28 (reescrito)

Me pasé los siguientes días intentando recuperar el ritmo normal de mi vida, antes de ir al internado, pero nada era igual a como era antes de entrar. El clima empezaba a suavizarse poco a poco y eso en mayor parte hacía que me relajara. Mi tía intentaba animarme y sacarme de casa para conocer el lugar para encontrarme con amigos. Eso a mi no me interesaba en estos momentos.

—Venga tía, debes alegrarte, por fin has salido —la alegría de Susana era envidiable, yo no conseguía estar ni dos segundo con una sonrisa en la cara cuando me recordó el internado.

Debería estar feliz, pero no lo estoy. Tan solo había pasado unos meses allí y ahora mismo no deseaba irme. No después de descubrir tantas cosas en tan solo un día. Me impresionaba mi persistencia a la hora de buscar la razón de por que me comportaba así con Jakson.

Ahora lo sabía. Tarde, pero lo sabía.

Fuerzo una sonrisa para que Susana no se piense que no estoy feliz.

—Perdona, estaba en las nubes. No he dormido mucho desde que he llegado y estoy cansada.

—Venga, yo se lo que te hará estar mejor.

Su tono animado me daba la sensación de que no me gustará nada a donde me llevará, y por lo que estoy pensando no sera un lugar demasiado tranquilo. Susana a intentado animarme desde que llegue, y al ver que no lograba nada haciendo el tonto o intentado distraerme con cualquier otra cosa, a pasado a la artillería pesada.

No quería llegar a este momento. Pero ha llegado. Lastima.

—¡Vámonos de fiesta! 

Dios sálvame de este calvario al que estoy siendo sometida contra mi voluntad. 

A regaña dientes voy para lo que ella llama la fiesta de año. No sé si será de verdad la fiesta del año, yo solo sé que las ganas de tirarme en mi cama y no levantárme eran mucho más reales que mis ganas de estar aquí.

Susana me arrastró a su grupo de amigos. Al parecer todos ellos eran más mayores que nosotras y la situación, por mi parte, era demasiado incomoda. Durante un buen rato me quedé con Susana y sus amigos, pero al final me fui a dar una vuelta por el local. No había demasiado espacio para caminar, así que tuve que empujar a la gente para pasar.

Los insultos y los empujones de vuelta era algo que venía venir. Había estado en muchas fiestas desde que entre en el internado y la verdad no se parecían en nada a estas. Esas eran mucho más tranquilas y no había casi ningún problema. Aquí, en cambio, nada más entrar ya he visto como dos chavales eran arrastrados por los guardias de seguridad fuera del local.

—No me puedo creer que esto sean fiestas de ciudad. Valla mierda —se quejó una chica haciendo que riera. La voz de la chica me sonaba demasiado a Jessie, pero eso era imposible, ellos aún estaban en el internado. A menos que se hayan escapado, que es poco probable.

Por fin fuera del mar de gente de dirigí a la barra y le pedí al camarero un vaso de agua. No me arriesgaría a pillar el pedo de la noche como toda esta gente. Quería llegar a casa con todos los sentidos abiertos y bien echos. 

—Aquí tiene —el camarero me entregó el vaso de agua y un papel.

Iba a devolvérselo pero ya no estaba. Encaré las cejas al reconocer la letra. Tan solo conocía a una persona que escribiera de esa manera mi nombre, y se suponía que debería estar en otro sitio, no en este.

Arrugué el papel y lo tiré. Bebí el agua de un trago y di marcha atrás. Tenía que salir aquí antes de que me lo encontrara. Aunque con mi buena suerte eso era prácticamente imposible. 

Esquivar a la gente ahora era mucho más costoso, ya que al parecer las copas estaban gratis para grupos de seis. Genial, no podrían esperar a que me fuera para dar la maldita promoción de la noche.

—¿Wen? —oí como decían mi nombre pero no me pare en ningún momento.

Pare en seco al ver como alguien, a poca distancia de mi, se paraba y se volvía hacía mi decidido. Esto debía ser un sueño. Por favor que lo sea y que ahora mismo no se encuentre delante de mí. Temblé al ver como se acercaba a mi. Por instinto salí corriendo hacía el único lugar en el que sabía que no entraría por nada en el mundo: el baño de chicas.

Un gran escondite por su deseas huir de alguien, más si se trata de un chico.

Cerré la puerta y cuando me aseguré de que no se abría solté el aire que sin darme cuenta estaba manteniendo. Me apoyé en el lavabo y me arrepentí al instante. Algo sumamente asqueroso se pego a mi mano. Tomé un papel y me lo limpié. Mientras yo hacía eso alguien abrió la puerta.

Me volteé con rapidez y no era la persona que esperaba encontrarme. Era Lucy, que al parecer no estaba de muy buen humor. Encaré las cejas hasta juntar las en una al ver que me extendía el papel que había tirado minutos atrás. 

—No preguntes, solo léela. ¿De acuerdo?

Asentí, dudosa de ello, y ella se dio media vuelta dejándome de nuevo sola en el baño. Desdoble la nota y vi una letra de maquina. No parecías ser reciente ya que al parecer las letras se habían desgastado por los años. Leí la carta despacio al ver que mi nombre estaba repitiéndose sin parar en cada uno de los párrafos. La lagrimas empezaron a formarse en mis ojos haciendo que mi visión se nublara. 

Inspiré al terminar de leer. Al parecer, toda mi vida he vivido dentro de algo que no me pertenecía. Los que supuestamente eran mis padre en realidad no lo eran y me han estado mintiendo todo este tiempo. Pero, eso ya lo sabía.

Mis verdaderos padres están muerto y yo ni siquiera sabía de ello.

Andrade004

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