Capítulo 37
En cuanto salieron del restaurante italiano de la zona muggle de Londres, Hermione decidió que ya estaba bien de emociones por una noche y arrastró a Bellatrix hasta una calle vacía para poder aparecerse.
-Aparécenos tú -pidió la chica.
-Está bien. Te prometí que lo haría, pero solo esa vez.
-¿Por qué? -preguntó la chica extrañada- Es solo aparecerse...
-Yo utilizo magia negra para hacerlo y crea adicción. No pienso dejar que te afecte a ti.
La chica se encogió de hombros sin entenderlo pero asintió. Bellatrix pegó su cuerpo al suyo y ambas desaparecieron en una nube de humo negro. Cuando al segundo siguiente surgieron a las puertas de la mansión Black, la duelista mantuvo el estado sin volver a sus cuerpos. Atravesó las verjas de entrada, las puertas y finalmente aterrizaron en la última planta de la mansión. La sabelotodo no sintió el mareo inherente a aquel sistema de transporte, ni siquiera un ligero malestar. Al revés, había sido como si la magia de la ex mortífaga se fusionara con cada fracción de su ser, como si fuese una con su energía oscura y nada pudiera frenarla. Como volar sin escoba, libertad en su estado más puro.
-¡Ha sido alucinante! ¿Por qué hemos perdido tanto tiempo haciéndolo a mi manera si así es mucho mejor? -preguntó la chica.
-Porque ese es el problema de la magia negra: la seducción, la euforia, esa sensación de que puedes hacer cualquier cosa. Pero enseguida te consume y dejas de ser dueña de tus actos. Así que seguiremos haciéndolo a tu manera -explicó con gravedad.
La gryffindor entendió que iba en serio. Además, concordaba perfectamente con las sensaciones que había experimentado. Aceptó que la ex mortífaga sabía mejor cómo controlar ese aspecto y se fiaba de ella.
-¿Por qué estamos en la cuarta planta? La nuestra es la tercera.
-Quiero enseñarte una de mis habitaciones favoritas -contestó la bruja.
A pesar de llevar varios días viviendo en aquella mansión, había muchas estancias que la chica no había visitado. Aún se perdía por los pasillos que conocía así que no veía necesidad de arriesgarse a más. Siguió a la bruja hasta lo que calculó que sería el extremo sur de la última planta. Cuando su novia abrió la puerta del último cuarto, se quedó sin habla. La habitación únicamente tenía la pared que daba al pasillo. El resto era una especie de burbuja de cristal transparente que permitía ver al completo el cielo nocturno. La propia altura de la Mansión se sumaba al hecho de que se hallaba sobre una colina y no había contaminación lumínica: la luna llena, las estrellas y constelaciones se distinguían perfectamente. Las de verdad, no una ilusión o una recreación del cielo como el techo del Gran Comedor. A sus pies se veían las luces nocturnas de Londres y las hectáreas de bosques que protegían la mansión. Respecto al mobiliario: el suelo estaba cubierto por una alfombra de pelo blanco, una descomunal cama con dosel, una cómoda y una mesa baja con un par de butacas. Todo en tonos suaves para preservar la calidez y la atmósfera etérea del lugar. Parecía mentira que un lugar así formase parte de la Mansión Black.
-La verdad, Bella -murmuró la chica fascinada- cuando me has dicho que era una de tus habitaciones favoritas me esperaba un cuarto de tortura, de sadomaso o algo así...
La bruja resopló.
-Si para follar o torturar necesitas un cuarto especial, es que no se te da bien. Yo puedo hacer las dos cosas en cualquier parte y siempre llevo el instrumental necesario por si acaso -comentó acariciando uno de los cuchillos que llevaba en la cintura-. De hecho, una vez en el salón de la Mansión Malfoy...
Hermione decidió que no necesitaba escuchar otra de las historias de tortura de la mejor mortífaga del Señor Oscuro, así que la besó y la empujó hacia la cama dejando claras sus intenciones. Se tumbó sobre ella besándole el cuello mientras bajaba una mano a su cintura para quitarle los vaqueros. "Buena suerte con eso" se burló la bruja sin prestar ningún tipo de ayuda. La gryffindor se dio cuenta de que tenía razón, le hizo gracia pensar que nunca le había quitado unos pantalones a nadie. Puso ambas manos a la tarea y tuvo que dejar de besarla para desabrochar la prenda y bajársela del todo. "Si me hubieses dejado llevar falda ya iríamos por la segunda ronda" comentó Bellatrix intentado no reírse. Cuando al fin lo consiguió, se agachó y besó cada centímetro de las bragas de encaje de la bruja. Aquella provocación terminó con los nervios de la duelista que invirtió sus posiciones con un movimiento rápido.
La chica ni siquiera se había dado cuenta de que sus pantalones y su blusa se habían desvanecido, habría sido cosa de magia. La slytherin comenzó chupándole la mandíbula para bajar por su cuello hasta su brazo. Le lamió la muñeca donde le había dibujado la marca tenebrosa. "Eso me da mal rollo..." comentó Hermione. "No te he pedido tu opinión, amor" susurró la duelista introduciendo la mano en su propio escote. Extrajo un pequeño cuchillo que colocó en el cuello de la chica, acariciándolo. A la estudiante se le puso la piel de gallina. El frío del arma contra su piel le producía una mezcla de miedo y placer. Sabía lo buena que era su dueña con las armas y sentía un profundo respeto, pero confiaba en ella ciegamente. La duelista volvió a su boca, besándola con ansia, mientras con una mano, el cuchillo recorría sus costillas sin realizar un solo corte. Cuando sintió que la chica había gastado todo el oxígeno del que disponía respondiendo a su beso, con un movimiento rápido, le cortó el sujetador y comenzó a chupar los pezones. Hermione arqueó el cuerpo intentando que la bruja se metiera sus pechos en la boca. La hoja del cuchillo se posó en su mejilla como advertencia:
-No muevas ni un músculo, o acabarás mal.
La gryffindor gimió de placer al escucharla. Bellatrix siguió alternando su boca entre sus pechos mientras con una mano mantenía el arma en su mejilla y con la otra acariciaba su pubis por encima de las bragas. La chica quería gritar que se las quitara y la follara de una vez, pero intuía que aquello requeriría mover varios músculos y no quería arriesgarse a sangrar. Cuando la bruja notó que la única prenda que quedaba sobre el cuerpo de su víctima estaba completamente empapada, dejó el cuchillo en la mesilla. En cuanto vio que se relajaba, con un movimiento de su varita (que seguía en su manga), le ató las manos al cabecero y se sentó sobre sus caderas.
-Te has portado bien, has estado tres meses sin follarme como me prometiste, así que dime qué quieres que te haga paso a paso y con detalle. Si no me lo explicas bien, no lo haré y te castigaré.
Hermione se sonrojó. Le daba vergüenza incluso pedirle que le quitase las bragas. Pero lo necesitaba, desde luego que lo necesitaba. También deseaba que la bruja se quitase la camiseta y la ropa interior, pero estaba segura de que aquello sería una petición trampa. Así que decidió empezar poco a poco.
-Bésame y métete la lengua como si quisieras follarme la boca.
La bruja se inclinó sobre ella obedeciendo al instante. La chica no aguantaba más, pero tampoco podía pedirle que bajara su boca a otra parte porque Bellatrix absorbía con su lengua cada sonido que salía de sus labios. Al rato tuvo piedad y se incorporó esperando más órdenes.
-Quítame... quítame las bragas -susurró avergonzada.
-No te oigo bien...
-Que me quites las bragas -repitió con rotundidad.
-¿Por qué? -preguntó ladeando la cabeza y acariciándoselas con uno de sus finos dedos- Te quedan muy bien...
-Están completamente empapadas por tu culpa y es muy molesto -respondió intentando ser lo más gráfica posible para que la bruja dejase de torturarla.
Funcionó. Al segundo siguiente yacía completamente desnuda. ¿Qué le pedía ahora? ¿Que usara los dedos, la boca...? Le daba pudor seleccionar los verbos para indicarle lo que necesitaba. Tenía que haber bebido durante la cena... ¡A la mierda, ya era tarde para avergonzarse!
-Chúpame el clítoris como si no hubiera nada que desearas más.
La ex mortífaga ni siquiera perdió tiempo en manifestar la sonrisa burlona que le provocaba escuchar a su novia hablarle así. Apoyó ambas manos en los muslos de la chica separándoselos bien y comenzó a lamer con destreza. Hermione intentó mantener los ojos abiertos para disfrutar del espectáculo, pero era casi imposible. A ratos veía el cielo repleto de estrellas que se desplegaba sobre ella, a ratos veía como su novia la miraba con ojos lascivos mientras la devoraba y a ratos se volvía todo negro. Ya no quería trabajar, ni viajar, ni nada; solo necesitaba que Bellatrix la follase sin parar durante el resto de sus días.
-Usa tus dientes -gimió de forma casi inaudible incapaz de detallar más la orden.
La bruja la oyó sin problemas y acarició aquel pequeño órgano carnoso con sus dientes. Hermione quería sentir sus dedos dentro de ella, lo necesitaba. Ansiaba liberarse de la misma forma que ansiaba que aquello durase para siempre. Pero sin nada más que la lengua de la bruja, tuvo su primer orgasmo. La ex mortífaga la miró con rostro burlón por la rapidez, no limpió el producto de su orgasmo ni ayudó de ninguna otra forma: la chica no se lo había ordenado. De hecho, a Hermione le estaba costando incluso seguir respirando. Aquello había estado muy bien, de la hostia, pero necesitaba sus dedos dentro.
-¡Fóllame bien de una vez! -rugió.
Al instante vio la mirada de triunfo de su pareja y supo que aquella no era una orden correctamente explicada y había fallado.
-Te he dicho que te castigaría... -murmuró con voz infantil mientras se quitaba las bragas- Coge aire porque no vas a volver a respirar hasta que me corra en tu preciosa cara.
Sin darle tiempo a reaccionar, se sentó sobre su cara. La chica maldijo las ataduras de sus manos y se lanzó al trabajo inmediatamente, ¡joder, cómo había echado de menos su sabor favorito! Chupó y mordisqueó a la bruja con todo su entusiasmo, seguidamente introdujo la lengua todo lo que pudo mientras la bruja se frotaba contra su cara gimiendo de placer al sentir su nariz contra su sexo. La joven se empezó a desesperar porque aquello era muy difícil solo con la lengua. Su amante se compadeció y le liberó las manos. Al instante, situó una en cada nalga de la bruja pellizcando y manoseando con toda la fuerza que podía. Le introdujo dos dedos de golpe sin retirar la lengua y luego un tercero. Cuando creyó que se iba a desmayar por la falta de oxígeno, Bellatrix se corrió en su cara gritando su nombre casi en éxtasis. Cuando sus fluidos empaparon el rostro de su novia, se tumbó a su lado jadeando. Sabía que la chica seguía necesitándola, pero tendría que esperar a que recuperara algo de energía. Hermione lo respetó, se había quedado completamente satisfecha y mientras se limpiaba y lamía la cara, señaló al cielo y murmuró: "Esa es tu estrella". La bruja comprobó que, en efecto, era la estrella de la constelación de Orión de la que provenía su nombre. Le dio igual no tener casi fuerzas: si alguien era capaz de distinguir su estrella entre las miles que se veían esa noche, bien merecía el riesgo de morir exhausta. Se tumbó sobre ella, le acarició los muslos hasta llevar sus manos al centro y le introdujo dos dedos con delicadeza. Hermione se hallaba bastante más allá de la delicadeza:
-¡Joder, Bella, sí! ¡Sigue, fóllame!
Le dio unos segundos para acostumbrarse e introdujo otro dedo. Cogió un buen ritmo mientras la besaba y le pellizcaba los pezones con la otra mano. Curvó los dedos metiéndolos y sacándolos de su interior con rapidez. La chica, que tenía la impresión de que a Bellatrix cada vez le costaba menos llevarla al clímax, se corrió de inmediato gritando su nombre en un orgasmo aún más potente que el primero. Su amante reptó hasta su abertura y lamió el fruto de su trabajo con profesionalidad. Cuando terminó, viendo el estado de sudor y de pringue en el que estaban sus cuerpos y sus sábanas, cogió su varita y lo limpio todo con un movimiento. Hermione la miró agradecida por la refrescante sensación de limpieza, incapaz de verbalizar una palabra más. De repente se dio cuenta de que su novia ni siquiera se había quitado la camiseta. Emitió un gruñido de protesta. La bruja lo comprendió y se rió. Se quitó el resto de la ropa y se metió bajo las sábanas. Al instante, la chica apoyó la cabeza en su pecho mientras contemplaba la galaxia rezando porque apareciera una estrella fugaz a la que pedirle quedarse así para siempre.
Cuando Hermione despertó, comprobó que las vistas en esa habitación eran casi igual de impresionantes de día que de noche. El sol bañaba los bosques y lagos de los alrededores mientras Londres despertaba con la primera luz de la mañana en una estampa realmente cautivadora. Sin embargo, le llamó la atención que a pesar de estar en una burbuja transparente, la habitación seguía a oscuras. Debía ser algún tipo de hechizo, era evidente que Bellatrix disfrutaba con las estrellas pero detestaba el sol. Se giró y vio que seguía durmiendo abrazada a ella. Le retiró los rizos oscuros que le caían sobre la cara y le acarició la mejilla. La bruja emitió un suave gruñido pero no abrió los ojos. Hermione siguió así durante unos minutos, casi tanto por egoísmo como por cariño: quería que se despertara para seguir jugando con ella. Su compañera no estaba por la labor. La castaña cogió su varita y retiró el hechizo para que entrara la luz. Bellatrix protestó abiertamente y se enterró bajo las mantas.
Al poco rato, apareció uno de los elfos con el desayuno. Eso tampoco interesó a su compañera que seguía soterrada.
-Bella, ¿no vas a desayunar?
Gruñido de negación. La sabelotodo decidió que aquello era el amor: saber interpretar el significado de las protestas no verbales de su novia en cualquier contexto. Se tomó el café y el pastel de calabaza casero que Fuss le había llevado. Mientras disfrutaba de la paz de la mañana, observó que una lechuza se acercaba peligrosamente al cristal. Temió que se estampara, pero frenó a tiempo y llamó con la pata. Hermione no supo que hacer. Bellatrix sacó una mano con la varita y con un movimiento, la burbuja desapareció. En cuanto el animal soltó dos cartas y salió, la esfera transparente volvió a cubrir la habitación. Observó las cartas. Llevaban el sello de Hogwarts y la firma de la directora.
-Son de McGonagall, hay una para ti -informó dándole su carta.
La duelista emergió de entre las mantas, levitó el sobre ante ella y con un gesto de su mano, ardió al instante. "Solucionado" murmuró enterrando la cabeza bajo la almohada. La chica iba a echarle la bronca pero imaginó que su carta diría lo mismo e igual la directora ya contaba con la mala relación de la ex profesora con el correo. Leyó el mensaje y se lo resumió a su Bella durmiente.
-Ya han terminado las reparaciones y antes de iniciar el nuevo curso en enero, McGonagall y el resto de profesores que se han ocupado de todo quieren que vayamos a comer dos días antes de Navidad algunos ex alumnos que ayudamos para darnos las gracias y enseñarnos cómo ha quedado antes que a nadie.
A la bruja eso le interesaba lo mismo que la pesca del salmón noruego. Ni se molestó en contestar. La chica iba a comentar algo cuando las últimas líneas la llevaron a ahogar una risa:
-Te leo la posdata: "Hermione, espero que tengas la bondad de comunicarle a Madame Black que contamos con que nos honre con su presencia. Sin ella nada de esto habría sido posible, pero temo que su carta sufra algún percance antes de ser abierta...".
A su compañera no le hizo ninguna gracia ser tan previsible. Murmuró algo como "Ni en mis pesadillas..." sin moverse de su posición.
-Parece que McGonagall sabe lo nuestro...-comentó la sabelotodo sin tener claro cómo la hacía sentir que su vetusta profesora estuviese tan informada.
-Evidentemente, solo ha enviado una lechuza... ¿Te avergüenza que la gente lo sepa? -preguntó la slytherin apartando finalmente la almohada.
-Se me hace raro que McGonagall piense que... bueno, que se dé cuenta de que estábamos juntas cuando aún eras mi profesora. Pero jamás me avergonzaría de ti, es más, quiero que todo el mundo sepa que eres mía y de nadie más.
Era la respuesta correcta. Bellatrix, que en algún punto de la noche se había puesto un jersey largo para evitar el frío, hundió la cara en el cuello de la chica y ella la abrazó. Hermione decidió que quería pasar el día entero sin moverse de ahí. Pensó que estaría bien volver a Hogwarts por unas horas, ver cómo había quedado y saludar a sus amigos. "Iremos, ¿verdad?" preguntó al rato. "Claro", aseguró la duelista, "Tú vas, yo te espero aquí y ya me cuentas qué tal todo". La gryffindor meditó que el evento tenía mucha menos emoción si tenía que ir sola.
-Pero, Bella, tienes que...
-Está bien, iré -se adelantó sin ninguna emoción en su voz.
La bruja se levantó de la cama y buscó una bata en la cómoda para estar un poco más decente. Aquella huida no entraba en los planes de la chica y tampoco entendía el rápido cambio de opinión.
-¡Espera! ¿Por qué has dicho que no querías ir si luego...? ¿Y a dónde vas?
-Porque esto se iba a convertir en otra de esas conversaciones en las que yo no quiero hacer algo, tú sí e insistes hasta que acepto. Así que nos he ahorrado pasos.
-No, Bella...
-¿No era eso lo que intentabas?
-Bueno... Sí, pero...
Antes de que la slytherin terminara de atarse la bata de seda negra, Hermione se levantó y la atrajo de vuelta a la cama. "Perdona, tienes razón", le dijo mirándola a los ojos, "No debería insistir tanto en hacer cosas que sé que te cuestan...". La bruja oscura no contestó, pero aceptó tumbarse de nuevo en la cama. "Iré yo y te lo contaré, ¿vale? Le diré a McGonagall que no te encuentras con fuerza para volver. Lo entenderá, al fin y al cabo, casi mueres ahí..." razonó la chica. Bellatrix asintió y se lo agradeció, sin embargo, sus ojos seguían reflejando cierta tristeza. Al poco rato apareció un elfo que tras saludar y hacer varias reverencias ante su ama, la informó de que tenía una llamada por la red flu de su habitación. La duelista le dio las gracias -para contentar a su novia- y bajó con rapidez a sus aposentos.
Hermione se quedó sola en la cama. Como no sabía cuánto iba a tardar, decidió darse una ducha. No es que lo necesitara, pero la marca tenebrosa pintada a bolígrafo seguía en su brazo y ardía en deseos de librarse de ella. Le costó varias pasadas de jabón y alcohol pero al final su brazo quedó limpio. Se preguntó con quién hablaría Bella y si habría terminado ya. Se acercó a su habitación y al no oír ruido, llamó a la puerta. La voz de la ex mortífaga le dijo que pasara. Había finalizado la conversación y se había metido en a la cama otra vez a pesar de ser casi medio día. "Has cambiado de cama" sonrió la chica. La bruja asintió y señaló el espacio a su lado para que se tumbara junto a ella. Le contó brevemente que la llamada había sido Narcissa que quería que cenaran juntas esa noche. A Hermione le pareció muy bien porque ella había quedado con sus amigos, así Bellatrix no se quedaba sola. Tras aquello, dedicaron varias horas a besarse, acariciarse y a seguir dormitando juntas sin más.
-Bella, ¿de verdad estas bien con lo de la comida de Navidad en Hogwarts? - preguntó la chica que no se había quedado tranquila.
-Sí. Es solo que ese día era...
El tono de la respuesta fue decreciente y Hermione no logró entender las últimas palabras que la bruja arrastró.
-¿Cómo?
-Bueno, que ese día hará un año de que... Da igual, era una tontería.
Veintidós de diciembre, ¿qué había pasado ese día? Hermione lo meditó durante unos segundos y recordó que ese solía ser el último día en Hogwarts antes de las vacaciones. El año anterior habían celebrado el baile de Navidad y ella... ¡De eso hacía un año! ¿Cómo podía habérsele pasado? Bueno, claro, había vivido demasiadas emociones en los últimos meses como para acordarse de aniversarios... Ni siquiera había celebrado su decimonoveno cumpleaños. Sin embargo, le emocionó de una forma casi absurda que su compañera sí que lo hubiese recordado.
-¡No pienso ir! Hará un año que te perseguí corriendo descalza por la nieve y desde que te besé por primera vez. Quiero pasar cada minuto del día contigo.
Bellatrix sonrió por fin al ver que se había acordado y al evocar el recuerdo en su mente.
-Parece que haga siglos, que sucediera en otra vida... -comentó cerrando los ojos.
Hermione estuvo de acuerdo. Ambas estuvieron un rato rememorando y riendo con los eventos de su primera experiencia juntas. Pensar en el pasado llevó a la chica a reflexionar sobre el futuro, era algo de lo que nunca habían hablado porque... bueno, nunca había estado claro que fueran a tener un futuro juntas.
-Bella, ¿tú quieres tener hijos?
A la duelista aquello la pilló por sorpresa y se puso notablemente nerviosa.
-Bueno, no sé, no lo hemos hablado...
-¿Pero alguna vez al pensar en nosotras se te ha pasado por la cabeza?
-Alguna vez...
Como vio que la duelista empezaba a sentirse realmente incómoda, decidió resumir su postura para facilitar la conversación. La cogió de las manos y pegó su cuerpo todavía más al suyo.
-Mira, la verdad es que a mí me gustan los niños, pero nunca he querido tenerlos. No me gusta la imposición de los finales de "vivieron felices y tuvieron tres hijos a los que acompañaron al Andén 9 y ¾ en su primer año". Siempre he sentido que no es lo mío y me niego a que me lo impongan por ser mujer. Quería centrarme en mi trabajo y que mi legado fuesen mis obras y no mis vástagos. Desde que te conocí, de forma egoísta, quiero tenerte solo a ti, no me veo capaz de compartirte con nadie más, ni aunque fuesen sangre de nuestra sangre. Quiero tener libertad para viajar y hacer cualquier locura contigo, sin ataduras.
La bruja la miró, asintió sin decir nada y la dejó seguir:
-No obstante, entiendo que para ti sea importante. No solo porque igual siempre has querido tenerlos, sino porque si no, la familia Black acabaría contigo, no tendrías a quién dejarle tu herencia ni nada de eso. Entiendo perfectamente que como la mayoría de mujeres desees tener descendencia. Y aunque yo no me emocione con la idea, si a ti te hace ilusión, estoy completamente dispuesta a hacerlo. Podemos dedicar unos años a estar solas y tenerlos más adelante. Sé que querría a ese niño o niña más que a nada (aunque menos que a ti) porque cualquier cosa que hagamos juntas será maravillosa.
Transcurrieron unos segundos en los que Bellatrix parecía estar ordenando sus ideas. Cuando Hermione no pudo aguantar más, le suplicó que le expusiera su opinión. Necesitaba saberlo, necesitaba estar segura de que, fuese como fuese, tendrían un futuro juntas. Al fin, la bruja le resumió sus ideas:
-Pienso exactamente lo mismo que tú. Te quiero a ti, a nadie más.
La chica la miró sorprendida, calibrando si le estaba diciendo la verdad o solo lo que creía que deseaba oír.
-¿Estás segura? Esto es importante, Bella, y tu opinión es...
-A mí no me gustan los críos ni para un rato. Soy una mortífaga loca, ¿qué esperabas? Cuando hace años el Señor Oscuro se obsesionó con el bebé Potter, me ofrecí voluntaria para matarlo y acabar con la tontería -expuso como si tal cosa-. No quiero que mi cuerpo se deforme para que algo llorón y mocoso salga de él; y mucho menos el tuyo, que es solo para mí. Soy una guerrera, no la madre de nadie. En cuanto al apellido Black y a mi herencia, estoy segura de que podré convencer a Draco de que conserve el apellido de su madre y extienda el legado, así que no hay problema.
Eso aún la sorprendió más. Decidió obviar en pro del diálogo la oferta de asesinar a su amigo y recordó la primera respuesta que le había dado la bruja:
-Pero al principio me has dicho que sí que querías...
-No -contestó con firmeza-, te he dicho que alguna vez lo había pensado.
Cerró los ojos y continuó:
-Lo he pensando porque creí que tu sí querrías y que así tendrías una razón más fuerte para... para seguir conmigo. Sé que ahora nos queremos muchísimo y que podemos ser felices juntas. Y gracias a mi sangre y a todas las pociones anti-edad que me dejó Severus, no envejeceré prácticamente nunca (no te ofendas, peque, pero en pocos años parecerás más vieja que yo). Pero siempre tendré veinte años más que tú y por muy buena que sea en la cama, igual dentro de unos años prefieres estar con un hombre. O con una chica de tu edad. O simplemente con alguien que tenga cierta estabilidad mental y emocional. No puedes atarte a alguien con diecinueve años, te aburrirás de mí. Y lo comprenderé perfectamente, pero eso no evitará que me muera de pena. Creí que, bueno... teniendo un hijo tendrías más motivos para quedarte...
Lo soltó todo deprisa, como para pasar la vergüenza lo antes posible, sin mirarla y tumbada en la cama hacia el otro lado. Hermione retiró con rapidez una lágrima que pugnaba por abrirse camino en sus ojos y obligó a la bruja a girarse y mirarla.
-Es verdad que te quiero muchísimo y que podemos ser felices juntas. Pero tener un hijo solo para atar a alguien es cruel y muy triste. Te repito que no quiero hijos, solo a ti. Y te voy a ser sincera, Bella: sí que me preocupa la edad y cuanto más te conozco y más rato paso contigo, más me preocupa.
La bruja asintió con mirada triste.
-No creo que el tiempo que nos quede juntas sea suficiente -siguió la chica- Y eso contando con que vivamos cien años más. Nunca había entendido esa búsqueda eterna de la juventud y de prolongar la vida, pero ahora me obsesiona. Quiero vivir varias eternidades junto a ti. Si no envejeces, maravilloso; pero si lo hicieras, para mí seguirías siendo el ser más precioso del mundo. Me niego a tener una vida aburrida con alguien que tenga estabilidad de cualquier tipo, te lo he dicho mil veces y te lo repito. He pensado en investigar la piedra filosofal con las notas de Flamel que guardé hace tiempo. Y por si eso no funcionara, en mis momentos de mayor locura, me he planteado algo que siempre había considerado una abominación y el mayor crimen posible del mundo mágico. Pero si eso me diera aunque fuese un solo día extra contigo, estaría dispuesta a crear un horrocrux. No me importa renunciar a una parte de mi alma y hacer mi vida más oscura si esa oscuridad la vivo junto a ti. Sería complicado porque Dumbledore destruyó los capítulos que indicaban cómo hacerlo, pero estoy segura de que podría encontrar la fórmula...
Bellatrix la miraba con los ojos desorbitados. Probablemente fuese el discurso de alguien que estaba aún peor de la cabeza que ella, pero era sin duda lo más bonito que le habían dicho jamás. Se tumbó sobre la chica, la besó con gratitud y le resumió su parecer y su comprensión en cuatro palabras:
-Yo sé cómo hacerlo -susurró.
"Por supuesto que Voldemort se lo explicó" dedujo la chica. Se miraron a los ojos y sonrieron. Estaban de acuerdo en que estarían las dos juntas, sin nadie más. Y que si toda su vida no era suficiente, robarían más años de la forma que fuese. Bellatrix incluso mencionó que una vez curó a un unicornio herido por un ataque de los inferis y este le dio su sangre como agradecimiento; aún guardaba el frasco y seguía siendo amiga del animal, eternidad líquida. Se quedaron en la cama e hicieron el amor -o follaron en plan salvaje como le gustaba a Bellatrix- una y otra vez hasta que llegó la hora de sus respectivas citas para cenar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top