Capítulo 55: Papi, estoy agonizando
Toda su larga cabellera castaña se había caído, al igual que sus cejas y pestañas rizadas, ya no estaban más. Esta era la pequeña niña que vi crecer, siempre sonriente denotando su increíble fortaleza. Los doctores no le diagnosticaron mucho tiempo de vida, según ellos, estos son sus últimos días aquí. Yo me rehúso a creerles, quiero creer que esta pesadilla acabará pronto y volveré a escucharla reír. Cada vez que cierra esos preciosos ojos verdes que tiene, temo que no vuelva a abrirlos; sin embargo, ahora lo hace.
Parpadea intentado acostumbrarse a esta luz blanca del cuarto de la clínica. Últimamente duerme mucho, las quimioterapias consiguen dejarla bastante cansada.
—¿Descansaste bien?—fingí sonreír, no quería que viera los rastros de llanto en mis ojos. Llorar forma parte de mi rutina desde que empezó ella empezó a luchar por su vida.
—Sí, ¿vos?—preguntó, quería mostrarse animada aunque el cansancia era notable.
—Estuve habando con tus médicos un rato—asintió cabizbaja, observó la habitación y acaricó las sábanas que yacían cubriéndola—. Te vas curar, ¿sabés? Estoy seguro—le garanticé, a pesar de que ni yo mismo lograba convencerme del todo.
—Papi, estoy agonizando, y nadie puede rescatarme—dejé caer una lágrima por mi mejilla mientras negaba. Me negaba a creer que me encontraba perdiéndola—. Voy a extrañarte mucho—añadió con voz temblorosa.
—Sí pueden, vas a ver... estás en una buena clínica y hay doctores que...—Celeste negó, su mano comenzaba enfriarse. Lucía pálida, parecía haberse cansado de luchar.
—Dejame ir, estaré mejor—afirmó teniendo sólo trece años.
Quizás pensaba que así me consolaría pero al contrario, oírla hablar así conseguía ponerme peor. Preferiría morir yo. Es impresionante la impotencia que siento, estar aquí llorando sin poder hacer nada. ¿Por qué no puedo salvarla otra vez? Creí ser capaz de protegerla de cualquier adversidad y acá estoy, sufriendo debido a que no puedo rescatarla.
—No me dejes—supliqué aferrándome al frío de sus dedos.
Ya perdí a una hija, hasta este momento arrastro dicha pena conmigo hacia donde quiera que vaya. Ya me tocó llorar frente a un ataúd varias veces, continúa reproduciéndose aquella película de terror en mi cabeza. Ya estoy roto por haber visto morir a esa niña que tanto esperé, odiaré perder tambié a su máximo y único retrato.
—Vos no me olvides—ni si quiera olvido a Vilu, ¿y voy a olvidarme de Celes? Jamás superé la noticia que me dieron hace trece años y perderla empeoraría esta vida que pensaba perfecta—. Viviré dentro tuyo y los cuidaré a todos, prometo no dejar que algo malo les pase—aseguró queriendo calmarme.
Celeste necesita un padre fuerte, quiere ver a ese papá que solía sonreír y jugar con ella cuando él está muriéndose consigo.
—Soy yo quien debe cuidarte, vos deberías estar disfrutando de la linda edad que tenés y...—suspiró, sentía como si hasta respirar le costara. Maldita leucemia.
—Te amo, decile a mamá y a Dante que los amaré por siempre—observé cómo se volvía a dormir, apenas acababa de despertar y cerraba sus ojos otra vez.
¡Tiene una vida por delante! ¿Acaso no puede entender eso el cáncer? Si fuera alguien, hace tiempo lo hubiera matado para que no pudiera llevársela nunca. Desearía que desparecieran todas esas células malignas de su cuerpo, pero eso sí, dejándola viva.
Celes, no te mueras, por favor.
La vez que leí el libro Apunté una frase que saqué del libro que robé la vez pasada, estaba en latín y oculta casi al final, escrita con letra muy tenue para que no se notara su presencia. Aun así, decidí apuntarla por si acaso y venir a pensar un rato aquí.
—Redit inferis lucis sitis. Infinitatem immensam et moenia deficit—leí en voz alta sin idea alguna. No tengo pensado hacer nada más que develar aquella verdad que vienen ocultándome desde quien sabe cuándo.
Los árboles comenzaron a moverse rápidamente, el aire empezó a soplar con mayor fuerza y tembló la tierra. Me pregunté entonces si sólo yo estaría viviendo eso o todas las personas estarían pasando por lo mismo.
Cuando menos estuve esperándolo, se fue formando una silueta a partir de un destello de luz bastante grande. Poco a poco, empezaron a mostrarse rasgos humanos que no esperé ver. Pronto alguien desconocido apareció frente a mí.
—Valentina—pronunció él. Su mirada reparaba en nuestros alrededores, ¿buscaba a alguien o algo? Pero lo que más llamó mi atención fue que me llamara así, ¿sabía quién era?—, ¿dónde está Daimon?—efectivamente, este ser tiene que ser parte del secreto que están guardándome.
—¿Por qué la pregunta? ¿No podés hablar conmigo sin que esté él? Tengo muchas preguntas para hacerte—aseguré, pues casi nada importaba quién sea esta persona, me daba igual si le estaba faltando el respeto hablando de esa manera. Quiero respuestas.
—No te han dicho la verdad, ¿cierto?—negué, todavía tenía fe de poder resolver mis dudas. No sé qué esperar, porque puede ser catastrófico o reparador.
—Deseo conocerla ahora—respondí decidida. Quizás olvidé medir las consecuencias, otra vez, debido a que aquel deseo era demasiado grande.
—Valen, no puedo decírtela aquí, debes venir conmigo—asentí dando un ligero suspiro. Tenía miedo a lo desconocido, el temor que sentí mientras moría regresó, asusta no saber qué pasará.
—¿A dónde iremos?—inquirí, hasta que recordé que desconocía su nombre y no pensaba irme así.
—Lo sabrás cuando lleguemos y antes de que preguntes, soy Asher—se presentó, invitándome a acompañarlo. No tenía otra opción si quería saberlo todo, esta duda venía matándome desde hace días.
—Está bien, iré con vos—acepté, pese a tener ciertas dudas; sin embargo, quisiera creer que serán resueltas próximamente.
Empecé a ver borroso el alrededor y a sentir pesados mis párpados, luego percibí estar rodeada de luz. Podría estar cayendo a una velocidad inimaginable o simplemente permanecer estática. Corría un viento fuerte, tal vez demasiado, eso hacia que mi cabello se despeinara. Perdí noción del tiempo y espacio pasados apenas unos segundos de partir, tampoco quería abrir los ojos pues me acompañaba ese temor que hacía mucho no sentía.
No me di cuenta de que no estaba pisando absolutamente nada hasta que aterrizamos en un suelo, fui acostumbrandome al lugar y gran fue mi sorpresa tras mirar a ambos lados. Allí estaban Ada, Iris y Fermín. Puede que nos hayan estado esperando.
—¿Qué hacés aquí?—descarté esa idea ni bien oí hablar a Iris. Asher sonrió, dirigiéndose hacia ella.
—Debemos hablar, todos sin excepción—contestó observando a Fermín y Ada, quienes asintieron. Parecían obedecerlo, de ser así, ¿dejarían las mentiras? Exijo saber qué sucede.
—Andá por Daimon y Gala—le pidió Ada a Fermín. Mi mejor amiga no puede haberme mentido, ella jamás caería tan bajo como ellos. Nunca mentiría, ¿o sí? Siempre sentí que podía confiarle todo.
—Regresaré rápido—afianzó él, mirándome cabizbajo y podiendo tener arrepentimiento almacenado.
Por fin sabría, aunque doliera, lo que debía saber. No me arrepiento de haber hecho esto.
Saqué a pasear a Tomás esa tarde puesto que Emma salió con Inti, Noah tenía que ver algunos asuntos de la empresa que heredó de Justo y el pequeño no podía quedarse solo. Fuimos al parque a jugar un rato, estuvo entretenido casi dos horas hasta que empezó a hacer frío cuando dieron las seis. Le puse la campera que traje y caminos de regreso, decidí tomar otro camino para salir del rutinario sendero que nos conduce a casa e ir por uno nuevo. Entonces frené ni bien vi un curioso letrero, pocas veces había pasado por acá; sin embargo, sabía que esta florería no estaba antes, era nueva.
—¿Querés entrar?—Tomás asintió, venía comiendo una paleta que le compré en los juegos del parque—. Nunca vine aquí así que no sé mucho, ¿okey?—él rió observando a su alrededor.
—Cuando estuve con el novio de mi mamá vi que estaban abriendo este sitio y no supe qué era—contestó, aún tomando mi mano para entrar a curiosear.
—Es una florería, venden plantas y.. esperá, ¿cuál novio?—interrogué dándome cuenta del gran detalle que pasé por alto.
—¿Inti no es el novio de mi mami?—cuestionó cual niño inocente, obviamente no se enteraba de muchas cosas y debía confundirle la relación que tenían Emma e Inti.
Pasaban tiempos juntos, salían, cuidaban a Tomás, platicaban con mucha confianza pero hasta ahí. Él todavía no encuentra cómo decirle que fue quien conoció hace un año.
—¿Por qué no les preguntás cuando lleguen? Seguro vuelven pronto—le sonreí al pequeño, Tomás hizo lo mismo y se adentró al lugar.
—¡Mirá esto!—exclamó, parado frente a un cáctus bastante grande y señalándolo. Extendió su mano dispuesto a tocarlo y lo detuve, no quiero accidentes—. ¿Qué sucede?—quiso saber puesto que hice que se alejara.
—Son espinas, pueden sacarte sangre y no quiero que termines así—revolví su cabello y caminé viendo las demás plantas. Esto llamaba demasiado mi atención, adoraba ver flores y demás.
—¿Cuál te gusta más?—preguntó acercándose. Dos señoritas atendían a dos chicas más en el mostrador, creo que después podría ir para llevarme una flor de estas muy hermosas.
—Adoro esos mirtos—señalé las flores, acaba de verlas y quiero llevármelas. Quedarían perfectas en el jardín del hotel, espero que puedan crecer como se debe pues son de montaña.
—¿Vas a llevártelos?—asentí, Tomás se acercó a examinarlos; no obstante, le llamaron la atención esos girasoles del macetero superior—. ¿Podemos llevarle eso a mamá?—pidió llenándome de ternura.
Quisiera tener uno así, no se lo he dicho a Noah pero sí adoraría tener hijos.
—Claro, ¿querés regalarle sólo girasoles o agregamos otra flor?—lo pensó unos segundos, después señaló unas margaritas. Y tiene buen gusto, ambas flores combinan.
—¡Esas de allá!—reí mirándoles sonriente—. Venecia, ¿sabés cómo se llaman?—indagó entusiasmado, parece hacerle mucha ilusión darle este regalo a Emma.
—Estos son girasoles—señalé las primeras y posteriormente, a aquellas flores blancas que le parecían atractivas—. A estas les dicen margaritas—informé acercándome a caja, llevaríamos un ramo para Emma y unas mirto que plantaría mañana.
—Disculpe, queremos esas flores para mi mamá—habló Tomás, quien apenas llegaba al mostrador. La cajera sonrió, indicándole a su compañera que fuera por los girasoles.
—Unas mirto, por favor—inicié mi pedido, Tomás seguía observando todo muy atento y emocionado—. También cinco girasoles y siete margaritas, aquellas póngalas en un ramo—aclaré, finalizando la orden.
—¿Desean ponerle una tarjeta?—nos preguntó, ambas observamos a Tomás y él gritó que sí, se veía adorable queriendo hacer esto por Emma—. Aquí tenés, escribirle lo que querés—ella me entregó un pequeño papel, el cual le entregué a Tomás.
—Aquí están, ¿sería todo?—moví mi cabeza afirmativamente a la pregunta de esa segunda señorita que fue a bajar las flores.
—Te amo, mamá...—Tomás empezó a leer lo que escribía, apoyándose en el escritorio. Este niño es adorable, y además posee un corazón maravilloso.
Daimon dijo que debíamos irnos lo más rápido posible, estaba con Ailín cuando llegó bastante agitado y sin darme adelantos, nos fuimos donde Ada, Iris y Fermín. Mencionó algo sobre Valentina, eso me recordó que no la he visto hasta ahora, temo que se trate de una mala noticia. Dejamos a Ailín con Venecia, quien acababa de llegar junto a Tomás y salimos del hotel. Para nuestra sorpresa, Fermín nos esperaba afuera.
Quise preguntar por Valen, sin embargo, no me dieron respuestas. No fue hasta que llegamos que vi cómo estaba sentada y luciendo un semblante demasiado temeroso siendo ella.
—Les explicaremos luego—intentó sonreírme Daimon, consiguiendo ponerme peor. Ocultaban un secreto, eso era obvio.
—Asher está dentro, pasá—le ordenó Fermín, Daimon quiso tomar mi mano pero se la quité. Quería hablarle a Valentina, me necesitaba.
Caminé hacia ella ni bien se fueron, evitaba mirarme y se abrazaba a sí misma. Decidí ser yo quien lo hiciera entonces, jamás había visto esta faceta suya. Luce vulnerable, como nuna se mostró antes.
—Tengo miedo, quiero escapar y al mismo tiempo saberlo todo—pronunció difícilmente. Sentí que iba a llorar aquí, Valentina estaba explotando, lo que sea que sea esto, logró sobrepasarla.
—No huyas, estaré acá, ni idea qué pase dentro... intenté preguntar y no quisieron decirme nada—rememoré minutos anteriores. Valen asentía, evitando hacer contacto visual, supondré que sus ojos estarán reteniendo las lágrimas—. De cualquier forma, estaré a tu lado.
—Gracias, ¿sabés que hubieras evitado que me suicide si te hubiera conocido en mi otra vida?—cuestionó, incluso pasando los peores momentos, sabe sacarme lindas sonrisas.
***
¡Hola!
Gracias a todos por leer ❤ espero les haya gustado este capítulo u.u
¿Creen que Celeste logre vencer el cáncer? ¿Qué le estarán ocultando a Valentina? ¿Será una buena o mala noticia? ¿A Emma le gustará el regalo de Tomás? ¿Quién es Asher?
Hoy me enteré de una noticia hermosa, aunque no está 100% comprobada puede que hayan encontrado un virus que mata todo los tipos de cáncer conocidos hasta ahora. En los próximos meses se inician las pruebas con huamanos en Austtalia y espera que se logre los mismos resultados que lograron utulizando el virus del resfriado común para matar el cáncer al cerebro o el virus del herpes pata vencer a la melamina (cáncer a la piel).
Ojalá pronto logren vencerlo :') y este mundo deje de perder almas nobles y luchadoras 💕
Por cierto, acabo de publicar una nueva historia 😍 se llama "15 razones por las que decidí irme de casa" y está terminada en borrador. Pueden pasar a echarle un vistazo si gustan :3
¡Nos vemos pronto! 👋🏻
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