Capítulo 33: ¿Hay algún hombre que ames?
Toco mi vientre como de costumbre, él está quieto y permanece así ante mi tacto. Da igual, no esperaba que se moviera porque nunca lo ha hecho ni creo que tenga pensado hacerlo, sin embargo su papá quiere eso. Desea sentirlo dentro, yo también; sin embargo, voy a esperar todo el tiempo requerido, ya que tampoco quiero forzarlo. Ayer llamamos a la doctora, quien atenderá mi primer parto, para preguntarle sobre nuestro viaje y los cuidados que deberé tener. Viajaremos lejos, no demasiado pero debo tener cuidado con Dante.
Sí, al final decidí ponerle Agustín de segundo nombre. Franco logró convencerme. Aguarden... ¡sentí algo!
—¡Está moviéndose!—exclamé emocionada. Él vino corriendo, casi suelta su celulae debido al sorprendente anuncio. Por fin dicidió moverse, ¡aleluya!—. ¿Contento? Puedes dejarlo tranquilo ahora.
—¡Muy bien, hijo! Otra vez, vamos...—fruncí el ceño molesta, Franco rió dejando un beso allí causando otro movimiento que le emocionó bastante. Y a mí de igual forma—. ¿Ves? Está feliz, quería hacerlo desde hacía rato.
—Puede asustarse dentro del avión—expuse abrazándolo. Sigo considerando que es algún tesoro, premio de la vida por haber cambiado y superado tantos obstáculos—. ¿Qué hacemos entonces?
—Calmarlo, aunque dudo mucho—contestó abrazándonos. Quiero incluir aquel tiempo plural, somos dos, ¿no? Si contamos a Franco, tres—. Seguro será valiente.
—Y ojalá podamos ser los mejores padres, no tenemos experiencia—recordé nerviosa. Seis meses, cada vez falta más poco, ¡voy a poder verlo! Durante todo estos días he estado pensándolo—. Espero que resulte bien, sabes cuántos errores cometí.
—Pasa igual conmigo, ¿recordás cuando tomaba? Quiero darle buen ejemplo de lo que nunca debe hacer—afirmó, nada orgulloso del pasado. Tenemos uno sombrío, llamándolo ameno estaríamos mintiendo—. Vamos a hacerlo juntos siempre, ¿okey?
—Prometé aguantarme en el último mes, estaré insoportable—carcajeé riendo, di suaves golpecitos encima de él. Pronto empezaría a patear y notarse sus patadas. Estoy preparándome, obviamente aquella experienca quedará grabada aquí dentro mío—. Estará, mejor dicho, Dante puede parecerse a vos.
—¿Yo? No creas que ignoraré tu indirecta—contuve mis risas. Tuve cuatro antojos hoy, todos fueron limonada. Agus, ¿podrías tener gustos variados?—. ¿Quiere comida?—preguntó sonriente. Le encanta cumplir sus gustos, ni idea cómo consiguió vinagre la semana pasada a medianoche.
—Quizás luego—respondí acariciándolo. Amo tenerlo cerca, estamos unido mediante ese cordón umbilical—. ¿Empacaste? Tenemos pocos días, recordá...—asintió alejándose, buscando aquella cámara forográfica que nos acompañará a México—. ¿Qué hacés, Franco?
—¿Foto de embarazada? Si no pensará que lo adoptamos—se burló señalando al niño. Sonreí negando, esto acaba de darme otra idea que no podré desperdiciar—. ¿Lista?—consultó preparado.
—Pará, ¿decís que vas a fotografiarme así? Dejalo para el viaje, ¿estás viéndome? Ni he tenido tiempo de arreglarme por estar hablándote—giré tirando hacia atrás mi cabello. Al no sentir ningún flash, quedé más tranquila—. A propósito, podemos ir comprando ropa.
—Siendo sincero y sin ánimo de ofender, tengo miedo de que salgamos a comprar nosotros solos—admitió dejándome confundida, ¿qué piensa que soy yo? Compro civilizadante—. Te imagino entrando a tiendas dejándolas vacías hasta quebrar—oh sí, tiene razón.
—¿Querés dejarlo así? Dante necesitará vestirse, a no ser que quieras de primer nombre Agustín—amenacé sonriendo autosuficiente. Hice bien, podemos aprovechar los momentos y recorrer México. Pensamos que estamos perfecto así, no requerimos representante—. Y sí, es amenaza.
—Ya qué... ¿puedo llevar a Manuel y Joaquín las primeras veces?—le rechacé contenta. Quizás quiera hacerlo sufrir mucho—. Que quede claro, esto lo haré por vos, hijo—señaló mi abdomen abultado.
—Preparate—indiqué saliendo del lugar, adentrándome dispuesta a llegar al cuarto vacío donde dormirá él. Franco me sigue desde lejos y piensa que no logré percatarme.
Reía alegre, varias madres abandonan a sus hijos dejándolos solos, ¿cómo tienen corazón suficientes? Son bendiciones hermosas, milagros que llegan decididos a regalarnos sonrisas inolvidables. Pequeño, ¿cuánto viviremos juntos? Sólo perdónanos si cometemos errores, somos primerizos.
Pero te amamos.
Siempre será así, aunque nos equivoquemos incontables veces. No sabremes de qué forma cambiarte, darte de comer, vestirte o hablarte. Sin embargo, amarte será tarea fácil. Mira nada más, ni si quiera has nacido y ya te amamos. Intentaré que tengas hermanos, pido disculpas de antemano en caso del fracaso. Dante Agustín Alfaro Medina, espero que llegue a gustarte tu nombre. Llevo soñándote e intentando descifrar tus facciones, ¿tendrás ojos verdes o cafés? Bueno, aquel detalle realmente no tiene importancia. Vos sí, muchísima, y voy a protegerte.
***
—¡Jazmín!—la llamó Ally, tiene apenas cuatro años igual que el hijo de Valentín y Devi. Jaz deja, por fin, a Nicolás tranquilo yendo al encuentro del sonriente rosteo que trae su hermana.
Viene hacia aquí, caminan hasta mí charlando, haciendo también crecer extraños sentimientos. Creo que ella está demasiado feliz cuando están juntos, ¿le gustará? Aquella pregunta retumba dentro mío, causándome peor sensación adentro.
—Mi batería está baja, ¿podés decirle a papá que ya voy?—asentí sonriente, sacudiendo mi cabeza para quirar dicha rara emoción, ¿será normal? Tal vez porque acostumbro a ser yo quien pase tiempo junto a él—. Gracias, Allyson quiere irse ya. Nos vemos, chicos—quiso despedirse, no obstante, al tener ambas manos ocupadas decidió dejarlo así.
—Adiós, cuidate, Jaz—me despedí sonriente. Hubiera querido tener una hermana menor, sería lindo, ¿no? Aunque quién sabe si podría ser tan buena como ella.
La vi alejarse teniendo a Ally tomada de la mano, cruzaron hacia el otro lado del parque y volví a sentir ese típico vacío. Siempre está presente, jamás para ni ha cesado, diría que aumenta a gran velocidad. Tal vez por eso Jazmín es sociable mientras que continúo teniendo demasiada timidez. Caminan riendo juntas, olvidando años de diferencia. Recuerdo cuán feliz se puso cuando le dieron esa noticia, rompió a llorar más que sus padres. Estábamos juntas y seguro forma parte de los mejores recuerdos que tiene.
—Oye, casi no hemos hablado, ¿qué tal?—preguntó Nico, nosotros quedamos solos. Él vive lejos, según sé, y trabaja aquí cerca. Todavía es temprano, así que podemos quedarnos.
—Bien—respondí sintiéndome invadida. Las emociones poco a poco fueron terminando esfumadas, igual que Jazmín y Allyson.
—¿Segura?—asentí confundida. No lo sé, dejá de presionarme—. Puedes contarme, ¿si? Nunca te traicionaría—típica frase. Pensándolo mejor, nadie debería decirlo, siempre hay algo que no soportaremos escuchar. Y prefiero sinceridad ante todo.
—Claro...—murmuré cabizbaja. Esto impide verlo de frente, estoy comenzando a preocuparme. Oigo una risa autosuficiente, hace que levante mis ojos hacia él y ríe otra vez—. ¿Qué?—sonreí, mientras jugaba cariciando césped entre mis dedos. Estamos bajo este gran roble, hace tiempo vive acá.
—¿Celosa?—cuestionó riendo.
—No—negué rápido, podrá ser cualquier cosa menos aquello. Esos sólo existen en relaciones amorosas, Nico es amigo mío—, todo normal.
—Supongamos que he elegido creerte—expuso pasando su brazo sobre mis hombros. Maldita sensación estomacal, dejame tranquila ya—. Eres muy impotante para mí, te dije, ¿verdad?—interrogó ocasionando dos sonrisas mías. Primero quise borrarlo, después acabé vencida.
—Sí—recogí una flor caída del roble. Violeta, mi color favorito desde que recuerdo—, pero hace tiempo, ¿recordás todavía?—creí arruinarlo, borré aquella idea tras recibir tres besos seguidos. Él matuvo, dueante años, una relación tóxica con alguien que prefiero no nombrar.
—Obvio, ¿debo hacerlo más seguido, linda?—cursi, Nicolás hacés que... ni sé qué, ¿ves las consecuencias de tus actos? Arrepentite ahora. Volví a asentir sonriendo—. Habla, por favor.
—¿Soy de pocas palabras?—pregunté desentendida.
—Introvertida, seguro amas leer—adivinó él. Quizás sea bastante fácil, traigo libros del colegio a casa frecuentemente—. ¿Vas a fiestas?—inquirió tratando de adivinarlo.
—¿Vos qué crees?—sacudió sus rubios cabellos y vaya, los peruanos no está nada mal. Tiene bonitos ojos cafés claros—. Podés adivinar, vamos, sí leo libros y...—dejé incompleta la frase esperando que pudiera conrinuarla.
—¿Bebes fernet?—estaré sencilla, puede leerme con mucha facilidad por lo visto—. Y sales acompañada, sacas buenas notas... listo, no imagino más, ¿correcto?
—Exacto, permitime invitarte un helado, ¿sí?—suspiró resignado al darse cuenta de que igual, sólo traía para su pasaje. A mí, honestamente, puede valerme mierda aquel dinero. Veo más allá de bolsillos, ¿guita? Eso es lo de menos—. Vení, Nico.
—Gracias, te debo varias—sonrió tomando mi mano, ayudándome a ponerme de pie. Guardé aquella flor violeta dentro del bolso que traje conmigo—. Y adoro verte sonreír.
Basta, voy a terminar enferma. Las sensaciones raras han vuelto, ¿qué son? Nicolás, ¡evitá hacerme esto! Puedo invitarte cuantos helados quieras.
Milo está llamándome otra vez, me tiene harta. Corto, dispuesta a seguir hablando con mi amiga, necesita mucho de mí. Aunque hay algo raro aquí, esa doctora tiene gato encerrado, mientras debo cuidar a Gala como si siguiera embarazada. Ella ha dejado de llorar, guarda silencio al tiempo que seca sus lágrimas y respira profundo. Pasó todo demasiado rápido, ni lo hubiera creído.
—¿Por qué tratás mal a los hombres? Joaquín dijo que fuiste algo...—dudó sobre qué palabras usar, luego decidió continuar hablando—. Grosera, y tratás bien a Daimon porque nosotros...—otra vez no supo cómo seguir—. Eso, ya sabés.
—Sólo quiero protegerme, es fácil—expresé dolida, recordar mi pasado duele muchísimo. Suicidio, ¿qué mierda estuve pensando? Le di todo, ¿qué verga estuvo imaginando él?—. Mantenerme alejada de relaciones tóxicas, no quiero otro Daniel.
—Debes dejar ir tu antigua vida, te hace daño—intentó sonreír acariciando su vientre supuestamente vacío. Lo he dicho, sin embargo, volveré a hacerlo: no creeré cualquier cosa que diga. Fui idiota, ahoea cambié—. Suicidarte fue mala decisión pero hecho está, dejá que el viento se lleve los recuerdos.
—Ni entiendo cómo pude amarlo tanto...—saboreé aquel sabor agrio del pasado cruel. No sé quién pudo lastimarme más, ¿Daniel o yo misma?—. Oye, estamos hablando...—quizás charlar sobre mí y olvidar ese accidente reciente ayude, debo distraerla—. De épocas lejanas, era diferente ahí.
—¿Sonreías?—asentí trayendo mal semblante—. Jamás desde que nos conocimos he imaginado tus sonrisas frecuentas, sonreís poco y gritás mucho—expuso Gala postrada en cama, tal vez de forma inconsciente frotaba aquel plano abdomen—. ¿Hay algún hombre que ames?
—No, prefiero guardar distancia—respondí fría. A Daniel dejé de amarlo hace muchísimo, unos años atrás digamos—. Son malos, machistas, te bajan y prometen cielos y estrellas para darte espinas.
—Voy a demostrarte que estás equivocada algún día—afirmó segura, ¿cómo puede estarlo? Tampoco quiero amar, así que aclarando el detalle se vuelve imposible—. Tarde o temprano amarás.
—Respeto tus opiniones—sonreí confiada, eso nunca pasará. Puedo estar equivicándome, pese a esto, prefiero estarlo a entregar cuerpo y alma. Literal—. Pero no las comparto, ¿okey?
—Pronto, Valen, estoy decidida—sonrió aún débil emocionalmente. Aquella fortaleza merece respeto, admiración e incluso, inspira a personas. Desearía haber sonreído igual y así no terminaría tan repentinamente aquella vida que tuve el honor se tener—. Siempre llega alguien, sea de la edad que sea—añadió, a lo cual fruncí mi cejo confundida. Gala no quiso explicarme.
—¿Cuándo saldrás?—pregunté cambiando tema, aquello pareció darle igual.
—Preguntá vos, no me dijeron nada—contestó ella, haciéndome una petición. Espero que rápido, extraño tenerla cerca y platicar dentro del hotel—. Gracias por distraerme conversando sobre temas dolorosos para vos.
—Debo dejarlos ir—admití dándole razón alguna.
Estaré bien, seré libre. Pasado, sangre, heridas y lágrimas infinitas; hoy estoy decidida a soltarlos de forma permanente. Debí haberlo hecho hace tiempo, ¿qué estuve pensando? Siempre será solución fantástica aplicar cierta orden de soltar. Mis latidos estuvieron pidiéndolo a gritos y no fui capaz de escucharlos, darles suficiente atención. Suertw que puede remedirlo ahora.
Presiono con fuerza, está algo dura pero continúo haciéndolo varias veces. Recorro su cuerpo utilizando mis manos, tras haber tocado un poco, me coloco encima. Acaricio sintiendo demasiado el placer almacenado dentro de mi cuerpo, dicen que un clavo saca otro, ¿será cierto? Escucho sonidos placenteros salir, yo también los hago moviendo lentamente aquellos labios que quise utilizar teniendo abajo este gran órgano.
Sí, este piano ayuda a desconectar.
Tomás y Noah rompieron esa guitarra que compré tras la tragedia fiestera, como decidí llamarla, aunque duele menos pues no tengo recuerdos con ella.
Adiós, buena vaquera. Vendrán otras mejores.
***
¡Hola!
Sí, así es... tengo una sola cosa para decir: LAS NARRACIONES PERVER DE MANUEL HAN VUELTO 🤣😂🤣😂 ahora con un piano porque le rompieron otra guitarra 🎸 y esta vez no fue Gala
¿Qué les pareció este capítulo?
¿Creen que Valentina pueda amar a algún hombre? ¿Qué tanto daño le hizo Daniel? ¿Serán secuelas de la relación tóxica? ¿Azul y Franco serán buenos padres? ¿Cómo será Dante? ¿Quiénes son Jazmín y Allyson del Flashforward? ¿De quién es hijo Nicolás?
¿Manuel es pervertido? 😏😏😏
La dinámica hasta ahora será Exponiendo Infieles, a no ser que haya más votos allí 😁 tenemos un Reaccionando a memes.
¡Gracias por leee! 💚 Se les ama mucho, ¡hasta pronto! 👋🏻
PDT: ¿Mal pensaron otra vez la narración de Manuelito?
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