Capítulo 6: Plan de investigación
—¡Manuel, soy yo!—exclama el reflejo de Gopal, al cual le sonrío y posteriormente doy la espalda incrédulo.
Esas palabras la he oído miles de veces en alucinaciones mías, sueños o disparates que opto siempre por ignorar. No me hace bien recordarlo, me hace sentir nostálgico y ver a mi mejor amigo distante, teniendo de barrera millones de galaxias y años luz haciendo así imposible de cumplir el deseo de verlo otra vez.
Unas pisadas alcanzan a escucharse detrás de mí y una mano se posa en mi hombro, entonces me soy vuelta con los ojos totalmente salidos de órbita. ¿Gopal de verdad está aquí o tendré que regresar al psiquiatra?
—¿Sos vos?—logro articular con dificultad.
—Sí, ¿quién más?—niego con una sonrisa sin poder creerlo y no me resisto, necesitaba darle un abrazo después de tanto tiempo—. No soy espejismo ni nada si es lo que pensás.
—Es casi imposible...—murmuré cuando nos separamos de aquel efusivo y cálido abrazo sentido.
—En ese casi hay muchísimas cosas, recordalo—me señaló inteligentemente. No quedó interrogante en mí luego, le he dado un abrazo y estoy hablando con él así que es real esto, ¿no? Mi mejor amigo ha vuelto.
—¡Vamos, Gopal! Hay que ir al hotel, ¡rápido!—exclamé emocionado, hecho al cual sonrió tan feliz como yo. Vi el entusiasmo en sus ojos, no sólo porque le encantaba la idea de volver sino porque se reencontraría con los chicos.
Salimos apresurados de casa, tomando yo el primer abrigo que encontré pero asegurándome de cerrar bien la puerta para evitar que algún delincuente entrara a robar. Fuimos literalmente corriendo, no quedaba lejos; sin embargo, nos dimos prisa.
No sé cuánto tiempo ha pasado de que no tomaba un desayuno aquí en el hotel, no están todos los chicos pero ha de suponer que vendrán más tarde. Ayer llegaron Maia, Ámbar, Manuel y Gopal; ellos me dijeron que Devi también se encuentra acá por lo cual puedo tachar su asistencia de la lista. Están aquí reunidos, juntos bajo el mismo techo.
La mejor noticia es que luego de mi reunión con Fermín, Ada y Valentina, recibí una llamada especial de Gala. Ella es alguien que conocí cuando anduve por Madrid, para mi sorpresa es conocedora de casi las mismas cosas que yo, sabe de la existencia de seres de luz entre otros cuerpos. Va a venir pronto a Buenos Aires, su ciudad natal según sé, por unos cuantos días en los cuales pienso pedirle su ayuda para la investigación.
—¿Pensando en el próximo movimiento?—interviene Noah, quien entra de repente a la cocina y me encuentra con la tasa de café recién servido en mis manos—. Relajate un poco, no hay noticias nuevas, ¿o sí?
—Sí—afirmé directo. Sería mala idea ocultárselo, él y los chicos están involucrados por lo que deber mantenerse al tanto incluso de detalles—. Milo ha vuelto, pensamos que estaba muerto pero no, ahora está vivo.
—¿Cómo es eso posible? ¿Revivió?—inquirió elevando el tono de voz. Le hice un seña con la mi mano libre, indicándole que se calmara y bajara el volumen.
—Ya nos estamos encargando de eso, Valentina va a hacer todo el trabajo—sonreí intentando tranquilizarlo un poco por lo menos—. Por el momento, tenemos controlada la situación.
—¿Pero cómo? Es que no lo entiendo, lo mató Justo y yo fui testigo con mis propios ojos—recordó con pesar. Aquel instante no fue grato para nadie, ganamos la batalla y perdimos vidas inocentes.
—Él está poseído por el lado opuesto de la madre creadora, es el padre destructor quien tiene posesión de Milo—le expliqué sin cruzar mirada con él, manteniendo mi visión fija al frente sin pestañear—. Es capaz de darle vida otra vez y supongo que debió pedirle la posesión su cuerpo a cambio de regresarlo al mundo.
—¿Entonces por eso vive?—asentí con seguridad, pues no me cabe ninguna duda—. ¿Quién podría ser tan imbécil como para vender su alma al demonio?
—Sólo él—reí entre dientes, Noah negó con la cabeza disconforme e intrigado por el descubrimiento—. Estuvimos hablando de eso con Valentina ayer, por cierto, vendrá por aquí pronto.
—¿Quién es?—inquirió él cuando repetí su nombre.
—El ser de luz aliada de Milo—aclaré, lo cual trajo una mayor sorpresa de su parte, que manifestó con sus expresiones faciales—. No es la única a quien conocerán, una amiga mía vendrá a Buenos Aires en unos días.
—Tal parece que por fin hiciste vida social—palmeó mi hombro en festejo y a continuación añadió—: Muy bien, estoy orgulloso de vos.
Y yo lo estoy de que él y los chicos no se hayan matado esa vez en el hotel, cuando se quedaron encerrados en medio de la inundación y tormenta. Han cambiado, crecido, evolucionado, nuestra misión está casi cumplida con ellos.
Se siente increíble volver a estar en casa, como los viejos tiempos, al lado de mamá y papá. Mis padres en la otra dimensión tampoco eran malas personas pero este sitio es mi hogar, no puedo vivir lejos del mundo en que nací y mucho menos subsistir apartada de todas las personas que amo. Ver el Vivero Bar esta mañana repleto de clientes, me hace sentir reconfortada. Por suerte, no ha habido muchos cambios, la mayoría de aspectos siguen igual y podré retomar la escuela el mes que viene, lo cual me entusiasma muchísimo.
Sostengo la bandeja vacía tras haber entregado el último pedido y sonrío al ver llegar a Valentín por la ventana. Supongo que en un mes, estaré llegando del colegio a esta misma hora junto con él y volverán los almuerzos aquí mientras hacemos la tarea.
—¿Y? ¿Qué tal te fue hoy?—entró en el lugar con la mochila colgando de su hombro derecho, se la quitó y la dejó en la silla para poder darme un abrazo, aquel gesto me provocó una linda sensación en el estómago pero preferí ignorarla.
—Bien aburrido de hecho, no salí en todo el día—le resté importancia ya que eso cambiaría cuando llegara el otro mes. Coloco la vianda sobre el mostrador y doy la vuelta para que este quede entre nosotros como barrera—. Kobu tampoco sabe qué hacer—miré al aludido quien descansaba en el suelo.
—¡Kobu, vamos al parque! ¿Querés?—él ladró y se levantó de golpe, dando a entender una respuesta afirmativa a su pregunta, moviendo la cola.
—Hoy no, Valentín—negó mi papá ante su mirada frustrafa—. Tenés tarea pendiente que no hiciste la semana pasada, y vos sabes por quién—argumentó él apuntándolo con su dedo índice.
—¿Si termino rápido podemos ir?—inquirió interesado, entonces entendí cuál era su verdadero plan: regresar a la aparente guarida de Milo.
—Se va a hacer tarde, vamos el fin de semana, ¿de acuerdo?—asintió no muy convencido y fue a tomar asiento en la silla aledaña a la ventana, donde yacía su mochila con todos los cuadernos y libros dentro.
—¿Te ayudo con algo más?—le ofrecí siendo testigo de que más gente empezaba a venir. Estaban por ser las seis, y eso era sinónimo de clientela.
—No, gracias, Devi—me sonrió papá agradecido por mi oferta. Hizo un gesto con la cabeza para que observara al frente y en aquel momento, divisé a mamá regresar del supermercado con las compras ya hechas—. Yo me quedaré atendiendo, andá vos a ayudarla.
Salí a recibir a mamá a la puerta, me permitió llevar algunas bolsas para después acomodar todas las cosas que había traído en los compartimientos de la cocina, al parecer le sorprendió que no me haya olvidado de su ubicación. Mi vida entera crecí acá, con ellos, era imposible que cayera en el olvido en tan sólo un año. Pasé parte de la tarde con mamá, quien sin saberlo me ayudó a despejar mi mente del posible plan de Valentín. Él quiere volver, eso es peligroso aunque no lo será tanto si vamos acompañados por un adulto o dejamos la tarea a disposición de Daimon, quien seguro ya volvió.
Cierro los cajones de la alacena y cojo el trapo situado cerca al lavadero para limpiar la mesa finalmente. Mamá ingresa nuevamente debido a que fue a ayudar a papá con los pedidos y me sonríe satisfecha.
—¿Querés venir al Vivero? Valentín ya terminó toda la tarea que tenía—informó antes de darse media vuelta para que la siguiera como siempre, lo cual decidí hacer. Es lindo ver el Bar sin mucha gente, más tranquilo y menos alborotado. A estas horas es así, por la noche.
Ni bien puse un pie ahí, Valentín tomó mi mano y tiró de ella sin emplear fuerza innecesaria, solamente para captar y tener mi atención.
—¿Les decimos?—me preguntó dudoso en voz baja, a lo cual yo asentí de inmediato. Volteé a verlos y no quedó incertidumbre en mí sobre que podía confiar en ellos.
—Es buen momento ahora, ya se han ido todos—le susurré al oído luego de repasar cada rincón del Vivero y estar segura de mi afirmación—. Mamá, papá—me dirigí hacia el mostrador, donde se encontraban ellos dispuesta a hablarles sobre el tema.
—¿Qué sucede?—nos interrogó, posó sus brazos cruzados encima de la mesada y al notar nuestras miradas serias, quiso saber más.
—Queremos decirles algo—contestó con voz firme y decidida. Me observó pidiéndome permiso para hablar, cuando pronuncié un "sí" silencioso, Valentín empezó—: Vimos a Milo el otro día, no sabemos cómo pero está vivo. Lo seguimos hasta un callejón y no supimos más.
Mamá también escuchó sus palabras y abrió los ojos en grande víctima del asombro. Papá nos miró incrédulo aunque bien sabía que no mentíamos, nunca lo hacemos ni somos capaces de hacerlo en grande como muchos tal vez sí. Valentín y yo, preferimos ir con la verdad.
***
"I'm beginning to feel like a Rap God, Rap God" escuchaba a través de los audífonos, sentada en el borde del muro con vista al acantilado, moviendo los labios acorde a la letra de la canción mientras lo observo fijamente, al igual que al mar. Mi cabello se mueve producto de la brisa veraniega, la cual sólo consigue traerme melancolía. El crepúsculo se precipita, hecho que significa el hermoso color rojizo y anaranjado que tendrá en cielo cuando menos me dé cuenta. Suspiro sintiendo pecho subir y bajar al ritmo de mi respiración serena pese a la rapidez del rap que amo percibir en mis venas.
Quiero cantar, tan bien como lo hacía antes. Así con todos lo sentimientos indescriptibles que me dominaban en ese momento, entregándole mi corazón entero a la música. Sin embargo, no podría permitirme arriesgar lo más valioso y preciado para mí.
Tengo nódulos, estos han afectado gravemente mis cuerdas vocales. Es por eso que no puedo cantar, un sólo intento más y sería capaz de destruir para siempre mi voz. Necesito una costosa operación, el precio es demasiado elevado y jamás podría pagarlo así que me resigno a vivir privada de mi pasión, aunque después de todo, aún poseo mis piernas para poder bailar. Y aquello es lo poco que me mantiene con vida.
—Violeta—cierro los ojos para que la lágrima termine de descender por completo, la limpio y volteo a ver a Nicolás—, es tarde. Nos tenemos que ir.
—Apenas son las cuatro—me saco los auriculares luego de que sin pasarlo por alto finalizó la canción—. Ve tú, yo me quedo.
—Es que papá se va a dar cuenta de que no estamos...—lamentablemente tiene razón, pero Milo parece tenerle más odio a él y menos a mí—. No quiero tener problemas.
—Entonces vete—le señalé el camino de regreso, a lo cual bufó molesto. Siempre era lo mismo—. Es tu padre, no el mío.
—Si no vienes ahora, vas a coger todo el tráfico—asentí sonriente y me volví hacia el acantilado, dándole la espalda. Como lo predije, el cielo y las nubes ya comenzaban a tornarse color anaranjado—. Que conste que te lo advertí.
—Ya voy—resoplé desanimada. Le di un último vistazo al paisaje y en ese fugaz instante, surcó nuestro entorno una fuerte ráfaga de aire—. ¿Qué haces ahí parado? ¡Muévete! Date prisa o nos quedaremos atrapados en todo el tráfico.
—¡Eso es lo que yo te...!—exhaló exasperado por mi actitud típica de tomar su posición. Le sonreí con autosuficiencia y opté por adelantarme, cometí el error de no traer nada para ponerme encima y ahora estoy quiero llegar pronto a casa—. ¡Oye, espérame!—gritó detrás de mí.
—¿Taxi o combi?—le consulté una vez frente a la avenida principal.
—Es peligroso...—respondió haciendo referencia al primero—, pero mi papá molesto también.
—¡Taxi!—exclamé acercándome a la pista para llamar la atención de un vehículo.
Por suerte, no transcurrió mucho cuando conseguimos uno que nos llevara San Martín. Anteriormente, vivíamos aquí en Miraflores; no obstante, la situación económica empeoró y tuvimos que ir a otro sitio. Aunque me gusta venir por estos lugares a menudo, a Nico también. Es bonito pasear tranquilamente por la playa.
Visualizo el panorama desde la ventana del taxi y ahora sonrió con sinceridad al tiempo en que veo los grandes edificios desaparecer dando paso a otros nuevos.
Sí, sin duda mi país es hermoso.
Bajo las escaleras rumbo a la cocina, en busca de algo para comer antes de la cena. Aunque para eso falta muy poco pero quiero ir a ver si hay algo en el refrigerador. No espero encontrarme con nadie, sin embargo, un chico de cabello castaño llama mi atención. Él se da vuelta y sube unos escalones quedando frente a mí, quieto sin decir ninguna palabra como yo.
***
¡Hola!
Aquí les traigo el capítulo 6 😁 ¿Les gustó? Gracias a los que leyeron hasta aquí ❤
¿Se dieron cuenta en qué país está narrado el Flashforward? ¿Por qué aquella chica vive con Milo y Nicolás? ¿Qué harán los padres de Devi al enterarse de los de Milo? ¿A quién vio Luz?
¿Quiénes quieren que narren el próximo capítulo?
Sí, nunca dejaré las preguntas. Prometí traer una foto de Valentina así que se las dejo acá y en multimedia:
¿Qué tal les parece? FEn los próximos capítulos vendrán las de los demás y los estaré dedicando a algunos de ustedes como antes)
Estuve pensando en subir otra historia, muchos me han leído así, escribiendo en prosa. Sin embargo, quisiera compartir también los versos que me nacen a veces por lo cual tal vez publique el primer poemaria que he escrito. Pueden irse a dar una vuelta por ahí si gustan :3
¡Nos vemos en la próxima semana! 👋💜
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