19 (reescrito)
Maddi
—¿Los habéis encontrado? —Pregunté por décima vez en lo que llevábamos de búsqueda.
Ya todos estaban en sus cuartos y se suponía que debíamos de estar ya durmiendo, pero como aquí parece que sudan de todo estamos perdiendo horas de sueño para buscar a nuestros amigos.
—No —suspiró cansado Connor—, no están por ningún lado.
—Genial —exclamó en un susurro Lucy—, entonces para que vienes sin nada, genio.
—Pues ve y busca tu si es tan fácil —le responde él de malas.
Lucy iba a contestarle, pero le tapé la boca antes de que dijera algo que encendiera la mecha de Connor.
—No tenemos tiempo para discutir.
—La única con dos dedos de frente parece ser Maddi —bromea Jessie detrás de mí.
—Vamos, tienen que estar por alguna parte.
Antes de que nos pusiéramos en marcha Hanna habló.
—Creo que sé dónde pueden estar —dijo, haciendo que todos la miramos como si le hubieran salido todo tipo de cosas por el cuerpo.
—Y por qué no lo dices antes —frunzo el ceño.
—No se me ha pasado por la cabeza pensar que podían ser ellos los que oímos en el sótano —se justificó encogiéndose de hombros.
Sin preguntarle nada más salimos corriendo hacía el sótano esperando que nuestros amigos estuvieron allí.
Wendy
Estábamos sentados en el suelo polvoriento del sótano, los dos a una distancia prudente. Mi posición era sencilla, pero cómoda: mis rodillas pegadas a mi pecho, mis brazos abrazando mis rodillas, y con mi barbilla entre las rodillas, algo sencillo, sin complicaciones. Jackson tan solo estaba con las piernas cruzadas al estilo indio. Se nota que el tiempo encerrados aquí abajo pasa factura.
Llevamos como casi una hora encerrados aquí abajo sin nadie que venga a sacarnos.
El aire se me hacía cada vez más pesado a la hora de respirar, no había casi ventanas, y por alguna extraña razón no limpiaban aquí abajo.
Vale que el internado sea grande, pero las pocas ganas de trabajar son grandes.
—¿Crees que nos sacarán de aquí? —le pregunté aun sabiendo que no iba a recibir respuesta.
No habíamos hablado en lo que llevábamos aquí encerados, y se me hacía extraño. De todos esos días de risas y charlas nocturnas han pasado a un silencio algo incómodo por mi parte. ¿Estará enfadado? Si ese es el caso no entiendo por qué, no fue mi culpa que acabáramos encerrados aquí, sin poder si quiera pedir ayuda, fue él el que me arrastro.
Lo miré de reojo, intentando notar algún cambio en su semblante serio, pero nada, estaba con los ojos cerrados y con la cabeza gacha.
Suspiré rendida. —Me puedes decir que mierdas te pasa.
Directa. Esa soy yo.
Por fin, después de esta hora sin mirarme, me mira.
—No me pasa nada, solo estoy... —pensó sus palabras con cuidado por alguna razón—. Pensando en que decirles a nuestros amigos cuando nos vean.
—Y qué importa si nos ven o no aquí encerrados —encaro una ceja—. Me has invitado al baile sabiendo que todos nos verían juntos, y ahora que nos verán nuestros amigos, así, solos y encerrados, ¿te da vergüenza?
Le fulminé con la mirada cuando él la apartó de golpe. Ocultaba sus ojos de los míos, eso no era bueno.
—Me lo estás afirmando sin siquiera preguntarte nada más —declaro, suspirando al final—. Muy bien, si así van las cosas tú mismo, pero te diré solo una cosa: estaba empezando a cogerte cariño.
—No debiste hacer —se limitó a decir.
—Debiste de pensarlo antes.
—No quería que las cosas crecieran de esta manera.
—¿Qué no querías que creciera? ¿Mis sentimientos por ti? —Le pregunté directa y sin cortarme.
Muy bien, Wendy, es para darte de golpes por bocazas.
Mi conciencia como siempre reprochándome las cosas. Gracias, tu siempre tan alentadora.
Para lo que quieras, guapa.
Ruedo los ojos al oírme decir eso. Enserio, ¿no puedo tener aun conciencia más normal y menos creída?
No te quejes de mí que soy tú, lista.
Ay, gracias, es la única cosa sarcástica y halagadora que me dices en toda la vida.
Concéntrate en Jackson, idiota. Me grita y la hago caso porque sé que tiene razón, esta vez.
Al volverme para ver a Jackson este tenía una sonrisa que le llegaba de oreja a oreja. Fruncí el ceño sin entender a qué venía este cambio de humor tan brusco.
—¿Te ha dado un tic o algo?
Él ríe.
—Me hace muy feliz saber que estás loca por mí.
Mis mejillas subieron de temperatura.
—¡¿Qué?! —exclamé—. Deberías revidarte los oídos, debes de haber oído mal lo que he dicho.
Desvío la mirada avergonzada. Cómo he podido ser tan idiota de decirle lo que siento, así como así, solo por... Argh, enserio, necesito controlar mis impulsos con este chico si no quiero verme en el futuro con muchos gatos. Eso no suena tan mal si me paro a pensar.
—Mírame, Wendy.
Lo hice, arriesgándome a caer en sus encantos de nuevo y hablar como una delincuente. Tragué grueso al ver que la distancia que nos separaba se había acortado en todo este tiempo en el que había estado metida en mis dudas y gritos internos. Las manos me sudaban de los nervios. Mi corazón iba a saltar en cualquier momento si se acercaba aunque sea un poco más.
Qué me estás haciendo, Jackson. Yo no soy así con nadie, y menos con alguien a quien no conozco del todo, que guarda secretos y se aferra a su lado agresivo. Por qué tengo que sentirme tan transparente contigo. Por qué tengo que tener cuidado en lo que digo si estas tu delante. Eso no lo cumplo, pero bueno, me hace decir cosas que nunca en la vida se me pararían por la cabeza.
—Que me estás haciendo, idiota —musito sin apartar los ojos de los suyos.
Una de sus manos acaricia mi mejilla despacio, haciendo que el momento pasara de ser incómodo a ser súper romántico por alguna razón, mi corazón saltó ante el suave contacto de su palma contra mi mejilla.
—Eres tan linda.
—No me digas esas cosas que... —bajo la mirada apretando los labios.
—Mírame, Wendy, necesito verte —su voz es tan suave y tan melosa que no puedo evitar levantar la mirada y encontrarme con la suya: brillante y feliz por alguna razón.
—Qué me estás haciendo —vuelvo a decir.
—Qué me estás haciendo tú a mí, Wendy —me da una sonrisa suave, juntando su frente con la mía.
—Nos estamos complicando la vida, lo sabes ¿no? —imito su suave sonrisa y llevo mi mano a la suya en mi mejilla, apretándola para que no se deshiciera del contacto.
—Contigo me complicaría la vida entera.
—No seas idiota —mi mirada van de sus labios a sus ojos una y otra vez.
—Quiero besarte —confiesa, sacándome un sonrojo enorme—. No me detengas. Quiero volver a sentir tus labios sobre los míos una vez más.
Su respiración y la mía chocaron. Cerré los ojos al sentir como el pequeño espacio se acortaba cada vez más hasta que sus labios rozaron los míos. El sonido de unos pasos corriendo junto con las voces de nuestros amigos nos pararon de golpe. Al abrir los ojos Jackson estaba a un paso de juntar del todo sus labios con los míos. Me eche hacía atrás separándome del todo de él para poder levantarme y poder indicarles a nuestros amigos donde estábamos.
—¡Chicos, aquí! —grité dando golpes a la puerta.
Jackson se unió a mí pocos segundos después.
—Chavales, aquí —gritó él a mi lado.
Le miré de reojo admirando sus facciones una vez más. Sentada lejos de él no pude hacerlo del todo, pero ahora lo veo con claridad. Este chico sin duda hace ejercicio, aunque eso ya lo sabía por su cuerpo bien formado.
Las voces de Maddi y los demás se acercaron cada vez más hasta que por fin estuvieron delante de nuestra puerta.
Nos abrieron minutos después y subimos antes de que alguien bajara para ver qué demonios estaba pasando allí abajo. No quería meterme en líos.
Maddi y yo nos fuimos al cuarto mientras que los demás se iban a los suyos sin pedir ni una sola explicación de por qué nos habíamos metido ahí. Yo no conocía muy bien este lugar, y Jackson sí, entonces él tenía todo mi cuidado y mi confianza.
—Ahora dime qué narices ha pasado allí abajo —pidió de golpe Maddi después de meternos en el cuarto.
—No lo sé —dije—, tan solo nos escondimos de Hanna y Josh y cuando quisimos salir la puerta estaba atrancada.
—No me refiero a eso, si no al hecho de que estuvieras roja como un tomate cuando saliste. Parecía que te iba a dar un ataque en cualquier momento.
—Ah, eso —jugué con mis dedos nerviosa—. Casi nos volvemos a besar —confesé.
—¿¡Qué!? —exclama en un grito.
—Baja la voz que la gente está durmiendo —la regaño.
—Esos me dan igual —se sienta a mi lado curiosa de saber la historia completa—. Habla, quiero todos los cotilleos del día.
Tomé aire y le resumí lo sucedido en el sótano. No se creía que fuera tan idiota para decirle tal cosa a Jackson, pero sí, era verdad; sin darme cuenta le había dicho que me atraía de alguna manera. No sabía cómo iba a volver a mirarle a la cara después de eso, será una de las cosas más vergonzosas del mundo, pero bueno, que le vamos a hacer, mi vida no es un cuento con un final feliz.
Sí, puede que me gustará Jackson, pero todos sabemos que él no estaría conmigo estando ya con alguien. Esa era otra cosa que yo no sabía hasta ahora. Maddi después de escucharme me informó de que la novia de Jackson iba a venir mañana.
Jugando a dos bandas, eh, Jackson.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top