a desenterrar mi pasado. Necesitaba pensar poniendo todo en orden dentro del donominado cerebro que tengo, quizás deba dejar de ser tan masoquista y reprocharme menos mis errores.

Sonreí de forma inconsciente, Milo estaba sentado unas bancas más allá bastante pensativo, ¿cómo se supone que debía aparecerme? Él no está enterado de nada. Di media vuelta pensando regresar, sin embargo, oí que me llamó. Le bastó con ver mi cabellera rubia para reconocerme, no quise voltear aunque lo hice tras sentir unos brazos rodearme.

—¿Dónde habías estado?—preguntó no queriendo soltarme.

—Es una larga historia, ¿querés escucharla?—asintió, suspiré profundo pues no planeaba contárselo. Desconocía cómo tomaría los secretos que iba a revelarle y sentí una mezcla de nervios e inseguridad.

Nos sentamos cuando encontramos un sitio alejado, caminábamos callados porque preferí mantener silencio. Sé que él también cometió errores, y no se lo he dicho pero admiro que jamás haya estado torturándose con sus fallos.

Inicié contándole qué sucedió luego de que me fui dispuesta a todo, me escuchaba atento y serio, no quería interrumpirme. Después decidí decirle que estuve en Córdova, incluso le hablé de mamá y Alexander, quienes partieron demasiado pronto. Parecía estar calmado, pese a que no lucía nada feliz. Finalmente solté la verdad más dolorosa que pude llegar a guardar durante años, esa que callé creyendo que sería mejor así. Milo casi explota, apretaba los puños furioso y negaba, se rehusaba a creer tal infortunio.

—Imbécil de mierda—espetó molesto, entonces me levanté dispuesta a irme. Algunas lágrimas querían salir y no deseaba que las viera caer de mis ojos—. Pará, no te vayas—resistí unos instantes esperando mejorarme.

—¿Qué? No es fácil—argumenté cruzándome de brazos.

—Lo sé, ¿no has pensado en buscar ayuda? Podrías ir al psiquiátra, pensá que puede ayudarte mucho—sugirió observándome vulnerable. Debía tener mal aspecto, puesto que había pasado noches desvelándome y horas de vuelo hasta llegar aquí, pese a que estas fueron pocas, yacía cansada.

—Tenés razón—abrió los ojos en grande, incrédulo, le costaba creer lo que decía. Sí, esa Valentima que despreciaba a todos y se tenía rencor nunca hubiera dicho eso.

—¿De verdad?—interrogó sorprendido, a lo que asentí—. Verás que te pondrás más feliz—garantizó tomando mis manos, yo miraba al suelo queriendo creerle.

—Si vos decís, por lo menos quiero intentarlo—sonreí débilmente. Descubrí que mi familia estaba muerta, las dos únicas personas que tenía, fue un golpe duro.

—Y perdoname por lo que hice—susurró abrazándome de nuevo, esta vez mostraba mayor insistencia en no querer soltarme.

—¿Qué hiciste?—inquirí sonriéndole y correspondiendo al abrazo. Venía necesitando muchas luego de este mes complicado.

—¿Creés que fuiste una estúpida?—indagó poniéndome a pensar, ¿que si lo creía? Podía asegurarlo.

—Sí, obvio—afiancé, seguía restregándome el hecho de haber intentado acabar conmigo.

—Yo también—concordó confundiéndome.

—¿Pensás que fui...?—separándose negó, quizás entendí de mala manera a dónde buscaba llegar.

—No, Valen, me refiero a que he sido un estúpido—exhaló evitando mirarme. Apuesto a que cometió errores de los que se arrepiente y quisiera no haber cometido, pese a cualquier deseo que tengamos, nada podrá borrarse.

—Algo en común con vos—quise sonreírle, desistí cuando sentí que dolía. El alma puede doler igual que cualquier órgano, sentía una pesadez y frustración, porqué estuve mintiéndome al decirme que había superado todo.

—Te extrañé—confesó habiendo culminado otro largo silencio entre nosotros—. No entiendo cómo Daniel pudo infravalorarte tanto—añadió negando, todavía le producía cólera recordar lo que dije.

—A partir de hoy, elijo cambiar y creer que todo estará bien—aseguré mirando al cielo. De alguna forma, esperaba encontrar la mirada de mamá allí diciéndome que saldré adelante.

—Claro que sí—sonrió Milo, persona la que antes solía fastidiarme su presencia.

Tomé una buena decisión en volver, espero no arruinar esta nueva oportunidad. Poseo voluntad, anhelo dar vuelta mis errores y comenzar mi historia de felicidad. Dejando atrás, soltando aquel pasado que estuvo atormentándome y buscando ayudara para hacer cicatrizar heridas abiertas que tal vez siguen manchando de sangre los días que vivo y pasos que doy.

Llegué del parque por la tarde, Kobu quería salir a pasear un rato y debido a que tenía todas mis tareas lista, decidí llevármelo. Valentín se quedó en casa ayudando a mamá, quien había hecho las compras para la casa y el Vivero. Encontré una mochila color azul tirada en nuestra sala, ¿de quién podría tratarse si no fuera Valentín? Él poseía esa mala costumbre. Reí mientras recogía también algunos cuadernos, Kobu olfateó algunas cosas.

Fui adentrándome buscando a alguien hasta llegar al patio, allí teníamos otro televisor y lo que escuché de ahí, llamó bastante mi atención. Hablaban sobre un nuevo refugio de mascotas, parecía haberse inaugurado recién y entrevistaban a quienes debían ser los dueños.

—¿Dónde es?—pregunté, luego me quedé callada pues olvidé saludar.

—Aquí creo—contestó Valentín, Kobu se le acercó moviendo su cola entusiasmado.

—Están mostrando las instalaciones—agregó mamá, ella sonrió restándole importancia a lo que sabía que había dejado de lado—. Si querés podemos ir, puedo buscar la dirección exacta—sonreí ante dicha propuesta, sonaba genial.

—¿Podés?—asintió sonriente, acariciendo el pelaje de nuestro can—. Gracias, te quiero—manifesté agradecida, adoro que siempre haya estado apoyándome. Sabe que tengo sueños, uno de ellos es justamente abrir un centro de rescate animal.

—¿Vos no queré estudiar veterinaria? Te vendría bien ir viendo estas cosas que... ¿tienen más de sesenta perros?—dudó asombrado por tal cifra que acababan de mencionar. Quisiera poder darles a todos esos animales hogar, llevarles amor y quizás algunas donaciones.

—¿Venís conmigo?—interrogué sin saber qué respondería, pensaba que optaría por quedarse pero aceptó.

—Yo encantado, avisame y voy con vos—afianzó dándole otra mordida al sándwich que comía entonces. Sí, a este chico lo quiero de una manera especial por aquella misma humildad y apoyo que representa.

Conforme pasamos tiempo juntos, más segura estoy de que es único y jamás encontraré alguien como él.

***
¡Hola!

Weno, aquí otro capítulo 😭❤😭❤

SOMOS 10 KELVIN, GRACIAS, ¡LLEGAMOS A LAS 10 000 👁! Muchísimas gracias a tod@s por leer 🥰

¿Que les pareció este capítulo? ¿Milo habrá cambiado? ¿Valentina imaginará qué clase de errores cometió Milo en el pasado? ¿Quien es el chico del Flashforward que pregunta por su madre? ¿Cómo será la relación de Luz y Matías? ¿Valentín y Devi irán al refugio?

¿A ustedes les gustan los animales? ¿Tienen alguna mascota? 🐕🐶🐩🐱🐈

Espero les haya gustado, ¡hasta pronto! 👋🏻

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