Capítulo 34: Repulsión

—¿Empacando?—preguntó alguien a mis espaldas. Entonces volteó encontrándome con Matías, ¿estará bien? Luce medio raro—. Busco a Luz.

—Salió junto a Mary y Taylor, fueron a comprar víveres para el Vivero, ¿por qué?—inquirí extrañado, aunque sí los he visto pasar mucho tiempo juntos. Creo que son amigos, dudo de que Matías quiera tener sólo sexo.

—Porque quiero hablarle—contestó pensativo. Parecía perdido, ¿qué habrá pasado?—. ¿Cuándo llegan?—insistió impaciente y desesperado, esto está preocupándome.

—No sé, recién se fueron—respondí, siendo exacto, hace diez minutos. Y tenían varias cosas que comprar, por eso le pidieron ayuda a Luz, quien aceptó feliz—. ¿Qué sucedió?—le interrogué intrigado.

—Digamos que dejé la universidad porque no quiero ser arquitecto—explicó difícilmente. Caminaba de un lado a otro, sin mantenerse quieto y veía el reloj cada tanto.

Nos mantuvimos así, yo revisaba que mis pertenencias estuvieran completas mientras lo veía desesperarse, ¿hablará en serio? Continué arreglando algunas cosas, preferí traer las valijas allí para no tener que cargarlas todas juntas aquel día. Mara hará igual, sólo viene más tarde. México, aquí vamos, suelo ponerme nervioso; pese a esto, intentaré evitarlo. Los nervios pueden traicionarte y costarte caro, necesitaré hablarle a Gopal.

—¿Llegaron?—preguntó, nadie entró ni tocó nuestro timbre así que empecé a mostrarme serio.

—No, ¿de verdad abandonaste tu facultad?—pregunté sorprendido, Matías asintió suspirando hondo. Debe necesitar sabios consejos de algún ser superior—. ¿Y le dijiste a tus padres?

—Sí, tengo una semana para buscar otra carrera o sino tendré graves problemas—quiero ayudarlo, veamos, ¿qué podría estudiar alguien como Noah? Claro, hablando de los viejos tiempos donde era adicto al... ya saben.

—¿Cuáles?—se encogió de hombros desentendido, tampoco sabía qué serían. Esperen, ¡he pensado! Sé por donde le iría bien, seguro amará ese trabajo—. Deberías estudiar medicina, tenés futuro, podés ser excelente ginecólogo.

—¿Gracias? Pero creo que no es zona mía—rechazó pensativo, sentándose sobre aquel sillón viejo que Noah quiere conservar. Según él, trae buenos recuerdos—. ¿Qué tal educación? Enseñar...—dudó unos segundos—, ¡biología! Sí, ¿puede ser?

—No, por favor, no—denegué aterrado, horrorizado y asustado. ¿Cuántos niños acabarían traumados? Además controlar alumnos requiere paciencia—. Llamala a Luz, ella sabrá qué decirte.

—¿Cómo no lo pensé antes?—rió burlándose de sí mismo, cogió su teléfono y salió al patio dejándone empacando solo.

Gran compañía, Matías. Gracias por dejarme hablando con las pareses y mi segunda guitarra rota. Esta vez los responsable son un niño pequeño que no supera los cinco años y cierto adulto de más de veinte.

Aún lo acaricio, aunque esté vacío sigo imaginando a mi pequeña dentro. Ahora sé que Daimon si la hubiera querido y aceptado, también puedo darme cuenta de que ha llorado. Viene hacia mí con los ojos rojos, camina despacio hasta encontrar lugar donde sentarse. Trae consigo algunos papeles, entre estos reconozco la ecografía de Ailín que le di para pudiera verla detalladamente. Tampoco quisiera regalársela, planeo quedármela yo.

Pese a que ni siendo madre he cometido varios errores. Amor, ¿te fuiste porque estuve ocultándote? ¿Querías ir al médico antes? ¿Necesitabas a tu papá? Sea lo que haya sido, por favor perdoname, Ailín.

Lamento haber considerado darte en adopción.

—El doctor dice que te dan de alta la próxima semana—anunció manteniendo su voz apagada. Divagaba observando aquella paredes blancas, ¿qué estará pensando? Asentí sin mirarlo pues todavía prefiero evitar hacerlo—. ¿Por qué no me dijiste nada? ¿Sabés cuán tarde es? Ha muerto, ella...—guardó silencio. Creo que supo cuáles serían los efectos de sus bruscas palabras.

—Murió cuidándome—completé arrepentida. Ailín, ¿puedes otorgarme otra oportunidad? Juro amarte desde siempre, ¡perdón! Nunca quise dejarte sola—. ¿Podés darme...?—señalé aquellos documentos, él asintió entregándomelos.

—Voy a resumírtelos—tosió buscando clarar cierta voz quebrantada que no podía quitar—. Ella recibió aquel golpe, vos sólo recibiste moretones. Cuando se abrió la bolsa de aire, hirió tu vientre y Ailín estando allí, resistió poco muriendo después—contó destrozándome, haciendo que mis desaires volviera. Otra vez comemzaba a insultarme yo misma.

—Gracias—respondí sarcástica.

—¿Acaso nada te importa? ¿No llegaste a amarla?—cuestionó molesto, ¿está fingiendo? Ailín, disculpa de nuevo, continúo cometiendo ese mismo error. Enamorarme del hombre más desatento que vi.

—Era sarcasmo, idiota—espeté enojada, abrazándome y sintiéndome vulnerable. Expuesta, a punto de estallar—. Ella merecía alguien mejor como padre, vos nunca hubieras podido darle todo el amor que necesita.

—Estaba dispuesto a cambiar, quería serlo realmente—habló serio, jamás había notado aquella actitud. Fría y sensible, ¿qué le pasa? ¿Tanto puede costarle expresar sus verdaderos sentimientos?—. ¡He llorado por ella!—admitió mirándome.

—¿Crees que soy igual a vos? Sí, ya sé—hice referencia a todas aquellas veces que desmostró cómo era—. Presto atención.

—No estás ayudándome, somos amigos todavía, ¿no?—preguntó cabizbajo, ¿está nervioso? Pocas ocasiones saca esta faceta.

—¿Por y a qué debería ayudarte?—planteé decidida. Quien debería recibir ayuda no es él, acabo de perder a mi hija, ¡quiero tenerla aquí!—. ¿Amigos decís? No, olvidate.

—¿Porque también te gusto?—inquirió haciendo restar esperanza.

¿A qué vino eso? No sé si estoy sorprendida debido a semejante cuestión o aturdida por el "también" que viene allí. Sonará raro, pero Daimon nunca muestra genuino interés hacia mí.

—Pues sí, digamos que... ¿nací ciega? Debo comprarme unos buenos lentes—sonrió. Podrá parecer extraño, sin embargo, no siento ninguna especie de nervios. Quizás esté consiguien calmar nuestea tensa atmósfera—. Todo pasó cuando...

—¿Qué tal estuvo, a propósito?—interrogó, bien, no me enojaré. Es hombre.

—Ni idea, estuve drogada—le recordé sintiendo menos incomodidad—. Vos debiste estar igual, esa mañana salí a comprar una píldora del día siguiente que obviamente no encontré—aclaré aunque haya sonado lógico.

—Pensaba decírtelo antes...—murmuró riendo, luego de mucho. Y volvió a ponerse serio cuando vio mi abdomen—. Me gustabas, en presente digo—corrigió nervioso—. ¿A vos puedo gustarte?—preguntó Daimon, bajó su cabeza otra vez evitando mirarlo. Ailín, te extrañamos demasiado.

—Supondré que sí, ella quería estar con vos—mencioné nostálgica. Fueron pocos días, no obstante, sentí pasar alguna eternidad—. Y bueno, estará bien ahora.

—Las quiero—confesó resaltando dicho plural.

Ailín, tu papá y yo necesitamos de tu presencia acá dentro. Aún siento como si estuvieras dentro mío moviéndote, queriendo comer chocolate y aguatando los comentarios sobre adopción.

Estuviste adentro, simplemente queriendo ver la luz. Y fui una incapaz porque debí cuidarte mejor, amor, siempre te tendré en mi corazón. Desde ya siento tu vacío, quema horrible, ¿sabes cuánto anhelo poder tenerte aquí? Quiero verte, ¿cómo serías? No me importa a quién vayas a parecerte, quiero tenerte conmigo. Papá también, sí, dijo que estabas hermosa siendo un punto blanco. Por favor, regresa... aunque pido sabiendo cuán imposible es aquello.

Tuve oportunidad, pasó aquel tren y lo eché a perder.

***
Finalmente puedo sentirme libre, ahora brazo a una persona que no es capaz de golpearme ni tratarme mal, mucho menos hacerme sentir inferior pese a la posición social alta que mantiene. Muchas chicas sufren violencia doméstica por parte de nosotros, los hombres, pero también puede revertirse aquella situación. Ella solía insultarme, herir mis sentimientos, humillarme, criticarme, y pienso que estaba usándome sólo para subir su gigantesco ego colosal.

Creía sentir amor, cuando sólo se trataba de algo tóxico. Muchas veces lloré al enterarme del "otro" que en realidad fueron muchos. ¿Cuántas veces pudo haberme sido infiel? Dolía, tiempo pasado. Aprendí a recordarla sin sentirme dolido.

—Te admiro—soltó de repente, tomándome por sorpresa. Ella no expresa mucho sus sentimientos a menudo, ¿a qué se habrá debido su confesión?—. Perdón, olvidá lo que dije, estaba pensando.

—No, ya dijiste algo—reí abrazándola, fue incapaz de rechazarme. Al contrario, me abrazó más. Es inútil compararlas, por obvias razones ella siempre tendrá mi corazón consigo. Pobre, clase baja, limpiavidrios, ¿y le importó? No, supo aceptarme así—. Explícalo, quiero saber.

—Cualquier chico odiaría a las mujeres porque una fue mala—explicó observándome, ¿dónde conseguiría alguien con esos hermosos ojos verdes?—. Vos nunca has tratado mal a ninguna.

—No quiero ser igual, y tampoco soy cualquiera, linda—decidí aclarar haciéndola ponerse nerviosa. Fui muy afortunado, ¿cómo estaría si...? Basta, prefiero imaginar cosas buenas y agradables—. Eres especial.

—Bipolar, querrás decir—corrigió borrando esa preciosa sonrisa. Comencé a extrañarla rápido—. Lo siento, otra vez, estuvo pésimo viniendo de mí—hizo que recordara malos tiempos.

Hay un detalle que la diferencia de mi ex novia, ella pidió perdón. Sí pudo herirme, pero estamos mejor. Y jamás llegó a discriminarme, creo que está encantada conmigo.

—¿Cuánto me quieres?—pregunté, quizás sonando muy cursi. Ella se puso pensativa, ¿quién hubiera dicho que yo podría enamorarme de alguien así? Suele mostrarse tímida, guardándose dentro todas sus emociones.

—Bastante, ¿querés que te diga algún número?—asentí abrazándola más fuerte. En efecto, estoy perdidamente enamorado, ella pudo aceptarme—. Pues no hay.

—Tendré que contentarme con eso—sonrió de nuevo, y corrí un mechón del cabello largo que tiene hacia atrás—. Yo sí te quiero.

—Ya sé, pasa igual conmigo aunque no lo grite a los cuatro vientos como vos—retrucó riendo. Su cabello empezó a agitarse víctima del aire, ¿siempre habrá sido así?—. ¿Puedo preguntar por qué estás enamoradode mí?—interrogó pensativa. Vaya, buena pregunta, amor.

—Porque no juzgas sin conocer, ayudas a las personas, alegras mis días y tienes lindos ojos—confesé mirándola, ella buscó otro punto donde ver—. Podría seguir, ¿sabes? Y jamás acabaría.

—Sos tierno, muchísimo—afirmó evitando mirarme. Apuesto a que se sonrojó, debe verse bonita—. No entiendo cómo ella pudo dejarte ir...—murmuró, habiéndose librado del abrazo, unió nuestras manos.

—Olvídala, tengo esos años superados, era tóxica y plástica—recordé con amargura, ¿qué pensé entonces? Estaba ciego.

—¿Qué mierda estabas pensando?—cuestionó haciéndome reír por dos cosas: preguntó lo mismo que yo y logró enseñarme a recordar riendo.

—Sin comentarios—reí besando sutilmente su mejilla, ella ama ese detalle—. Tú tienes mejores gustos—añadí haciéndome alusión. Ella rió negando, divertida debido al humor que llego a tener ciertas ocasiones.

—Obvio, sólo rubios—se recostó mi hombro mientras que comenzaba a jugar con nuestros dedos entrelazados—. Sos lindo, hablando en serio, podés resultar atractivo.

—Gracias, hermosa—sonreí contagiándola. Gran espectáculo es verla sonreír—. Adoro tus preferencias románticas, escoges bien y no a quien sea.

—¿Ves? No soy ciega—¿debo tomarlo como indirecta? Sonó así—. Califico varios aspectos, vos cumpliste todo, entonces acá estamos—agregó ella.

—Te quiero—ni le di tiempo a contestarme. Besé sus labios antes.

Al principio no supo cómo responder, luego terminó soltándose. Aquello de que tiene experiencia y salió con un montón de chicos, parece mentira. Aunque asegura que sí, ¿estará mintiendo? Da igual, siempre voy a tener competencia.

Pienso en las palabras de mi amiga, tiene razón. Es como si odiara a todos los hombres por igual cuando Milo y Daniel no son la misma persona. Él parece distinto, sí, prefiero dejarlo allí porque nunca puedes conocer del todo a una persona. Quién sabe, podría haber intando violar a alguien. Y hablo en serio.

Pueden mantener faceta tierna mientras que dentro tienen deseos de consumirte. Debo tener cuidado, ahora me cuido a mí misma. Seré lo primero aquí, estoy viviendo aunque tarde o temprano volveré dejando este mundo.

—Valen, ¿dónde estabas? Te estuve llamando—manifestó alarmado, ¿acaso no puede dejarme en paz? Mierda, ¿habrá gas piemienta dentro del hotel?—. ¿Estás bien?

—Sí, no quise contestarte—respondí enojada, sin tener algún motivo exacto podía mostrarme enfadada. Quizás no haya perdonado a Daniel, ¿viviré llena de rencor?

—¿Tanta cólera te doy?—interrogó confundido, ¿tan difícil se le hace entender que lo quiero lejos?—. Nunca hice nada malo, vos sí—añadió recordando aquel episodio detestable.

—Sos hombre—respondí sintiendo extraña repulsión dentro mío. Antes era distinto, ¿qué hicieron conmigo? Juro haber sido cierta chica amable y sonriente que no discriminaba jamás—. Mantenete alejado, das...

—¿Qué?—llegó a interrumpirme—. ¿Asco? ¡No soy Daniel! ¡Superalo!—exclamó molesto, ¿cansaso de malos tratos? Has empeorado todo, ahora sí estás colmando mi paciencia—. Estás enferma, paranoica, ¡me preocupás!

Eso dicen todos. Siempre terminará mal. Resulta pésimo si quiera intentar tener algo.

***
¡Hola!

Weno, aquí va otro capítulo xd espero que les guste ❤

¿Creen que Valentina tilde a todos por igual? ¿Estará exagerando? ¿Quiénes son los del Flasforward? ¿Con quién habrá sido dicha relación tóxica? ¿Matías encontrará su vocación? ¿Ailín ha muerto del todo?

Veremos pronto el ansiado viaje 😁 y el próximo capítulo será el martes o lunes 🤗 donde aclararé algunas cosas.

¡Nos vemos pronto! 👋🏻

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