Capítulo 2. A mí rosa
La academia Werth no era nada como las demás, se encontraba en un perímetro estratégico dónde había parques, apartamentos y casas, el lugar era muy tranquilo a cualquier hora del día.
Los pasillos eran coloridos, llenos de niños y adolescentes que cruzaban juntos como si la diferencia de edades no importara. Todos hablando de lo que hicieron el domingo, todos felices, unos caminando, otros trotando y otros corriendo como si el lunes fuera el día más feliz de todos.
La academia no era así antes, no se le comparaba en lo absoluto. Antes todos los pasillos eran blancos y los techos grises, los estudiantes caminaban en silencio y en una sola línea ordenada para no estorbar a otros. Cabeza en alto, paso rápido y uniforme impecable. No había ni una gota de polvo y las notas de los estudiantes superaban el CI de cualquier otra academia en el País.
Pero ahora, habían niños de todo tipo de CI, con un pensamiento diferente a los demás y con ideas grandiosas que desarrollaban sin necesidad de tener que hacernos competir en un exámen o cualquier nota. Las paredes estaban llenas de dibujos, pinturas y proyectos de muchos colores. Era como si la academia estuviera viva.
Y eso me alivia, quizás si hice algo bueno en este lugar...
...
Grado once, cuna de los nuevos universitarios del próximo año, dónde los sueños vuelan tan rápido como el tiempo.
Mi salón era el más colorido, lleno de pasión y emoción al igual que de mucha nostalgia. Entrar me hacía feliz, respirar ese aire lleno de paz era maravilloso. Todos me saludaron y me recibieron con respeto, asentí a modo de saludo a todos y fui a mi asiento.
Mi compañera de puesto era realmente amigable, una chica que a pesar de mi actitud bastante histérica continuaba a mi lado y no sabía la razón, solo llegó un día me observó y dijo:
-Ni pienses que alguien como tú debe estar sola, nadie debe estar solo- y esa fue la primera vez en que ví que hablaba seriamente, su rostro molesto lo demostraba; ni un tono de alegría, solo amabilidad.
-¿En qué piensas?- me preguntó susurrando intentando esconder su voz de la profesora de sociales. Yo la observé por unos segundos y luego pare de escribir. Mire de reojo al chico que estaba sentado al otro extremo del salón, me miró y sonrió, le sonreí de vuelta tímidamente.
-No lo sé en realidad, estoy algo dispersa- contesté algo confusa, ella coloco su rostro comprensivo pero dudoso y luego sacó un chocolate de su maleta.
-Es por tu rosa, ¿Verdad?- me dijo pícara.
-¿Qué?- pregunté algo fuerte, a lo que la profesora volteo dejando de escribir en el tablero. Tomé rápidamente mi lápiz y bajé mi cabeza, observó por unos segundos el salón y luego continuó con escribiendo.
Suspiré y luego mire disimuladamente a mi izquierda, aquel chico me miró de reojo algo curioso y gire nuevamente nerviosa.
-¿Cómo rayos sabes eso?- dije molesta, ella sonrió y luego continuó escribiendo.
-Solo lo se- la mire preocupada, ella sonrió- pero puedo decírtelo si tú me explicas bien lo que pasa, es lo justo, ¿No?- La mire molesta y luego suspiré frustrada. Es imposible mentir o esconder algo de ella, siempre encuentra la manera de sacar la información, era peor que un maldito agente de la policía.
-Te lo diré luego de que tu escupas lo que sabes- le espeté, ella arqueo las cejas ofendida, pero luego rió por lo bajo
-Trato hecho- y continuamos con la clase
-Eres una maldita manipuladora- dije sorbiendo lo poco que me quedaba de jugó en la caja, ella se apoyó en su mano y sonreía feliz.
-¿Qué esperas que te diga?- dijo con aires de grandeza, la mire con pequeñez y destape mis papás.-¿Entonces?- insistió pícara.
-¿Qué pasa si no te lo digo?- y saboree una de las frituras de limón que tanto me gustaban.
-Bueno, creo que no importa mucho, tal vez me sentiría algo mal- mordió su sandwich, yo mofe divertida- tanto que tomaría cartas en el asunto.- tosi lastimando mi garganta.
-¿Qué dices?- le espeté - ¿Que puedes hacer? No sabes de lo que estás hablando.
-Bueno se supone que somos mejores amigas, pero como no me cuentas nada eso se anula, una mejor amiga guardaría el secreto, pero como no lo soy tal vez mi boca no se cierre- amenazó, apreté mi jugo y una pequeña gota de él se derramó en el libro que tenía al lado, justo en la palabra tirano.
-¿Dónde encontraste el poema?- pregunté rendida.
-En tu bolsillo- arquee la ceja- cuando me prestaste tu chaqueta el otro día, tenía frío así que guarde mis manos en los bolsillos y ahí lo encontré- puse mi mano en mi cabeza adolorida y me arrepentí de haber sido tan descuidada, esto era muy estúpido.
Igualmente ni sabía de quién estaba hablando.
-¿Qué piensas de él?- pregunté algo tímida, lo que le sorprendió, ella sonrió y saco de su bolsillo el papel y lo desarrugó.
-“¿De abrasarte tan fuerte qué tú único planeta sea yo?”- resitó, luego sonrió- nunca creí que fueras tan cursi.
-Ni yo- dije recostandome en la pared del salón- solo salió, y sentí que si no lo escribía mis sentimientos desaparecerían- ella me miró con compasión, y luego se sentó a mi lado.
-No creo que desaparezcan, solo no querías olvidar lo que sientes, a veces lo mejor es hablar de ello antes de que las palabras se vayan- saco un chocolate de su bolsillo y me lo dio, lo recibí con amabilidad- tomar el descanso en el salón fue la mejor idea, ¿No?- dijo feliz.
-¿Aunque no nos dieran permiso?- le recordé, ella arqueo los hombros.
-Soy la única que pudo escucharte, necesitabas tranquilidad para hablar de las cosas- volvió a sonreír suspiré.- además siempre hay gente a tu alrededor en los descansos, nunca te dejan sola ¿No te molesta ser tan popular?
-Ya lo sabes, simplemente es gratitud, no me molesta en lo absoluto- ella hizo pucheros, sonreí- pero a veces me gusta la tranquilidad.
Sin importar las consecuencias mi mejor amiga siempre había sido una chica fastidiosa, algo estresante y muy alborotada, pero en el fondo sabía que era especial, me defendía cuando era necesario, y aunque parecía bastante amigable, cuando sacaba su lado agresivo era de temer. A pesar de ser vanidosa y muy linda en verdad por alguna razón me alegraba tener a una amiga cómo ella, mucho.
-Gracias- sonreí y saboree aquel chocolate que me reconfortaba siempre.
Sabia que la rosa significaba algo muy especial, era única especial y era escencial protegerla, y ahora más que nunca sabía que a pesar de sus cuatro débiles espinas, pensaba siempre en su principito, así que pensé, mi Rosa no es una rosa, es mi orquídea, y mí rosa siempre sera y va a ser mi mejor amiga, mi amiga especial, la que a pesar de mi ausencia por otros planetas siempre pensó en mí y me alegraba con sus sinceras palabras.
-Se que no puedo obligarte a decirme las cosas, pero si puedo ayudarte, yo realmente quiero...
-Está bien- le corté- te lo contaré- le sonreí- eres mi mejor amiga después de todo. Eres mi rosa.
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