Capítulo 27: Confiá en vos

—¿Entonces cuando pensás decírselo a tu papá?—le pregunté esperando pronta respuesta pues iba casi por la mitad. Si quería renunciar a ser arquitecto, debía comunicárselo cuanto antes. Y no, al final.

—Ni idea—negó sincero, tan perdido como lo supuse—. Quiero hacerlo el fin de semana, creo que será buen momento porque pasamos en familia y tendremos… ¿privacidad?—dudó un poco nervioso—. Sí, este sábado les diré.

—Estás haciendo bien, aunque quizás muchos te digan que haces mal y arruinás tu vida—intenté anticipar ciertos comentarios negativos, seguro llegarían algunos haciéndolo retroceder sobre sus pasos dados—. Tenés que mostrarte firme, eso es lo primero.

—¿Y si aun así continúan poniéndose contra mí?—cuestionó, posiblemente esté imaginando la oposición que mostrarán. Su papá, especialmente, él quiere una carrera de gran dinero—. Mi argumento sólo es… ¿qué tengo que decir?

—No harás algo el resto de tu vida si no te gusta—respondí tratando de darle seguridad. Eso necesita, por lo contrario, pueden derribarlo y pasará los días como arquitecto—. Matías, sé que es difícil pero vos podés.

—Después preguntarán qué quiero estudiar, ¡y yo no he decidido!—exclamó exasperado. Entiendo ese punto, pero puede solucionarse. Algo debe gustarle a él, y será detonante para encontrar su verdadera vocación.

—Decidirás después, ahora pensá en vos—pedí queriendo hacerlo razonar—. Todos los días, de lunes a sábado, despertar e ir al lugar que tanto odias. ¿Acaso suena feliz?

—Pelear con mis padres tampoco será alegre, puedo sacrificarme por ellos—pensó en voz alta. Pareciera que está a punto de desanimarse, ¿en serio? Costó muchísimo si quiera que considerara esa opción.

—No te permitiré echarte para atrás—afiancé. Sí, carezco de dudas y sé cuánto puede triunfar. Odiaría verlo infeliz siempre, aunque mi estadía aquí sea efímera—. Deciles la verdad, son tus padres, ellos sabrán entenderte.

—¿Pensás eso?—asentí alentándolo. Yo pienso que necesita confianza, puede mostrarse arrogante; sin embargo, en esto es todo lo contrario.

—Sí, ¿crees que desconfío de vos? Podés lograr cualquier cosa, siempre y cuando quieras—aclaré para evitar caer en conflictos. Matías, respecto a esto, duda demasiado. Quiere mantener contentos a todos, y será imposible durante cierto tiempo.

—Sólo espero encontrar trabajo en algo que realmente me haga feliz—deseó con incertidumbre puesto que aquel futuro perteneciente a él, se está desvaneciendo al Matías escoger cambiarlo por otro—. Tal vez prefiero esa alternativa, siendo arquitecto no podré vivir sonriente. Pasaría noches enteras preguntándome qué hubiera sido si hubiese tenido el coraje necesario.

—Vivirás arrepentido, tenés que actuar ahora porque de esto depende tu vida—le recordé resaltando la penúltima palabra—. Sé quien quieras, yo no podré quedarme pero quisiera irme sabiendo que serás feliz.  Confiá en vos.

—Te extrañaré mucho—confesó evitando mi mirada. Volvió a ponerse tenso como aquella vez anterior que hice alusión al mismo tema.

—Yo también—admití desconcertada, debido a su repentino cambio.

¿Estaré haciendo mal recordándole lo que tarde o temprano pasará? Tengo los días contados. Yo desconozco fechas, pero Iris sabe cuándo será. Ella tiene en sus manos nuestro destino.

Juego con mis dedos, nerviosa por ser la próxima en entrar al consultorio, aunque no estaré sola porque Valentina me acompañará. Le hice jurar solemnemente que entraría conmigo, y accedió sabiendo que sólo tengo su compañía. Nadie más está junto a mí, muchos menos Daimon pues sigo sin tener aquel coraje requerido para decírselo. Quizás jamás lo sepa, puedo ser demasiado cobarde y huir lejos borrándolo del mapa, desapareciéndolo de mi vida. ¿Ella se merece eso? No, pero tampoco quiero que tenga un mal padre. Él piensa en viajes, misterios, estudios y nunca estaría dispuesto a dedicarle tiempo.

Tal vez esté proyectándome mucho, no obstante, ¿qué puedo decirle si algún diga pregunta por él? Lazos sanguíneos los unirá, así odie ese detalle. También, herederá algunas características que le pertenecen.

—Gala Novoa—llamó aquella sonriente recepcionista. Evitando pronunciar palabra, gradecí su amabilidad, sé cuánto me temblaría la voz articulando una sencilla oración—, puede pasar ahora.

—Todo saldrá bien, quedate tranquila—intentó tranquilizarme susurrándome al oído, debió verme mal y notar aquellos odiosos nervios que albergo. Luego volteó hacia ella y preguntó—: ¿Es el consultorio de allá?

—Sí, esperen que ya se abrirá—asentí suspirando, estaba agitada, ¿tanto miedo tenía? Sobre todo, creo yo, que son las ansias. Quiero verla, necesito saber cómo está y si se está desarrollando como debe—. Cualquier duda o inquietud, estaré aquí.

Siento muchísima, bastante intranquilidad hace que tiemble mientras camino. Varias personas puede considerarme audaz, arriesgada, inteligente y carente de temores. Sin embargo, soy quien tiembla en estos momentos.

—Valen…—murmuré con suma dificultad. He atravesado situaciones peores y temo de forma horrible—. ¿Qué tal si Ailín tiene algo malo?

—Vos la cuidas muy bien así que no creo—negó segura, ¿he cuidado lo suficiente de mi hija?—. ¿Querés chocolate?—cambió el tema, desviando ciertas preocupaciones que hubieran llegado.

—Pará—guardé silencio buscando escuchar sus deseos, me gusta imaginar que Ailín puede hablar—. Sí tiene hambre, iré a buscar uno allí—señalé la máquina expendedora ubicada a mitad del concurrido pasillo.

—¿Sabés que todavía es muy pequeña? No pudo haberse movido ayer—aseguró Valentina, ¿acaso desconfía de mí? Lo hizo, estoy segura y no me he equivocado.

—Confío en sus capacidades, será muy inteligente—afirmé. Primera vez que dejo las dudas, durante todo el día fue imposible. Siento que ella inspira seguridad—. Y también, una niña—sonreí tocando mi vientre. Poco tiempo ha pasado desde aquella concepción, ¿puedo quererla así? Lleva viviendo dentro mío apenas un mes.

Caminé apresurada dirigiéndome a esa máquina para comprar cualquier dulce de chocolate. Si Ailín quiere comer, le compraré lo que tanto le gusta. Hago intentos, consiguiendo imaginarla únicamente dormida. Quisiera saber qué clase de rostro podré darle, espero que pueda vivir sin tenerme rencor porque considero la idea de abandonarla. Soy joven, no poseo experiencia y su padre ni sabe sobre mi embarazo. Además, continúo sintiéndome incapaz de hacerme cargo.

Simplemente, quiero que tenga buena vida y yo, poco puedo ofrecerle.

Saco una barra tras insertar el dinero, después siento a Valentina empujarme contra la pared causando que quede cubierta por aquella gran máquina. Llevé mis manos hacia Ailín, desesperadamente intenté protegerla y evitar que se golpee.

—¿Qué te pasa?—cuestioné alterada. Ella observó volvió a ver al pasadizo, más tarde exhaló aliviada—. Pudo haberse golpeado.

—Franco y Azul están aquí, ellos habían entrado—explicó regresándome los nervios. Gracias, Valen, cuánto necesito a esos malditos—. ¿Querías que te vieran?—denegué de inmediato, aquello levantaría sospechas. Aunque sé que deben tener varias—. Bien, vamos, tu hija quiere ser vista.

Entre tantas clínicas, hospitales y maternidades habidas en Buenos Aires. ¿Tenían que venir a esta? ¿Era tan necesario? ¡Podrían haber ido al hospital municipal! Definitivamente no tengo suerte.

Entramos al consultorio cuando ellos se fueron, Valentina se animó a hablar primero. Sabía que estaba nerviosa, y no podía. Miles de sentimientos me invadían: arrepentimiento, amor y preocupación.

—Buenas tardes, veníamos para consulta…—saludó ella sentándose frente suyo. La doctora asintió revisando algunos papeles, supuse que serían de algunos pacientes—. Mi amiga está embarazada.

—¿Sos vos entonces?—asentí tímidamente. Lo sé, no se ve bien alguien tan joven así—. Vas a echarte aquí, te pasaré una especie de gel y veremos a tu bebé—indicó levantándose. Valentina sonrió dándome confianza, a lo cual intenté devolverle el gesto.

Segundos luego, la doctora levantaba mi remera y esparcía aquel extraño líquido sobre mí. Por suerte, eligió no preguntar respecto al padre. Su pantalla se encontraba encendida, aunque divisé un fondo negro, nada más. ¿Dónde está Ailín?

—Acá está—volteé instintivamente, Valentina hizo igual. Se puso junto a quien me revisaba el vientre y tomó mi mano—. Es pequeña aún, después crecerá.

Tuve miedo, inseguridad porque Ailín estuviera mal. Y probando que sí pude cuidarla, todo estuvo perfecto. Contuve las lágrimas en el instante que vi a ese punto rojo, quise entrar a la pantalla por más imposible que sonara. Posiblemente, haya estado equivocada respecto a mí, siendo madre.

***
Han pasado años después de aquel acto repugnante, sé cuán mal está pero preferí callar. Vergüenza, eso siento yo ahora, ¿qué más puedo sentir tras semejante abuso? Mi cuerpo, prácticamente me obligaron a entregarlo. Sólo tenía once años, apenas conocía sobre el tema y quizás el desconocimiento contribuya al silencio. He tenido que afrontar diversas situaciones adversas, este cosmos abarca vivencias amenas y hostiles. Quiero creer que en un futuro, pueda ser menos duro conmigo.

—¿Estás bien? Te noto distante, ¿por qué siempre eliges aislarte?—preguntó él obligándome a mirarlo, entonces contuve mis ganas de llorar. Nadie nunca supo algo y jamás lo sabrán. Opto por quedarme callada, es más fácil que afrontar circunstancias, ¿no?

—Estoy cansada, estuve empacando toda la noche—intenté justificarme. Odio guardarle secretos, sin embargo, debo cuidarlo también. Así nos enseñaron, debemos protegernos mutuamente—. ¿Vos ya empacaste?

—Sí, sabés que soy rápido y no hago tantos problemas…—¿acaso acaba de mandarme una indirecta? Comenzará con su juego otra vez.

—Yo me preocupo por llevar todo—aclaré fingiendo estar ofendida. Mañana saldríamos a primera hora, y aunque haya viajado en avión muchas veces, este viaje terminó causándome entusiasmo.

—¿Y aquello implica tardar horas? Literal, demoras demasiado—criticó aburrido. Rodé los ojos algo disgustada debido a su actitud. Él ni se imagina, no obstante, sus quejas hicieron que dejara de lado un momento escalofriante—. Mañana salimos temprano, ¿sí? No quiero que perdamos nuestro avión.

—Vos podés evitar demorar buscando comida—reí recordando la vez pasada. Casi perdemos el vuelo porque decidió ir a comer, y nosotros tuvimos que esperarlo—. Realmente, deseo viajar.

—Vas a hacerlo, después de todo te lo merecés y por nada del mundo, podría arruinarte esto—afirmó sonriéndome, levantando todavía más mi estado emocional—. Pero no sé si los demás puedan con vos, sos muy impaciente a veces.

—Jazmín es mi mejor amiga, ella me quiere así—aseguré sonriente. Esa razón hace especial esta aventura, iremos todos—. Creo que no podré dormir hoy.

—¿Ves? Calmate, ya estaremos allá pronto—sus palabras hicieron volar aquella rebelde imaginación que poseo y pensé cómo sería Cancún. Basta, no está ayudándome—. Soy pésimo disminuyendo tus ansias, ¿cierto?

—¿Podemos hacer o hablar de otra cosa? Sos el peor—le reproché a mi mejor amigo, porque ante cualquier cosa, mantenemos una amistad irrompible—. ¿Vemos películas? ¿Jugamos videojuegos?

—A ver, ¿vos compitiendo conmigo? Jamás has tocado la consola—se burló con crueldad y maldad—. ¿Cuánto querés apostar? Tengo mucho dinero que podría ser tuyo quedarse en mi billetera

—No, quien pierda debe cumplir un reto que propondrá el ganador—propuse pensando. Tampoco deseo perder mis ahorros, necesitaré para comprar algunos recuerdos del viaje—. Cuando lleguemos a Cancún, obvio no pienses que voy a esperar regresar.

—Bien, acepto—extendió su mano, la cual estreché sonriendo. Quizás cantando victoria antes de ganar. Confío en mí, ¿verdad? Puedo salir triunfante.

Todo fue extraño desde que desperté cierta mañana, en ropa interior y curiosamente solo. Para confundir más las cosas, Gala salió muy temprano sin tomar la molestia de avisarme. Sigo con aquella intriga, ¿a dónde fue? Porque luego, decidió mantener distancia conmigo. Hablamos cuanto sea necesario, pocas veces, nada es igual que antes. Quizás haya llegado a sentirse culpable, porque aceptó el trago del barman y bebimos, ambos nos sentimos mal. Después todos los recuerdos son vagos, casi nulos.

Me topé con una tremenda resaca al día después, ¿ella también habrá sufrido eso? Fue simple, después se empezó a distanciar muchísimo y no lo entiendo. Intentaré hablarle después.

—¿Puedo sentarme?—preguntó Joaquín, viniendo hacia mi mesa en el Vivero Bar. Tenía apariencia tranquila y parecía querer hablar de forma pacífica.

—Si querés, decime—sonreí intentando olvidar esos pensamientos.

Aunque él varias veces haya dejado ver su lado malo, insultando y buscando pelea constantemente. Supongo que ahora debe tener el tema de Gala más manejable, así que se comporta menos belicoso.

—Quiero hablarte sobre…—guardo silencio, queriendo darme a entender ese nombre. Me confunde, hace sentir raro y nostálgico. Gala, ¿qué estás haciéndome?—. Ya sabés, vengo a pedirte perdón por mi comportamiento inmaduro.

—No te preocupes, lo hecho quedó en tiempo pasado—aseguré sin rencores. Suelo ser una persona que perdona fácil, excepto cuando hablamos de mí mismo.

—¿Ustedes están saliendo o algo parecido?—inquirió interesado, pero no con el interés anterior. Maia estará feliz, ¡acaba de superar a Gala! Joaquín ha comenzado a crecer.

***
¡Hola!

Espero que les hayas gustado este capítulo ❤ ¿Qué les pareció? Vamos por el 27 y quizás pronto se venga alguna sorpresa inesperada u.u muchas gracias a quienes votan dándole la ⭐ Por otro lado…

¿Quiénes son los chicos del Flashforward y sus padres? ¿Qué le pasó a ella? ¿Franco y Azul descubrirán que Gala y Valentina van a la misma clínica? ¿Daimon aceptará a su hij@? ¿Será niño o niña? ¿Matías enfrentará a sus padres? ¿Qué carrera escogerá?

Tal vez se reencuentren con algunos personajes dentro de dos o un capítulo (creo xd) 😁 Ojalá les guste leer eso 📖

¡Nos vemos pronto y gracias por llegar hasta aquí! 😍 se les ama mucho :3

PDT: ¿Qué país les gustaría conocer algún día? 🤔

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