Segundo álbum | A kind of magic


Cool song no.1 | Bitter sweet symphony

Vancouver, Marzo 2016


—Jhonny, hay mucha luz—cerró sus ojos tras pararse frente al micrófono en el escenario, causando las risas inmediata del público y la de él al mismo tiempo—. ¿Es necesario? —dijo después—, si yo brillo con luz propia—bromeó—. Gracias—sonrió hacia arriba cuando la luz bajó su intensidad, aunque no sabía de donde se manejaba tal cosa.

—¿Y campanita está bien? —pronunció Roel, el chico con un bajo a su izquierda mientas intentaba arreglar la correa de ésta.

—Necesito atención, después de todo—rió, suspirando fuertemente mientras le daba una rápida mirada a Gordon detrás de él quien asentía con cierto ritmo sin preocupaciones así como Win tocaba unas notas vagas en su guitarra a su derecha.

Miró al público frente a ellos, aunque la verdad era que veía muy poco, pues las luces estaban sobre ellos y lo demás era oscuridad en la cual solo destacaban pequeñas luces que indicaban aparatos electrónicos intentando robar un trozo de ellos en ese momento.

Habían detenido la música por unos minutos y charlaron con las personas que habían asistido esa noche; era una noche especial y un tanto exclusiva pues la cantidad de personas era mínima si se comparaba con los asistentes en el último teatro que llenaron en Seattle antes de regresar a Vancouver hace un mes.

—Se siente como magia—pronunció como si esto se le escapara de su boca y sintió como aquello había sonado tan tonto viniendo de él en ese momento, pero la forma en como todos comenzaron a gritar ante ello le hizo sentir mejor—. Esta banda cumple años este día... No estoy seguro cuantos, creo que estoy algo ebrio como para recordar pero, ¿qué más da? —hizo una mueca ante la declaración de su ligera ebriedad como si fuese un error nuevamente y miró hacia abajo donde vio a Claire reír por eso.

La rubia era acompañada por Fred, Sue y Silver quienes estaban en un lugar cercano al escenario y apartados del público gracias a un par de pases que colgaban en sus cuellos; ésta última traía un acompañante consigo que solo le hacía sentir que tenía que correrlo de ahí. Pero después notó como Silver aplaudía fuertemente mezclándose con el público sin ninguna pizca de resentimiento hacia él que se ahorró cualquier comentario hiriente que su cerebro quería soltar como siempre.

—Queremos agradecer todo este apoyo, en todos estos años, lo que me hace pensar, ¿ahora qué? ¿Qué sigue cuando sientes que ya has llegado a la cima que tanto querías? ¿Retroceder? —enarcó una ceja—. Creo que no es una opción... Mis padres no querían que hiciera esto, querían que fuese abogado, ¿pueden creerlo? —rió—. ¿Yo? ¿Abogado? —miró de nuevo hacia sus amigos, pero después de eso desvió su mirada hacia un par de personas maduras que estaban junto a ellos y quienes presenciaban el show con cierta devoción, orgullo pero a la vez sin olvidar que aún les parecía una anomalía ver a su hijo así—. ¿En serio, pa? —preguntó directamente, y el hombre simplemente se encogió de hombros tratando de que nadie notara la vergüenza en su rostro porque todos comenzaban a mirarle.

—Yo iba a ser químico—Win comentó, metiéndose a la conversación con algo de gracia y Oliver le miró.

—¿Químico?

—Me gustaba ver Breaking Bad—se excusó.

—Eso explica mucho—frunció el ceño y regresó al público—. Creo que hablo por todos aquí que las decisiones que tomamos fueron las correctas. Ojalá sean así siempre...—sujetó mejor su guitarra dispuesto a comenzar.

Echó de nuevo un vistazo donde Silver quien era abrazada por el sujeto del cual no sabía su nombre y ni quería saberlo. Se lo habían dicho tantas veces y todas esas veces él prefirió olvidarlo.

Comenzó la canción que el repertorio en su mente le indicaba que seguía y poco a poco los demás se le unieron causando que la gran mayoría callara. Se dejó llevar por la música queriendo convencerse de que todas sus decisiones habían sido correctas como decía.


Cool song no. 2 | Snap out of it

Vancouver, Abril 2016


—Contando este excelente accidente, puedo decir que a la única persona que no he visto desnuda, de todos ustedes...—Oliver buscó su cepillo dental y se miró al espejo mientras lo hacía a tientas. Sonrió de lado y después a Claire quien seguía con un gesto molesto en su rostro pero que ambos sabían, se iría pronto—, es Sue.

—¿Cómo es eso posible? —sujetó con más fuerza su bata de baño.

—No toco puertas, como ya sabrás—señaló la de ese baño.

—Solo no opines.

—¿Puedo en mi cerebro?

La rubia no respondió, simplemente fue donde él mientras tomaba su pequeño maletín de higiene personal que había dejado sobre la tapa del retrete y se paró a su lado buscando también su cepillo dental.

—Oye—Oliver habló, riendo ante la indiferencia de la chica—. Lo siento, es el baño de mi habitación, no esperaba que estuvieras aquí...

—Lo sé, por eso no digo nada más—se excusó.

—Igual lamento molestarte con la reunión de anoche—comenzó a cepillar sus dientes.

—¿Reunión? —bufó—. Pararon a las 3 de la mañana, ¿seguro era una reunión? Creo que todos los vecinos supieron de ella.

—Te dije lo que podía pasar— habló con dificultad.

Pasaba más tiempo hablando con Claire más de lo que los demás pudieran pensar, era la única con quien no contaba con un historial conflictivo que causara agresiones por el pasado. Fred parecía cada vez más ocupado desde que inició la universidad los sábados, Silver ya no era una opción y Sue nunca lo había sido en realidad. Claire era su conexión directa a Vancouver cuando él estaba ahí.

—No te estoy regañando—dijo ella—. Total, dejas que me quede aquí.

—¿Aún es importante?

—Aún no puedo—respondió sin ánimos de seguir y se dispuso a lavar sus dientes también mientras miraba a Oliver en el espejo pidiendo que no siguiera preguntando.

Había pasado los últimos dos días en su departamento, en su habitación extra después de saber que Wesley estaría en la ciudad. Sí, podía ser algo infantil que después de casi dos años de haber terminado con él quisiera seguir evitándolo pero sentía esa necesidad de no notar su presencia. Sabía que Fred quería dejarlo quedarse en el departamento que compartían y que Silver lo único que iba a poder hacer era lo posible para que se encontraran en el día, así que recurrió a Oliver después de que Sue la invitó a su casa y se negó pues iba a ser un estorbo con su familia ahí.

Y Oliver estaba bien, porque Oliver no le cuestionaba más allá de lo que cualquiera de los demás haría. Para Oliver parecía estar bien si lloraba o no, si sentía o no, si gritaba o no. Para Oliver, la fragilidad de los humanos era un mito divertido que valía la pena presenciar nada más para estar entretenido.

"Rómpele la nariz y vete", fue lo que le dijo cuándo le dijo la razón por la cual ella quería pasar nos días con él, lo dijo mientras mordía una galleta de chocolate de Fred y miraba su teléfono como si no le prestara atención; después solo fue un "Está bien" al mismo tiempo que le entregaba sus llaves.

Algo de locura, tal vez necesitaba algo así.

—¿Vas a hacer algo hoy?

—Más tarde tengo que ir al hospital a...

—¿Más tarde cuando?

—No lo sé—Claire frunció el ceño pensando.

—Después de las dos, tal vez.

—Bien.

—¿Por qué?

—Los chicos vendrán a las tres y está bien que no estés aquí.

Claire enarcó una ceja y comenzó a guardar las cosas en su maletín sin querer preguntar.

—Es que mi mánager dice que las personas comienzan a pensar que eres una especie de... groupie—intentó explicar.

—¿Qué? —le miró, con algo de gracia y a la vez una inexplicable molestia combinada con asombro.

—No es mi culpa.

—Oh, por Dios, ¿Internet me conoce como su groupie?

—Es un término muy viejo pero aún suena bien—rió.

—Oliver.

—¡Bien! —dejó caer sus brazos—. Oye, no importa lo que digan, ¿o sí? Lo dicen solo porque te ven entrar y salir de aquí.

—Tengo una carrera, me graduaré de medicina, no puedo ir por ahí con referencias como esta—tomó sus cosas y abrió la puerta del baño de la habitación de Oliver. A la cual tuvo que acudir tras no poder abrir el baño principal en toda la mañana.

—Le pediré que me diga qué hacer para limpiar tu nombre—le siguió.

—¿Por qué mejor no se fijan en tu gropupie de verdad? —señaló a la chica que estaba dormida sobre la cama de Oliver, de la cual solo se asomaba su cabello; una melena azul y alocada entre las sábanas.

—Ah, es amiga de Gordon—dijo—. Solo vino y cayó ahí, no recuerdo haber hecho algo con ella—hizo una mueca.

—Como sea—Claire se encogió de hombros y se dispuso a salir de la habitación, sintiendo como Oliver aún iba detrás de ella.

Se detuvieron al escuchar un ruido proveniente de una de las puertas del pasillo, específicamente la del baño principal y esperaron. Un tipo de cabello lacio y largo, intentaba ponerse su sombrero al mismo tiempo que bostezaba y los saludaba con su mano esperando que entendieran su razón de seguir ahí.

—Dormí en la bañera—dijo, al sentir que ellos aún se lo preguntaban y se fue, directo a la cocina sin mucha pena.

—Y ahí está Gordon... Dile a su amiga que despierte también—Claire se dispuso a entrar a la habitación que Oliver le prestaba.

—¿Te puedo preguntar algo?

—¿Qué? —se detuvo al tomar el picaporte.

—¿Podrías golpearlo? Solo un poco, sería algo que todos quieren ver—regresó la charla, con un tono burlesco y como un comentario que se iría rápido.

—Oliver, cariño—rió—. No lo evito porque sienta que lo voy a golpear, también siento que haré lo contrario y me da miedo.

—¿No crees que es darle mucho de ti a una persona? —levantó su brazo, observando como un hilo salía de la manga de su suéter y se entretuvo jalándola en vez de cortarla.

—¿Darle?

—Tiempo, ¿no crees? —prosiguió—. Bueno, no sé—se encogió de hombros.

—¿Entonces qué hago? No puedo ignorar algo que siento...

—Creo que lo ignorarás si llega algo nuevo que sentir que lo sustituya y sea más fuerte—bostezó—. Ten citas.

—He tenido citas.

—¿Fueron malas?

—Salí con un médico hace como cuatro meses—suspiró y negó con su cabeza—. Lo llamé Wesley mientras intentábamos tener relaciones en su auto... Fue muy malo.

—Te urge un cambio—arrugó su nariz.

—¿Qué harás?

—¿Y sí yo te elijo a alguien?

—No puedes ni elegir a alguien para ti.

—Búrlate lo que quieras, al menos yo no sigo sin superar a mi ex, dos años después.

—Suerte—Claire rió, dando por terminada la charla y entrando a su habitación.

Oliver se quedó pensando un par de segundos viendo la puerta que ella cerró y regresó a su habitación tratando de buscar a alguien en su repertorio de amigos, alguien que encajara con ella, incluso mejor de lo que Wesley pudo serlo. Pero era difícil, él no sabía mucho sobre relaciones y nunca le había salido eso de ser cupido. ¿Qué le gustaba a Claire? ¿La pizza con piña o sin piña? ¿Las bebidas preparadas o solo una cerveza? ¿Era vegetariana? No, eso era de Wes... Wesley, ¿debía preguntarle a él? ¿O buscar a alguien que se pareciera a él? Alto, sarcástico y gruñón. Tal vez.

—Hey, Tilda—habló, al entrar y encontrar a la chica en su cama con los ojos abiertos y buscando su ropa con su mirada.

—Hey, Oli—saludó ella, riendo como si ese apodo fuera solo suyo.

—¿Conoces a alguien alto, sarcástico y gruñón? Tengo una tarea.

—¿Alto, sarcástico y gruñón? —ella frunció el ceño y se tranquilizó sobre la cama—. Tal vez... ¿No importa cómo luzca?

—Creo que no, mis referencias dejan mucho que desear.

*

—¿Fue o no fue una buena idea? ¿Eh? —la seguía, con una sonrisa enorme en su rostro y una bolsa de papas fritas de McDonald's en su mano.

—No estoy segura...—intentaba quitar los sujetadores que mantenían sus mechones de cabello fuera de su rostro y entró a su habitación dejando la puerta abierta para Oliver—. ¿Sabes cuántas personas nos detuvieron para pedir una fotografía con él? —enarcó una ceja, al detenerse frente a un espejo y comenzar a quitar el maquillaje que se había hecho esa noche.

—¿Dos?

—Cuatro—le miró—. Fue extraño.

—Has salido conmigo y también me las han pedido, ¿cuál es la diferencia?

—La diferencia es que ninguna de esas veces estuve en un intento de cita romántica contigo... Cuando me dijiste que me tenías una cita a ciegas pensé en todos menos en Roel... ¿Es en serio? —buscó una toallita húmeda para pasar por sus ojos.

—Roel es genial—se excusó—. Excelente bajista, nos es feo, es gracioso y tiene una mancha en forma de corazón en su espalda.

—¿En serio? —Claire dejó de desmaquillarse y le miró.

—Sí, ¿no crees que es el destino? Su mancha rara y tu nombre... No me digas que no te agradó.

—Roel me cae bien, siempre me ha agradado.

—Pero de esa forma.

—Ah, fue interesante, sí...

—¿Ves? No puedes esperar que algo cambie o se vaya si siempre haces lo mismo—apuñó su bolsa de papas y se cruzó de brazos—. Me pediste que todos dejaran de pensar que eras nuestra groupie y aquí está la respuesta, ahora eres la chica de uno de nosotros.

—No soy la chica de nadie.

—Me entendiste.

—Oliver—cerró sus ojos y negó con su cabeza tratando de ordenar sus palabras, después suspiró—. ¿Sabes qué? Está bien, si Roel lo quiere también, seguiré saliendo con él.

—Llámalo.

—No, necesito repasar un poco antes de dormir—bostezó—, tengo examen mañana.

—Mañana es sábado.

—Gran observación.

—¿Puedo quedarme aquí?

—¿En mi habitación?

—Sí, Silver está afuera con su nuevo novio y no es muy cómodo para ella y no quisiera hacerla enojar. Tú sabes que a mí me importa un comino pero sé que el tipo hará una revuelta si me siento con ellos a ver televisión.

—¿Y por qué estabas aquí en primer lugar?

—Esperaba a Fred—dijo obvio—. Es nuestro día charla de hombre—fingió una voz más gruesa y después rió—. Hablando en serio, ¿no te sentiste diferente? —indagó—. Roel es un buen chico—insistió—. Tilda me dio la idea.

—¿Qué te traes tú con Tilda?

—Nada.

—¿Nada?

—¿Qué tengo que traerme? —arrugó su nariz—. Es una amiga... algo así—dijo no muy seguro.

—Me dijiste que no te gustaba.

—Digo muchas cosas, el otro día dije que nunca en mi vida comería anchoas y dos días después me comí un sándwich de anchoas en un restaurante, no me creas.

—Ella es... especial...

—Es curiosa.

—El otro día vi que un periódico confirmaba mi relación con ella—se cruzó de brazos y bufó—. Eso es muy divertido, como cuando había fotos tuyas saliendo de mi departamento en diferentes días y afirmaban que eras mi groupie o cuando decían que Silver era una modelo con la que tuve un noviazgo... Aunque eso es mitad cierto.

—Bien—Claire dejó lo que hacía, corrió hacia la puerta y la cerró para darles más privacidad y pegó su espalda en ella.

—¿Debo tener miedo ahora? —sonrió, con cierta malicia pero el rostro de la chica lleno de mal humor por el comentario hizo que borrara esa sonrisa—. ¿Qué?

—¿Por qué ninguno me quiso contar lo que pasó?

—¿Qué pasó?

—Silver...

—Ah, nada—se encogió de hombros.

—¿En serio?

—¿Por qué importa?

—Porque primero terminan Beth y Fred, luego tú y ella... ¿Acaso todos se están volviendo locos?

—Es culpa tuya y de Wesley, desequilibraron el orden natural de las cosas.

—No fue mi culpa—se defendió.

—¿Te soy sincero?

Ella asintió.

—Considero lo mío con Silver como una ligera atracción creada por las hormonas adolescentes que se volvían locas por el hecho de compartir un espacio. Probablemente nada hubiese pasado si yo no hubiese vivido aquí, o al revés. Fue algo... Más físico que otra cosa...

—Creo que ha sido lo más inteligente que has dicho en los últimos meses.

—¿Verdad? —sonrió nuevamente—. Hace una semana fui a casa de mis padres y mi hermana Kaya me explicó su trabajo final de ciencias entonces yo corregí algunas cosas que no creí que fuesen correctas entonces mi madre me preguntó cómo sabía todo eso y le dije que eran cosas que recordaba de la preparatoria, entonces comenzamos a discutir sobre qué era realmente lo correcto porque ella tenía otra idea. Después de un rato mamá comenzó a gritarme y yo comencé a gritarle también, le confesé que fui yo quien tiró sus píldoras anticonceptivas al inodoro porque quería un hermano pero en vez de eso nació Kaya y la culpé de esa discusión. Kaya comenzó a llorar, le tuve que pedir perdón y mamá hizo galletas para hacerla sentir mejor—frunció el ceño al recordar el enojo de ese momento y se cruzó de brazos—. No me dieron galletas a mí, no me ve en meses y no puede darme una mísera galleta.

—¿Qué tenía que ver?

—Ah, en conclusión, sacar tu inteligencia a la luz no siempre es bueno.

—¿De qué era el trabajo de tu hermana?

—No recuerdo, algo sobre drogas y el cuerpo humano, había una planta de marihuana dibujada en su escrito—rió—. Le dije que podría conseguirle una de verdad pero después recordé que tiene doce años—se encogió de hombros.

—Entonces...—Claire quiso olvidar la charla—. ¿Tilda?

—A Owen se le hace interesante que me vean con ella.

—¿Por qué?

—Porque le agrada su estilo y cree que sería bueno para crearme cierta imagen, algo así.

—Oliver, ¿no está obligándote a salir con ella o sí?

—No—bufó—. Es amiga de Gordon, tampoco es una obligación. Owen solo quiere que la ayude, quiere buscarle algún sello; tiene un gran estilo y le ve cierto potencial.

—Oh.

—Además, ella me dio la idea de hacerte una cita a ciegas con Roel: ¿Cuál es el veredicto?

—Ocho de diez.

—¿Ocho de diez? ¿Eso sirve para arrancarte a Wesley del cuerpo y que lo superes? —la tomó de los hombros, agitándola como cierto juego haciéndola reír.

—Probablemente.


Cool song no. 3 | Here comes the sun 

Vancouver, Mayo 2016


—No puedo creer que le hayas contado a Wesley sobre Claire y Roel—insistió, aún molesto con el rubio pues su amigo le había llamado bastante furioso de que él contribuyera al hecho de que Claire saliera con alguien más—. Me gritó por teléfono, no es mi culpa que él la engañara—enarcó una ceja hacia Fred, quien estaba más entretenido viendo a Eleanor jugar en el arenero junto con otro niño quien probablemente era menor que ella.

—Oliver, todos van a querer culpar a alguien. Wesley debe superar el hecho de que su ex está teniendo una vida sentimental después de él y que probablemente no lo quiera de vuelta. Saber que Claire no tenía a nadie lo hacía sentir seguro de que probablemente podrían regresar, pero lo veo difícil—metió un puñado de maní en su boca y suspiró—. No quería decirle pero se me salió mencionar que Roel estaba en el departamento con Claire, pero igual iba a enterarse, ¿no crees? Que lo superen.

—Creo que los: Te amo y para siempre, no son para todos—dijo, con un tono aburrido mientras le daba un sorbo a su lata de limonada y se hundía más en la banca del parque en la que estaban desde hace casi quince minutos, a unos pocos metros de Eleanor en el arenero—. Sigo sin ver a una madre sexy—comentó.

—No ha llegado—miró el reloj de su muñeca con una mueca—. Es muy sexy—reiteró—, ya verás.

—¿Edad?

—No más de treinta, quiero creer.

—¿Cabello?

—Castaño.

—Ojos.

—Cafés.

—Altura.

—No tengo idea.

—Déjame adivinar... ¿Es latina? ¿Afroamericana? ¿O me sorprenderé esta vez?

—¿Importa?

—¿Asiática? —enarcó una ceja, ignorando lo que el rubio acababa de decir y éste simplemente resopló resignado.

—Creo que es mexicana...—le dio la razón—. Por alguna razón me atraen más las mujeres morenas—se encogió de hombros.

Ambos se quedaron en silencio después de eso. Oliver respiró hondo y le dio otro sorbo a su bebida tratando de encontrar alguna charla con Fred además de la madre del niño con el que Eleanor jugaba casi todas las semanas cuando la llevaba a ese parque. Y acompañarlo ese día fue algo que salió de la nada pues hacía años que no pisaba un lugar como esos.

Tal vez comenzó a odiarlos cuando su mamá lo obligaba a llevar a sus hermanas por las tardes cuando ellas se aburrían, y el tener que cuidar que no golpearan sus cabezas con los columpios hizo que se le quitara la magia a ese lugar.

Pero a pesar de eso, las risas de los niños y el cálido toque de mayo le hicieron sentir bien, como si no odiara los parques y regresara a ese tiempo en el que él iba por diversión. Y recordó a Enya, una niña que persiguió toda una tarde hasta que aceptó jugar con él y tras dejar que le diera un beso en la mejilla, lo empujó por el tobogán y cayó de cabeza. No se lastimó como todos creyeron pero dolió lo suficiente como para odiar a cualquier Enya que se le cruzara en el camino y los toboganes.

Posó sus ojos en Eleanor quien jugaba a llenar y tirar una pequeña cubeta verde de arena, y la divertía tanto que él comenzó a creer que hacer eso lo divertiría también.

—¿Eleanor habla?

— Claro, dice palabras cortas como: Papá, mamá, no... Popó, malo... A veces forma frases. Hace una semana dijo: Mi abuela está loca— pronunció con un mal acento en español.

—¿Qué quiere decir?

— Algo insultante que aprendió de la abuela de Sue, seguramente.  

—Eleanor es malvada—comentó.

—¿Qué? —Fred frunció el ceño en cuanto la palabra malvada salió de la boca de Oliver.

—Sí.

—¿Por qué dices eso?

—Tiene la maldad de Sue.

—No es cierto—miró donde él, Eleanor seguía llenando la cubeta.

Su corto y rubio cabello estaba desordenado y su vestido rojo estaba repleto de arena, Fred podía jurar que uno de sus zapatos estaba perdido por ahí; siempre pasaba así que dejó de preocuparse por ello y buscarlo cuando tuvieran que irse. El niño a su lado intentó quitarle la pala de plástico de la mano pero ella no lo dejó, el niño lloró como berrinche echándole arena a la cara y Eleanor le dio un golpe con la pala en la pierna que, pudo no doler, pero la intención estaba ahí y el pequeño de alrededor de tres años, comenzó a llorar más fuerte.

—Oh, no, cariño— Fred se paró de inmediato y fue hasta ella, colocándose en cuclillas tratando de calmar al niño y de hablar con Eleanor buscando que ella viera que lo que hizo estuvo mal.

Fred era padre, desde poco más de dos años y eso lo hacía pensar mucho. Porque Fred ya no parecía ser lo que solía, como lo conoció; mal estudiante, chico mujeriego e hiriente hasta los huesos. Ahora era papá Fred, buen estudiante, ilustrador con talento y experto en café.

¿Qué tanto había cambiado a él?

Podría preguntárselo, pues Fred era más sincero que todos los demás juntos y era más que claro que le importaba un comino herir sus sentimientos.

El niño lloró más fuerte cuando su madre llegó, y de la nada Fred comenzó a ser atacado por otras dos madres que llegaban a defender a la primera, como si el rubio hubiese cometido un error pero era más que claro que la única razón por la cual se atrevían a reclamar era porque se trataba de un hombre joven. Pero al rubio aquello lo tenía sin cuidado, tomó a Eleanor en sus brazos y siguió argumentando casi en el mismo tono que ellas.

Oliver comenzó a reír.

Bien, Fred no había cambiado tanto.

Pero igual se sentía extraño. Por la edad. Ambos contaban con la misma cantidad de años, con vidas algo parecidas si se ponía a pensar con cuidado. Casi veinticuatro años y muchos de sus amigos aún seguían en la universidad, otros eran padres, algunos aún vivían con los suyos y una gran cantidad ya había decidido casarse.

¿Y qué había de él?

Iba y venía, de allá para acá, conociendo, viviendo —si se fijaba en su término de vivir—, sintiendo. Tenía un trabajo que siempre quiso, y normalmente cuando obtienes algo que quieres, lo que sigue es pensar en otra cosa mejor e ir tras ella también, pero él no llegaba a encontrar esa otra cosa que quisiera tener. No se llegaba a sentir solo aunque ciertamente lo estaba; visitaba a su familia cuando podía, tenía amigos por doquier, se daba respiros merecidos, iba a fiestas por montones, vivía cómodamente en un departamento que podía pagar por sí solo, había gente que lo quería sin conocerlo y que hacían muchas cosas por él aunque no lo pidiese; tenía dinero, una fama creciente y muchas cosas que otros quisieran.

Y a pesar de todo eso en su mente, a la conclusión que llegó, ahí, en un parque de la ciudad en donde creció; en medio de un pleito de padres y niños llorando, fue que lo que más quería en ese momento era ir a balancearse en un columpio libre que había visto desde que puso un pie en ese lugar.

Se sentía libre cuando lo hacía, y quizá era una libertad que no podía compararla con la que tenía ahora, sino que era una libertad significativa que solo un niño columpiándose podría explicar y tendría sentido.

Lentamente fue, sin importarle que su amigo se viera rodeado de molestas mujeres amigas de la primera, hacia ese columpio que vio y, aunque sabía que había alguien a lo lejos procurando tomarle fotografías desde temprano, pues desde que salió del departamento de Fred había escuchado los ruidos de una cámara, comenzó a balancearse de atrás hacia adelante.

Y eso lo hizo reír. 


Cool song no. 4 | That's right

Toronto, Agosto 2016


—Este es un edificio más viejo que el anterior, el anterior si tenía elevador—Oliver se detuvo al subir el último escalón de las casi infinitas escaleras. Se recargó en la pared y respiró hondo buscando el aire que le faltaba para continuar.

—Tienes mala condición física—Fred le dijo, llegando fresco como una lechuga a su lado y con una sonrisa burlona que no se iba desde que pasaron el piso dos.

—No tengo tiempo para hacer ejercicio. ¿Cómo es que tú si puedes?

—Claire me hace ir a correr con ella dos veces a la semana—frunció sus labios no muy contento con ello—. Despertar a las 5 am cuando la noche anterior te dormiste a las dos porque te la pasaste haciendo tareas retrasadas... No es muy bonito, pero al menos puedo decir que me acostumbre a dormir menos y a ejercitarme un poco—se encogió de hombros.

—Creí que ya eras un alumno ejemplar—le miró con cierto desgano, aun respirando con dificultad y limpiando algo de sudor de su rostro.

—Soy bueno en la carrera pero no tengo tiempo para hacer tareas, entre trabajos y Eleanor, es casi imposible sentarme y enfocarme en cosas así.

—¿No era mejor esperar a que Eleanor creciera para entrar a la universidad?

—No porque después tendría que ir por ella a su escuela y ayudarla con sus tareas y eso es más tiempo que no podré tener—hizo una mueca—. Mejor ahora que aún es bebé y que aún puedo mantenerla ocupada con mis llaves.

—El padre del año.

—El único en su clase—rió.

Oliver siguió por el corredor del piso nueve, buscando el número de puerta que Wesley le había dicho cuando le informó que lo visitaría pero lo que no le dijo fue que Fred venía con él. Como una especie de regalo, compró dos boletos de avión para un fin de semana en el cual intentarían revivir un poco los momentos en los cuales solo eran ellos tres.

Tenía un tiempo libre que matar y sus rutinas lo tenían ciertamente cansado, quería algo diferente, algo un tanto sano para variar; pues la mayoría de las propuestas de sus otros amigos se guiaban más por el lado loco y fiestero del cual ya se sentía un tanto harto.

—¿Por qué se cambió de departamento? El otro se veía muy bien—Oliver frunció el ceño, mirando en su teléfono el número y contando al mismo tiempo.

—Su compañero volvió a casarse con su ex esposa—Fred rió—. Creo que se toman las decisiones muy a la ligera.

—¿Y tú ya lograste algo con la mamá sexy? —preguntó.

—Frida—corrigió—. No—hizo una mueca—, creo que solo me ve como el chico que embarazó a su novia de secundaria y no sabe lo que hace, pero al menos Eleanor tiene citas de juegos con Jason.

—Citas de juegos—Oliver rió.

—Sí, ahora mi vocabulario es así—suspiró—. ¿Qué se siente que las personas en las calles sepan tu nombre?

—¿Ah?

—Sí, que caminas por un lugar en el que nunca has estado y de repente alguien dice: ¡Mira! Ese es Oliver—imitó una voz aguda que escuchó al salir del auto en el que llegaron a ese edificio momentos antes.

—No lo sé—Oliver frunció la nariz al no darse el tiempo de pensar en eso—. No lo había notado... Recuerdo que al principio fue genial pero ahora estoy acostumbrado, aunque a veces quisiera que no fuese así. En muchas ocasiones solo quiero ir por desayuno a McDonald's sin que nadie preste atención si uso pijama con estampado de animales o algo así—rascó el puente de su nariz y se detuvo en una puerta—. Aquí—la golpeó repetidas veces.

—¿Y si no está?

—Le dije que vendría hoy, y dijo que estaría aquí todo el día.

—Ah.

Oliver volvió a golpear la perta color verde con un número veintitrés en ella. Intentó ver por el orificio pero no podía ver nada.

Solo escucharon pasos acercarse a ellos y después como quitaban los cerrojos, pensaron en gritar algo y lanzarse sobre Wesley solo para molestarlo pero se detuvieron al ver un par de ojos grises preguntarles qué hacían ahí.

—Oh—Oliver comenzó a reír, con mucha incomodidad a pesar de que no habían pasado más de cinco segundos.

La chica de cabello oscuro recogido y con el cuerpo envuelto en una toalla les sonrió con cierta malicia esperando a que ellos dijeran algo. Colocó su mano izquierda en su cintura y enarcó una ceja hacia Fred quien solo evitó mirarla fijamente como si eso quemara.

—Eh... —el rubio frunció sus labios e intentó mirar detrás de ella, buscando a su mejor amigo—. ¿Está Wesley? —preguntó, esta vez la miró—. ¿Camille? —se dirigió directamente.

—Hola, Fred—saludó, con un tono alto y alegre que no quedaba en lo absoluto a su expresión repleta de picardía—. Está tomando un baño—señaló hacia atrás, después de eso se quitó de la puerta y la dejó abierta para que ellos entraran.

Oliver fue el primero que lo hizo, tratando de averiguar que eso no fuese una broma. El departamento parecía más viejo que el anterior que conoció pero era más grande y al mismo tiempo, por los muebles, parecía más costoso. Por lo que tenía entendido, Wes ahora vivía solo, y eso se podía deducir a que no le iba nada al ahora.

—¿Quieren algo de beber? —ofreció Camille, con cierto derecho por estar ahí antes que ellos, sacándoles de su pequeño trance; ambos asintieron sin más—. Esperemos que haya algo—dijo, yendo a la cocina mientras soltaba su cabello y comenzaba a tararear una canción.

Fred miró a Oliver queriendo encontrar un pensamiento qué compartir, pero el castaño simplemente rió, como si aquello le gustara y estuviese orgulloso de que fuese así.

—Ya no me siento tan mal por ellos—añadió. Yendo hacia un sofá azul que no combinaba con los colores más cálidos que formaban parte de la sala y se dejó caer en él como si se tratase de su casa.

—Wow, al parecer si hay comida decente—Camille frunció sus labios pensando al abrir el refrigerador de Wesley—. Tengo hambre... Pan francés, claro—comenzó a sacar ingredientes de ahí olvidando por completo que les había ofrecido algo.

—Creí que te habías ido... lejos—Fred fue el único que se interesó en llegar al fondo de eso pero al mismo tiempo sentía que no quería saber.

—¿Lejos de Vancouver? —ella rió—. Esto es lejos de Vancouver—enarcó una ceja colocando todo sobre el pequeño comedor redondo en medio de la cocina—. Tomé un curso de cocina—cambió de tema—, no deben quedarme tan mal.

—¿Has vivido aquí todo este tiempo?

—Oh, no—respondió—. Estaba con mi madre en Mississauga. Pero hace un par de meses vine a la fiesta de graduación de una amiga y Wesley estaba ahí, ¿no es curioso? Hoy solo estoy de visita—sonrió.

—¿Una pequeña visita? ¿O una gran visita? —preguntó Oliver, recostándose en el sofá en cuanto encontró el control remoto de la televisión.

—¿Quieres saber qué es grande? —ella enarcó una ceja.

—No debiste—Fred arrugó su nariz.

Los tres se quedaron callados al escuchar pasos acercarse por el pequeño pasillo que conectaba las dos habitaciones que había en ese lugar; Wesley apareció sin una pizca de sorpresa y con una sonrisa que ninguno sabía cómo interpretar.

Fred vio a su mejor amigo después de meses y lo único diferente en él que notó fue que la extraña barba que tenía en su rostro la última vez que lo vio, ya no estaba, haciéndolo lucir más joven; probablemente desapareció después de las decenas de burlas que él le dio.

Estaba vestido, informal, como un sábado cualquiera mientras intentaba secar su cabello con su mano con un torpe intento de que éste dejara de gotear, pues al parecer las prisas le ganaron.

—Fred—pronunció, feliz, ignorando por completo que había una chica en toalla en la misma habitación—. No sabía que venías... ¿Qué?

—Mi sorpresa—Oliver levantó su mano, cambiando de canal.

—¿Un gusto? —el rubio dijo con sarcasmo y con cierta molestia que no quería que saliera por completo.

—Iré a vestirme—Camille vio la oportunidad de alejarse y la tomó antes de que el ambiente se tornara más incómodo que, aunque le gustara, no quería permanecer con solo una prenda en su cuerpo—. Haré pan francés.

—¿Cocinas? —Wes le preguntó, siguiéndola con la mirada.

—Creo que es lo único que puedo hacer con tu basura vegetariana—no esperó respuesta, solo escucharon la puerta de la habitación cerrarse.

—¿Es una broma? —Fred quiso decir en forma de susurro, pero sonó más fuerte y exagerado de lo esperado.

—Ojalá.

—¿Cuándo nos ibas a decir?

—En realidad nunca pensé en contárselo a alguien... Digo, esperaba que ella se fuera antes de que Oliver viniera, bueno, ustedes ahora.

—Wow, es como si regresaras el tiempo...—Oliver volvió a sentarse tras no encontrar nada bueno en los pocos canales que había y les miró—. Ya sabes, todos regresan a donde alguna vez fueron feliz.

—Si me lo preguntas, también sería feliz si tuviera la oportunidad de disfrutar esto como tú—el rubio arqueó sus cejas hacia su mejor amigo, cambiando su mala actitud a una juguetona.

—Si...—Wesley frunció el ceño—. Supongo que... No tengo mucho que perder.

—Sí, desde que Claire consiguió a Roel, ahora toca competir—el chico del sofá se burló, para sí mismo y rió.

Los otros dos le miraron de mala gana y éste de inmediato paró la broma encogiéndose de hombros y después regresando a su diversión.

—Dime que no miento—dijo después.

—Eso no viene al caso—Wesley fingió ofenderse por ello y caminó acercándose a la cocina—. Algún día iba a salir con alguien más—dijo obvio—, solo que ésta vez fue una vieja amiga, ¿y qué más da?

—Es cierto—Fred habló, yendo con él mostrándole apoyo; golpeó su espalda con el mismo propósito mientras Wes intentaba meter su mano en una caja de cereal que bajó la repisa—. Pero ambos... Bueno, los tres sabemos que—se acercó a él para hablar más bajo—, la única razón por la cual te enrollarías con Camille, de nuevo, es porque necesitas una forma de olvidarte de tus problemas, ¿no es así?

—No.

—¿No? —el rubio rió—. Dice que no—habló para Oliver quien se acercaba a ellos también.

—Todos sabemos qué es cierto—tomó la botella de leche y la abrió—. Camille nunca ha sido una opción de verdad.

—No lo era—corrigió Wes—, pero tal vez es mi opción ahora—quiso ser serio. Fred y Oliver intercambiaron miradas buscando el chiste en lo que su amigo decía pero no lo encontraron—. ¿Saben? Camille ha sido lo único constante en mi vida en los últimos meses además de mi trabajo y la escuela... Creo que me vuelvo loco... Pero no me importa, está bien. Ni siquiera me molesto en entender lo que puede suceder.

—¿Qué hiciste con Wesley? —Fred se alejó de él, como si temiera por su vida.

—¿Qué hiciste con Fred? —contraatacó—. Tampoco eres igual.

—Touché—Oliver canturreó como burla—. La verdad es que no me interesa mucho, pero supongo que si de alguna forma hace que tu vida sea un poco mejor, no puede ser tan malo, ¿o sí? —miró a Fred.

—Solo...—suspiró él—. No te veo con una persona como Camille... No logro hacerme a la idea—dijo, en voz baja, ésta vez tan baja que lo entendieron por el articular de sus palabras.

—¿Por qué no? ¿Porque es sexy? —Wesley metió cereal en su boca, retándolo con la mirada y su mejor amigo decidió mirar al techo rehusándose a perder.

—Yo creo eso—Oliver levantó su mano—. Lo lamento, Wes—añadió de inmediato y el chico solo rodó los ojos.

—No es que sea sexy, has tenido novias sexys, solo es que es muy, muy sexy—intentó aclarar—. Muy...

—Ya entendí.

—No es algo malo.

—Creo que se refiere a que esperaríamos más a verte con una chica con un IQ equivalente al tuyo.

—Y por eso Silver no quiso estar más contigo—Wesley atacó.

—Uh, golpe bajo—Fred tosió.

—Hey, estamos hablando de ti y de la chica que abre puertas desnuda—frunció el ceño.

Wesley suspiró.

—Sí, es agraciada físicamente y, ¿adivinen? Es más inteligente que ustedes dos juntos; son un par de cosas que no tienen nada que ver.

Los tres se quedaron en silencio nuevamente, con Fred sintiéndose un poco mal por decir lo que había dicho y con Oliver tratando de buscar n argumento más. Sabía que ambos se oponían ante la idea de Camille junto a Wesley, y no era por las razones que dieron o porque Camille les desagradara, sino porque relacionar a otra mujer con Wesley y que ésta no fuese Claire, aún sonaba raro en sus cabezas.

Pero ahí estaban las consecuencias. Oliver recordó cómo estaba su amigo la vez que lo visitó hace un año, y sorpresivamente se veía mejor ahora, probablemente echarle en cara que hacía las cosas mal con pretextos sin sentido no era buena idea, porque no era para que él hiciese lo correcto sino para que hiciese algo con lo que ellos estarían más cómodos: Regresar e ir donde Claire.

Pero él se lo dijo a ella, y no entendía por qué no podía darle los mismos ánimos a su amigo. Tal vez, algo en su cerebro, aún lo veía mal por haber hecho lo que hizo y quería verlo sufrir un poco más. Pero ya no tenía sentido.

Algún día tenía que avanzar, y eran sus amigos, no era correcto atrasarlo más.


Cool song no. 5 | Free Bird

Vancouver, Octubre 2016


—Así que... ¿Se consideran personas ordinarias? —Sue preguntó por segunda vez, queriendo poner la conclusión al intercambio de palabras que ellos habían hecho la primera vez.

—Sí, claro—se acomodó mejor en su asiento—, pero estoy medio sordo, así que no completamente ordinaria.

Consiguió que más de uno riera aunque él no lo decía con un tono de broma pero comenzó a reír también después de notar la gracia que tenía el comentario. Rascó su nuca y siguió moviéndose de un lado a otro en la silla giratoria en la que estaba sentado mientras golpeaba su guitarra acústica esperando por algo más.

—¿Y cuál es el plan ahora? Hace tiempo que no se veía cómo una agrupación, evidentemente nueva, subía tan rápido sus niveles de popularidad en el país. Apenas un álbum de estudio y parece que tienen una trayectoria larga.

—Es muy extraño, creo que se debe a la época—Roel tomó la palabra, sin importar que la cámara estuviese frente a él, se dedicó a mirar a Sue detrás de ella—. Internet es muy rápido, los medios son poderosos. Youtube nos sirvió de mucho; cuando menos lo pensamos—chasqueó sus dedos—, estábamos dentro de un autobús hacia nuestra primera presentación como banda oficial.

—El otro día firmé mi primer pecho—Oliver rio—. Estaba saliendo de un baño en una cafetería en Ottawa, qué extraño lugar para hacerlo.

—Eso es cierto—señaló Win, quien lucía mayor y contaba con una no tan larga melena pelirroja—: Es un estilo de vida a la que todavía tenemos que acostumbrarnos. Dormir en un autobús no es cómodo pero a veces estás tan cansado que lo ignoras.

—¿Y quién escribe?

Oliver levantó la mano mirando a Win, quien también lo hacía.

—Oliver, Win, ¿ambos?

—La mayoría de las veces—el pelirrojo respondió—. Pero Oliver es mejor creando la música—aceptó después.

Oliver se quedó pasmado, con sus ojos sobre la iluminación que caía en ellos en ese estudio en el que estaban desde hace poco más de dos horas; entre cambios de ropa, maquillaje y preguntas, no podía sentirse más fuera de lugar y a la vez tan como en casa. Y no entendía por qué.

Las distintas cámaras enfocándolos en distintos ángulos, un fondo blanco que hacía un fuerte contraste con lo oscuro de sus atuendos y sus expresiones serias como si quisieran verse rudos de repente aunque sus chistes dejaban eso en el olvido.

No era un favor, era un agradecimiento. Y aunque la revista a la cual Sue trabajaba no era algo de su estilo, sería un experimento muy bueno verse en la portada de ella. Sue preguntaba y ellos respondían, los flashes los golpeaban, las personas grababan cada uno de sus movimientos y registraban sus palabras sin perderse una sola.

—Yo llegué al último—escuchó a Gordon decir, regresando en sí y notando como habían cambiado de pregunta—; fue una transición que disfruté pero que mi familia no tomó muy bien, de repente dejaron de verme. Es difícil alejarte de los que quieres, pero al mismo tiempo creas una nueva familia, quieras o no.

—¿Y qué tan buenos son lidiando con esta fama?

Los cuatros se quedaron en silencio analizando esa pregunta con delicadeza. Era una palabra simple pero a la vez tan fuerte si la llegas a conocer; no se consideraban famosos como tal pero la dirección de la palabra los llevaba a recordar todos esos momentos en los que algún desconocido alguna vez intentó llamar su atención como si muriera por ello. A Oliver le parecía gracioso al principio, pues era algo nuevo y que siempre quiso vivir. Pero ahora era un tanto normal y provocaba que se volviera monótono hasta llegar a lo cansado, y más para él, porque todos lograban estar de acuerdo en que la persona que más resaltaba entre ellos era Oliver.

Tras preguntas sobre el nuevo álbum, sobre ideas, estilo y vida privada, él comenzó a pensar en todo ese cambio que estaba teniendo y no se daba cuenta. No era que cambiara su vida, sino que le daba un vistazo a un nuevo mundo que ya no sabía si en verdad quería conocer.

—La vida se vuelve más confusa cuando toda persona con la que te topas dice que te ama—respondió al final de cuentas—. Ya no sabes qué creer. Pero ciertamente, lo disfruto.

—¿No te sientes con ganas de ser alguien completamente normal?—inquirió, de nuevo—. Ir por ahí gozando de tu intimidad sin que nadie viole tal cosa.

—Es lo que elegí, no me arrepiento—se encogió de hombros—. Solo espero que alguien me recuerde cuando me vaya.

—Wow, eso suena profundo—Sue dijo, no muy convencida del tono despreocupado en que lo dijo—. Canciones—miró sus apuntes y después a ellos—. ¿Hay alguna canción que los identifique?

—¿A todos o a cada uno? —Gordon preguntó.

—A mí, Free Bird de Lynyrd Skynyrd. No sé por qué—Oliver respondió sin importarle la aclaración, después de eso, los demás comenzaron a hacerlo también y él se fue nuevamente.

—¿Qué te sucedió? —Sue se le acercó, en la mesa de bocadillos mientras él intentaba cortar un poco del racimo de uvas.

—¿A mí?

—No, a las uvas—enarcó una ceja. Oliver la miró sin cuidado y metió una de ellas a su boca, después sonrió—. Nada.

—¿En serio? Digo, sonabas muy calmado y perdido, tú no eres así... Bueno, perdido sí, pero calmado no.

—Creo que tengo sueño.

—¿Es todo?

—Oye, no seas preguntona.

—Perdón, tengo miedo de que te conviertas en una de esas estrellas de rock que enloquecen en su auge y después se desvanecen sin dejar rastros más que su música... Por favor, si sucede algo, solo dilo. A mí, o a Fred, a Claire... A quien tú quieras.

—Está bien—arrugó su nariz, sorprendiéndole la preocupación que emanaba de la chica a su lado y más porque era preocupación hacia él—. Tengo jetlag, eso es todo. Lo detesto, hace dos meses llegamos a Atlanta y vomité tanto en el hotel que ni siquiera pude dar un pasea antes de irnos, casi muero ahogado por mi propio vómito causado por maníes de avión en mal estado. Eso habría sido desvanecerme sin dejar rastro y una gran suma de dinero ganada para mi heredero tras ganar una demanda en contra de la aerolínea y sus maníes podridos.

—¿Y quién es tu heredero? —enarcó una ceja.

Oliver frunció el ceño.

—No tengo... ¿Es importante que haga eso ahora, verdad?

—Ganas más en un solo mes que yo en todo el año... Creo que sí.

—¡Pero no tengo hijos! ¿Puedo poner a Eleanor como mi heredera?

—Mmh... Podrías, pero no te aseguro que no amanezcas asesinado por intoxicación de pintura—bromeó.

—¿Qué?

Sue suspiró—: No tiene por qué ser un hijo, pueden ser tu familia, tus padres, tus hermanas, tu perro el peludo. ¿No tienes a nadie importante?

—Oh...

—Que si no tienes a nadie importante—repitió, creyendo que él no escuchaba bien la pregunta pero él negó con su cabeza de inmediato.

—No lo había pensado.

—Debe haber alguien. Tus hermanas, quizá.

—No, no puedo pensar en alguien.

—¿Seguro?

Se encogió de hombros.

—Creo que soy importante para muchas personas y eso me distrae de buscar a alguien importante para mí—metió otra uva a su boca—. Pero tengo todo, casi—le miró—, ¿por qué es tan difícil buscar a alguien importante?

Sue intentó leerlo con calma pero las expresiones del rostro de Oliver solo mostraban confusión como si apenas se diera cuenta del riesgo que representaba estar abierto a personas interesadas en su nombre. Como si siempre olvidara lo que estaba alcanzando y de repente tuviera vértigo.

No lo conocía mucho aunque el tiempo fuese suficiente como para saber hablarle, pero Oliver era una caja abierta repletas de otras pequeñas cajas de sorpresas que dicen "ábreme" pero te da miedo hacerlo. Era tan transparente que no lograbas encontrar algo con lo cual comenzar.

—Hey—intentó hablar con calma, queriendo quitarle la negatividad que parecía presenciar en ese momento pero que su sonrisa no parecía notar—, sé cuidadoso al buscar magia, y no dejes que te quiten la tuya.

Se sintió acalorado y desabrochó los primeros dos botones de su camisa negra y respiró hondo al mismo tiempo que asentía dándole la razón. 

  —Sí algún día parece que comienzo a volverme loco... Golpéame en la cara. 




Recuerden que está la playlist en spotify y en Youtube, dejaré links en mi perfil (:

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top