Capítulo 32
Noah:
Lo primero que vi al llegar a la escuela fue a Belinda, la cual corría hacia mí con gran emoción dejando atrás a Valeria. Cuando estuvimos cerca, me dió un beso y su sonrisa se ensanchó, haciendo que sus pómulos se elevarán y sus ojos se volvieran más pequeños.
—Mi mamá despertó —dijo con felicidad.
—Eso es genial. Me alegro mucho —comenté igual de contento que ella a la vez que la atrapaba entre mis brazos.
—No puedo creerlo, fue una gran locura.
—¿Sabes lo que también fue una gran locura? —pregunté cruzando los brazos. Ella me miró y dejó ver su expresión de duda— Que ayer estuve a tres segundos de llamar a la policía por tu repentina desaparición. Fui a tu casa, incluso busqué por toda la escuela.
—No creo que hayas buscado por toda la escuela —habló, poniendo un mechón de cabello detrás de su oreja.
—¿No? —cuestioné y elevé la ceja.
Estaba un poco furioso, no podía negarlo. Casi me da un ataque al ver que no estaba en ningún lugar, fue muy angustiante y los malos pensamientos no tardaron en llegar.
—Siempre estuve aquí —hizo un giro con su mano, señalando el instituto—, estaba en el terreno.
—¿En el terreno? ¿Qué rayos hacías en el terreno? —interrogué alzando un poco la voz.
—Pasaba el rato, despejaba mi mente... ya sabes, lo de Francisco me dejó un poco mal y quería estar sola —prosiguió.
—Comprendo, pero me dejaste preocupado —añadí un poco más relajado.
—Hola, ¿que tal? —saludó Andy, el cual estaba extrañamente alegre—. Gracias por pasar el rato conmigo ayer, Belinda.
Y luego se fue.
—Así que estar sola —dije mientras asentía frenéticamente como un maniático.
—Noah...
—No te preocupes. El timbre está por sonar, mejor me voy —informé y me largué.
Comencé a caminar sin saber exactamente lo que hacía. ¿Por qué estaba con Andy? ¿Por qué no me lo dijo? No estaba molesto porque hubieran pasado el día juntos, pues Belinda era muy buena y tal vez ella no se había dado cuenta, pero ese chico estaba más interesado en ella de lo que parecía, era obvio que buscaba cualquier excusa y momento para intentar conquistarla. Lo que realmente me molestaba era que no me lo hubiera informado.
Antes de que pudiera darme cuenta, la espalda de Andy estaba frente a mí. Con mi mano tomé su hombro y lo volteé bruscamente.
—Noha, ¿necesitas algo? —pregunto serio.
No le respondí, pues antes de hacerlo, mi puño impactó en su mejilla, causando que él se tambaleara un poco para luego dejar ver una sonrisa burlona y llena de hipocresía.
—No estamos en un ring de boxeo, pero si quieres te puedo enseñar un buen gancho.
Luego de esas palabras, un gancho de derecha se clavó en mi estómago, provocándome un poco de falta de aire. Lo miré y esta vez su sonrisa se había desvanecido junto con mi cordura, si es que quedaba algo de ella.
—Parece que necesitas que te enseñe algunas cosas —espeté.
—Si te refieres a clases de pelea, no te preocupes, sé cómo hacerlo.
—No es eso a lo que me refiero, te enseñaré que con mi chica no se mete nadie —vociferé para luego darle otro puñetazo, el cual no fue devuelto.
—¡Golpéame, imbécil! ¡¿Acaso tienes miedo?! —exclamé.
—¿Quieres recibir un buen golpe? —cuestionó y limpió la sangre que corría desde su nariz— Pues lo tendrás cuando te robe a Belinda. Eso sí te va a doler, amigo, y no tendré la necesidad de tocarte.
Mi respiración era irregular, igual que la de él. Si creía que con sus estúpidas palabras me iba a detener, estaba muy equivocado. Alcé mi mano con todas las intenciones de hacer que perdiera el conocimiento, pero alguien me sujetó e hizo que me detuviera.
—Déjalo, por favor —suplicó la voz de Bela con un tono bajo.
Miré a mi alrededor, donde había un círculo de estudiantes que nos miraban, incluso unos cuantos estaban grabando cada movimiento. Un profesor se abrió paso hasta quedar lo suficientemente cerca como para ver su enojo.
—A dirección los dos —ordenó, sin embargo, ninguno se movió—. ¡A dirección dije!
Comencé a caminar junto a Andy, el cual tenía una curva en sus labios. A pesar de sus moretones, sangre y que estaba yendo a dirección, parecía feliz. Pero había algo más en su expresión, como si tuviera cada paso calculado, cada movimiento planeado.
El profesor se detuvo junto a la puerta de la dirección y dio unos toques. Pude sentir que el timbre sonaba y los alumnos comenzaban a dirigirse a las aulas.
—Adelante —se escuchó desde dentro.
El hombre abrió la puerta y entró junto a nosotros.
—Estaban peleándose. Son todos suyos —dijo y se marchó.
—Así que... ¿Cuál es el motivo de su pelea? —indagó la señora Smith entrelazando sus dedos sobre el buró.
—Perdón, no volverá a pasar —dije bajando la mirada.
—Cada vez me sorprendes más, Hudson. Eres un buen alumno, o eso creía . Últimamente te noto... desubicado. Y tú, Cadet —se dirigió a Andy—, ¿no eras tranquilo? Ambos tendrán un castigo, deberán ayudar a Mindy con la limpieza, y eso es para no darles un castigo mayor. Otro acontecimiento como el de hoy y estarán expulsados, ¿entendido?
—Sí —dije en voz baja.
—Pueden irse, las clases ya comenzaron —informó la directora.
...
A la hora de la merienda, me detuve a divisar el área. Tenía tres opciones: sentarme con Jhon y Poul, irme solo a la mesa del fondo o acercarme a Belinda y aclarar las cosas. Opté por la última, así que empecé a caminar en dirección a la chica que estaba con su amiga charlando.
—¿Podemos hablar? —pregunté.
—Tengo que ir al baño —se excusó Valeria.
Tomé asiento al lado de Bela, la cual tenía la vista en cualquier parte menos en mí. Agarré su mano, pero se soltó inmediatamente y empezó a beber su refresco.
—Siento lo que pasó, pero ese estúpido tiene otras intenciones contigo, no sólo una amistad —añadí.
—Ayer hablamos y ya todo está aclarado. Me pidió disculpas por su comportamiento inapropiado y todo está bien —prosiguió, esta vez mirándome.
—No, no lo está. No puedes confiar en cualquier persona, eso es algo que se gana con el tiempo y no de un día para otro. Él tiene claro lo que quiere, y no sé si son ideas mías, pero lo está consiguiendo.
—¿Qué? ¿Consiguiendo qué? Crees que te cambiaría por él, ¿es eso? Porque si es así no se que demonios estás hablando de la confianza, Noah —habló un poco alterada.
—Claro que confío en tí, de él es de quien no me fío. No quiero ser el novio tóxico que aleja a su novia de los amigos, pero me veo en la obligación de hacerlo porque él te puede hacer daño y no es lo que quiero —expliqué.
—No me hará daño, no soy estúpida. Creo que Andy está muy afectado por su situación familiar y sólo necesita alguien que lo quiera. Si te parece que quiere llegar más lejos, entonces me mantendré alejada de él porque creo en tu intuición —dijo y me besó en la mejilla para luego recostar su cabeza en mi hombro.
Un oficial comenzó a caminar hacia nosotros y Belinda se tensó.
—Tenemos que hablar —comentó el uniformado.
—Sí, claro —habló Bela recobrando su postura—. Siéntese.
El hombre se sentó frente a nosotros y me miró fijamente.
—Di lo que sea delante de él —se adelantó ella.
—Bien. Sé que te afectó todo el asunto de tu amigo y entiendo que ayer estabas muy alterada, pero necesitamos hablar —dijo y Belinda asintió—. En el cuchillo que encontramos en el casillero de Fransisco había rastro de ADN, el cual coincidía con el de tu vecina asesinada. Sin embargo, no había ninguna huella digital en el mango, lo que nos hace pensar que tal vez alguien quiso incriminarlo. Puede que hayan forzado la cerradura del casillero para meter ese objeto ahí, posiblemente esa persona se enteró de que estábamos aquí y actuó rápido, pero no se puede descartar a Francisco, pues después de todo, él lo tenía.
Belinda se quedó pensativa un momento hasta que por fin habló, abriendo mucho los ojos.
—Creo que sé quien pudo ser —tanto el policía como yo la miramos con sorpresa—. Héctor estaba un poco raro ese día, dijo que se le había perdido el lapicero y se fue rápidamente lejos de todos. No lo sé, tal vez sean ideas mías.
—No, creo que lo que dices tiene sentido. ¿Dónde está Héctor? —cuestionó el hombre.
Bela y yo miramos a todo el alrededor, pero él no estaba.
Típico de un criminal.
—No se encuentra aquí —dije.
El timbre sonó y tuvimos que regresar a las clases. Cuando terminé la última materia, me dirigí al departamento de limpieza. No tenía idea de dónde estaba Andy, pero realmente no lo iba a buscar.
—Hola, Mindy —saludé a la simpática empleada de limpieza.
—¿Otra vez castigado? —interrogó.
—Exacto.
—¿Qué hay que hacer? —preguntó Andy en cuanto llegó.
—Sólo limpien el teatro, es muy agotador para esta anciana —informó Mindy.
Cogimos los instrumentos de limpieza y fuimos al teatro, el cual estaba bastante sucio. Empezamos a limpiar sin dirigirnos siquiera la mirada, hasta que él se acercó a mí.
—Tenemos una conversación pendiente —añadió.
—No —respondí.
—De verdad, Noah. Quiero explicarte algunas cosas, pero no aquí —volvió a hablar.
—¿Y qué propones? —cuestioné estresado.
—Vamos a un lugar más privado.
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