Capítulo 34

Abrió un ojo y miró el reloj. Las tres de la mañana. No podía dormir. Buscó en el otro lado de la cama. Bellatrix no estaba ahí. Creyó que acudiría a acostarse con ella como la noche anterior, pero no había sucedido. No había manera de conciliar el sueño, así que optó ir a la cama de la bruja para dormir junto a ella. Salió al pasillo con su varita, por si acaso. Sabía que la mansión era muy segura, pero aquellos pasillos tan largos y silenciosos en la oscuridad de la noche le producían bastante respeto. No llamó a la puerta para no despertarla. Se acercó con cuidado a la cama. Estaba perfectamente hecha, Bellatrix no estaba dentro. Pensó en mandarle un patronus, pero le daba miedo despertarla si se había dormido en alguna otra habitación. No era posible que siguiese en su despacho tantas horas después, ¿no? "Igual ha seguido bebiendo y se ha quedado dormida" pensó. Bajó y entró a la habitación. También estaba vacía. Para que el viaje no resultase infructuoso, se acercó al escritorio y se llevó la foto de la ex mortífaga con Nagini. Salió al recibidor.

-Homenum revelio -pronunció.

Nada. Bellatrix no estaba en la mansión. "¿Dónde se ha metido a las tres de la mañana?" se preguntó asustada. La bruja no salía de casa desde que se escapó del hospital, solo dos veces: una para acompañar a Narcissa a pedir el divorcio y otra al Ministerio para liberar a Lucius. Le daba reparo despertar a los elfos en medio de la noche, pero al rato se decidió y los llamó. Aparecieron los tres al instante. No tenían ni idea de dónde estaba su ama, ni de si solía hacer excursiones a esas horas. La bruja apenas les daba trabajo, lo único que les pedía era que respetaran su privacidad y ellos se lo tomaban muy en serio. No se le ocurrió nada más, supuso que habría salido a desfogarse por los alrededores y que ya la vería por la mañana. Volvió a la cama.

A las siete decidió levantarse. Bellatrix no había vuelto. Desayunó y decidió escribirle una nota para que la avisara de que estaba bien cuando regresara. Como sabía que la bruja no podía producir un patronus y no estaba segura de si llevaba encima el colgante con el que lo invocaba, le pidió que mandara a uno de sus elfos al Ministerio para quedarse tranquila. Dejó el mensaje en la mesa del recibidor para que lo viese nada más entrar. A las siete y media decidió irse al trabajo a ver si así el tiempo pasaba más deprisa, "vaya diferencia con la mañana de ayer" se dijo con amargura.

Harry pasó a saludarla a primera hora para saber si las cosas iban bien con su novia. Ella asintió y le dijo que tenía mucho trabajo. Cada vez que llamaban a su puerta u oía el "pop" que solía acompañar a una aparición, levantaba la cabeza al instante para ver si era alguno de los elfos. Pero ninguno la visitó por la mañana. A la hora de comer se cruzó con Ron que le dirigió una mirada de resentimiento. Tonks también estaba y también le dedicó una mirada rara. La chica cogió la comida y se la llevó a su despacho. Por la tarde tampoco supo nada de Bellatrix. En cuanto dio la hora, volvió a casa lo más rápido posible. Seguía sin haber nadie.

No tenía ni idea de dónde buscarla. Solo se le ocurrió que pudiera estar con su hermana en la Mansión Malfoy, pero aquello suponía varios problemas: a) la relación con Narcissa podría ir incluso a peor b) a pesar de haber estado una vez con Andrómeda, no estaba segura de tener recuerdos claros para poder aparecerse ahí c) Bellatrix le había comentado que Draco estaba de viaje, igual su madre se había ido con él d) era probable incluso que no quisiera quedarse ella sola en una mansión con el nombre de su ex marido y se hubiera ido. Por otro lado, con Andrómeda hacía meses que no hablaba y sabía que su hermana mayor tampoco habría recurrido a ella. ¿Y si se encontraba mal y había vuelto al hospital? "No, lo odia... Y me habría avisado". Pasó el resto de la tarde esperando a saber algo de ella.

Cuando fue de noche, decidió que no podía esperar más. Escribió una carta explicando lo que había pasado y subió a la lechucería de la última planta. Uno de los animales se acercó hacia ella y extendió la pata para que le diera la nota. Se la ató y le pidió que se la entregara a Narcissa Malfoy o Narcissa Black, como se llamase ahora. La lechuza partió de inmediato. Confiaba en que a la bruja rubia le preocupase la salud de su hermana lo suficiente como para posponer su enfado y su ira hasta que encontraran a Bella.

Se metió en la cama desasosegada. A las seis de la mañana, la lechuza llamó al ventanal de su dormitorio. La dejó entrar. Estaba de vuelta con una nota. Si había respondido tan rápido, Narcissa debía seguir en la ciudad. Hermione cogió el papel de inmediato y leyó con rapidez las pocas líneas que contenía.

Bella tiene una especie de habitación del pánico en el sótano. En la primera planta, el primer pasillo, a la derecha, al fondo del todo. Hay una pared de ladrillo. Para que se abra, dibuja con la varita el símbolo de las Reliquias de la Muerte. Confírmame que está bien. Si no puedes, escríbeme y voy; pero más te vale no estar cuando aparezca yo.

Narcissa Malfoy.

Eso era todo. No había saludo, ni despedida, pero era todo lo que necesitaba. Hermione supuso que una habitación con el objetivo de proteger a quien se escondiese no aparecería con un simple hechizo revelador como el que ella había usado. Esperó que realmente fuese así, porque la amenaza de la última línea era más que evidente. Bajó a la planta calle y corrió hacia las escaleras del sótano. La bruja le había pedido que no visitase las plantas subterráneas, pero no quedaba otra. En cuanto pisó el primer escalón, la puerta se cerró tras de sí cortando toda fuente de iluminación. Encendió una pequeña luz con su varita. "Debería haberle pedido a algún elfo que me acompañara..." se reprochó, pero la duelista le había explicado que ellos tampoco tenían permitido el acceso a los sótanos.

El aire ahí era realmente frío, se preguntó cómo lo soportaría la bruja que siempre estaba helada. Utilizó un hechizo para calentar su cuerpo. Recorrió el primer pasillo hacia la derecha, como indicaban las instrucciones. Las paredes eran de piedra y había varias puertas metálicas de aspecto siniestro completamente cerradas. Notó que muchas de ellas estaban selladas con hechizos insonorizantes y otros que impedían la entrada de extraños. Casi agradeció que la luz de su varita no le permitiera ver mucho, porque por el rabillo del ojo, le pareció ver manchas escarlatas en alguna pared. Cuando pasó junto a una puerta, se escuchó un chirrido espeluznante en su interior. Dio un salto aterrorizada y apretó el paso. "¿Por qué demonios pasaría tiempo Bellatrix en un sitio tan siniestro? ¿Por qué tiene una habitación del pánico? Ella no le tiene miedo a nada... Y no tiene sentido que haya pasado encerrada las últimas treinta horas...". Hermione sacudió esos pensamientos cuando llegó a la pared que indicaba el mensaje de Narcissa. Dibujó el símbolo y de forma silenciosa, la pared dejó paso a otra puerta metálica. La abrió con cuidado y con cierto temor de lo que hubiese detrás.

Entró. La puerta se cerró tras de sí. La habitación estaba, al igual que el resto del sótano, completamente a oscuras. Vio con su varita que la sala carecía por completo de mobiliario: ni cama, ni comida, ni agua, ni... La chica ahogó un grito. Narcissa tenía razón una vez más. En un rincón del suelo, hecha un ovillo, estaba Bellatrix. Ni siquiera podía verla bien con esa luz tan escasa, pero tenía el cuerpo complemente frío y llevaba el mismo vestido que la última vez que la vio. La llamó pero no contestó, debía haberse desmayado. Notó en su piel signos de deshidratación y supo que tampoco había comido. Era probable que ni siquiera se hubiese movido de esa posición. Tenía que sacarla de ahí. La intentó reanimar pero no respondía. La estrechó entre sus brazos intentando calentar su frágil figura y utilizó el mismo hechizo que en ella, pero no notó reacción alguna. Intentó producir un aguamenti pero el agua no salió su varita. "Tranquila, Hermione, la sacas de aquí, la llevas arriba y ya está" se intentó calmar. Entonces tuvo un mal presagio. Se acercó a la puerta e intento volver a abrirla. No se movió. Repitió el dibujo del símbolo. No se movió. Narcissa no le había advertido nada respecto a cómo salir. Empezó a ponerse extremadamente nerviosa. Volvió a zarandear a Bellatrix para despertarla: respiraba, pero estaba inconsciente. ¿Cuánto tardaría en despertarse? ¿Cuánto tardarían en encontrarlas?

"Cálmate, Hermione, no ganas nada perdiendo los nervios" se repitió a sí misma mientras sostenía a la bruja en sus brazos. Intentó pensar de forma racional. Aquello era una habitación del pánico, era normal que solo la persona que estaba dentro pudiese abrirla. Si desde fuera se accionaba con un dibujo, desde dentro tenía que ser con el mismo o con otro símbolo: un muro no podía reaccionar a dos tipos de encantamientos diferentes, así que no podía ser una contraseña verbal ni nada así. Volvió a probar el de las reliquias de la muerte. Nada. Hizo movimientos al azar, desesperada. Tampoco. "Vamos a ver. Solo la persona que esté dentro puede abrirla y este cuarto es de Bella. ¿Qué símbolo dibujaría ella?" se obligó a pensar. Se le ocurrió el emblema de los Black que siempre llevaba en su anillo, o un dragón como su patronus, o igual sus iniciales... Nada funcionó. Unos minutos después se dio cuenta de lo mal que reaccionaba su cerebro en situaciones extremas. Para cualquiera hubiera sido evidente. "¿Qué dibujaría Bella si le dieras un boli, imbécil integral?" le recriminó a su paralizado cerebro. Con cierto temor y respeto, intentó recordar la forma exacta de la marca tenebrosa y trazó su contorno sobre la puerta. Por supuesto que era eso. En cuanto se abrió, cogió a Bella (no necesitó ni levitarla de lo poco que pesaba) y salió a la mayor velocidad que pudo. En otro momento de brillantez, decidió invocar a su patronus para que iluminara un poco más el camino de vuelta... y porque sinceramente, sentía miedo. La nutria le abrió camino hasta llegar a la puerta de entrada. Por suerte, esa se abrió con un encantamiento básico.

Hermione nunca había estado tan agradecida de ver la primera luz del día colarse por las cristaleras. Llamó a los elfos de inmediato y la ayudaron a llevar a la bruja a su cama. Le humedeció los labios con cuidado, tenía miedo de obligarla a beber y que se atragantara. Cuando notó que se movía un poco, le dio con cuidado una poción vigorizante. Parecía que tragaba bien, cogió el vaso de agua con azúcar y sujetándole el cuerpo para que estuviese un poco incorporada y el líquido bajara mejor, consiguió que bebiera un poco más. También era importante que comiera, pero para eso necesitaba su colaboración activa y en aquel momento no era posible.

Abrió los ojos. Parecía muy mareada, aturdida, como si tuviera la visión borrosa y no recodase bien dónde estaba. En seguida los cerró y murmuró para sí misma algo de dormir. Hermione comprobó sus constantes vitales y le pareció que estaba todo correcto. No quería llevarla al hospital y que se asustara al despertarse. Su único miedo era que aquello afectase a su recuperación previa, pero podrían valorarlo cuando la bruja hubiese descansado. Le pidió a la elfina que fuese a la Mansión Malfoy a contarle a su hermana que Bellatrix estaba bien y recuperándose. Pinky despareció de inmediato. Sin moverse de la habitación, escribió también una nota para avisar en su trabajo de que estaba enferma y no podría acudir. Se aseguró de taparla bien con las mantas y se tumbó a leer junto a ella para estar atenta si necesitaba cualquier cosa.

Todo parecía estar en calma hasta las diez de la mañana. A Hermione le pareció oír ruido en la planta baja, pero decidió que estaba paranoica. Cuando el sonido subió hasta la tercera planta, la chica sacó su varita y se levantó de la cama. Hasta que entendió quién era. El sonido firme y seguro de los tacones sobre el mármol solo podía pertenecer a una persona. De hecho, pensando con sentido común, a la otra única persona que tenía acceso a la mansión. Narcissa Malfoy entró en la habitación sin saludar a la chica. La gryffindor sabía que ella sabría cuidar de su hermana mejor, pero tampoco quería irse, así que se sentó en una silla lo más alejada posible de la rubia. Por su parte, la señora Malfoy se sentó en la cama junto a su hermana. Le acarició la cara sin despertarla. Luego, con mucho cuidado, buscó sus manos. Hermione no entendió el gesto hasta que vio que la bruja tenía las palmas de las manos ligeramente ensangrentadas. La madre de Draco se las curó con su varita y seguidamente, le levantó las mangas para revisar sus muñecas. Las tenía llenas de arañazos. Sanó también esas heridas. La chica se preguntó cuántas veces había pasado aquello para que Narcissa supiese dónde buscar heridas. Cuando volvía a bajarle las mangas, la bruja se revolvió y Hermione intuyó (porque Bellatrix estaba de espaldas a ella) que había abierto los ojos.

-Cissy -murmuró con voz ronca y adormilada.

-Estoy aquí, cielo-respondió su hermana con dulzura.

La bruja oscura la agarró de la muñeca y tiró hacia ella. "Duerme conmigo, Cissy, protégeme". Su hermana le sonrió, se quitó los tacones con cuidado y se metió en la cama junto a ella. Al momento, Bellatrix que había vuelto a cerrar los ojos, se abrazó a ella y colocó la cabeza sobre su hombro ronroneando satisfecha. La rubia dejó que se pusiera cómoda y le susurró que todo estaba bien y que se durmiera. Ante aquella estampa tan íntima, Hermione se sintió incómoda y se retiró en silencio. Se sentó en un sofá del salón contiguo. Se alegraba de que Bellatrix por fin tuviese a alguien que sabía cómo cuidada y se preocupaba por ella, pero también le daba rabia no poder ser ella.

Decidió adelantar trabajo ahora que sabía que su novia estaba en buenas manos. Cogió la carpeta del proyecto en el que trabajaba y se sentó el sofá con ella. A medio día, al estar las dos puertas abiertas, escuchó que Narcissa llamaba a Fuss. Le pidió algo. Hermione dedujo que sería comida. Al poco, volvió a escuchar la aparición del elfo.Y a los dos minutos, se personó en su propia habitación con un plato de puré de calabaza por si tenía hambre. La chica le dio las gracias y comió en silencio mientras escuchaba las interacciones de las hermanas.

-Incorpórate un poco, tienes que comer -escuchó a la rubia.

-No quiero, no tengo hambre- protestó su hermana con voz infantil.

-Me parece estupendo-informó Narcissa con voz calmada- Abre la boca.

Después de un gruñido, debió obedecer, porque oyó que la señora Malfoy la felicitaba con "muy bien" y "sigue así" como a una niña pequeña a la que hay que enseñarle a comer. De postre debió darle algo de chocolate -era evidente que se lo estaba dando ella literalmente-, porque los gruñidos de la bruja oscura sonaban más felices. Cuando terminaron, Narcissa le pidió al elfo otra poción vigorizante y se la dio a la bruja explicándole que al día siguiente ya estaría como siempre, que solo había sido otro desmayo. "Gracias, Cissy" contestó la morena con profunda gratitud en la voz. "¡Oye!", exclamó como si hubiese tenido una gran idea "¡Podría irme a vivir contigo! Ahora que Draco se ha ido podemos volver a vivir las dos juntas, como cuando éramos pequeñas", sugirió la mayor. A Hermione le dio un vuelco el corazón. Narcissa respondió algo en voz baja, lo suficientemente baja como para que la chica de la habitación contigua no la escuchase.

"¿Por qué quiere irse con su hermana? ¿Ya se ha cansado de mí? ¡Solo llevamos dos días viviendo juntas!" se sorprendió Hermione dolida. No entendía nada de lo que estaba pasando y no tenía ganas de hablar con nadie. Cuando fue evidente que las dos hermanas estaban tranquilas echando una siesta, bajó a dar una vuelta por los jardines. Le encantaba aquel lugar y ahora sentía muchísimo miedo de que Bellatrix no quisiese seguir viviendo con ella. Contempló la puesta de sol tumbada entre aquellas flores exóticas y junto al estanque con nenúfares. El olor a jazmín la envolvía y corría una agradable brisa. Sintió que nada tenía más magia que la propia naturaleza. Cuando se hizo definitivamente de noche, volvió a la mansión, cenó algo y subió a su dormitorio a ducharse. Después decidió leer un rato. Quería entrar a ver a Bellatrix, aunque solo fuese para comprobar que estaba bien, pero no se atrevía a molestarlas. No obstante, dejó su puerta abierta por si necesitaban algo.

El susto fue mayúsculo cuando después de sentirse vigilada durante un rato, levantó la vista y ahí estaba observándola con su elegancia estremecedora Narcissa Malfoy. Dejó el libro y se levantó de la cama al instante.

-Madame Malfoy, ¿pasa algo? ¿Bella está bien?

-Bella está casi recuperada -comentó con voz siniestramente calmada.

"Vaaale... Esto no es por Bella, es por mí" maldijo Hermione. Entendió que era el momento de que la rubia le echase otra bronca por influir negativamente en la vida de su hermana, por osar vivir en aquella mansión o por lo que fuese. De acuerdo, ella no era una cobarde. Lo afrontaría.

-¿Entonces que sucede?

-Te dije que dejaras en paz a mi hermana -el tono seguía siendo tranquilo, sin más maldad ni odio del habitual.

-Lo sé e igual tenía razón -concedió la chica- pero... yo la quiero -confesó la chica casi avergonzada.

Se esperaba un hechizo, un grito, o por lo menos una mirada de "¿¡Quién te crees que eres, maldita sangre sucia!?". Pero no hubo nada de eso. La bruja rubia no se inmutó. Hasta que al rato, bajando la voz un poco, contestó:

-A veces el amor no basta. Y menos en la familia Black...

Hermione la miró sorprendida. ¿Qué significaba eso? Era evidente que Bellatrix le había hablado de su relación, pero aún así, le daba mala espina que no hubiese odio ni ira. La ausencia de reacción era casi peor que la reacción en si misma.

-Mi hermana está enferma -continuó al rato-. La cabeza es mucho más difícil de sanar que el cuerpo. Ya has vivido más de un episodio similar y los seguirá teniendo. Eres muy joven y no tienes capacidad para cuidarla cuando está así, ni eres consciente de cómo le afectan las cosas que suceden a su alrededor. Por mucho que tus intenciones sean buenas, las consecuencias no lo son. Si de verdad la quieres, seguirás con tu vida sin ella. No está sola, me tiene a mí. Yo la cuidaré, se lo debo.

La chica no esperaba aquel razonamiento lógico, aplastante y casi amable en boca de la rubia. No había nada que pudiese replicar en ese momento de estupor, así que simplemente murmuró "Vale". La mujer asintió y salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí. Hermione se metió en la cama y cerró los ojos agotada. Cuando los abrió, eran las siete de la mañana. Un elfo apareció al instante y la informó de que Narcissa seguía durmiendo con su hermana, ella podía irse al trabajo tranquila, no la necesitaban en la mansión. Obedeció casi como una autómata y partió hacia el Ministerio. Otro día largo y sin interés.

Al volver a casa, Pinky le comunicó de que Bellatrix ya parecía estar como siempre y la señora Malfoy se había marchado. La informó también que la bruja seguía en su habitación, pero estaba despierta porque le había subido galletas hacía poco. Hermione subió y llamó a la puerta de su dormitorio. "Pasa" escuchó al instante. Las figuras de fuego con las que la ex mortífaga debía estar jugando desaparecieron en cuanto ella entró porque perdió la concentración. Había creído que se trataba de Narcissa. Se miraron durante un rato y ninguna de las dos dijo nada. Fue la duelista quien habló primero.

-Puedes quedarte aquí, no hace falta que te mudes. Yo me voy a vivir con mi hermana. Igual nos vamos de Inglaterra, estoy ya muy harta de esto... No puedo regalarte la mansión porque mi padre estipuló que solo podría donarla a mis hipotéticos hijos de sangre limpia, así que es imposible. Pero puedes quedarte.

-¿Qué? -preguntó Hermione sin entender nada.

-¿Qué parte no has entendido? -suspiró la bruja con hastío.

-¿La de que tú te vas? ¿Lo de que te vas del país?

La miró sorprendida.

-Ya sé que te dije que la mansión es grande y podríamos pasar meses sin cruzarnos, pero aún así sería incómodo saber que estamos viviendo en la misma casa -explicó Bellatrix- Me iré esta semana, cuando recoja mis cosas.

-Pero, pero, pero... -intentó razonar la chica que cada vez entendía menos.

-¡No esperarás que me quede bajo el mismo techo que tú después de que me hayas dejado! Entiendo tu decisión y la respeto, por eso te permito quedarte a ti aquí. Pero prefiero que no tengamos que vernos.

Hermione la miró fijamente para asegurarse de que no estuviese bajo algún hechizo o algo similar. No lo parecía. "Igual lo estoy yo" pensó volviéndose loca del todo, "Igual sí que la he dejado y no me acuerdo... O igual Narcissa ha tenido algo que ver...". Intentó evitar la escena dramática y con toda la tranquilidad que pudo, volvió a preguntar "¿Cuándo te he dejado?". Bellatrix frunció el ceño preguntándose si le estaba tomando el pelo.

-¿El otro día? -le preguntó molesta por tener que repetírselo todo- Después de la visita de Potter no quisiste hablarme, ni cenar conmigo, ni dar un paseo... Nada, no eras capaz ni de mirarme. Nunca pensé que me rechazarías cuando me ofrecí a enseñarte oclumancia. Pero lo hiciste. Entendí que después de verme en aquella visión, no querías seguir conmigo. Sé que no soy muy avispada con lo de las relaciones humanas pero comprendo que verme en esas circunstancias te hizo cambiar de opinión. Y ya te digo que lo respeto, yo tampoco querría estar con alguien como yo por muy buena que esté. Como te cuesta mucho contarme las cosas porque me tienes miedo, decidí facilitártelo y ya lo he organizado todo.

Hermione abrió y cerró la boca varias veces sin acertar a emitir sonido. "No eres consciente de cómo le afectan las cosas... Por mucho que tus intenciones sean buenas, las consecuencias no lo son...", la chica empezó a pensar que Narcissa Malfoy no se equivocaba nunca. En ningún momento se le había ocurrido que Bellatrix pudiera habérselo tomado así.

-Pero, Bella, ¡yo no quiero dejarte, es lo último que quiero!

La bruja la miró con expresión de desconfianza, como si la loca fuese Hermione.

-¿Entonces por qué me trataste mal? Si no me vas a dejar pero no vas a querer hacer nada conmigo, no le veo mucho sentido... Es decir, sí lo veo: es la relación que estaba destinada a tener con Rodolphus y la que tuve con Tom, pero ya te digo que si lo que te interesa es la casa, te la dejo para ti sola.

-Yo... Yo no pensé que te fuese a afectar tanto. Supongo que estoy acostumbrada a que a Ron y a Harry no les importen mucho mis reacciones... No quiero tu casa, ¡te quiero a ti, joder! -exclamó con más énfasis del que deseaba.

La slytherin mantenía a la perfección la mirada de desconcierto y desconfianza. Ni entendía lo que le estaba diciendo ni le encontraba sentido alguno. La chica intentó explicárselo pero ni ella misma sabía cómo exponerlo.

-Mira, yo no esperaba que fuese una memoria agradable y nos lo advertiste... Pero verte así, tan mal, tan perdida, ver que hasta físicamente estabas fatal...

-¿¡Qué!? ¿¡Encima de ignorarme y dejarme me llamas fea!? -bramó la bruja- ¡Yo siempre he estado estupenda! ¿¡Pero que te he hecho para que me trates así!?

"Trastorno narcisista, es verdad... Mierda, Hermione, no vas bien..." maldijo la chica internamente.

-¡No, no! -corrigió de inmediato- Claro que siempre estas preciosa solo que...

-¡Ahora ya no te creo! -refunfuñó la bruja indignada.

-Escucha, me refiero a que me dolió muchísimo ver con mis propios ojos cómo te había afectado Azkaban. Y luego ver a Sirius reconociendo que te habían tratado mal y habían sido injustos contigo... Sentí tanto dolor y tristeza que no supe que decirte, cualquier consuelo me pareció ridículo y que no te lo tomarías bien. No estoy acostumbrada a que los acontecimientos me superen y cuando ocurre, suelo preferir estar sola. E hice mal, evidentemente, tenía que haber contado contigo. Lo siento mucho. No te vayas, por favor.

-Eso no tiene mucho sentido...-reflexionó la bruja- Me viste quemando casas, chillando y atacando a gente como una enajenada. ¿Y aún así quieres vivir conmigo?

-Pero avisaste a Snape y era lo que se esperaba de ti, tenías que mantener la coartada. Y sé que se trataba de una situación extrema, que estabas enferma y nadie te ayudó. Sé que tú no eres esa persona y...

-Hermione -la cortó con gravedad-, hay una cosa que necesito que entiendas: soy esa persona. Lo soy. Soy mucho más esa mujer desquiciada que disfruta con el caos y la tortura que la profesora que te enseñó Defensa o que te llevó a cenar. La realidad es la primera, el resto es impostado. Ahora soy consciente y trato de contener esa realidad, pero soy esa persona y lo seré siempre. Cualquiera de esos episodios podría repetirse. Y sinceramente, si pudiera cambiarlo, no sé si lo haría. Es lo que soy, es lo que he conseguido ser sin ayuda de nadie y si no estoy orgullosa de mí, nadie va a estarlo. Si quieres estar conmigo, vivirás siempre en medio de mi guerra y sé que no es justo pedirte que lo hagas.

Hermione asintió lentamente asimilando el significado de aquello. No era en absoluto lo que quería oír, pero sabía que era la verdad. Por mucho que intentara engañarse, Bellatrix no era una persona rehabilitada con un pasado oscuro. Toda ella era oscuridad. Estaba haciendo lo imposible por reprimirlo por ella.

-Prefiero la guerra contigo al frío sin ti -resumió finalmente la chica.

Algo pareció removerse en el interior de la bruja a pesar de lo novelero de la sentencia. "¿Entonces puedes venir conmigo y solo abrazarme?" pidió en voz baja. Hermione se tumbó junto a ella en la cama y la abrazó en silencio. Al rato se dio cuenta de algo que no le había explicado.

-¿Fue culpa mía que te encerraras ahí abajo? ¿Lo has hecho más veces?-preguntó alarmada.

-Bueno... Hacía bastante que no lo hacía. Me pareció evidente que ibas a dejarme y quise destruir cosas, pero me da miedo hacerlo ahora que tú vives aquí y podría hacerte daño. Así que bajé a mi habitación de seguridad. La magia no funciona ahí dentro y puedo chillar, gritar y hacerme daño hasta perder el conocimiento. Eso me relaja.

-Prométeme que no volverás a hacerlo.

-No puedo.

-Entonces... Prométeme que me avisarás antes de hacerlo.

-Te lo prometo -concedió la duelista.

La chica confió en que con eso fuese suficiente.

-¿Y qué demonios guardas en esos sótanos? Oí ruidos raros y había manchas sospechosas...

-Soy... ¿cómo lo llamáis los muggles? -meditó Bellatrix- Soy una mujer de ciencia, me gusta hacer experimentos que a veces chillan y sangran y ahí puedo hacerlos tranquila.

Hermione sintió un escalofrío, no quería más datos ni tener que volver a bajar ahí nunca. Tras unos minutos más de abrazarse en silencio, se dio cuenta de que tenía que replantearse su futuro. "¿Quieres irte de Londres?" le preguntó. Bellatrix se giró y la miró a los ojos. "No sé, la verdad, estoy muy cansada, ya lo sabes. Me gustaría vivir en algún sitio donde pudiera salir a la calle..." reflexionó casi para sí misma, "Pero tú eres feliz aquí con tu trabajo, así que de momento nos quedamos." Hubo un rato de meditación mutua hasta que Hermione habló de nuevo.

-Siempre he querido viajar. No conozco prácticamente nada fuera de Inglaterra y me encantaría visitar París, Venecia, Viena... y México, Argentina y Estados Unidos... y Tokio, Singapur y...

-Pues más nos vale empezar ya, peque, porque no nos va a dar tiempo -rió la bruja.

-¿De verdad? -preguntó Hermione con ilusión incorporándose y sentándose sobre las caderas de la bruja.

-Claro. Podemos ir a por tus padres primero y luego a donde tu quieras.

-Te quiero -susurró inclinándose para besarla.

-Más te vale.

Al rato y tras besarla durante un tiempo suficientemente satisfactorio, decidió volver a probar suerte, ya que parecía que Bella estaba en actitud de aceptar planes.

-¿Me enseñaras oclumancia?

-Por supuesto que no. Me rechazaste y a Bellatrix Black no la rechaza nadie. Y me has llamado fea. Eso aún es peor.

La chica puso los ojos en blanco. "No sé si me compensar salir con alguien que actúa como una niña de ocho años" pensó.

-Si no te compensa ahí tienes la puerta -añadió la bruja con gesto altivo.

-¡No te metas en mi cabeza!

-No creo que una niña de ocho años pueda meterse en la cabeza de nadie -replicó poniendo morritos con su voz infantil- Pero desde luego alguien debería enseñarte... ¡Ya sé! ¡Pídeselo a Potter!

La conversación se interrumpió ahí porque la duelista casi se ahogó de risa recordando la ineptitud del chico en el campo de la protección de la mente. Hermione la miró intentando odiarla sin ningún éxito. Además, la idea de que Bellatrix se hubiese metido en la cabeza de su amigo le resultaba extrañamente incómoda. Cuando consiguió que la slytherin se serenara, la interrogó sobre el tema. Comprendió que lo hizo con buena intención para advertir al chico mentalmente sin herir los sentimientos de Ginny. A pesar de que le llevó pocos segundos de legilimancia transmitirle el mensaje, le había dado tiempo a hacer un tour por sus recuerdos y pensamientos. La reprendió por no respetar su privacidad.

-¡No fue por cotillear! No puede interesarme menos lo que piensa Potter, pero tenía curiosidad por ver qué tal le había enseñado Sev y, sinceramente, esperaba más de él. No tenía apenas ninguna barrera. Además, yo acabé mucho más traumatizada que él: no tenía ninguna necesidad de conocer sus preferencias en la cama ni sus fantasías eróticas.

-¡Bella! -exclamó la chica horrorizada- ¡Es muy feo que vieras eso!

-A mí me lo vas a decir... -suspiró ella dramáticamente.

-¿A ti te gustaría que alguien...?

-Te las muestro y demuestro encantada: está lo de follar conmigo misma, lo de hacerlo en San Mungo, en la mesa del comedor de mi hermana, en el despacho de Dumbledore con los retratos mirando...

La bruja siguió enumerando sus fantasías sexuales durante un rato. Hermione nunca sabía si bromeaba o no. Y tardó un rato en darse cuenta de que su novia pretendía que colaborara activamente en la realización de las mismas. La escuchó ruborizada hasta que salió del trance, sacudió la cabeza y le suplicó que se callara. Entonces Bellatrix la miró con interés y con un brillo perverso en los ojos que la asustó: "Vale. Ahora cuéntame las tuyas".

-No, yo no tengo ninguna... -murmuró la chica aún más colorada evitando su mirada.

-¡Claro que sí, todo el mundo tiene!

-No, no...

-No me obligues a verlo por mí misma, ya tuve bastante con Potter...-bromeó la bruja.

Hermione sabía que la slytherin jamás cotillearía en sus pensamientos, pero la sola idea la puso realmente nerviosa. Además, ella era muy pudorosa en ese tema, no se sentía cómoda hablando de sexo con su novia como quien comenta los planes del fin de semana. Se agobió, aunque intentó disimularlo. Bellatrix podía ser indetectable al meterse en la mente de alguien... Intentó cambiar de tema pero la ex mortífaga nunca soltaba la presa una vez olía la sangre.

-¡Cuéntamelo y así podemos hacerlo! -exclamó con ilusión.

Era tentador, pero...

-No, no -replicó alterada levantándose de la cama- Tú no podrías...

Se cortó en cuanto se dio cuenta de que esa última sentencia había sido un error. Se entendían tan bien que ninguna de las dos necesitaba magia para deducir los pensamientos de la otra. La frase más simple las delataba. Notó que intentando disimular el dolor la morena comentaba en voz baja: "Ah... No son conmigo...".

-¡Sí! Claro que eres tú... bueno, no exactamente, pero... Yo...

"Tranquila, no me lo cuentes, eso solo te pertenece a ti. Es culpa mía por haberte presionado. Buenas noches" murmuró Bellatrix con suavidad. Le dio un beso en la mejilla, apagó las luces y cerró los ojos. No eran ni las diez de la noche, pero Hermione entendió que el tema había finalizado. Así que se quitó la ropa y se puso el camisón. Se acostó junto a ella, le pasó un brazo por la cintura y cerró los ojos también. 

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