Capítulo 53: Candados de amor

A pesar de que caminaba junto a él, reparaba poco en su presencia pues me encontraba más pendiente del puente que estábamos atravesando con cada paso que dábamos. Tenía colgados un centenar de candados, los cuales llevaban mensajes o algunas iniciales. Eran tantos que no podría haberlos contado nunca, parecían jamás acabar ya que por donde quiera que mirara había uno esperando ser contemplado.

¿Qué era esto? ¿Por qué estarían allí esos cerrojos? ¿Pertenecerían a algún tipo de decoración? Sea como sea, papá parece tener respuesta.

—¿Y eso?—le pregunté cuando lo vi tomar entre sus manos un candado. Él sólo sonrió generándome mayor curiosidad todavía.

—¿Lees que dice?—entonces decidí acercarme, llevándome una gran sorpresa. Nunca imaginé que él fuera de esas personas que creen en leyendas.

Estaban escritas las iniciales de los nombres de mis padres. Y no sólo eso, se podían leer también unas pequeñas líneas abajo que decían: "Juntos por toda la eternidad" y concluían con un corazón dibujado.

—¿Mamá y tú estuvieron aquí antes?—papá asintió observando aquella cerradura desgastada por el paso del tiempo. Supongo que hace años habrá sido más resplandeciente.

—Para nuestra luna de miel—respondió acariciendo ese metal casi oxidado—. ¿De que te estás riendo ahora? No he dicho nada gracioso—inquirió fastidiado al escucharme carcajear, frunciendo levemente su entrecejo.

—Está bien, lo siento por creer que esto es... —me detuve buscando el término adecuado. No quería decir ridículo, sonaría muy grosero—. Innecesario—completé dispuesto a explicarle las razones que tenía.

—¿Por qué estás diciéndolo?—consultó observándome. Quizás no esperaba que reaccionara así o que le pusiera tal adjetivo.

—El verdadero y eterno amor se demuestra día a día mediante acciones y situaciones que lo pongan a prueba, no con estos simples cerrojos, papá. Cualquiera puede colgar uno aquí, pero no todos tienen la capacidad de amar eterna y verdaderamente—finalicé manifestando aquello que sentía. Creo que él tiene perpectivas diferentes a las míad, aunque siempre ha sabido respetarlas.

—Sí, sos mi hijo, saliste inteligente—intenté sonreír igual que él. Desearía que mis calificaciones reflejaran lo mismo, porque ellas no dejan de gritar que soy inútil—. Entiendo que tal vez pienses distinto y tengamos nuestras diferencias, ¿sabés? Te iba pedir que me hicieras una promesa—comentó suspirando tras conocer mi pensamiento. No pude evitar sentirme culpable, odio decepcionar a los demás y peor aún tratándose de papá.

—Dímela, tranquilo, podré cumplirla—afirmé decidido, por más descabellado que fuera.

—Si no creés en estas leyendas, no hay ningún problema—garantizó, seguía acariciando aquel candado. Seguro a este lugar debió venir acompañado de mamá anoche que salieron sin decir a dónde iban—. Sólo pensaba proponerte que cuando encontraras a esa chica especial la trajeras acá—reveló soltando dicha cerradura.

—¿A París?—inquirí, debido a que desconocía si hablaba del país o de este extraño puente.

—No exactamente—comprendí a qué se refería, y sonreí fingiendo ilusionarme. Jamás he querido tener relaciones serias y ya tengo mala fama por eso, dudo encontrar a aquella chica pronto—. Debe engancharse un cerrojo en estas rejillas y la llave se tira al lago—explicó contento, apuesto a que estará recordando el día en que realizó esa especie de tradición.

—Puedo hacerlo—aseguré, puesto que no puedo negarme a algo que me pida él. Hasta entonces, he obedecido a gusto.

—Quiero que sea porque vos querés, no por mí, ¿entendés?—asentí habiendo comprendido mejor. Papá tampoco me obligaría, conociéndolo, busca que tome decisiones sin dejarme influenciar o ceder ante presiones—. Pensalo, quizás cambies de opinión.

—Claro, no te preocupes—exhalé mirando el atardecer. Esos colores anaranjados y aquellos tonos amarillos hacían una perfecta combinación, parecían sacados del lienzo más hermoso y de la pintura con mayor realismo.

¿Estaré algún día aquí acompañado de una chica como dice papá? Juraría que eso, de llegar a pasar, acabaría pese a que pongamos incontables candados. Terminaría arruinándolo, no soy bueno para ninguna mujer, siendo sincero.

***
Luz POV

Salí casi detrás de Matías esa mañana, aunque por fortuna no me vio. Espero que mis conocimientos permanezcan intactos, hasta ahora recuerdo cada cosa que estuve estudiando estos días y después de todo, estudiar con imágenes ayudó bastante a saber cuál era la localización de distintos órganos del cuerpo humano. Es complejo, un misterio igual que aquella mente que maquina desde recuerdos hasta pensamientos.

Y aun así, cada vez tengo más dudas de mí, ¿lograré ingresar? Ojalá me lleve una buena noticia cuando lea los resultados en unos días.

—Pasen por aquí, por favor—pidió aquella señorita muy bien vestida que nos acompañaba.

Creo que empiezo a atraer miradas porque quizás no escogí un atuenda tan formal. Debí pedirle ayuda a Azul, sin embargo, ella está ocupada con Dante y además, hubiera sospechado de que algo pienso hacer.

—Buenos días tengan todos ustedes—saludó su compañera observando que todos estemos dentro del salón, hace un gesto manual a la chica que había venido junto a nosotros y esta le hace caso cerrando la puerta—. Voy a darles las indicaciones para que no haya inconveniente, ¿de acuerdo?—asiento, a pesar de que sé que no se está dirigiendo sólo a mí—. Van a marcar en esta cartilla el círculo que crean contiene la alternativa correcta, sólo utilizarán lápiz y al final irán entregándola. Prohibido prestarse cosas y hablar durante este examen que durará tres horas—finaliza observándonos. Algunos, víctimas del nerviosismo, seguro ni escucharon—. Les deseo muchísima suerte.

Tomo asiento sintiendo como aquella seguridad recién adquirida, desaparece poco a poco. Ellas dejan sobre esa carpeta aquel examen que no me permitió dormir anoche, o mejor dicho, los nervios por fracazar dándolo.

—Pueden comenzar—anuncia quien parecer ser la encargada.

De más estaría decir que las horas pasarpn volando. Recuerdo nomás tener dicho examen delante mío y empezar a resolver ejercicios, decidí seguir el orden predeterminado y acabar haciendo letras. Así fui enfrentándome a cada pregunta, dejando olvidadas muchas cosas, nunca antes había estado tan concentrada. Evité mirar a los demás, aquello podría hacerme dudar y no quería. Necesitaba estar a solas, solamente existía yo con esos papeles repletos de preguntas y enigmas. Ni tiempo tuve para pensar en mis inseguridades, elegí enterrarlas durante aquellos decisivos minutos.

Escuché sonar algo así como una campana, lo cual significaba que habían acabado nuestras horas. Apenas pude sentirlas.

—Suelten lápices—indicó ella, obedecí satisfecha por haber resuelto todo. Pasé los últimos segundos revisando, de hecho—. Van a retirarse ordenadamente entregándonos la ficha de respuestas—ordenó haciendo que se formaran dos filas. Observé a muchos mirarse desanimados o desilusionados, otros sonreían optimistas mientras que yo permanecía neutra.

¿Cómo debía reaccionar? ¿Qué debía sentir? No me fue mal, pero tampoco sé si excelente. Dudas regresan mediante la interrogante, ¿estaré a su altura? A pesar de eso, sonrío al encontrarlo afuera.

¿Qué hace aquí Matías? Dijo que tenía clases.

—¿No tenés clases vos?—le interrogo sorprendida, pensaba que estaría estudiando. Él negó sonriendo y vino a darme un abrazo, quizás eso hice que me sintiera distinta, menos insegura de nuevo.

—Sabía que ibas a venir, no sos buena disimulando—mordí mi labio inferior. Sí, tenía razón, fui demasiado obvia teniendo los libros de ciencias abieros y estudiando en la cocina—. Pero tranquila, tengo hora libre y quise venir a verte, ¿qué tal te fue?—quiso saber pasando su brazo por encima de mis hombros.

—Bien, respondí todas las preguntas y tuve tiempo para verificar respuestas aunque no sé si obtenga esa beca, ¿sabés? Muchos parecían saber bastante—estoy segura de haberlo hecho de buena manera, pese a esto, ¿será suficiente? Escuché que algunos poseen años practicando.

—Confiá, ¿okey? Yo creo que vas a ingresar y pronto estudiaremos juntos—quería creerle, no obstante, dudaba. Sentía que me hallaba dentro de algún altibajo emocional o montaña rusa sentimental. Primero seguridad, luego dudas y así sucesivamente.

—Ya quisiera, Matías—deseé suspirando profundo.

No tenía otra cosa que hacer, por lo tanto, mi próxima parada era el Vivero Bar pues quería tomar algo ante de llegar al hotel y sufrir esperando los resultados. Él estuvo conmigo hasta que tuvimos que despedirnos, porque yo debía irme y Matías volvería a clases.

Agradezco que haya venido a darme ánimos.

Dante llevaba casi una hora entretenido haciéndome girar el móvil que estaba colgado encima de su cuna. Luce muy concentrado, ha dejado olvidados sus otros juguetes y sólo se centra en este. No quiero empezar a compararlo, sin embargo, me resulta extraño porque Ailín tiene otro comportamiento. Ella no se fija en un único juguete o única actividad, sino que cambia.

Tengo cero problemas si Dante quiere jugar siempre con esto, aunque creo que aquel caracter no sea el más habitual. Es mi hijo, obviamente lo adoro.

—¿Sigue así?—pregunta Franco asomándose mientras sonríe al vernos. Dante representa y ha sido nuestro lazo, quien nos ha convertido en familia.

—Sí, le gusta mucho—asentí acariciándolo despacio y dándole otra vuelta al objeto giratorio. No sé cómo no se marea—. ¿Pediremos delivery hoy?—inquirí puesto que Francio había propuesto eso días atrás. Además podemos llevar a Dante a dar un paseo luego.

—¿Sabés qué? Cambié de opinión, ¿por qué pedir comida si puedo cocinar yo como los viejos tiempos?—cuestionó haciéndome sonreír, lamentablemente después cambié de expresión recordando algunos malos momentos.

—Por ejemplo esa vez que estábamos a punto de cenar, terminé inconsciente, me desmayé y tuvieron que llevarme a la clínica—rememoré con amargura. Mis traumas siguen allí, a pesar del tiempo transcurrido no he podido olvidarlos y tengo miedo. Jamás quisiera que una hija o hijo mío pasara lo mismo.

—Olvidalo... Azul, odio que recuerdes esas cosas—suspiró mirándome, vino hacia mí dejando aquel cálido beso en mi frente que siempre logra tranquilizarme—. Te amo, tal vez lo digo poco—agregó tomándome por la cintura.

—Yo también—respondí algo que nl era secreto para nada. Recuerdo que fui yo quien se lo dijo por primera vez, eso sí que amo recordar—. ¿Salimos terminando nuestra cena? Pasamos mucho tiempo dentro desde que nació—confesé, tarde o temprano tendremos que enseñarle el mundo.

—Claro, ¿al río?—consultó sonriente. Ambos sabemos qué significa, sabe perfectamente cómo desplazar y auyentar malas situaciones pasadas.

—¿No pensás que sería muy tarde?—Franco asintió observando a Dante, podría enfermarse saliendo al aire libre de noche.

—Vamos ahora, son casi las dos—sugirió sacándolo del cunero, le sonreí conforme y emocionada ya que sería su primer paseo fuera—. ¿Te das cuenta de que en vez de llevarlo a algún parque preferimos ese río? No somos normales—rió teniendo cargado a Dante, él yacía observándonos curioso.

—Nunca hemos sido así—afirmé reviviendo todos esos instantes juntos. Ni si quiera nos conocimos de una forma común, pero hasta entonces seguimos unidos.

Él era un delincuente, robaba y se la pasaba emborrachándose tomano fernet, ahora ya no ha tenido momento alguno para hacerlo. Desde que los niños nacieron, Noah decidió dejar las fiestas aunque dudo que de modo permanente. Franco también volverá a tomar, estoy segura; pese a esto, consumir alcohol cada tanto y vivir haciéndolo son cosas distintas.

—Azul—me llamó mientras acomodaba algunas cosas dentro de un pequeño bolso, podíamos necesitar su biberón si tardábamos más—, ¿recordás el sueño que tuviste?—quise pedirle que dejara aquel tema, sabiendo que huir no es lo adecuado.

—Sí, ¿por qué?—indagué cundo realmente no quería saber.

—Estuve hablándolo con Noah, él cree que existe una posibilidad de que adoptemos a alguna niña—contestó, haciendo que pensara bastate. Tenía sentido, y aunque había algo que no terminaba de cerrar, elegí creer aquello.

—Seguro, debería relajarme más, ¿verdad? Últimamente pienso mucho y el estrés debe estarme afectando—sacudí mi cabeza hacia ambos lados. Si logro distraerme, pueden desaparecer esos sueños que no hacen otra cosa que asustarme—. Voy a cambiarlo, ¿sí? Podés esperarnos abajo—le sugerí sosteniéndolo, Dante sonrió entonces, contagiándome.

—Perfecto, iré alistándome—informó Franco antes de salir del cuarto.

Decidimos pasar, al menos, los primeros meses junto a nuestro hijo aquí. Así podemos sentir mayor tranquilidad y seguridad, hay personas que no dudarían en ayudarnos si tuviéramos algún problema.

***
¡Hola!

Aquí otro capítulo más, espero que les haya gustado ❤ acabaron mis vacaciones así que las actualizacionea volverán a ser como antes u.u

Estoy a punto de terminar otra historia que tengo en borrador, sólo me falta la portada para publicarla :') pueden pasarse por allí si gustan

¿Saben quiénes son el padre e hijo del Flashforward? ¿Este último llevará dentro de unos años a ese puente a una chica? ¿Creen que el comportamiento de Dante es normal? ¿Luz obtendrá la tan deseada beca? ¿Por qué Matías habrá decidido esperarla?

El próximo capítulo revelará muchos secretos, unos que llevan ocultos desde los primeros capítulos :3

Gracias a todos por leer, se les ama muchísimo ❣

¡Hasta pronto! 👋🏻

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top