Capítulo 8
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Belinda
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Estaba sentado en un banco del parque esperando a que Belinda llegara. Lo que tenía para decirle era realmente importante. Tal vez eran ideas mías, pero mi conclusión tenía bastante sentido luego de hacer mis investigaciones.
A lo lejos, una silueta comenzaba a acercarse a mí. Poco a poco pude reconocer que era la chica a la que estaba aguardando.
—Hola, ¿qué es eso que me debes contar? —dijo Bela, la cual llevaba un vestido morado por las rodillas y unas sandalias blancas.
—Bueno, creo que hay una relación entre los chicos que murieron —comencé a hablar al mismo tiempo que mi amiga tomaba asiento a mi lado—. Verás, me enteré hace poco de que Travis estaba enamorado de ti.
—Pero... ni siquiera hablábamos.
—Según Jhon, él hablaba de tí siempre. El día que Eliot murió, tenía planeado invitarte a salir. Eso me lo contó Camila. También intentó matarme a mí...
—Sí, aunque tú no sientes nada por mí —habló Belinda con la mirada baja.
A pesar de que me costara admitirlo, ella me gustaba mucho, pero no quería decirlo. Nunca había sido bueno con las relaciones y no quería hacerla sufrir.
—No, no siento nada por ti —dije en un tono más duro del que tenía planeado.
Ella abrió la boca para decir algo, pero después la cerró. Notaba que estaba incómoda, yo también. No sabía que decir para arreglar lo que hice, ni siquiera sabía si era correcto decir algo. A lo mejor debía dejar todo como estaba.
—Debo irme.
Bela se levantó y comenzó a alejarse a un paso bastante apurado, las calles estaban totalmente vacías y comenzaba a oscurecer, temía que le pasara algo.
—¿Has venido en tu auto? —pregunté, acercándome a ella.
—No, he venido caminando, y así me iré —respondió sin mirarme—. Y ahora, sí me permites, tengo cosas que hacer en casa —volvió a darme la espalda para marcharse.
—Yo te puedo llevar —sugerí.
Belinda hizo caso omiso a mis palabras y continuó su camino. Me dirigí a ella y tomé su hombro haciendo que se girara. Cuando lo hizo, me di cuenta de que sus ojos estaban llenos de lágrimas. No quería pensar que su sufrimiento era provocado por mí, aunque sabía que así era.
—¿Qué sucede? —cuestioné.
—¿Lo dices en serio? No sé si te has dado cuenta, pero tú a mí sí me interesas, y no sólo como un amigo, ¿sabes? Tal vez deberíamos...
Sin darle la oportunidad de terminar de hablar, me acerqué a ella y la besé. Seguramente me iba a arrepentir, pero escuchar todo lo que dijo me llenó de valor para hacerlo. Era una persona muy valiente al confesarme sus sentimientos de esa manera, aun cuando yo le dije de una forma muy cruel que no sentía nada por ella.
Sus manos envolvieron mi cuello mientras las mías sujetaban su cintura con fuerza. En ese momento me sentí bien después de mucho tiempo. Mi vida era un desastre, pero si estaba con esa chica todo parecía calmarse un poco. Mi corazón latía muy fuerte y no quería que ese momento acabara nunca.
De pronto, un estruendo arruinó nuestro momento, separándonos instantáneamente. El ruido provenía de un bote de basura que alguien había tirado.
—Perdón, me he tropezado —dijo un chico a la vez que ponía en pie el contenedor.
Cuando analicé bien, me di cuenta de que era Mike. Él había asistido conmigo a un proyecto de verano el pasado año.
—Hey, Mike, ¿qué haces por aquí? —preguntó Belinda. No entendía nada. ¿Ellos se conocían?
—Sólo quería... dar un pequeño recorrido —su expresión era igual de triste a la que tenía cuando lo vi por primera vez.
—Él es Noah, también va a nuestra escuela —Bela me presentó, aunque no era necesario.
—Ya nos conocemos, no sabía que estabas por aquí —comenté extrañado.
—Sí, me cambiaron de escuela. Bueno, nos vemos —se despidió para salir corriendo como si estuviera huyendo de algo.
Mi mente quedó en recuerdos del pasado, olvidando por completo que estaba acompañando.
—Está bien, puedes llevarme en tu auto —dijo Bela con una media sonrisa.
En el trayecto a su casa, hablamos de cómo conocí a Mike, cosas de la escuela y sobre los asesinatos. Pero no tocamos el tema del beso, cosa que agradecía, la situación con mi última novia no terminó nada bien, y todo fue por mi culpa. Lo último que quería era acabar así con Belinda, ya era un gran esfuerzo ser su amigo.
...
—¿Dónde andabas, hermanito? —fue lo primero que escuché al entrar a mi casa.
—Por ahí —dije desganado, odiaba dar explicaciones.
—Vaya, alguien está de mal humor —comentó Christian entre risas.
—Lo que digas —respondí, subiendo las escaleras que llevaban a mi habitación.
Cuando me encontraba dentro de ella, fui directo a la cama. Un mensaje llegó a mi celular, era Belinda.
"¿Crees que me puedas pasar a buscar mañana para ir al colegio?"
Ella nunca me había pedido que la llevara a la escuela, era algo raro, pero no me iba a negar; sería muy poco educado de mi parte.
Confirmé su petición y fui a ducharme, después comí y finalmente me acosté a dormir.
...
Faltaba media hora para que comenzaran las clases, tomé las llaves de mi coche y fui a buscar a Bela. En breve ya me encontraba afuera de su casa. Toqué el claxon repetidas veces, pero no salió. Decidí llamarla al celular.
—Buenos días —dijo con voz soñolienta.
—Estoy abajo, esperándote.
—¡Oh, no! He perdido la noción del tiempo, enseguida me alisto.
Pasaron los minutos y aún no llegaba, las clases empezarían dentro de poco. Cuando perdí la esperanza de llegar temprano a la escuela, Belinda bajó las escaleras. Su cabello estaba totalmente despeinado, los botones de su camisa a medio abrochar y la mochila se encontraba abierta, eso sin contar los cordones de sus zapatos desatados. Parecía todo menos una estudiante, pero a pesar de eso se veía hermosa.
—Cuanto lo siento, la alarma no sonó y... —suspiró agotada—. Perdóname.
—No te preocupes, sólo vamos... ¿Media hora tarde? —dije, observando mi reloj.
—La directora acabará con nosotros —lucía apenada en verdad.
—Probablemente —sonreí.
Cuando llegamos, Henry se encontraba en la entrada, con su rostro sin expresión (como siempre). Él era el guardia que más en serio se tomaba su trabajo.
—¿Dónde estaban? —preguntó éste, observándonos con detenimiento, sobre todo a mi compañera.
—Se nos hizo tarde —informé.
—De eso ya me pude percatar. Deberían pasar por el despacho de la directora, seguro querrá hablan con ambos —ordenó Henry.
Sin decir más, nos dirigimos al lugar más odiado de todo el colegio: la dirección. En el camino, Belinda no hacía más que pedir disculpas. Cuando estuvimos frente a nuestro destino, intercambiamos una mirada nerviosa y toqué la puerta.
—Adelante —habló la señora Smith.
Entramos y tomamos asiento, siguiendo la orden de la directora, la cual nos miraba como planeando el castigo ideal. Sus ojos color miel se detuvieron en mí.
—Me parece muy raro que tú llegues tarde, Noah —habló la canosa mujer.
—Es mi culpa, yo me quedé dormida —me defendió Bela.
—Da igual, ambos están castigados. Esto no se volverá a repetir —sonrió malvadamente—. La señora de la limpieza está muy vieja, podrían echarle una mano. Quiero que la escuela esté impecable.
—¿Toda la escuela? —me quejé.
—Eso es lo que harán, ahora vayan a clases —concluyó.
Nos espera un día muy largo.
Al terminar de recibir todas las materias, fuimos en busca de Mindy. La rechoncha anciana estaba limpiando la vitrina de los trofeos, se veía muy agotada. Tal vez el castigo no era tan malo, al menos íbamos a ayudar a esa pobre mujer que siempre se encargaba de mantener cada rincón impecable.
—¿Qué tal, Min? —pregunté amablemente.
—Hola, preciosos, ¿en qué puedo ayudarlos?
—Más bien, ¿en qué podemos ayudar nosotros? —habló Belinda.
—¿Castigo de la directora? No es necesario que hagan nada, váyanse y diré que estuvieron limpiando —sugirió la anciana.
—No, queremos ayudarla, siéntese y descanse. Nosotros nos hacemos cargo de todo —dije, tomando el plumero que estaba en manos de Mindy.
—Gracias por su consideración, jóvenes.
Pasamos aproximadamente una hora barriendo y sacudiendo todo el salón principal, estaba evitando inconscientemente a Bela. Muy dentro de mí, sabía que era lo mejor, pero ya lo había hecho una vez, ya había apartado a Belinda de mi vida antes y no iba a suceder nuevamente. Lo mejor sería dejar claro que lo del beso no se iba a repetir y que una amistad era a lo máximo que podríamos llegar.
—Creo que deberíamos hablar —me dirigí a la chica que actualmente pasaba un paño sobre el cuadro del fundador de la escuela.
—Por supuesto, ¿qué sucede? —preguntó despreocupadamente sin dejar de hacer su trabajo.
—Quiero aclarar que sólo podemos ser amigos. Eres una chica genial, pero no quiero tener una relación ahora, disculpa por lo que hice en el parque. No debí haberte besado —concluí.
—Entiendo —dijo Bela mirándome fijamente—. ¿Tienes miedo a que te haga feliz, a salir de la oscuridad y la soledad en la que vives, te asusta que terminemos mal o solamente no te importo? Sea lo que sea, respeto tu decisión. Voy a limpiar los baños. —luego de decir eso, se fue sin dejarme siquiera responder.
Supongo que lo he arruinado.
El amor era algo bueno, por lo que valía la pena arriesgarse y luchar, al menos eso pensaba la mayoría. Pero yo veía al amor como una forma de destruir, como algo que se disfrazaba con flores y chocolates para luego matarte.
Tenía miedo de que ambos saliéramos heridos. Belinda merecía a alguien mejor que yo, y yo no merecía a nadie.
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