Capítulo 22. Wendy

-Señorita Wendy -llama la profesora con tono severo y enojado.

Con pereza me levanto del asiento y la miro sin mucho esfuerzo. Me había dormido en clase debido a que en toda la noche no había podido dormir. No dejaba de pensar en Jakson y en su novia. No me apetecía ni decir su nombre. Suspiro por lo bajo y salgo fuera de la clase, la profesora no estaba de buen humor que digamos. Me recosté sobre el muro y mire hacía el techo pensativa.

Mi cabeza formulaba miles de preguntas y mi corazón las respondía con Jakson. Debo de aclarar que me esta pasando o me volveré loca definitivamente.

-Pero a quien tenemos aquí -oigo la voz chillona de Linsy y me pequeño momento de paz se acaba.

Sin mucho interés y con una sonrisa falsa me gira para mirarla. Lleva ropa rosa y blanca, su cabello rubio bien peinado y una chulería que no se la creía ni ella. Y pensar que yo también soy rubia, esto es una deshonra para las rubias. Me cruzo de brazos y no digo nada hasta que rechista y dice:

-Te a comida la lengua el gato, niña.

«Me pone de los nervios», pensé con clara frustración. Suspiro ignorándola por completo, esta chica no se merece que la preste atención. Por su culpa y la de ese estúpido me han echado, bueno, puede que exagere, pero me molestan.
Parece que Linzy no se daba por vencida y se coloca delante mía con pose amenazante.

-Te voy a dejar una cosa clara -advierte, pero no la tomo atención -Jakson es mío, y él nunca se fijaría en ti, así que ya puedes olvidarte.

Sus palabras eran crueles y despiadadas, pero no me afectaban en absoluto. Puede que a alguien con la autoestima baja le funcionen esos trucos, pero a mi no. Vengo de un pequeño pueblo y cosas como estas no me afectan en lo más mínimo. Ya se puede esforzar que no me va a derribar con esas palabras.

-Hombre mira, pero si la gata tiene garras, no me lo esperaba -me burlo con claro sarcasmo en mi tono.

Esta chica se pensaba que podía llagar y hacer lo que le diera la gana, pues no. Y menos meterse conmigo.

Linsy suspira y mira a los lados antes de acercarse a mi y decir:

-Que te quede claro niñata, este internado es mi propiedad, yo soy la que manda, y una niñata como tu no me va a encarar como si nada y salirse con la suya.

Con una sonrisa burlona me acerco a ella y sin miedo digo:

-Que miedo me das bonita, no te creas el centro del mundo, ¿si? Es demasiado el ego que tienes para un mundo tan pequeño como este.

Indignada se va dejándome con la sonrisa en la cara. Esta chica seguro ya había estado aquí antes y por eso se declaraba la reina. Pero a mi no me importaba, no dejaría que me pusiera por los suelos solo por que se crea la reina del lugar. Con un suspiro me alejo de la clase. La profesora no me dejaría entrar en toda la hora y quedarme ahí quieta no me apetecía, así que me decidí por dar una vuelta por las instalaciones.

Aun no conocía bien el lugar por dentro, pero había oído decir a algunos chicos que había un sótano, que supuestamente estaba encantado con fantasmas. Sin duda la gente ya no sabe que inventarse para meter miedo. Sin echarme atrás me dirigí al sótano. No le tenía miedo a ese tipo de cosas. Lo sobrenatural a mi parecer era algo tonto y ficticio que se lo inventaron unos aburridos de la vida.

Con paso firme me dirigí hacia la catacumbas del internado. Ja, sonaba demasiado a novela de terror. Ahora, nada mas estar abajo aparecería el asesino por detrás y me mataría, pero es la vida real y eso no pasa. O sí.
Las escaleras de metal oxidadas chirriaba cuando bajaba los escalones lentamente. Estaba oscuro, y he de decir que da miedo de verdad. Sin duda parecía una escena de una película de terror real. Trague con miedo y me adentré un poco más. Si lo sé, es una locura, pero aventura era mi segundo nombre fuera de estas paredes.

Todo el mundo en mi pueblo me conocía por las cosas locas que hacia por las calles. Me metía en sitios abandonados y en sitios prohibidos. Me gustaba la adrenalina en mi cuerpo cada vez que hacia esas cosas; y esta no era la excepción.
En mi adolescencia liaba a muchos amigos para que se apuntaran a meterse en esos lugares, al final solo los chicos y alguna chica valiente se metían conmigo a esos lugares. No es que me gustara meter en líos a los demás, pero me hacia mucha gracia ver como algunos gritaban del miedo cuando los asustaba lanzando una piedra.

Me dispuse a entrar en lo que parecía ser la sala de calderas. Me temblaban las manos pero no me echaría atrás ahora que ya estaba en esta situación. Trague saliva apunto de tomar el manillar cuando alguien hablo sobre saltándome.

-No deberías meterte el lugares oscuros, ¿nunca te lo han dicho? -dijo una voz que reconocí por ser la que me saca mas de quicio, y la que me saca escalofríos sin siquiera esforzarse: Jakson.

-A ti no te han enseñado a llamar antes de entrar -bufe llevándome la mano al corazón. Este chico me mataría de un infarto algún día.

-Perdone, princesa -bromeo haciendo una reverencia y acercándose finalmente a mi.

Me tense al tenerle tan cerca. Aun no me había aclarado, y lo que menos quería era ponerme la cabeza patas arriba al tenerle al lado. Al tenerle cerca todos mis nervios del principio desaparecieron de la nada. Tan solo él podía hacerme sentir segura.
¿Cómo? Ni yo misma me explicaba mi comportamiento, lo único que se es que este chico es una caja de sorpresas para mi.

Como su nada paso por mi lado y abrió la puerta de la sala de calderas. No sabia con exactitud lo que era, pero de lo que si estaba al 100% segura era de que el lugar era aterrador. Polvo y telarañas por todas partes, maquinas antiguas que guardaban polvo sobre ellas a capaz. Me sujete a la camisa de Jakson al oír como algo caía.

-Tranquila, eso es que están cocinando -su tranquilidad me impresionaba, ¿Cómo podía estar tan calmado en un lugar como éste? Al pareces es una de las facetas de este chico que nunca sabré de verdad.

Al parecer la hora de la comida había llegado y las cocineras estaban preparando lo que nos iban a servir hoy. Solo deseaba que no fuera brocoli, lo odiaba a más no poder.

Olvidando mis gustos hacía la comida me fije en Jakson que iba caminado recto. Aun seguía agarrada de su camisa y parecía no importarle, debe de pensar que soy una niña por temer le a este tipo de lugares, que no era verdad, pero he de decir que el sótano deba asco al verlo, y miedo. Otra vez el sonido de algo cayendo me asusto y sin pensármelo dos veces me abrace a la cintura de Jakson. Pareció sorprenderse ante si acto, pero lo comprendió enseguida a que de debía. Se volteo y me rodeo con sus brazos protegiéndome. Tomo un palo de hierro que había en el suelo y se preparo para pegar a lo que fuera que estuviera por ahí.

-Quien quiera que seas, sal -ordeno severo y temible. Daba miedo si no lo conocías.

Los pasos se fueron acercando a nosotros y la persona se dejo ver a la luz. Un hombre con barba y ropa pobre nos miro con miedo, más a Jakson al ver que estaba armado. Levanto las manos en rendición y bajo la mirada. Levante la cabeza sobre el hombro de Jakson y me fije que llevaba rota de bedel. ¿Trabajara aquí? Con esas pintas lo dudaba, pero si fuera así, ¿qué hace aquí escondido?

-Estaba limpiando y habéis aparecido, no era mi intención asustaros.

Pues al final sí que trabajaba aquí.

Jakson bajo el arma y hablo con un claro tono de enfado.

-Se puede saber por que no salio antes nada más vernos.

-Os vi tan cariñosos que no quise molestar, así que me iba a ir para dejaros solos.

Sentí como el calor inundaba mis mejillas ante sus palabras. Estaba insinuando que Jakson y yo habíamos bajado para enrollarnos aquí abajo. Parece que más gente a venido para eso sin cortarse un pelo si los veían o no. Pero pensar que Jakson y yo íbamos a... ¡ni loca! No volvería a repetir esos momentos en mi vida.

Jakson soltó una risa floja y no me corte y le di un golpe en la cabeza. Se quejo y me fulmino con la mirada.

-Tu mejor estate calladito que hoy la tenemos -gruñí y se quedo callado sobando su cabeza. Me volví al bedel -¿Usted trabaja aquí no es así?

Pregunta algo más obvio Wendy.

-Si trabajo aquí desde hace unos años y no es la primera vez que los jóvenes de aquí bajan para eso.

Me ruborice y aclare mi garganta al oír como Jakson volvía a reír. Le di un codazo callándolo.

-Nosotros no venías para eso, solo somos conocidos -sentí algo revolverse en mi estomago al decir eso -yo venía a ver las instalaciones, soy nueva.

-Normalmente suelen poner a alguien para que te enseñe las cosas -dijo dejando las cosas que llevaba en el suelo poniendo su atención en nosotros.

Rodee los ojos hacía Jakson que me miraba con una sonrisa de oreja a oreja. Torcí el gesto y volví al bedel. Este chico me sacaba de quicio con tan solo una sonrisa. Antes de que pudiera decir algo Jakson se me adelanto:

-Pues da la casualidad de que yo soy su guía por estos recovecos antiguos a los que llaman internado -su tono era tan sarcástico que quien no lo notara necesitaba ir a un otorino.

El bedel río al darse cuenta de sus palabras que par ami no fueron nada cómicas. Me cruce de brazos y suspire soltando todo el aire que sin darme cuenta había estado manteniendo durante en un rato.

-Sera mejor que salgáis, no se permite que los estudiantes estén rondando por las bajos del edificio.

Asentimos y nos dirigimos a la salida sin decir ninguna palabra más. Dejamos al bedel terminar su trabajo tranquilo. Jakson tomo mi mano y subimos las escaleras chirriantes con tranquilidad. La luz impacto contra mi y durante unos segundos perdí el sentido de la vista. Frote mis ojos y cuando por fin pude ver me fije en que Jakson estaba aun tomando mi mano. Intente soltarme pero me tenía bien agarrada.

Deje de mirar nuestras manos y me fije en su espalda. Sus hombros se tensaron al notar mi mirada sobre él. Se volvió y me sonrío como si nada hubiera pasado. Trague nerviosa al darme cuenta de que no dejaba de mirarle como una idiota. Finalmente desvíe la mirada hacía el suelo y hable:

-No tenías por que venir, se apañarme las sola -gruñí en una especie de suspiro que consiguió oír a duras penas.

-No es mucho esfuerzo ayudar a una chica guapa, y más si puedes estar un rato con ella a solas.

Me solté de su agarre de un tirón y le fulmine con la mirada. Quien se creía este chico. Sin vacilar levante la mano y la estampe contra su mejilla. El sonido del golpe resonó por todo el pasillo desierto. Dejando a Jakson con la palabra mal sonante el la boca me fui dejándole con el enfado corriendo por sus venas.

Al estar ya en los pasillos de las chicas, lo suficientemente alejada de él, suspire aliviada. Mi corazón no dejaba de latir a una velocidad infernal. Mis mejillas estaban rojas y mi cuerpo temblaba. ¿Por qué? Ni to misma sabía que me pasaba, solo se contestar que haberle pegado una cachetada a Jakson me pasaría factura.















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