Capítulo 4: Regreso aliado

Devi me besó, después de un año entero sin tenerla cerca. Mi corazón late a una velocidad descomunal, siento como si fuera a salirse de mi pecho por lo acelerado que está. Ella nunca había tomado el primer paso, por eso me parece raro que esta vez haya sido Devi quien tomó la iniciativa, lo cual instala en mí un sentimiento de felicidad absoluta. Quiere decir que me extrañó y si lo hizo, ¿sigue sintiendo lo mismo? Pasé este último lapso de tiempo con el temor de que fuera a reemplazarme, cambiarme por otro y dejarme en olvido pero me está demostrando mi error. Empiezo a abrir los ojos con lentitud, odiaría visualizar solamente el parque y no a ella, no quiero que sea parte de mi imaginación ya que de ser así, me estrellaría nuevamente con la frustración.

Sin embargo, ella está ahí.

—Sí te acordás de mí, ¿verdad?—asentí sin encontrar palabras. Mi rostro totalmente pálido y desencajado debió resultarle gracioso, porque soltó una ligera carcajada.

—No los esperaba—confesé dándole una mirada también a Kobu recostado ahora en el césped sacando la lengua luego de haber corrido—. Y no quiero que te vayas pero, ¿por qué volviste?

—Para serte sincera, ni yo misma lo sé—admitió, su voz cambio entonces y dejó de sonar tan tranquila—. Iris, la madre creadora, y Ada me enviaron aquí así que vine.

—¿Los demás también volverán?—inquirí con suma curiosidad a lo cual Devi asintió—. Vos sabes que no me gusta ocultarte ni esconderte nada, ¿no?

—¿A dónde estás queriendo llegar, Valentín? ¿Ocurrió o te has enterado de algo malo y querés decírmelo?—me preguntó. Enarcó una ceja aludida por mi insinuación ambigua.

—Vi a Milo...—susurré en voz bajísima e inaudible. Olvidé que Devi es un ser de luz evolucionado y consiguió oírme a la perfección. Su semblante cambió, se tensó de inmediato causando que me sintiera un tanto culpable por arruinar el momento.

—¿Dónde? Si se supone que está muerto, ¿estás seguro?—dudó ella, a pesar de eso, no la culpo pues lo que digo es muy difícil de creer y hasta yo me cuestiono sobre si en realidad mi vista no me jugó una mala pasada.

—Sí, lo vi entrar al callejón cerca a la escuela—le contesté trayendo de regreso a mi mente el reciente recuerdo—. Quise seguirlo pero Mary y Taylor siempre me advirtieron que era peligroso y decidí hacerles caso.

—Llevame ahí—me pidió ocasionando que me sorprendiera, ¿Devi en verdad quería ir a ese lugar? Es demasiado riesgoso que vayamos nosotros dos solos.

—¿Qué? Es tarde, Devi—le recordé la hora y señalé al cielo, mostrándole las estrellas para así hacerla entrar en razón—. Además, no sabemos que vamos a encontrar allí.

—¿Y si vamos mañana? Después de la escuela—aclaró antes de que comenzara a sacar conclusiones precipitadas. La observé sin estar seguro por completo, seder frente a aquella petición sería complicado.

—Dejame pensarlo, ¿okey?—Devi suspiró y volvió a asentir al cabo de unos segundos—. Puedo decirle a Taylor que nos acompañe si querés.

—¿Crees que nos deje ir?—me interrogó dudosa. Su papá solía ser un poco sobre protector cuando de ella se trataba.

—Quizás, si lo convenzo vamos con vos luego de que llegue del colegio—me encogí de hombros. Estuve por sentarme en el césped, sin embargo, Kobu comenzó a ladrar y gruñir. Mala señal.

Reconocí la camioneta negra de Milo avanzando entre los autos, dobló a la izquierda en la siguiente esquina y lo perdí de vista. Devi volteó a verme intrigada por la reacción de Kobu, sabía el motivo por qué había ladrado de esa forma. Siempre fue un perro muy inteligente y hasta me atrevería a decir que tiene la capacidad de comprensión de un humano.

—¿Por qué ladró tanto?—frunció el ceño confundida y buscó una respuesta en mí.

—Es el auto de Milo...—le respondí. Una repentina y extraña sensación de temor abarcó todo mi cuerpo de un instante a otro. Si él está vivo sólo significa una cosa: habrá problemas y eso justo lo que quiero evitar a toda costa. ¿Qué tal si planea algo malo? Aunque es muy obvia la contestación a esa pregunta.

Tomé la mano de Devi y comencé a caminar junto con ella en dirección a donde se había ido la camioneta de lunas polarizadas. Temí porque algo malo fuera a pasarnos, no obstante, más me preocupé por el hecho de que pudiéramos descubrir parte del plan de Milo y evitar lo que esté tramando en contra nuestra. Escuché los pasos rápidos de Kobu a mis espaldas y me sentí más reconfortado al tenerlo ahí. Cruzamos la avenida rápidamente esquivando los autos ya que el semáforo seguía en rojo para nosotros y finalmente llegamos a la boca del callejón oscuro al cual me dio miedo ingresar, pero lo hice. Con Devi tomada de la mano y Kobu siguiéndonos.

—¿Seguro que entró por aquí? ¿Cómo sabes si era él?—murmuró en un volumen bajo para no ser oída por nadie más que yo. Iba a dar un paso hacia adelante, sin embargo, un ruido proveniente del interior de una pared me hizo retroceder—. ¿Y eso?—se soltó, empezó a caminar sin temor hacia adelante. Kobu y yo la seguimos, temiendo que algo fuera a pasarle.

—¡Devi!—exclamé y tapé yo mismo mi boca cuando caí en cuenta de mi error. No podía gritar—. Vení, es peligroso.

—Debe haber una entrada, hay vacío del otro lado—informó al tiempo en que inspeccionaba la pared—. Vámonos, tendremos que volver mañana para verlo mejor.

Suspiré aliviado cuando la vi alejarse de la pared. A veces me asusta, no ella sino lo que que no teme enfrentarse. Es como si fuera más valiente que yo en distintos aspectos y me enorgullece en cierto modo aunque tiene también sus desventajas. Capaz no tengo la edad suficiente pero voy a protegerla todo lo que pueda de cualquier cosa, así sea dando mi vida con tal de que ella pueda ser feliz.

A la mañana siguiente, llego al hotel después de mucho tiempo, siento el césped bajo mis pies, el viento soplar y golpear mi rostro junto con la plenitud de haber vuelto. Esta calma sólo podía sentirla en mi planeta, raras veces la he vivido aquí en la Tierra pero elegiría este lugar una y mil veces. Por él, Noah, ha pasado un año desde que no lo veo y no paro de preguntarme en dónde estará, ¿me habrá cambiado? Hay muchas chicas que mueren por él, ¿y si volvió a ser el mismo? No, pensándolo bien, Noah nunca regresaría al de antes. El día en que me fui, lo dejamos muy claro y no sería capaz de reemplazarme por otra.

Permanezco en el jardín del hotel, dudando en si entrar o no, ¿Noah estará aquí o en casa? Aunque no creo que quiera ir allí después de todo. Seguro se siente la esencia de Justo y eso no es nada gratificante, sino todo lo contrario, repulsivo y engorroso.

—¿Venecia?

Esa voz, su voz. La reconocería en cualquier lugar así fuera el fin del mundo. Temo un poco voltear, ha transcurrido mucho tiempo pero lo hago y me encuentro con su sonrisa enorme dibujada en el rostro al verme de pie, frente a él. Noah no corre ni se acerca a mí, ¿por qué? Lo idealicé diferente, creí que vendría directo a abrazarme.

—¿Sí me recordás?—pregunto, a lo cual el asiente sin salir de su asombro. Retrocede, se aleja y me deja parada en medio del living. No lo entiendo.

—No quiero estar soñando, ¿sabes cuántas veces te he visto ahí? He despertado creyendo que sos real y al no serlo, chocado contra la realidad—expresó con pesar. Lo imaginé así, ilusionado y luego decepcionado. Sin embargo, iba a demostrarle que no. Soy real, estoy aquí.

—Esto no es sueño, podés parpadear todo lo que quieras pero es real—reí al ver sus intentos por despertar. Me acerqué a él y entrelacé sus manos con las mías, mi designio era que dejara de creer esto es un sueño porque la realidad le había llamado a la puerta—. ¿Lo ves? No he desaparecido.

—Perdoname por tardar tanto en hacer esto—se disculpó previamente a lo que vino a continuación.

Cogió mi rostro soltando nuestras manos y unió nuestros labios luego de mucho tiempo. Lo necesitaba, ambos lo hacíamos, era algo imprescindible para los dos. Hace 2 años hubiera dado igual, él como un depredador y yo creyéndome incapaz de amar a alguien así. No obstante, el destino hizo una de sus mejores obras. Apoyé mi mano en su pecho y lo sentí acelerado, desbordado, feliz, contento, en un júbilo de alegría y estallido de amor.

Aquella palabra de cuatro letras jamás iba a faltar entre Noah y yo, lo aseguro porque a jurar por los latidos de mi corazón, esto vivirá por siempre. Él me ama, lo hizo a pesar de la distancia, tiempo, mundos y realidades al igual que yo. Odiaría separarme de Noah otra vez, estoy dispuesta a romper barreras de lo que sea y hasta renunciar a ser un ser de luz convirtiéndome en humana por el resto de la eternidad. Siempre y cuando esté garantizado que la pasaré con él.

—Noah...—me separé cuando necesité oxígeno en mis pulmones. Soy un ser de luz, a pesar de eso, lo necesito—. Te he extrañado todo es tiempo, no sabes lo que...

—¿Lo que me amas?—asentí mordiendo mi labio inferior, nerviosa—. También te amo, como no te imaginas.

Y ocurrió de nuevo, me besó por segunda vez. Profundo, necesitado, tierno y romántico; siempre me gustó que fuera así conmigo. Ahora he vuelto, regresé para quedarme pese a que quizá no esté en los planes de Ada, está en los míos y no me quiero ir de este mundo jamás.

Lucho internamente como nunca lo he hecho conmigo mismo. ¿Estuvo bien aceptar el trato de él? Porque ni si quiera sé su nombre, sólo acepté lo primero que me propuso por amor a mi vida, no quería morir y creo que ya me eché una idiotez. Él camina a dónde quiera, usando mi cuerpo, no puedo controlarlo ni evitar que hagas cosas malas ya que mi deseo es empezar de cero. Observo y soy testigo de sus acciones, día a día y batallo por tomar las riendas de lo que me corresponde.

Ahora mismo peleo para regresar a casa, intento retroceder y él avanza con fuerza. Toma posesión de mis músculos, escucho como ríe burlón cuando logra su cometido y nuevamente soy observador, títere manipulado. Todo aquello cambia al escuchar una voz.

—Hola, ¿estás bien?—me giro de inmediato, entonces quedo cara a cara con una chica rubia de ojos azules, quien me mira sonriente. Después de tiempo, logro ser dueño de mis actos—. Soy Valentina, ¿y vos?

—M-Milo—tartamudeo con nerviosismo por un desconocido motivo. Ella no borra su sonrisa, al contrario, la extiende más aún.

—Podés decirme Valen, no me gusta la formalidad—manifestó acercándose a mí. Dejé de oír la voz de él en ese momento, esta vez fue opacada por su resplandeciente presencia. Me hizo sentir fuerte y capaz de reclamar lo mío.

—Valen—nombré esbozando también una sonrisa en mi rostro—, nunca te había visto.

—Es que recién acabo de mudarme de Córdoba—aclaró. Una bocanada de aire sopló haciendo que su cabello volara con el viento, acomodó sus mechones rubios tras soltar una serena risa, la cual causó un extraño cosquilleo en mí—. ¿Vos sos de Buenos Aires?

—Sí, nací y me crié acá—contesté mientras asimilaba la situación. Valentina estaba hablándome, debía dejar de mirarla y prestar atención a nuestra charla—. ¿Venís aquí muy seguido?

—No, de hecho es mi primer día y quise conocer la ciudad así que vine al parque a desconectar un rato—me respondió en tono amable.

Nos quedamos en silencio un rato, parados sobre el puente del lago observándolo. Lo más raro de todo esto es que él ni si quiera parecía estar metido dentro de mí, no oí su voz ni sus quejas, era como si hubiera salido de mi cuerpo con la llegada de Valentina. Ella observó el sol, los árboles y el agua con una mirada tan profunda que daba a entender cuánto amaba el aire libre. A ratos, parecía que jamás hubiera visto un paisaje tan simple como este o al menos no en un buen tiempo.

Si yo estuviera loco, diría que es un ser de luz. Pero eso es imposible, ¿cierto? Solamente se ve así, tan calmada y alegre.

—¿Mañana vas a venir aquí de nuevo?—me preguntó clavando sus ojos azules en mis comunes cafés. Es totalmente opuesta a mí físicamente, yo no soy rubio y ella sí. De lejos puedo darme cuenta de que Valentina no es la típica rubia creída y hueca, se nota lo inteligente que es a simple a vista—. Me gustaría que nos volvamos a ver.

—Sí, siempre vengo—mentí impulsivamente al querer darle una respuesta rápida. Acto seguido, acomodé mi cabello con mi mano derecha hacia un lado y continué diciendo—: Espero que vos también vengas seguido a este lugar, es el más tranquilo de la ciudad.

—Me doy cuenta, acá no se escuchan las bocinas de los automóviles cada dos por tres—se quejó haciendo un puchero, el cual me enterneció inmediatamente dibujando otra sonrisa en mi boca—. Prefería la vida en mi mundo.

—¿Tu mundo?—inquirí un poco confundido por el término.

—Quiero decir, Córdoba—se corrigió, por lo tanto deduje que se debía tratar de una metáfora—. Es mi planeta, allá era todo diferente y lo extraño.

—Aquí también encontrarás tu lugar, estoy seguro—afirmé sin dudar. Con el carisma de Valentina, su sencilla sonrisa y esos ojos tan azules como el mar; no me cabe ninguna incertidumbre de que se sentirá en casa pronto.

No entiendo por qué o qué exactamente, sin embargo, el instinto de defenderla al imaginarme a alguien intentando hacer de las suyas con ella, me dominó. El corazón me comenzó a latir rápido, muy de prisa, olvidé a él y cuando menos lo hube esperado... sólo éramos nosotros en medio del puente de madera, parados observando el sol y las nubes moviéndose de un lado a otro.

Su mano está sujeta a la mía mientras caminamos siguiendo el cauce del río, lugar donde conocí a Azul. Ella extraña a Luz, bastante, y venir aquí hace que la sienta más cerca de lo que está en realidad. Yo también pienso en Inti, mi mejor amigo, al cual no he vuelto a ver desde hace un año. Sigo con la idea metida en la cabeza, la cual sale inmediatamente al ver a dos jóvenes del otro lado de las aguas.

***
¡AVISO IMPORTANTE!

¡Hola!

Aquí tienen otro capítulo 💚 Espero que les haya gustado.

Mañana entro a clases de nuevo, así que vuelven las actualizaciones semanales o una cada 2 semanas, ¿cuál prefieren ustedes?

No olviden que este viernes es la dinámica de Flashforwards por lo que estén atentos a la notificación :3 ya veré cómo sorprenderlos.

¿Milo se enamoró de Valentina? ¿A quiénes vio Franco? ¿Volverán al lugar Devi y Valentín? ¿Venecia se quedará?

Gracias a los que leyeron hasta aquí, ¡nos vemos el viernes! 💙 👋

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