Capítulo 2
Kengo estaba considerando bastante terminar de asesinar al primo de su novio.
Fujiki Yusaku los había arrastrado a una cafetería cercana a su casa, argumentando que tenían un buen pastel de chocolate y matcha que deberían probar, el pastel si, estuvo delicioso, pero no era necesario que se sentarán en la terraza, donde el calor de la luz del sol les daba de lleno en el cuerpo… desde hace casi tres horas…
— Yusaku-kun… ¿Podemos irnos…? El calor nos está sofocando…
— Sí, sí, sí… en cuanto le vea nos vamos.
— ¿Verlo? —Takeru comentó mientras se abanicaba con una hoja de papel.
El de ojos verdes no respondió, sólo continuó observando algo en la lejanía desde su asiento.
Solo esa actitud fue necesaria para que el resto se acercará al lugar de Yusaku, que estaba volteado hacia la baranda de gruesa madera mirando algún lado, y descubrieran la trampa…
Su amigo, y primo, que hacía poco había dejado de usar el yeso nasal, los arrastró a esa cafetería, los tuvo bajo el espantoso sol de verano por TRES horas… para poder vigilar a gusto y en compañía, la librería donde ese supuesto omega, que había asesinado sin desearlo todas las malditas neuronas del alfa, supuestamente trabajaba.
Porque cuando los demás se asomaron a la baranda de la terraza, tuvieron una muy perfecta vista de la librería a la que iban de último momento para conseguir materiales para sus proyectos escolares…
Yusaku sólo se la pasó hablando todo el tiempo que su madre lo tuvo en casa, para recuperarse, sobre el “hermoso” omega que vio ese día y de a ojos azules como el océano o una hermosa noche sin estrellas, cabello blanco como la luna o la espuma marina para acompañar aquellos zafiros, su piel parecía tan tersa en el momento que lo vio que cuando pasaron los efectos de la morfina… descubrió que le dolía más la erección que tenía por sus fantasías con ese omega que su propia nariz rota.
— Yusaku… ¿No crees que estás un poco obsesionado? Llevas tantos días hablando de ese omega, que tal vez ni existe, que literalmente hasta tu madre estaba harta de oírte.
— ¿Que insinuas, Zarc?
— Insinuamos que tu omega “perfecto” no existe —Haou habló después de pedirle cuatro té helados a una mesera beta—, el golpe en tu cabeza, junto al calor te hizo alucinar.
— ¡No aluciné! Realmente vi a un hermoso omega de cabello blanco y ojos azules.
— ¿Lo dice el que está tan obsesionado con una fantasía sexual que lo cree real? —Takeru se largó a reír sin dejar de abanicarse— Y yo creyendo que los omegas que leían esa basura de “las cincuenta sombras de un alfa” de E. L. Jhons y se la creían eran unos imbéciles.
— ¿Que no lo es?
— Por supuesto que no —Kengo le dio un golpe a Yusaku antes de volver a sentarse a un lado de su pareja—. Esa cosa es un asco en todo el sentido de la palabra y en especial para nosotros… pero creo que mi madre es la que más odia ese libro.
— ¿Y eso?
— Abrió hace unos años con mis tíos unos albergues para omegas maltratados y este último tiempo muchos más omegas han llegado con ella porque creen lo que ese libro dice sobre que los golpes y el maltrato son amor.
Yusaku ignoró el resto de la conversación, no le interesaba en lo más mínimo lo que su primo y novio, practicantes del BDSM, dijeran sobre lo que la mala literatura tenía de esa misma práctica; sólo siguió su vigilancia perpetúa hacia el hermoso ángel sin nombre que robó su alma y corazón.
(...)
Ya había pasado otra hora, y ahora Zarc junto a Haou estaban con Kengo sobre asesinar al de ojos verdes… si no fuera porque les mostró una de las tarjetas de crédito de su padre, claramente robada, lo habrían asesinado ahí y ahora.
— Yusaku-kun… ya ríndete y aceptalo, tu omega soñado no existe más que en tus sueños húmedos…
— Mi ángel es real, ya lo verán… va salir por esa maldita puerta de la librería ¡y me reiré en sus caras cuando vean lo hermoso que es!
— Te pagaré 500 yenes, Fujiki-kun, si el omega resulta real y aparece en los siguientes 30 minutos, si no me dejaras golpearte por cinco minutos mañana —El alfa de cabello rosa con mechones morados habló antes de sacar su celular, era un trato seguro para él.
— Que sean mil yenes y aceptó —El alfa exclamó en forma de aceptación a eso, el de ojos verdes sonrió, se había ganado mil yenes de una… o eso esperaba.
— Yusaku… ya perdimos casi toda la tarde y sólo no nos vamos dejándote sólo en tú delirio porque tu madre nos da miedo a mi y a Haou y estoy seguro que tu primo aún no se va con su novio porque sus padres siguen en casa… así que haznos un favor a todos y vámonos a un lugar con aire acondicionado —Zarc pateó suavemente a su amigo para que le prestara atención, el alfa de ojos verdes lo ignoro completamente— ¡Voltea cuando te hablo, maldita sea!
— Primo… —El único omega del grupo a acercó a su primo algo cansado— no le diré a mi tía que nos arrastraste para alimentar una extraña fantasía que obtuviste por el golpe tan severo que te diste por caerte de tu bicicleta, incluso yo evitaré tu golpiza con Kengo, pero va-… no me jodas…
— Si no fuera porque estoy ocupado, me reiria en tu cara, Takeru —Yusaku comentó burlón antes de sacar su celular y comenzar a tomar unas cuantas fotos—, y por cierto, tu novio me debe mil yenes.
— ¿Qué pasó?
— El omega imaginario de mi imbécil primo existe…
— ¿Ah?
Los otros tres alfas dejaron lo que hacían, que básicamente era ver su celular en el caso de Kengo, jugar con la pajilla que había en su vaso vacío de té helado en el caso de Haou e intentar refrescarse ante la respuesta negativa de su amigo en el caso de Zarc; para observar por la baranda al mismo tiempo que el par de primos…
Todos quedaron igual de sorprendidos al ver aquello…
— No puedo creerlo…
— Ni yo…
— Perdí mil yenes… —Los tres alfas observaban incrédulos lo que veían junto a Takeru, contrario a Yusaku que sonreía triunfante sin dejar de tomar fotos.
Un chico de cabellos blancos con unos mechones púrpuras y ojos azules estaba en la entrada de la librería sosteniendo la puerta de cristal, parecía estar hablando con alguien porque volteaba de vez en cuando y asentía mientras se reía, tenía puesto un jean algo holgado junto a una polera celeste que iba a juego con su collar de omega del mismo color y una sudadera sin manga color gris; el omega asintió y pareció despedirse con quien hablaba, porque cerró la puerta antes de acomodar mejor su bolso-maletín e irse tranquilamente.
— Debo seguirlo.
— ¿Ah? ¡Yusaku vuelve aquí!
El alfa salió corriendo juntos a sus amigos, debía seguir y hablar con su amado omega soñado… el problema fue que un par de meseros los detuvieron por intentar fugarse sin pagar la cuenta...
Yusaku jamás olvidará el grito que se llevó su padre al ver el gasto casi 9000 yenes que le cargó a su tarjeta… en especial porque lo logró convencer de que ese gasto fue hecho por su madre junto a unas amigas en alguna reunión que tuvieron; la pelea de algún modo terminó con la policía involucrada, un supuesto intento de asesinato de parte de su madre hacia su padre y él cuidando a la mocosa de su hermana en lo que se aclaraba el asunto.
Tal vez lo único que se lamentaba era no haber podido seguir al hermoso omega...
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