Capítulo 52: Quiero estudiar medicina
¿Qué tan estúpida pude haber sido? Debí haberme amado. Tal vez así no estaría acá con una inmensa duda existencial que necesito resolver pronto. Algo me dice que no es un secreto irrelevante el que están ocultándome, necesito saberlo ya.
—¿Cuándo abrís esa cosa?—preguntó Milo observándome quieta, teniendo aquel libro—. Mirá que tenemos que devolverlo rápido o estaré en problemas.
—Estaremos, yo también fui a robarlo—aclaré pensativa, pues al mismo tiempo quería y no ver esas páginas. Quizás era una imprudencia que no debería cometer.
—Pensaba echarme toda la culpa—suspiré ignorando sus palabras pues aún no voy a confiar complentamente en él—. Abrilo, vamos, ¿tenés miedo?—inquirió incrédulo, tampoco podía creerlo puesto que casi nunca temía.
—No—negué sonriendo, tomé valor y abrí aquel misterioso libro.
Las primeras páginas no me sorprendieron mucho, aparecían nombres de seres que ni conocía, sus respectivos poderes y el planeta donde vivían. Eran demasiadas para leerlas completas, por eso decidí adelantarme aterrizando unas hojas antes del final. Había un índice, allí se encontraba una gran lista de nombres que pese a leer, buscar cautelosamente y releer no contenía el mío.
Retrocedí nerviosa topándome con otro nombre, arriba de este podía leerse aquella breve descripción que provocó un extraño sentimiento dentro de mí. Era alguien llamado Asher quien lideraba a los seres de luz y poseía mayor poder.
—Esto... ¿qué quiere decir? ¿Qué significa?—indagó Milo, mientras intentaba reponerme del todo.
Jamás fui esa que me hicieron creer, entonces, ¿soy un ser de luz poco poderoso o estoy muerta? Tal vez esté en medio de un perfecto balance.
—Están mintiéndome, definitivamente—afiancé sonando firme. Debo hallar respuestas, y no las pediré porque sé que pocas probabilidades hay de que me den lo que quiero. Voy a buscarlas a como dé lugar.
—¿Pero qué sos?—preguntó bastante sorprendido—. Viviste en un planeta, ¿no? Debes ser...—denegué, ya no estoy segura de nada.
—Ayudame a encontrar la verdad, por favor—le pedí desesperada. Y debía estarlo muchísimo para suplicarle ayuda, él sonrió asintiendo y cerró aquel libro.
—Estarás bien, sé que sí—afirmó quitándomelo. Apuesto a que luzco horrible, aunque eso es lo último que puede importarme ahora.
—Mañana volveré a entrar al escritorio de Daimon—aseguré no reconociéndome.
Valentina era leal, nunca traicionaría una confianza, sin embargo, esta situación lo requiere. Ella está cambiando, otra vez, quizás evoluciona.
¿Y si Valentina no soy yo?
***
Sabía dónde quedaba el restaurante en que trabajaba desde hace un mes, no se encontraba tan lejos y puesto que salí de casa casi sin desayunar, decidí hacer una parada allí. Thiago solía recibirme siempre sonriendo, parecía gustarle su trabajo de verano. Sus padres quisieron que hiciera algo productivo durante las vacaciones y ser mesero, lo ayudaba además a relacionarse mejor con otras personas.
—¡Thiago!—exclamé, él volteó hacia mí sorprendido. Lo sé, no vengo muy seguido a visitarlo y le debe parecer extraño.
—¿Qué haces aquí, Mari?—preguntó confundido. No llevaba aquella sonrisa habitual, ¿habrá recibido alguna mala noticia?—. Nunca vienes a verme, no esperes que no me sorprenda.
—Esperaba verte más feliz, ¿qué pasó?—consulté observándolo, queriendo averiguar la verdad. Siento que se guarda muchas cosas, demasiadas de hecho.
—Nada, tranquila, todo bien—contestó tan serio como antes—. ¿Quieres que te traiga algo?—asentí revisando rápidamente el lugar. Recién empezaba a llegar gente debido a que eran las primeras horas del día, quizás podamos hablar.
—Sí, por favor, cualquier cosa estará bien—respondí desconociendo cómo interpretaría mis palabras.
—Puedo tener problemas de audición, pero escucharé y anotaré bien tu orden, ¿de acuerdo?—cuestionó sacando su libreta. Desconozco la procedencia de sus pensamientos, aunque ahora entiendo por qué no sonríe—. Pídeme lo que quieras.
¿Habrá discutido con algún cliente? Será difícil hacer que, de haber sido así, hable conmigo al respecto. A veces Thiago tiene que lidiar con personas que se aprovechan del problema que posee.
—Quiero dos panqueques y un café pasado, estaré sentada allá—le señalé una mesa junto a la ventana. Thiago asintió marchándose adentro, seguro iría a preparar o traer aquello que pedí.
Tuve algunos minutos para pensar sobre qué pudo ocurrir, ya suficiente ha tenido que pasar. Suelen molestarlo por no oír bien o porque lleva consigo un audífono especial. Opinan como si supieran cómo se siente, juzgan sin haber estado en aquel lugar.
—Aquí tienes—sonrió otra vez dejando los alimentos encima de la mesa, luego miró a ambos lados y sentó frente a mí.
No había mucha gente, sólo dos mesas más yacían ocupadas y quienes desayunaban permanecían tranquilos. Perfecto, íbamos a poder platicar en paz.
—Genial, aprovechando que tenés pocos clientea, contame—le pedí. Thiago sabe a qué me estoy refiriendo, se da cuenta de que no pienso irme hasta saber qué sucedió.
—Prométeme que no vas a preocuparte ni darme un sermón—ordenó mirándome. Aún debe costarle entender que sólo busco ayudarlo, odio que estén metiéndose con él.
—Prometido, hablá—lo apresuré impaciente.
—Vinieron unos clientes—sabía que por ahí venía todo esto—, fui a atenderlos y al no escuchar bien sus pedidos empezaron a burlarse de mí—contó dolido, podría intentar aparentar indiferencia cuando realmente se sentía pésimo. Yo nunca he podido.
—¿Qué les dijiste?—inquirí dudosa. Conociéndolo, dudo que haya contestado y puesto el alto.
—Nada, me disculpé por las molestias y después se fueron—contestó cabizbajo, quise decirle muchísimas cosas; no obstante, recordé mi promesa.
—Thiago, ¿sabés que si hubiera estado presente los hubiera mandado a la mierda?—él rió al escucharme. Sabe que soy capaz, no quiero seguir presenciando injustcias.
—Me imagino, a veces no te controlas y... bueno, armas escándalos—recordó seguro ocasiones pasadas.
—Obvio, nos cuidamos la espalda siempre, ¿cierto?—ese trato lo hicimos desde pequeños, uno de los tantos verano que pasamos juntos.
—Claro que sí—afirmó feliz. Ojalá esté sintiéndose mejor, compartir tristezas ayuda bastante.
Thiago no escucha bien, yo oigo a una señora llamándolo probablemente para pagar la cuenta y retirarse. Decido entonces avisarle del llamado, esperando que sonría, ya que luce lindo haciéndolo.
—Te llaman—le indico tomando mi bebida caliente. Sí, a pesar de encontrarnos en verano adoro tomar café.
—Gracias, regreso rápido—asiento conforme. Lo único que detesto de él es.. en realidad nada, solamente quiero que pronto se dé su lugar como corresponde.
¿Cuándo podrás ser respetadas todas las personas? Critican, juzgan y hieren.
Que por tener cáncer, por padecer ligera sordera, por enamorarse de alguien del mismo sexo, por clases sociales, por nacer con trastorno de hiperactividad, por discapacitado, por sufrir síndrome de Asperger, por la manera de vestir o por poseer cierto tipo de familia.
Basta de destrucciones. Estoy harta.
No quería ni se lo había comentado a nadie, puesto que tenía mis inseguridades y demás. Tampoco sé si voy a lograrlo, ¿estaré tomando el camino correcto? Siempre me han atraído las ciencias y ahora que tendré una vida aquí pensé en dedicarme por completo. Quiero ser alguien aquí, estudiar suena divertido aunque Matías esté estresado muchas veces.
Mi deseo es ayudar a los demás, sanar a personas que lo necesitan y seguir rescatando gente. Decidí postular a la universidad donde estudia, aprovechando que ofrece aquella gran beca para estudiar medicina humana, ¿seré aceptada? Se supone que mañana debo presentarme a dar el temido examen.
—¡Mati!—lo llamó ni bien veo que pasa frente a mí. Mastico rápidamente ese pedazo de manzana que como, ansiosa y nerviosa por todo.
—¿Luz? ¿Qué hacés que con eso libros?—pregunta desconcertado acercándose. Debe parecerle extraño verme así, estos días estuve estudiando mucho y dejamos de hablar tan a menudo.
—Me parecieron interesantes—contesté sincera, porque realmente adoraba aquel contenido. Hablaban del cuerpo humano muy a detalle, y esperaba que esos detalles sirvieran—. ¿Cómo va la universidad?—interrogué intentando averiguar más.
—Bien, aunque mañana habrá examen de admisión y vendrá mucha gente—respondió ignorando mis intenciones, sonreí dando otro mordizco a mi manzana—. Estoy esforzándome yo también, derecho va mejor conmigo—afirmó sonriente. Le vino fantástico cambiar su rumbo cuanto antes.
—Te lo dije, sabía que dabas más para algo así. Además toda tu vida estuviste escuchando conversaciones al respecto por vivir con un juez—le recordé leyendo una línea más del texto que estudiaba, este hablana de las funciones que cumple nuestro cerebro.
—Sí, gracias, serías buena psicóloga—confesó haciéndome sonreír. A eso voy, o quiero intentar ir. Psiquiatra, ¿quedara conmigo? Ojalá que sí, no tengo ninguna duda de que quiero dedicarme a dicha profesión.
—Vos serás buen abogado, tranquilo, sólo seguí presentando tus trabajos—sugerí observándolo menos intranquilo, puede alterarse cuando hay mucho qué hacer; no obstante, luego recupera la calma—. ¿Irás a ver quiénes postulan?—inquirí pensando en un posible encuentro.
—No creo, hay mucho alboroto por ahí—respondió aliviándome. Quisiera ir a dar dicho examen sola, acompañada puedo ponerme peor, espero que los nervios no resultan traicioneros—. Y habrá más movimiento el miércoles o jueves, uno de eso días salen los resultados.
Pensé que tardarían más en salir. Diablos, ¿qué hago si no obtengo la beca? Tengo miedo. Siento que van a comerme viva.
—Deben estar muy nerviosos eso chicos, ¿no? Quienes postulan para ganarse alguna beca—Matías asintió mirando mis libros. Pasé la página llegando al tema del sistema digestivo, ¿vendrán gráficos? Buscaré imágenes luego, debo estar preparada.
—Sí, seguro vienen chicas lindas—me guiñó un ojo, desvié la mirada incómoda. Sigo creyendo que él hace mal en buscar mujeres sólo para tener sexo—. No quiero saber cómo estarán quienes postulan a medicina, se presentan cinco mil y entran cien.
Sí, perderé mi dignidad. Pero intentarlo no cuesta nada, por lo menos quieres decir que intenté ingresar.
—Pobres...—traté de parecer tranquila, pese a que ya ha notado cierto temor, o mejor dicho pánico y terror, en mí.
—Fracazar es no intentarlo, ¿verdad?—consultó, a lo que asentí pues aquello solía decirle yo—. Una chica inteligente y segura de sí misma entraría hasta teniendo los ojos cerrados—afianzó poniéndome a pensar. Esta noche dudo que pueda cerrar un ojo.
—Cuando uno quiero algo mucho, ¿lo logra siempre?—titubeé cabizbaja, Matías sonrió asintiendo.
—Eso decías vos, ¿qué te pasó? Sonabas increíblemente confiada antes—rememoró él analizándome. Reí dandole una última mordida a la fruta que comía, acto seguido, decidí tirarla al cesto de basura.
—Es broma, Mati—exhalé hondo, recogiendo los dos libros que tenía abiertos—. Suerte, hablamos después—me despedí cortante. Sabía que si hablaba más terminaría delatando mis verdaderas intenciones.
Suponiendo que ingresara, ahí sí haría pública aquella noticia.
Porque en serio, quiero estudiar medicina.
Sentía que se movía dentro mío, daba algunas patadas haciéndome sentir mejor. Adoraba tenerlo allí, al menos así parece estar protegido. Ahora entiendo a Azul perfectamente, esto debió sentir antes de dar a luz a Dante. En esta oportunidad, Venecia está acompañándome pues Gopal salió a comprar algunas cosas y regresará más tarde.
—No sé, Ámbar, siento que Luz actúa raro—manifestó ella cerrando aquel folleto que yacía examinando.
Era uno acerca de la universidad donde estudia Matías, le dieron unos cuantos ayer y dejó dos aquí. Por lo que sé mañana habrá un examen, el cual muchos esperan nerviosos.
—¿Decís eso porque se encierra a hacer quien sabe qué?—asintió ella, tiene razón y voy a dársela. Aquella actitud nunca ha caracterizado a Luz—. Sí, te comprendo, casi no habla con Matías.
—Quiero hablarle, de repente necesita ayuda—dudó Venecia algo preocupada. Nuestra amiga empezó a actuar distinto hace poco y nadie sabe los motivos.
—Avisame, ¿podés? Yo también quisiera hablar—afirmé, no permitiré que siga pasándola mal si podemos ayudarla—. Creo que debemos darle tiempo, recién la vi subir al segundo piso—indiqué recordando segundos anteriores. Desde el patio del hotel pude verla subir las escaleras con prisa—, mañana deberíamos hablar.
—Por mí bien, ojalá no sea nada malo...—suspiró Venecia volviendo a ver aquel afiche—. Ingeniería agrónoma—leyó interesada, esbozando una sonrisa curiosa—, recordarme averiguar sobre esto.
—¿Te interesa?—asintió leyendo en silencio algunas líneas que debían describir la carrera—. Podrías estudiar si querés, nos quedarmos acá después de todo—le sugerí observándola muy atenta.
—Tiene que ver con la agricultura, suena bien—sonrió volteando aquella hoja—. ¿Vos pensás estudiar?—preguntó haciéndome sonreír. Tengo planeadas muchas cosas, aunque no sean los planes más típicos, son mis metas.
—Quiero estudiar turismo y hotelería, cuando nazca él bsucaré dividir mi tiempo y cursar esa carrera—expliqué ilusionada. Siempre quise conocer nuevos lugares, eso sólo sería un primer paso para lograr aquello que sueño—. Amaría abrir una propia agencia de turismo o cadena hotelera, ¿te imaginás?
—Soñás mucho, y estoy segura de que lograrás bastante e incluso más. Él estará orgulloso—señaló mi vientre abultado haciéndo reír. Y sí, más que otra cosa anhelo darle buenas condiciones vitales.
***
¡Hola!
Como les prometí, aquí va otro capítulo que espero les guste mucho ❤ gracias por votar en el anterior :3
¿Ustdes creen que Valentina es un ser de luz? ¿Quiénes serán los padres de Thiago? ¿Luz ingresará a la universidad para estudiar medicina? ¿Se encontrará con Matías? Si ingresara, ¿cuál creen que sera la reacción de él? ¿Venecia estudiará ingeniería agrónoma? ¿Ámbar logrará sus sueños?
¿Qué quieren estudiar más adelante o qué están estudiando? 💕
Gracias por leer hasta aquí :')
Se les adora muchísimo, ¡nos vemos pronto! 👋🏻
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