Capítulo 56: No eres un ser de luz

Los minutos que transcurrían parecían interminables, quizás por la ansiedad que sentía entonces y el hecho de querer saber ya, aquella verdad que venía buscando y persiguiendo. Siempre hubo inconsistencias, o aunque sea, las he tenido desde que estoy en este estado, y lo digo así porque justo ahora no estoy segura de nada. Nunca dejé de tener mis dudas.

Asher salió del cuarto al que, tal vez horas, antes habían entrado para charlar tranquilos. Gala seguía acompañándome, y él nos observó tristemente. No conseguí descifrar su expresión.

—Tú no eres un ser de luz—confesó como venía sospechando. Sentí mi cuerpo débil y a punto de desvanecerse, aún me costaba aceptar que estuve viviendo en una falsa realidad—. Todo lo que creías ser era mentira.

Lo sabía, ¿pero eso qué significaba? ¿Qué se supone que soy? Pensé que acabarían mis interrogantes, sin embargo no.

—¿Y quién soy? Estoy cansada de preguntármelo, necesito que me digan qué sucede—casi le imploré, jamás había estado tan desesperada. Aquí hay muchas cosas que debo saber y todavía no me son reveladas.

—Vos sos Valentina, intentaste suicidarte lazándote de un puente. Estás conectada a una máquina que te mentiene viva durante poco más de un años—sus palabras retumbaron en mis oídos. Eso explica demasiado, ¿por eso recordaré cada cosa que viví? No quería llorar ahora, a pesar de estarlo necesitando bastante.

Fermín vino detrás y suspiró, quise creer que no estaba viéndome con lástima.

—Estás entre la vida y la muerte, vos decidís que hacer. Podés morir tranquila, porque tu vida al despertar no sera igual o si preferís, despertás y reparás tus errores como tanto querés—después de las declaraciones de Fermín, incluso llegué a cuestionarme si esto serís algún sueño. Uno muy felizmente irreal.

—N-No entiendo—murmuré, tampoco quería adelantarme ni hacerme ilusiones. Elegí mostrarme menos crédula—. ¿Y el planeta donde estuve habitando?—les pregunté, Iris yacía escuchando junto a Ada y justo ahí, decidió responderme.

—No existe—contestó mirándome, luego volteó a ver a Asher—. Él creó esa ilusión, estuviste viviendo allí mientras decidíamos qué hacer—admitió generándome otra duda.

—El día en que usaste tus poderes estuve detrás tuyo sin que nadie puediera verme—aclaró Asher. Esto resultaba más creíble que la supuesta realidad de que yo era un ser de luz.

—Valen, sos la única persona que puede vencer a Daniel—Ada lucía preocupada. Daimon y Gala aún no hablaban, ella seguro está momesta con él por no habernos dicho mada. Y no voy a culparla, incluso yo siento cierto enojo—. Tu ex novio—odio que se refieran a ese imbécil así—, estuvo metido en drogas y lo asesinaron en un ajuste de cuentas dos meses después.

No supe cómo reaccionar a semejante noiticias. Si regresaba, ¿podría librarme de él? Espero que no, debido a que quiero ganarle esta vez.

—Sus malas acciones contribuyeron para que sea un mork—continuó Iris, Gala le lanzó una mirada a Daimon haciendo que agachara la cabeza—. Se alió con mi contraparte y ahora buscan destruir la raza humana, nadie que no seas vos puede hacerlo perder el control, necesitábamos a quien mayor daño hizo estando vivo—explicó ella. Conocí a Daniel hace años, no obstante, recuerdo tosas las debilidades que tenía y nunca quise, o jamás me atreví, a usar en contra suya.

—Vos sabías esto, ¿no?—Daimon asintió, Gala era muy inteligente así que no serviría mentirle.

—¿Podemos hablarlo luego?—interrogó arrepentido. Sí, recién entonces Daimon veía el error que cometió. Gala accedió, puesto que no le gustaba discutir.

Ordené las ideas que surgieron estos minutos que pasé debatiéndome. Ansiaba regresar, quería volver a sentirme viva. ¿Encontraría a mamá? ¿Mi hermano estaría allí? Hasta mi último día con ellos, ella batallaba contra ese feroz cáncer de mama.

—Tengo que volver a casa—finalicé derramando algunas lágrimas. Dejó de importarme qué dijeran sobre mí.

***
La llamé, busqué por todas partes y le mandé cientos de mensajes literalmente. Lo que sucedió fue mi culpa y quien tendría problemas sería ella. No puedo sentirme más inútil, ¿tenía que haber nacido? Sólo estoy causando inconvenientes que me hacen pensar que los profesores siempre han tenido razón. Desde pequeño he sido el niño malo, con quien casi nadie se juntaba debido al mar comportamiento. Tal vez aquello les hizo a mis padres tomar la decisión de venir a Argentina.

Aquí pude conocerla. Y tengo miedo de perderla por ser quien soy, alguien que nació padeciendo un maldito trastorno.

—¿Estás bien?—preguntó mamá ni bien entró en nuestra sala de estar. Oír su voz logró calmarme un poco, aunque no quería mirarla. No le gusta verme así.

Al principio pensé que había llegado del trabajo temprano, luego me di cuenta de que pasé demasiado tiempo cubriendo mi rostro, sentado después de haber tomado mis pastillas. Cada vez que intento dejarlas, sale mal.

—¿Jamás te has puesto a pensar por qué nací?—le cuestioné, entonces creí que había entendido todo: líos en la escuela.

—De hecho sí, te traje al mundo porque vos y tu papá queríamos formar una familia—contestó observando algunos cuadros donde sonreía. Tenemos este sitio de la casa decorado con cientos de fotos de nuestros viajes.

—A veces pienso que soy una carga que están a obligados a soportar—afirmé intentando sonreírle. Mamá es quien oyó todos mis llantos luego del colegio, hasta aquella vez donde nadie vino a mi fiesta de cumpleaños cuando cumplí siete.

—La única carga que nos das son las maletas que arrastramos cada cierto tiempo—aseguró, ¿cómo hace para saber qué decir y el momento justo? Papá no se equivocó aquel día que le propuso matrimonio—. Gracias a vos visitamos lugares que ni teníamos pensado conocer, fue visitando París que tu hermana empezó a desear ser diseñadora—me recordó, sentada a mi lado observando aquellas fotografías.

—Extraño viajar—manifesté nostálgico, papá quiso tomar un muy largo descanso tras el último accidente que sufrí. Tristemente, lo único que ha logrado mantenerme quieto sin pastillas han sido los accidentes que tuve que librar.

—Ya verás que pronto te sorprenderemos, ¿sí? Él tiene miedo de perderte, sos especial y no queremos que nos vuelvan a decir que estás grave—asentí, prefería dejar allí ese tema ya que mamá recordaba de nuevo el fatídico día donde resulté herido. Incluso yo odio recordarlo, debería ser algo así como invencible.

—¿Qué sitio quieres conocer? Dime, quiero darte el gusto—sonreí distrayándome, razón por que adoro empacar maletas y salir hacia quién sabe qué. Nunca sé lo que sucederá, eso hace que sea mucho mejor.

—Pues...—poco pensó antes de responderme—, hemos viajado demasiado lejos, ¿pero qué hay de Latinoamérica? Sólo fuimos a Venezuela hace años—ella se quedó callada, a lo cual sonreí. Debió pensar que no debía hacerme acordar del invidente de ese viaje, prefiero llamarlo así aunque haya sido algo más serio.

—Tú decide, donde quieras, convenzo a papá sacando buenas calificaciones, ¡y nos vamos! Apuesto a que puedo hacerlo, dos años desde que no piso un avión—lamenté, extrañaba sentir adrenalina y lanzarme a cualquier aventura desconocida.

—Adoro tus ganas de vivir y querer conocer el mundo—confesó mamá, yo amo que nunca tema decir lo que siente. No oculta sus sentimientos, ama sacarlos todos a flote—. Si no fueras necesario la vida se hubiera ido de vos cuando entró la ameba a tu cerebro en aquel accidente automovilístico—una lágrima cayó, conseguí limpiarla rápido y contener otras que querían salir.

Yo sí temo, no me gusta llorar.

—Gracias por traerme aquí—le agradecí abrazándola. Puede que sea humana, pero tiene el poder de hacerme sentir maravilloso conmigo mismo, y plenamente feliz.

Tocaba las teclas del piano mientras cantaba como mejor sabía hacerlo, Ámbar me escuchaba sentada al pide la escalera con Martín en su vientre. Leía los comentarios del directo que hacía en ese momento y continué una de mis canciones favoritas, desde que fui a reemplazar a Azul gané algunos seguidores y descubrí que no está mal grabarme cantando. A veces Manuel también viene a acompañarme.

Sonreí acabado aquel tema, agredecí sus palabras de aliento y decidí despedirme para no hacerlo más largo. Aún costaba un poco adaptarme a esta tecnología.

—Le encanta oírte cantar—admitió Ámbar, vi cómo acariciaba su abdomen y eso bastó, Martín estaba moviéndose otra vez—. Ya falta menos, ¿cómo creés que será? ¿Cabello rubio o castaño?—buena pregunta. Nunca me puse a pensar a quién se parecerá más.

—Yo digo que sale a vos, físicamente, claro. Porque ama la música igual que papá—aseguré señalándome. Quisiera tener esa visión que tienen los superhéroes, así podría verlo antes de que saliera del vientre.

—Serán tres niños, preparate—reí restándole importancia. Unas noches sin dormir, nada que no pueda, verlo crecer será nuestro mayor premio.

Amaría que amara lo mismo que yo, pero si prefiere hacer otra cosa, no tendrá ni que preguntarme ya que tendrá mi completo apoyo incondicional.

—Vos tranquila, podemos—solté confiado. Estos meses he estado entretenido viendo cómo decorar aquella habitación que preparamos para Martín, sus juguetes, cuidados, ropa y alimentos que puede y no, comer—. No seremos perfectos quizás, aunque sí vamos a amarlo bastante.

—Lo imagino pequeñito y rubio—rió Ámbar intentando hacerse idea. Todas nuestras hipótesis acerca del física de nuestro primer hijos serían corroboradas no dentro se mucho.

—¿Pensás que le gustará la habitación?—le pregunté, ¿un bebé se fijaría en eso? Creo que no lo más escencial. Tal vez estoy demasiado concentrado en detalles mínimos.

—¿Sí? Supongo, y también pienso que será una difícil primera noche—asentí, pues no me importa quedarme despierto, lo que sí puede preocuparne es no lograr que deje de llorar—. Seguro se te ocurrirá algo.

—Si quiere seguir pasos musicales, no dudes que a los cinco años lo inscribiré a clases de guitarra—soñé tocando un par de teclas. Amaba empezar a tocar, jamás sabés cuándo pararás y podés hacerlo cuánto quieras.

—Deseo que nazca sano, Gopal, eso será suficiente—sonrió Ámbar entusiasmada. Me recordó a cómo estaba los primeros días que pasamos aquí, trabajando en aquella misión que nos cambiaría completamente—. Quiero traerlo al mundo, temo fallar y que le suceda algo.

—¿Qué puede pasar? Voy a estar presente yo y haré que vengan ambos a casa—garanticé, quería ser optimista. No sé cómo no fracazar, odiaría que mi hijo termine odiándome o conventirme en el reflejo de mi padre—. Gracias por darme esta oportunidad—besé su cien, era incapaz de contener esas sonrisas que se me dibujaban.

Tendría una familia, Martín vendría siendo el primer esperado integrante y será quien simbolice este amor inconmensurable que le tengo a Ámbar. Esperamos darle lo que merece y no cometer errores, aunque esto sea imposible, interamos hacer lo mejor que podamos este importante papel que repetiría encantado. Quién sabe si habrán más hijos por delante.

Dante observaba atenta aquel móvil que giraba encima de su cuna, podría asegurar que era el juguete favorito que tenía y lo adoraba. Alzaba sus manos intentando alcanzar algunos de los juguetes que seguían dando vueltas, observarlo hacía que sintiera algo que jamás había experimentado. Quizás sea un nuevo tipo de amor, por obviamente amo a este niño que apenas lleva meses en este mundo. Pude traerlo sano y salvo, a pesar de que varias veces creí que no podría. Desconoce las lágrimas que he derramado mientras luchaba por quedar embarazada, cuando crezca podré contarle a detalle cada cosa esperando que no repita mis errores.

Tal vez Franco piense que yo no, pero sí, desearí darle hermanos. Aunque esto suene mucho pedir, sería lindo. De todas formas, tengo a Dante acá, frente a mí sin ninguna complicación. No quiero imaginar y peor aún, experimentar qué sentirán esas madres que pierden a sus hijos. Debe ser el infierno en la tierra.

—¿Cómo va todo?—pregunta Luz, asomándose a vernos. Dante sonríe al verla, ella le da otra vuelta al móvil y este continúa girando con mayor velocidad—. Acaba de despertar, ¿verdad?—asentí sonriéndoles a ambos.

—Esta vez no lloró, pensé que despertaría de mal humor—reí recordando algunas ocasiones, siendo específica, se pone irritables cuando decidimos alterar su estructurada rutina.

—Es muy tierno—le sonrió Luz, haciéndolo reír. Ahora entiendo por qué Franco no deja de sacaroe fotos a Dante, luce adorable.

—Y pronto habrán tres niños—suspiré, sin embargo, el cansancio se ve compensado con las hermosas sonrisas que vienen desde un primer momento.

***
¡Hola!

Gracias por leer hasta aquí ❤

¿Creen que Gopal sea un buen padre? ¿Martín querrá ser músico? ¿Valentina encontrará a su madre? ¿Podrá reparar sus errores? ¿Azul tendrá otros hijos? ¿Gala estará molesta con Daimon por no decirle nada?

Espero que les haya gustado este capítulo u.u con la verdad respecto a Valentim descubierta, oficialmente son los últimos capítulos de esta etapa 😉

¡Nos vemos pronto! 👋🏻

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