Acciones o canciones (Wontaek)
Huir de mi casa era muy fácil, casi tanto como saltarme las clases particulares de equitación o de francés, sin que mis padres se enteraran. Sé que algún día me pillarán y pondrán medidas, pero hasta que se de el caso, seguiré esquivando las cámaras de seguridad. Conozco de maravilla los puntos muertos, así que no es nada difícil caminar por la mansión hasta la salida sin que me vean.
Los únicos que tienen constancia de mis escapadas, es parte del personal que trabaja en mi casa. El dinero lo compra todo, al menos eso aprendí desde pequeño, y aunque no estoy de acuerdo, en este caso el apellido Jung me ayuda a comprar el silencio. George, el guarda de seguridad de la entrada, me abre la verja con una sonrisa y yo le agradezco nuevamente.
Cruzo la calle tapado hasta arriba, la chaqueta me viene tan enorme que cubre mi boca, y el gorro de lana junto al pelo que me tapa los ojos, solo hace que se me vea la nariz. Los tejanos no me abrigan mucho, y mis bambas solo me ayudan a caminar más cómodo. Llevo un atuendo que hace que una de mis vecinas se gire nada disimulada, seguramente pensando que soy un ladrón y no el hijo menor de la poderosa familia Jung.
Sonrío en silencio cuando no me reconoce y veo su cara mientras se aleja de mi como si fuera un bicho. Lo más seguro es que corra a contarle al resto de nuestro vecindario que hay un tipo extraño rondando cerca, así que ando más deprisa para salir de la zona. Cuanto más alejado esté, menos me reconocerán, pero antes debo pasar por un sitio, por suerte no muy lejos de mi casa.
Entro en la tienda, agradecido de estar en un sitio más cálido, y mi mejor amigo me sonríe con sus ya conocidos hoyuelos. Tiene las manos manchadas, tal vez de chocolate, pero se las limpia antes de salir de detrás del mostrador con una bolsita dorada.
- Ya los tienes listos, Taekwoon. – Y me la tiende.
- ¡Genial! Gracias, Hongbin.
Sinceramente, me hubiera encantado hacerlos yo mismo, pero en mi situación, si entro en la cocina tiene que ser solo para beber un poco de agua, y llamaría demasiado la atención que me pusiera a hacer bombones cuando en la vida he utilizado siquiera una sartén. Sé que también es más romántico regalar algo hecho con tus propias manos, pero a Wonsik le encanta el chocolate y lo va a apreciar, tanto si son caseros como si están comprados en la mejor chocolatería de Seúl.
Me despido de Hongbin y pongo rumbo a mi destino, con las manos metidas en los bolsillos y la bolsa colgando del brazo. Me mentalizó que tengo casi una hora de camino andando, no uso transporte público básicamente porque no tengo ni idea de como cogerlo, y el taxi no reconoce al barrio al que voy, además tampoco llevo mucho más dinero.
Me coloco los auriculares para que el recorrido se me haga más ameno, y la primera canción que sale de mi iPod es aquella que Wonsik me dedicó una vez. Sonrío porque también me recuerda a cuando nos conocimos, pues él solo iba con un pantalón de chándal y yo únicamente vestía de Versace. La letra habla de la famosa marca unida a unas palabras de amor que él no me dice, pero que me demuestra en cada encuentro.
Mi lista de reproducción va avanzando, es increíble lo mucho que ha cambiado mi gusto musical, ya que he pasado de la música clásica al rap, hip-hop y alguna que otra canción pop, que a Wonsik también le gusta. Las calles también cambian con mis pasos, pues las mansiones lujosas han pasado a ser pisos, luego a casas más humildes y sencillas, y finalmente, he llegado a aquellos muros destrozados llenos de grafitis.
Admito que tengo algo de miedo a pesar de saber que estoy en un país bastante seguro, pero sé que por desgracia existen personas que por mera desesperación roban o atracan, y tal vez en ese barrio están todas reunidas. Por muchas veces que vaya, siempre hay algo en mi interior que dice que huya, tal vez sea la voz chillona de mi madre, así que no le hago caso.
Giro por la calle del desguace, con torres de coches apilados y destrozados, continuo por la casa abandonada con un dibujo en la pared que me aterroriza, y finalmente cruzo la carretera con esa luz que parpadea. La noche ha caído demasiado rápido, haciendo las calles oscuras y tal vez más peligrosas. Suspiro fuerte antes de entrar por la puerta del local y bajo las escaleras.
El chico que vigila a los que acceden dentro me mira de arriba abajo, luego me sonríe y hace un gesto con la cabeza para que pase. Suelto todo el aire aliviado, al menos me ha reconocido de las veces que he estado allí. La música que no se escuchaba desde fuera, irrumpe en mis oídos y el fuerte olor a alcohol inunda mis fosas nasales. Hay tanta gente que me cuesta pasar entre ella, y me fastidia que la bolsita que llevo se esté destrozando a medida que avanzo.
Alzo la mirada en su busca, pero no lo veo, y no tengo ni idea de como encontrarlo entre tal cúmulo de personas. Wonsik no suele llevar el teléfono consigo, así que la idea de llamarlo está descartada. Logro llegar a la zona de la barra, me pongo de puntillas en un nuevo intento por localizarlo, pero sigo en las mismas, así que empiezo a desesperarme.
El barman me pregunta si quiero tomar algo, pero me niego, y aunque no me mira con muy buena cara, lo deja pasar. Me estoy comenzando a poner nervioso y no tengo ni idea de que hacer si no lo encuentro. De repente noto a alguien muy cerca de mí, imagino que, en tal situación, en un local que seguro pasa el permitido de personas, es normal que el roce sea inevitable, pero no como para que llegue al punto de colocar las manos en mi cintura desde atrás.
Quiero girarme para confirmar que finalmente es Wonsik quien me ha encontrado a mí, ya que a ese roce ha sumado que también sienta su aliento sobre mi oreja. Pero el olor fuerte que desprende no tiene nada que ver con el de él, y rápidamente me percato que no se trata de mi novio. Intento zafarme, pero me es imposible, pues su fuerza es mayor.
- ¡Suéltame! – Mi grito es solo uno más de los de todo el bar, así que es inútil. Noto su asquerosa lengua llegar a mi cuello. - ¡No! – Y le doy un codazo, pero parece que solo le he hecho cosquillas.
Y en un movimiento rápido, sin casi percatarme, el tipo desaparece. No sé que ha pasado, pero de un momento a otro, a mi derecha, hay una pelea. Puedo reconocerlo fácilmente por los tatuajes que sobresalen de sus brazos, los cuales golpean con fuerza al hombre que con anterioridad estaba a mi espalda. Abro mucho los ojos al darme cuenta de la situación.
- ¡Wonsik!
La gente alrededor se ha apartado, nadie ayuda, solo miran e incluso hacen fotos. Como es algo normal en ese tipo de locales, hay personas que hasta pasan de ello.
- ¡Cómo vuelvas a tocarle un solo pelo de la cabeza, eres hombre muerto! – Ahora es Wonsik quien grita, sin dejar de pegarle.
Tengo miedo, quiero apartarlo, sobre todo cuando el tipo se está defendiendo y también responde a mi chico con otro puñetazo. La situación se está yendo de las manos, y no me gusta para nada ver sangre y no saber de quien de trata. Odio ser tan cobarde al saber solo gritar su nombre.
Por suerte el mismo chico de la entrada aparece en escena, y en un movimiento rápido los separa. Ambos siguen con su intención de matarse mutuamente.
- ¡Ya basta! – Mis lágrimas han salido sin control, noto como todos me observan. – Wonsik, vámonos por favor.
Con la respiración acelerada, Wonsik parece calmarse. Con la mirada, promete no hacer nada más al hombre que lo sujeta y éste lo suelta. Antes de acercase a mí, cruza los ojos con el tipo que hace un rato me estaba manoseando, y sé que ya estaría muerto si las miradas matasen.
Me agarra de la muñeca para arrastrarme entre la multitud, nadie parece haberse enterado de nada. Subimos las escaleras y finalmente salimos a la calle. El frío nos golpea a ambos, pero no me importa en absoluto cuando veo a mi novio, está en tirantes.
Pero parece que eso no le preocupa, aún respira muy rápido, se le nota furioso pues su agarre en mi muñeca es casi doloroso. La poca luz de las farolas me hace ver los hilos de sangre en su cara, caen del labio y de una de sus cejas, también parece que tiene la mejilla algo hinchada.
- Wonsik... - Susurro mientras me acerco a él.
Pero él de adelanta, suelta mi muñeca para pasar su mano por mi flequillo y acariciarme dulcemente. Me mira a los ojos, pero termina por recorrer mi cuerpo.
- ¿Estás bien? – Y con esa pregunta se me escapa una pequeña sonrisa, no entiendo cómo puede pronunciarla cuando el herido es él.
- No, si tú no lo estás.
- Yo soy fuerte. – Ahora es él el que sonríe, pero noto como le ha dolido hacerlo, luego suspira. – Te dije que me esperaras fuera.
- Pero yo... - Mis mejillas arden. - Quería verte.
- Y yo a ti mi niño. – Wonsik me toma la cara con las dos manos. - Pero sabes que es peligroso. Si ese tipo se hubiera atrevido a –
- Shhh. – Lo callo. – Olvídalo. Vamos a curarte eso.
Y no dice nada más, solo entrelaza nuestros dedos y caminamos por las callejuelas de su barrio. Su piel está helada, así que me quito la chaqueta para ponérsela sobre los hombros. Por mucho que se niega, al fin la acepta y me da un beso en la mejilla como recompensa, haciéndome enrojecer de nuevo, como hace siempre que tiene un gesto tierno conmigo.
Al fin llegamos a su casa, Wonsik vive en una caravana, con lo justo y necesario para su día a día, aunque el botiquín se lo he comprado yo. No es la primera vez que se mete en peleas, y sabe que lo odio, pero por suerte cada vez son menos las veces que tengo que curarlo. Se queja cual niño pequeño al ponerle el algodón, así que le soplo para compensarle.
Mi corazón va a mil por hora por estar ambos tan cerca, estoy deseando terminar para besarlo como es debido, y me lo debe por el susto que me ha hecho pasar, aunque sé que él también lo está deseando. Conozco esa mirada, me sé demasiado de memoria sus ojos, también noto su latir rápido a través de sus venas.
- Taekwoon. – Dice de repente, mientras limpio la sangre de su ceja. Estoy tan pendiente de no hacerle daño que le respondo con un sonido de garganta. – Te amo.
Esas dos palabras hacen que el algodón se me caiga de las manos. No termino la faena porque estoy en shock, no reacciono porque es la primera vez que me lo dice cara a cara y no con acciones o canciones. Las manos me están temblando, aunque creo que es el cuerpo entero. Sus mejillas también están rojas, aunque no sé que se supone que está buscando ahora en uno de los cajones que hay a nuestro lado. Luego saca algo pequeño envuelto en un papel.
- Feliz día de san Valentín. – Y me lo tiende.
- Decías que era una tontería.
- Y lo sigue siendo. – Se cruza de brazos. – Así que te haya dicho que te quiero hoy, no quiere decir que no te lo vaya a decir el resto de mi vida. - Y ahí va otro cosquilleo que mueve mi mundo entero. No me lanzo sobre él porque tengo curiosidad por saber que hay debajo del envoltorio.
Es una galleta con pizquitas de chocolate, una de esas que compras en una tienda veinticuatro horas. Sonrío, pues sabe que son mis favoritas, ya que en mi casa los dulces de ese estilo están prohibidos, a no ser que lo haya cocinado un repostero famoso. Quiero abrazarlo, pero decido dejarlo para luego, ya que recuerdo que yo también tengo chocolates para él, así que busco la bolsita.
Me da rabia que esté destrozada por todo el jaleo de hace unos momentos, y menos me gusta que la caja en el interior se haya abierto. Algunos bombones se han caído y la mayoría están aplastados, lo miro triste, quiero llorar. Él siendo romántico y yo todo un desastre.
Pero antes de echarme las manos a la cara, veo a Wonsik con la bolsa entre los dedos, luego coge uno de la cajita y se lo come.
- Delicioso... - Por supuesto me hace sonreír, igual que lo hace siempre.
- Son de la repostería aquella que -
- Taekwoon, no hablo de los bombones. – Me interrumpe.
Y al fin, con un gesto rápido, me besa, probando en mis labios otro chocolate más. Sí, san Valentín es un día más, pero en él siempre convivirá su primer te amo, seguido del resto que nos digamos hasta el final de nuestra historia.
💙👨❤️👨❤
No podía comenzar con otra shipp, y menos siendo san Valentín. Así que el primer cliché del niño rico que se enamora del gamberro pobre tampoco podía fallar, y es que este es mi cliché favorito :) Influencia también de Federicco Moccia, un escritor que en su momento me encantó y escribió un libro de esta temática. Espero que lo hayáis disfrutado 😊
Por cierto la canción que escucha Leo, es la que he puesto en la portada.🥰
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