Capítulo 13

Ante ella solo había oscuridad. Entró a lo que debía ser la sala de estar de Bellatrix y antes de poder murmurar "lumos", sintió como algo la agarraba y la apresaba impidiéndole moverse. Su varita cayó al suelo. Gritó en la oscuridad. Al instante, la luz se encendió.

-¡Por Circe, Hermione, qué susto me has dado! -exclamó la bruja bajando su varita- ¡Pensé que habríais vuelto hace horas!

En el rostro de Bellatrix se notaba que medio minuto antes estaba dormida. Con un gesto de su mano, las ataduras de Hermione se soltaron. "Perdona, estoy un poco paranoica con..." empezó a disculparse mientras se frotaba los ojos para acostumbrarse a la luz. "¿¡Qué ha pasado!?" exclamó agarrándola de nuevo al ver su deplorable aspecto. La chica la miró. La slytherin llevaba un camisón de seda negro peligrosamente corto y era evidente que no usaba sujetador para dormir. Por primera vez durante esa noche, la estudiante sintió una pequeña ráfaga de calor recorriendo su cuerpo tímidamente. Abrió la boca para intentar responder mientras su novia la examinaba detenidamente para asegurarse de que no tenía ninguna herida grave. Dejó escapar un suspiro de alivio cuando comprobó que solo eran arañazos y cortes superficiales.

-¿Podrías...? - fue todo lo que acertó a explicar la chica mirándola a los ojos.

No se veía capaz de articular una frase completa y mucho menos de narrar los acontecimientos de la velada. Confió en que la duelista entendiera que le estaba dando permiso para penetrar en su mente y ver los recuerdos recientes. Así fue, lo captó al instante. Hermione sintió una sutil presencia en su cerebro por segunda vez esa noche. Solo que esta vez era casi agradable, como si hubiese alguien que le acompañaba; nada que ver con la violación mental a la que el horrocrux la había sometido. Presenció como la bruja revivía el viaje a su cámara, la caída, la copa volando hacia ella, el dragón, el patronus, el lago... Justo cuando sacaba el colmillo de basilisco, notó que Bellatrix avanzaba los recuerdos a gran velocidad. Entendió que deseaba respetar -dentro de lo posible- su privacidad. Hermione le dio las gracias mentalmente por no curiosear en sus miedos. Cuando por fin llegó al recuerdo que buscaba, la destrucción definitiva de la copa, la estudiante notó que volvía a estar sola en su mente.

-Estoy tan orgullosa de ti...- murmuró Bellatrix poniéndose de puntillas para abrazarla.

Dado que estaba descalza y que Hermione llevaba sus tacones, la chica le sacaba más centímetros de los habituales.

-No...- la intentó frenar.

Bellatrix bajó los brazos y la miró ladeando la cabeza con expresión de duda.

-Estoy sudada... y barro... y sangre... -intentó desarrollar la gryffindor.

-No seas tonta -susurró en su oído- La sangre me excita.

Bellatrix la abrazó y apoyó la barbilla en su hombro. Hermione, sabiendo lo difícil que resultaban para la bruja los gestos de afecto, le devolvió el abrazo enseguida. Sintió que el peso del mundo que caía sobre su hombros se volvía mucho más leve. Se hubiese quedado así para siempre.

-Lo siento -susurró la duelista nada acostumbrada a disculparse- tenía que haber ido yo. No sabía lo de esa maldición que quita los encantamientos. Hace quince años que no entro a esa cámara...

-Eso ha sido lo de menos -contestó Hermione con sinceridad.

Bellatrix se separó de ella y la miró a los ojos mientras le acariciaba la mejilla. "Ven" dijo cogiéndola de la mano y acompañándola a su dormitorio, "vamos a curar esos rasguños y después puedes darte un baño". No tuvo nada que objetar y se dejó llevar. Se sentó en el borde de la cama mientras la bañera se empezaba a llenar con un movimiento de la varita de la bruja. Con varios gestos y sin apenas pronunciar una palabra, la duelista curó todos las heridas y cortes. Seguidamente, le cogió la mano derecha con la palma hacia arriba. Hermione miró hacia otro lado avergonzada: la prueba de que había intentado cotillear en esa misma habitación seguía ahí. La ex mortífaga murmuró algo, una luz blanca salió de su varita y la quemadura también se curó. "¿Cómo, cómo...?" preguntó la chica con los ojos muy abiertos, ella lo había probado todo. Su compañera se encogió de hombros.

-Después de Azkaban pasé meses consultando a sanadores y leyendo cientos de libros sobre curación. No te imaginas cuánto me costó eliminar las quemaduras de los grilletes -dijo frotándose las muñecas inconscientemente- y eso fue pan comido comparado con el maldito tatuaje del cuello. Aquello sí que dolió...

Se perdió en sus recuerdos hasta que vio que el rostro de la chica volvía a entristecerse. Así que se apresuró a añadir:

-Pero este cuerpo bien vale el esfuerzo...-susurró con voz seductora mientras se acariciaba a sí misma.

Hermione soltó algo parecido a una risa y sacudió la cabeza. Bellatrix la besó en la mejilla y se arrodilló a los pies de la cama para quitarle las botas con cuidado. La gryffindor la miró mientras trabajaba en desatarle los cordones y no pudo evitar perderse en la visión del profundo escote de la bruja. Consiguió al poco liberarla de las botas -sus propias botas- y le quitó también los calcetines largos. La miró para decirle que se quitara el vestido pero cuando vio dónde descansaba su mirada decidió dejarla disfrutar un poco más. Al rato Hermione se dio cuenta de la situación y apartó la mirada avergonzada mientras la bruja reía. Decidió sacar el tema que más le preocupaba en ese momento.

-Harry y Ron saben lo nuestro.

Bellatrix reflexionó sobre el impacto de la noticia.

-Pues no sé a quién de los dos le habrá sentado peor... si al fan de mi primo o al que babea por ti... ¿Crees que dirán algo?

-No. No. No creo... Pero si Harry lo sabe, probablemente Ginny también y ella es bastante cotilla...

Hubo unos segundos de silencio en los que la duelista calibró cómo consolar a la chica. Los problemas con amigos suponían un enorme misterio para ella.

-¿Qué vamos a hacer? -preguntó Hermione cuya desesperación aumentaba con cada palabra- Si Dumbledore, o McGonagall, o el Ministerio se enteran, me expulsarán y a ti te despedirán y ya nunca...

-¡Eh, eh, eh! Tranquila, peque -la cortó Bella en tono suave-. No te pasará nada, te lo prometo. Eres mayor de edad, ya casi has terminado el colegio. La verdad es que no sé que dicen los estatutos de Hogwarts sobre tener relaciones con alumnos, pero no creo que sea ilegal... Y aunque lo fuese y alguien dijese algo, no te pasará nada -aseguró con firmeza-. Diré que fui yo, que te seduje contra tu voluntad -añadió con tono juguetón besándole la rodilla.

-Te despedirán.

-Diré que te di un filtro amoroso.

-Te meterán a Azkaban.

-Diré que te obligaba a llamarme "ama", a dormir entre mis piernas y a beber poción multijugos para cumplir mi sueño erótico de follar conmigo misma.

-Te ingresarán en San Mungo.

-¿Y vendrás a visitarme? - preguntó Bellatrix con mirada emocionada como si realmente le ilusionara que Hermione fuese a visitarla al psiquiátrico. - No me digas que no te pone la idea de tirarte a alguien con una camisa de fuerza... Estaría buenísima igual. Yo estaba tremenda hasta con el uniforme de Azkaban.

La joven la miró no sabiendo si llorar por lo infantil que era su novia de treinta y ocho años o si reír porque era la conversación más surrealista que había tenido nunca. Optó por sacudir la cabeza y acariciarle la mejilla. Bellatrix frotó su cara contra la mano como un gato sediento de mimos.

-No quiero que pierdas tu trabajo por mi culpa.

La morena suspiró, se levantó del suelo y se sentó en la cama a su lado pasándole un brazo por la espalda y dejando que apoyase la cabeza en su hombro.

-Yo nunca quise volver aquí, ya te lo conté. Cuando salí de ese agujero infernal, Dumbledore me ofreció el puesto de profesora. Lo rechacé y me reí tanto que el viejo se asustó. Resultó que más que un ofrecimiento era una sugerencia obligatoria a cambio de pasar por alto el hecho de que era (soy) una presa fugada. Temía que con la vuelta de Voldemort volviera a su lado y mi parte oscura ganara la batalla. Por desgracia, era algo perfectamente factible. A Tom también le pareció bien, consideró que cuantos más infiltrados en Hogwarts, mejor. Pensé que si ese era el precio porque ambos me dejaran en paz un rato, aguantaría hasta que esto terminara. Pero odio este castillo, odio los recuerdos que hay aquí; no me gusta nada dar clase, ni aguantar a los críos, ni mucho menos a los profesores. Cuando acabe la guerra me largaré de aquí la primera.

Hermione guardó silencio un rato, asustada de nuevo por la clara afirmación de que Bellatrix podía cambiar de bando en cualquier momento. Pero también sintió tristeza al ver la mala relación que tenía con aquel lugar donde ella era tan feliz.

-¿Y qué harás cuando acabe la guerra? - preguntó la joven.

-Si ganamos, supongo que ser libre por primera vez en mi vida. Y si no...

La mirada de Bellatrix se ensombreció. Al fin y al cabo seguía siendo una ex presidiaria que se había fugado de la cárcel... Como no quería asustar más a la chica, sacudió la cabeza, se levantó y la cogió de la mano. "Venga, el baño ya está listo, métete y mientras busco algo que te puedas poner para dormir", le dijo acompañándola hasta el cuarto de baño. Hermione obedeció, se quitó el vestido destrozado, la ropa interior y se metió en la enorme bañera de mármol. Cerró los ojos y se sumergió entera bajo la espuma. La sensación del agua caliente eliminando los restos de la aventura de aquella noche era realmente liberadora. El baño olía a lavanda y a vainilla y la sensación de calidez era maravillosa. Quería lavarse el pelo pero no sabía si tendría fuerzas para mover un solo músculo más. Al rato apareció Bellatrix y le dejó ropa interior limpia y un camisón bastante más decente que el suyo para cuando terminara.

-Lo siento mucho, tu vestido...-musitó señalando la prenda que le había prestado la bruja.

-Tengo cientos iguales -aseguró ella sin darle importancia alguna- Escucha, mientras te lavas, voy a...-empezó a decir la bruja saliendo de la habitación para darle intimidad a la chica.

-¡No! -gritó Hermione inmediatamente -¡No, por favor, no te vayas, no me dejes sola!

No podía evitar el miedo que aquellas visiones grotescas le habían causado.

-Vale, vale, tranquila, me quedo aquí -aseguró la bruja sentándose en el borde de la lujosa bañera apoyando la espalda contra la pared.

Así estuvieron un rato en silencio, disfrutando de la calma y la compañía mutua. Hermione se serenó y su cerebro volvió a trabajar con normalidad, lo que derivó en nuevas angustias:

-Bella, ¿crees que nos llevarán a juicio o algo así? -preguntó angustiada- Nos hemos colado en el banco, destrozándolo literalmente, han muerto varios duendes y guardias de seguridad, hemos liberado a un dragón...

-En absoluto. Los duendes son las criaturas más orgullosas que existen -comentó sin ocultar el desprecio- precisamente porque habéis causado tantos daños, no dirán nada. Imagínate cómo quedaría su imagen, ¡el segundo lugar más seguro del mundo mágico y lo desmontan tres críos!

Eso tenía sentido, la chica empezó a sentirse un poco más tranquila.

-Cuando Quirrel protagonizó el intento de robo se volvieron locos y ni siquiera se llevó ni destrozó nada. Calcula ahora -siguió su profesora-. Evidentemente no lo podrán ocultar como les gustaría, pero imagino que se centrarán en el dragón. Dirán que se escapó, probablemente él solito, y lo destrozó todo; tampoco creo que sepan mucho más, la verdad.

-Pero... -empezó la estudiante dándose cuenta de que no habían calibrado los efectos secundarios de sus imprudencias- entonces Él lo sabrá. No nota cuando se destruye un horrocrux, pero sospechará que lo hemos robado de tu cámara...

-Probablemente... -susurró Bellatrix que seguía sentada con los ojos cerrados.

La castaña no se atrevió a preguntar por las consecuencias que aquello tendría para la bruja. Se acercó al borde donde estaba sentada y la cogió de la mano. "Tendréis que daros prisa en encontrar los que quedan porque irá a revisarlos y se dará cuenta...", añadió la bruja oscura ocultando en su tono varias emociones que la chica no supo descifrar. Al rato sacudió la cabeza y decidió que ya estaba bien de agonías por una noche:

-Pásame el champú que quieras y te ayudo a lavarte el pelo -sugirió Bella intentando impostar un tono alegre.

Hermione nadó hacia la docena de diferentes champús y eligió el que sabía por estudios olfativos previos que usaba su compañera. La bruja lo cogió y dándose cuenta de la maniobra sonrió. Mientras lo abría y lo frotaba entre sus manos comentó con tono seductor: "Si sigues usando mi champú y llevando mi ropa, voy a cumplir el sueño de follar conmigo misma sin necesidad de pociones". Hermione se ruborizó y se dio la vuelta para que pudiera lavarle el pelo. Nadie se lo había hecho desde que tenía seis años y la bañaba su madre. No recodaba lo agradable que era. Cerró los ojos y se olvidó de todo, de duendes y de magos oscuros. Sentir los dedos de Bellatrix masajeándole las sienes y el cuero cabelludo la llevó a pensar que si la recompensa de enfrentarse a los horrocruxes era esa, ya podía ponerse Voldemort a fabricar más. Emitió un suave gemido de placer mientras luchaba por no quedarse dormida ahí mismo. ¿Cómo podía Bellatrix hacerla sentir tan bien con tan poco?

-Ya sabes lo maravillosa que soy con las manos, peque – ronroneó Bella en su oído.

-Puedes jurar que sí – murmuró ella sintiendo un escalofrío de placer.

Tras unos minutos más porque la chica se lo había ganado, le aclaró el pelo y la envolvió en una toalla para que se secara. Una vez más, cuando iba a salir del cuarto de baño, Hermione la agarró del brazo y le preguntó con cara inocente: "¿No me ayudas a secarme? Casi no tengo fuerzas...". Con un movimiento de varita y una sonrisa burlona, la duelista exclamó: "¡Ya estás!". La estudiante pasó al plan B. Dejó caer la toalla al suelo y se quedó mirando a la bruja con cara de lástima. Bellatrix no pudo evitar observar su cuerpo absorta y perdió temporalmente el hábito de respirar. La chica aprovechó para pegarse a ella y besarla. La bruja oscura vio la lujuria en sus ojos y su propio cuerpo no le dio opción a negarse. Profundizó en el beso mientras acariciaba la espalda de la chica y su melena ahora seca. Cuando notó que la gryffindor le colocaba una mano ansiosa en el muslo y le subía el camisón, se dio cuenta de que no era el momento.

-Hermione...-jadeó ella- son las tres de la mañana, vamos a dormir.

-No quiero dormir, te quiero a ti.

-Hermione -replicó ella con más firmeza-, esta noche no. Tienes que descansar, por favor.

-Bella... -suplicó la chica con mirada lastimosa- No puedo dormir en este estado de nervios, necesito relajarme... y me relaja mucho estar dentro de ti.

"¡Mierda!" maldijo la slytherin internamente al ver que perdía la batalla. La joven vio en su mirada que había logrado su objetivo. De inmediato la atrajo hacia sí y volvió a besarla con ganas. Le metió la lengua en la boca explorándola con ansia y la condujo con rapidez hacia el dormitorio. Empujó a Bella sobre la cama y se lanzó encima de ella sin despegar los labios de los suyos. Adoraba estar encima de esa mujer, tenerla a su merced y disfrutar de su cuerpo. La bruja oscura soltó un débil gemido mientras enroscaba la lengua en la de su novia saboreando y disfrutando del calor de su interior. Hermione empezó a mover las caderas contra las de su compañera soltando un maullido de placer al notar cómo su centro se humedecía con rapidez. Sus cuerpos seguían frotándose con energía mientras el beso se hacía más profundo.

La chica se separó durante un segundo para quitarle el ligero camisón a su compañera. En cuanto quedó liberada de la prenda, Bellatrix arqueó la espalda oprimiendo sus pechos contra los de la joven, los endurecidos pezones de ambas se chocaban y acariciaban sin cesar. Hermione deslizó una mano por la cadera de la bruja para quitarle también las bragas, pero su compañera se resistió. La ex mortífaga no iba a someterse con tanta facilidad, si alguien era dominante en aquella relación, tenía que ser ella. Ya había cedido mucho por una noche. Sin ninguna dificultad, agarró a su novia e invirtió su posición. La chica protestó con un gruñido sin dejar de arañar y acariciar su piel.

-Necesitabas relajarte, ¿verdad, princesa? Te prometo que cuando termine de follarte, no querrás mover un músculo -le susurró al oído mientras le mordisqueaba el cuello sin mucho cuidado.

La chica gimió como si estuviese en el casting de una película porno, no pudo ni replicar. Bellatrix deslizó una mano entre sus muslos para comprobar cómo estaba. Rió satisfecha.

-Aunque con lo empapada que estás vamos a terminar rápido.

La duelista deslizó la lengua por su cuello trazando eses, bajó a las clavículas y terminó en sus pechos mordiendo ásperamente sus endurecidos pezones. La chica gimoteó e intentó empujar a su novia a la zona donde la necesitaba más, pero a la slytherin le gustaba provocar y hacerse de rogar. Su lengua rodeó ambos pezones de forma vaga durante unos momentos antes de meterse un pecho en la boca y empezar a estrujar el otro con la mano. Hermione maulló de placer y empujó la cabeza de la bruja para que profundizara en su trabajo. Lo consiguió sin dificultad. Bellatrix succionó con placer ambos pechos durante varios minutos. Después, bajó hacia su ombligo, la cintura... y pronto su lengua estaba sobre el húmedo, caliente y palpitante clítoris de la chica. Se aseguró de lamer con aspereza mientras le sujetaba las caderas para mantenerla en su lugar. Hermione abrió las piernas lo máximo posible como para dejar claras sus intenciones.

-¡Hazlo ya, por favor! -suplicó con verdadera necesidad.

Su compañera se rió, la ignoró y siguió chupando con calma de forma superficial.

-Estás prácticamente chorreando por mí. Nunca había conocido a nadie con un cuerpo tan sensible.

-No es mi... ohhh... culpa que... ohhh.. tú y tus tetas me pongáis tan... arrg... cachonda -jadeó Hermione.

Bellatrix se acomodó entre sus muslos mientras Hermione clavaba las uñas en sus hombros hasta casi hacerle sangre. El dolor era de las cosas que más encendían a la bruja oscura. Su caliente lengua volvió a recorrer de forma serpentina el clítoris y la abertura de la chica, resbalando de lo mojada que estaba. Introdujo su lengua de forma vaga obteniendo aún así un gemido de placer mientras le agarraba con firmeza ambas nalgas. Hermione estaba completamente fuera de su ser. Cada vez que aquella mujer se montaba sobre ella la convertía en una especie de animal salvaje. ¡Cómo gemía y jadeaba y Bellatrix apenas la había tocado! Los fluidos parecían derramarse de su coño hacia sus muslos sin cesar. Agarró con fuerza las sábanas mientras escuchaba a su novia murmurar obscenidades y ella le suplicaba que la follara ya.

Los dedos de Bellatrix recorrieron suavemente los costados de la castaña, arañando la temblorosa piel hasta terminar justo sobre el caliente lugar que deseaba devorar por completo. Aguantado las ganas, arrastró los dedos con delicadeza acariciando todo menos la zona que más la necesitaba. El estómago, las caderas, la pelvis, la cara interior de los muslos... Bellatrix se relamió al ver su expresión de angustia, ¡adoraba tener el control! Sus gráciles dedos volvieron finalmente al clítoris de la chica y lo frotó con movimientos profundos y rápidos. La respiración de la castaña se volvió pesada y entrecortada por la anticipación de sentir la boca de su novia tan cerca de donde la quería.

-¿Estás segura de que quieres que te folle? -inquirió la bruja con un tono lleno de lujuria.

-¡Ya sabes que sí! -respondió la estudiante cabreada con el cuerpo temblando.

Sentía como los fluidos seguían escapando de su interior y el tono erótico de su compañera la ponía aún más cachonda.

-Mmm... -ronroneó Bella besándole la cara interior de los muslos y disfrutando de su sabor.

-¡Que me folles de una vez, no seas zorra! -la increpó Hermione completamente desesperada.

De inmediato, la bruja trepó hasta su cara y la agarró por el cuello, sin hacerle daño pero ejerciendo una presión notable. No era ahí donde la joven necesitaba aquellos largos dedos. "¡Cierra la puta boca, princesa!" le susurró la duelista al oído en tono serio pero juguetón. Arrastró sus uñas por el cuello de la gryffindor y sonrió ampliamente cuando vio su cara de sorpresa al notar como tres dedos de su otra mano penetraban por fin en su estrecha abertura. La bruja notó como la carne de la chica se comprimía alrededor de su mano en completa excitación. En el mismo segundo en que consiguió acomodarlos, los hundió en la vagina de Hermione tan profundo como le fue posible, girándolos y retorciéndolos en el interior de la chica. Sintió como la humedad devoraba sus finos y largos dedos.

Hermione no había gritado así en su vida. Experimentó un cierto dolor por la forzosa invasión pero el placer fue mil veces superior. Sus piernas se sacudían y sus caderas se agitaban adaptándose al ritmo con el que la bruja metía y sacaba los dedos de ella. Le excitaba notar como sus caderas chocaban contra las de Bellatrix y como le arañaba la espalda con las uñas. La mano libre se deslizó entonces a uno de sus pechos y siguió apretando y estrujando. Hermione era incapaz de hacer un movimiento, todo su esfuerzo se concentraba en retrasar el orgasmo lo máximo posible para fastidiar a su novia.

Bellatrix se sentó sobre ella sin dejar de trabajar en su centro. Sonrió burlonamente mientras dos dedos de su otra mano empezaban a frotar el clítoris de la castaña. "Tú si que eres mi pequeña zorra" le susurró riéndose al sentir que la humedad, aunque parecía imposible, iba en aumento. Hermione levantó las caderas y al instante la bruja la empujó sobre el colchón, no le iba a permitir mover un músculo. Añadió un cuarto dedo con dificultad por lo estrecha que estaba la chica y siguió introduciendo y retorciéndolos con agilidad. Se inclinó de nuevo sobre la estudiante para besarle y morderle los hombros mientras le estrujaba el culo con una mano. "Grita para mí, Hermione. Demuéstrame que eres mi zorrita y solo mía". La estudiante obedeció y acató la orden de inmediato. Chilló con tanta energía y deseo que temió que todos los ocupantes de las mazmorras la oyeran. Se retorció de todas las formas posibles mientras Bellatrix le chupaba todo el cuerpo. Las paredes de su vagina estaban completamente cerradas entorno a los dedos de su novia. Gritó su nombre una vez tras otra y la avisó de que estaba muy cerca de correrse.

La profesora le metió de nuevo los dedos con brusquedad, tocando las zonas más sensibles dentro de ella; ya no deseaba nada más que lamer el fruto de su trabajo. "¡Correte para mí, princesa, demuéstrame que eres solo mía". Las manos de la castaña prácticamente destrozaron las sábanas de la fuerza con la que se agarró, su espalda se curvó y cerró los ojos sin poder soportar más la presión. Un prolongado y eufórico chillido envolvió la habitación. Se corrió con furia durante un largo minuto empapando las sábanas, sus piernas y la cara de su novia que lamió los frutos de su orgasmo con avidez.

Durante varios minutos la joven no fue capaz de hablar, ni de mover un dedo, hasta respirar le suponía un trabajo excesivo. En cuanto la bruja oscura terminó su trabajo, volvió sobre la boca de su novia y la besó. Hermione se probó a sí misma en los labios de su novia; no estaba mal, pero prefería mil veces lamerla a ella. Cuando fue evidente que el oxígeno casi había abandonado a la chica, Bellatrix se tumbó junto a ella con su sonrisa habitual de superioridad.

-Qué, peque, ¿te has relajado ya? -preguntó con voz burlona.

La chica no fue capaz de responder. La duelista invocó su varita y con un movimiento, ambas llevaban puesto el camisón: su paranoia con el frío no cesaba nunca. Decidió que hacían falta más hechizos: por mucho que le gustara hablar sucio y empaparlo todo en diversos fluidos, iba a ser imposible dormir en esas condiciones. Con un movimiento, lo limpió todo. Hermione volvió a sentir la limpieza y el frescor de después de la ducha. Y la rabia de no haber sido ella la que se follase a Bellatrix. Decidió que se tomaría la revancha por la mañana, aunque en ese momento sospechaba que ya nunca más iba a poder moverse. Utilizó sus últimas fuerzas en acercar su cuerpo al de su novia: al menos iban a dormir en la posición que ella quisiera. Pegó su cuerpo a la espalda de ella, la agarró por la cintura, subió el brazo hasta el pecho de la mujer y decidió que ese era un buen sitio para dejarlo. "Es maravilloso que tenga una cama de tres metros y durmamos en cuarenta centímetros", murmuró la slytherin cerrando los ojos. "Cállate y duerme", ordenó su alumna apretando el brazo que tenía alrededor de ella y logrando que los pechos se le salieran todavía más del camisón. Hermione pensó que podría acostumbrarse a dormir así; Bellatrix pensó que ya respiraría otra noche.

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