Capítulo 58: Gritos del futuro

Apenas llevo unos meses fuera, no serán más de tres aunque he perdido la cuenta. El tiempo parece pasar lento así, estando solo y lejos del lugar donde crecí, aún duelen sus palabras y todas esas cosas de las que me enteré, ¿cómo no pude verlas? Estuve cegado durante dos años enteros, en los que ella hizo lo que quería conmigo.

Me humilló, me fue infiel, me golpeó y me insultó delante de todos. Quedé como un estúpido.

—¿Estás disponible o voy a buscar otro sitio?—reconocí aquella voz ni bien la escuché. No sabía que vendría a verme, sin embargo, siempre consigue llegar justo cuando necesito hablar con alguien.

—Para ti sí, estoy libre—sonreí, creo que ella sabía a qué hora normalmente la cafetería estaba vacía—. ¿Vas a querer algo?—le pregunté, asintió echándole una mirada al mostrador.

—¿Qué es eso?—señaló cierta caja de cartón, entonces supe que se refería a dicho dulce peruano que solía a menudo.

—Turrón—le respondí, tal vez pensaba probarlo porque obsevaba dudosa—. Lo trajeron de Perú, sólo por ser mes de octubre—aclaré, esos dulces me recordaban a mi país.

—¿Puedo llevarlo?—interrogó sentándose frente a mí, en una de las tantas mesas vacías. Asentí sonriéndole, necesitaba distraerme si quiera un rato—. ¿Todo bien?—inquirió dándose cuenta.

—Odio recordar ciertas cosas—confesé mirándola, ella suspiró viéndome con tristeza. Sus ojos verdes me vieron de la misma manera el día que nos conocimos—. Y no quiero que sientas lástima por mí, estaré mejor dentro de poco—quise engañarme, llevaba diciendo eso desde que terminamos.

—Tu ex era muy afortunada, si yo consiguiera un chico así jamás lo habría dejado ir—tomó mi mano generándome una extraña sensación, esta hacía que no quisiera soltarla.

—¿Nunca?—negó, parecía estar segura.

—No puedo verte mal...—murmuró mirándome. Ella ha sido testigo de mis lágrimas algunas veces, y las detesta tanto como yo, aunque dice que son de humanos y no, de personas débiles.

—Pues mira otra cosa—le resté importancia.

—¿Sabés qué? Traeme ese turrón—ordenó haciéndome reír.

Sé que busca hacerme olvidar los malos momentos que pasé, adoro que sonría y pretenda solucionar cualquier problema.

—¿Comes aquí o vas a llevártelo a casa?—cuestioné. Todavía no oscurecía, de tal forma que podía quedarse conmigo más tiempo.

—Acá, te haré compañía, no tengo nada que hacer—contestó acomodándose en el asiento. Adoraba sentarse junto a la ventana.

—Veo que soy tu última opción—bromeé poniéndome de pie, caminé hacia aquel mostrador dispuesto a sacar lo que pedía.

—La única de hecho—rió observando hacia afuera. Se distraía fácilmente viendo gente caminando, le tomaba mucho valor a detalles sencillos demostrando cuán detallista era.

Saqué ese turrón que pidió y busqué un cuchillo, debía cortarlo antes de servirlo. Ella recorrió el sitio con su mirada hasta encontrar aquella radio vieja que casi no usábamos.

—¿Pongo música?—dudé si agarraría señal, pero accedí esperando que encendiera—. Pondría de mi celular si no se estuviera acabando la batería—informó, tras unos intentos logró que hiciera algunos sonidos.

—Pon lo que quieras—agregué al ver que empezaba a pasearse por las emisoras radiales.

Fue ahí que se detuvo, aquella noticia había hecho cambiar su rostro. Dejó de sonreír y prestó atención a ciertas palabras que salieron de allí. Reportaban la violación y el femimicidio de una adolescente en Córdova.

—Perdón, tengo que irme—pronunció tensa, evitaba mirarme y lucía apagada.

Primera vez que veía tal cambio, ella no estaba feliz como minutos anteriores o, mejor dicho, instantes. Reflejaba terror, angustia y desesperación, emociones que nunca vi que tuviera. Yacía terriblemente asustada.

Después de una noche sin dormir, y no sólo por los lantos de Dante, decidí esperar a Asher en el hotel. Debía arriesgarme si quería saber sobre el futuro de mi familia y cómo protegerlos. No negaré que temo encontrarme algo terrible, pese a mis temores, sé que lo correcto es hacer esto. Podré agradecérmelo año luego.

Celebré que fueran pocos quienes estaban aquí, sólo Asher y Daimon hablaban dentro de su oficina. Al ser fim de semana, la mayoría prefirió salir o pasarlo en cualquier otro sitio.

—¿También te vas?—escuché que preguntó el ser de luz.

—Sí, Gala y Ailín están esperándome—respondió, contrariamente a lo que pensábamos muchos, Daimom resultó siendo un padre atento—. Llamame si sucede algo, ¿de acuerdo?—cuestionó, quería ver qué sucedía; no obstante, permanecí afuera en el jardín.

—Andá, me quedaré acá todavía—tras intercambiar algunas palabras, oí cerrarse la puerta principal.

Entonces fui hasta donde Asher, pues quería despejar las inseguridades y temores que venían atormentándome. Necesitaba descansar tranquilo, estar seguro de que estuve exagerando y nos espera una buena vida.

—¿Ya podés ayudarme?—él volteó a verme y asintió, no le sorprendió que hubiera vuelto a buscarlo.

—Supongo que a este punto debes estar convencido totalmente—manifestó observándome, asentí mintiéndole para no perder tiempo.

—¿Qué procede?—inquirí tratando de restarle importancia.

—Vas a cerrar tus ojos, no podés abrirlos hasta que te diga y escucharás lo que debas oír—sonaba extraño, ¿escucharía el futuro? Ni si quiera sabía que eso era posible, sin embargo, elegí quedarme callado y hacerle caso—. Voy a teletransportar tu audición trece años adelante, ¿listo?—sinceramente, este a punto de decirle que no.

Acepté sus términos y asentí temblando, poco a poco cerré los ojos sintiendo un ligero mareo. No quería abrirlos, quizás haya sido el miedo, tal vez se trató de la incertidumbre. Sentí como si estuviera recorriendo una gran distancia a increíble velocidad por todo ese aire que comenzó a soplar y a alborotar mi cabello. Asher nunca especificó a qué día exactamente iría, así que presté atención.

Parecí detenerme cuando escuché un grito, a este le siguió otro. Eran varios y desgarradores, alcancé a escuchar también una voz gruesa y varonil, más tarde volvieron esos gritos familiares que me costaban reconocer. Alguien estaba haciéndole daño, porque gritaba demasiado y parecía que la estuvieran torturando.

Quería hacer algo, deseé saber qué pasaba y traté de despertar, hice varios intentos hasta que abrí mis ojos. Estábamos Asher y yo, justo donde comenzamos.

—¿Qué escuché?—pregunté con voz temblorosa, lágrimas amenazaban con empezar caer.

—Eso debería preguntarte a vos, ¿estás bien?—negué asustado, aterrado por aquello que quedó grabado en mis oídos. Apuesto a que tendré pesadillas durante noches enteras.

—No, creo que... iré a buscar a Azul, sí, g-gracias—tartamudeé preocupado. Esto sólo empeoró las cosas, si antes tenía miedo, ahora tengo terror.

Tal vez por eso sea mejor desconocer ciertas cosas, puede no saber qué ocurrirá sea una de las mejores maneras de estar a salvo. Lástima que lo entendí muy tarde y de esta forma.

Me hacía bien hablar con Luz, aunque no podíamos levantar demasiado la voz puesto que Dante dormía. Franco salió temprano hacia el hotel para ver a Matías, dijo que él quería hablarle de algo importante. Luz parecía más feliz cada día, obtuvo una beca y empezará a estudiar medicina en la misma universidad que Matías, hecho que no hace otra cosa que alegrarla.

Había extrañado que hablemos como los viejos tiempos, sin ver las agujas del reloj y teniendo total confianza.

—¿Qué creés que Matías le haya querido decir a Franco?—interrogó Luz, haciéndome reír. Sé qué siente exactamente, no obstante, prefiero que se dé cuenta sola.

—Segur sobre la última chica con que estuvo—le contesté, cambió su semblante a uno serio y bebió un poco del café que se sirvió antes.

—Él cambió, Azul, ya no es así—aseguró, tampoco tengo dudas porque desde que se conocieron no lo vi hacer aquello que solía hacer y prefiero no mencionar—. Si Noah pudo, él también.

—Supongo que sí...—sonreí al haberla escuchado defenderlo. Ojalá no tarde mucho en definir sus sentimientos—, ¿qué crees que lo haya vuelto menos...? Vos sabés—recalqué, Luz intentó no reír.

—No sé, pero me gusta—soltó repentinamente, hasta ella se sorprendió de haberlo dicho y ni hablar de mí, yo demoré más aceptando qué sentía poe Franco—. Quiero decir, me gusta cómo es.

—¿Segura que no estás enamorada de Matías?—inquirí observándola, Luz dudaba. Jamás la había visto así, pese a esto sonreía, y su sonrisa casi nunca se iba.

—Soy nueva aquí, no conozco mucho las emociones humanas pero sí te puedo asegurar que son hermosas y maravillosas—garantizó suspirando, razón por que quiere estudiar psiquiatría debe ser esta, querer aventurarse al mundo sentimental—. Imposible resulta saber qué sucederá, y eso hace el viaje más emocionante.

—Vos adorás aconsejar a las personas, ¿verdad?—Luz asintió, ella fue quien me ayudó a salir y no tengo dudas de que podrá salvar otras almas en desgracia—. ¿Cuándo empiezan tus clases?—interrogué causándole emoción que manifestó aplaudiendo feliz.

—Este lunes, o sea, mañana—terminó aquel café que preparó minutos antes—. Estoy emocionada, ¿se nota bastante?

—Sí, no voy a mentirte—lucía adorable de cierta manera. Pronto veríamos a Matías acompañarla todos los días, esperemos que Luz consiga cambiarlo de forma definitiva. Varios agradeceríamos que lo hiciera.

Escuché llorar a Dante otra vez, así que me levanté para traerlo conmigo dejando a Luz esperando, ella sonrió indicando que no tenía problema. Daba buenos consejos, trataba bien a los niños, amaba dar amor y no le tenía a sentir, ¿podría haber sido mejor? Quien sea que gane su corazón, será muy afortunado.

Subí al segundo piso buscando a mi hijo, aún lloraba cuando llegué, a pesar de esto se calmó en cuanto lo cargué entre mis brazos. Franco dice que me adora mientras que yo a veces pienso que elegiría estar con él. Dante cogió su sonajero, ese que siempre lo acompañaba y decidí volver a bajar. Parece ponerle de buen humor tenerme cerca.

Hace dos años no hubiera creído termimar siendo mamá de esta manera, queriendo proteger a este niño del mundo entero aunque soy consciente de que crecerá y deberé dejarlo crecer. Ahora yace sobre mí, abrazándome, desearía que esta etapa tardara más.

—¿Despertó?—Dante balbuceó unas palabras queriendo responder.

—Sí, durmió desde las diez—besé la frente de él. Era lindo tener un niño, no entiendo cómo puede haber padres que abandonan a sus hijos, ellos son los mayores tesoros que tendrán, ¿y dejarlos? Suena inhumano sólo pensarlo.

Me distraje viendo mi fondo de panatalla, era una foto del día en que nació Martín donde aparecíamos él, Ámbar y yo. Llegaba tarde a la reunión con Manuel por haberme quedado hablando más tiempo, sin embargo, no estoy arrepentido. ¿Qué puede ser mejor que tener una familia? Muchas personas, incluso niños, carecen de algo así y quien pueda tener semejante regalo, es afortunado.

Veo que quizás esté llegando cinco minutos tarde, Manuel comienzo a mandar mensajes que opto no contestar pues no quiero distraerme de nuevo. Llegué al edificio, bastante grande y acogedor, tras haber corrido dos cuadras. Mi amigo estaba esperándome de brazos cruzados afuera, creo que le molestaron mis minutitos de menos.

—¿Qué pasó? Estamos esperándote arriba—reprochó fastidiado. Si hay algo que pueda molestarle es la impuntualidad, eso siempre causó que se molestara.

—Martín sucede—reí, él negó sonriendo. Algún día quizás esté pasando lo mismo que yo—. ¿Subimos o demoramos?—interrogué conociendo qué respondería.

—¡Apurate! Caminá de frente y está el ascensor—indicó señalándome ese interior lujoso del sitio al que batallé por llegar—. Ni Maia tardó tanto—resopló, obligándome a acelerar mi paso.

—Y pensaba que ella tardaría más...—expuse agitado, correr nunca fue cosa mía.

Tuve suerte de conocer la dirección, de lo contrario hubiera terminado perdido y sí habría sido gran problema. Ni Manuel sabe qué planean decirme pero por cómo va todo, debe tratarse de buenas noticias. Una chica joven que laboraba de recepcionista nos saludó amablemente y quiero creer que el resto de gente que conozco será igual.

Tal vez deba mejorar mi puntualidad, aunque si se trata de Martín, elegiría quedarme consigo. Hace años deseé tener familia unida, pese a desconocer qué significaba, hace un mes pude definirla y hoy en día, moriría defendiéndola.

***
¡Hola!

Weno, aquí otro capítulo :3 ojalá les guste 🥰  pronto empieza Aliados 4  otra vez ggg

¿Qué creen que le propongan a Gopal? ¿Quién es la chica del Flashforward y por qué le afectó tanto la noticia? ¿De quién serán los gritos que escuchó Franco? ¿Matías sentirá lo mismo por Luz? ¿Cómo le irá a ella en su primer día de clases?

Ya se acerca Navidad 🎄 ¿cómo celebran (si es que lo hacen) ustedes?

Gracias por leer, ¡nos leemos pronto! 👋🏻

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