Capítulo 17
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Belinda
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No sabía en qué momento Noah se acercó tanto a mí como para quitarme el aire, tampoco sabía de dónde mi corazón sacó la fuerza para latir a tal velocidad, y lo que menos sabía era lo que iba a hacer para salir del efecto hipnótico que me causaban sus ojos, los cuales ya no miraban los míos, sino mi boca.
¿Cómo es que se parpadea?
Quería besarlo con todo mi ser, pero la poca cordura que me quedaba en ese momento no hacía más que gritar "aléjate."
Conocía mejor que nadie los comportamientos extraños del chico frente a mí. Estaba bien consciente de que se podía arrepentir como la última vez y no quería eso, pero tampoco quería irme de ahí y perder la oportunidad de tocar un cachito de cielo en sus labios.
¡Maldita indecisión!
Quise hablar, quise decir algo coherente, aunque a lo máximo que llegué fue a entre abrir mis labios, ni una palabra salió de ellos.
En mi mente habían pasado más de tres horas debatiendo cuando en realidad habían sido cuarenta segundos aproximadamente.
Noah pareció notar mi cara de pánico y decidió hablar.
—¿Una carrera? —preguntó, trayendo la distancia nuevamente.
En el instante en que su cuerpo se alejó, volví a respirar con normalidad y mi corazón desbocado ya estaba tomando su rumbo.
—Creo que perderás —dije con un aire de superioridad.
—Eso lo tendrás que probar —me desafió.
Nos posicionamos uno junto al otro y contamos hasta cinco para comenzar la carrera. Empecé a nadar con total velocidad, casi tanta como mi contrincante, pero si quería ganar debía apresurarme. Moví mis manos y piernas de una forma sincronizada y audaz. Cuando me percaté, ya había llegado al otro extremo.
He ganado.
Noah me alcanzó a los pocos segundos, estaba agitado y en su rostro se encontraba una expresión de sorpresa.
—No me esperaba eso —admitió.
—Te lo advertí —comenté sintiéndome gloriosa.
Lo había vencido y eso me emocionaba en extremo. Mi acompañante salió del lago, negando con la cabeza y fingiendo indignación. Yo aguanté una carcajada. Cuando ya se encontraba en el exterior, me permití analizar cada detalle de su cuerpo. Vi como su estatura de más de 1.80 iba acompañada por un abdomen totalmente marcado, también distinguí un pequeño lunar cerca de su V, era bastante blanco y su cabello negro, que en ese momento se encontraba empapado, le contrastaba muy bien a su piel. Me pregunté cómo sus ojos podían tener ese color tan hermoso y esas pestañas tan largas e increíbles.
¿Eres real, Noah?
Me pegué una cachetada mental para reaccionar y salí del lago también.
—No debiste salir —dijo y llevó sus ojos a la luna, noté al instante que evitaba mirarme.
Bajé mi vista hasta mi cuerpo y me percaté de que mi vestido mojado se transparentaba, haciendo más visibles algunas partes de mí. Sentí la vergüenza recorrer mi cuerpo y terminar en mi rostro, el cual estaba caliente y obviamente rojo.
—Mierda —susurré y sentí a Noah reír.
¿Qué diablos le daba gracia? ¿No se daba cuenta de mi horrible situación? Tenía que irme urgentemente.
—Voy a dormir —informé con una voz débil.
—No te preocupes, no te miraré si así lo deseas. ¿Has visto la luna? —cambió de tema y le agradecí mentalmente.
—Es muy bonita —comenté observándola.
—¿Qué estudiarás? —preguntó aun mirando al cielo.
—La verdad es que no lo decido.
La universidad era un paso que obviamente quería y debía dar, para mí era de suma importancia asistir. Aunque en ocasiones dudaba de la carrera. Las diferentes opciones daban vueltas en mi mente, pero ninguna se fijaba. A veces me desesperaba e intentaba decidir una, pero luego volvían las dudas.
—Yo tampoco —suspiró él—. El negocio de mi padre es inevitable, sé que haga lo que haga terminaré ahí —tomó una bocanada de aire—, no sé si es lo que quiero.
Sentí un poco de pena por él, me parecía muy mal que los padres obligaran a sus hijos a seguir los pasos de ellos. Mis padres, a pesar de que ambos trabajaban en una compañía de fotografía, me daban la libertad de elegir mi propio destino, y eso era una de las cosas que más apreciaba de ellos, que siempre me dejaban tomar decisiones y confiaban en mí.
—Haz lo que tú quieras, no abandones tus sueños por seguir los de alguien más —dije con sinceridad.
—Ni siquiera sé cuáles son mis sueños —alegó en tono bajo.
—Ya lo descubrirás, el tiempo no está completamente a nuestro favor, pero un poco de él nos queda —animé.
Noah se sentó en el suelo y yo hice lo mismo, aunque un poco más lejos para evitar sentirme apenada por mi vestuario nuevamente.
—Mañana es el último día aquí. Después tendremos que estudiar mucho —dijo con tristeza y fastidio.
—Así es —confirmé—. Puedes estudiar con mis amigos y conmigo.
—Está bien —accedió rápidamente.
Aunque él no lo pudo ver, yo tenía una sonrisa de satisfacción inmensa. Estaba realmente feliz de que estudiáramos juntos. Cualquier excusa parecía correcta si era para verlo.
—¿Por qué están aquí? —cuestionó la señorita Eva.
Nos pusimos de pie y caminamos hasta ella. No tenía idea de cómo justificar mi presencia ahí, aunque mi compañero parecía decidido a hablar.
—Perdón, Belinda se estaba ahogando y yo la rescaté —mintió Noah y casi me da un ataque de risa.
—¿Y qué hacía Belinda en el lago? —volvió a intervenir la profesora.
—Es sonámbula —luego de escuchar eso, comencé a reír sin parar.
Eva volteó los ojos y asintió como si se tragara todo el cuento.
—Vamos al campamento, todos están durmiendo y ustedes aquí románticamente —dijo ella y comenzamos a caminar.
Me dio gracia la parte en la que dijo "todos están durmiendo." No se imaginaba que cada una de las tiendas estaban vacías.
Al llegar a nuestro destino, cada cual fue a su respectiva casa de campaña. Me quité el vestido húmedo y con una toalla me sequé para evitar resfriarme. Tomé mi pijama de Kitty y luego de ponérmelo me acosté a dormir.
Estaba soñando con un viaje en barco, el sol se ocultaba y la brisa fresca azotaba la vela. Un chico de pelo negro y ojos azules bajó del cielo, era un ángel y me iba a cuidar. Sentía tanta paz que no quería que terminara nunca.
De pronto, un ruido me despertó y maldije a la vida por destruir mi sueño de esa forma.
Una silueta negra se encontraba frente a mí, alguien había abierto mi tienda y no se movía. Me senté rápidamente e intenté gritar, mas las palabras se habían atorado en mi garganta. La persona de pie se derrumbó y cayó al suelo, causando un estruendo. Los nervios vinieron a mi cuerpo y no sabía de qué modo actuar. Salí y no pude creer lo que vi, era Valeria y se le notaba, aún desmayada, lo ebria que estaba.
—Diablos, Valeria —hablé lo más bajo posible.
Introduje a mi amiga en la casa de campaña e intenté despertarla. No era la primera vez que esa chica me daba un susto como ese, pero ¿qué le iba a hacer? Cuando despertó, comenzó a reír y a decirme cosas lindas. Y así pasamos toda la madrugada, fue muy agotador. Era mi mejor amiga y debía cuidarla. Siempre le decía que no bebiera de más, pero obviamente no me hacía el más mínimo caso.
...
—¡Un nuevo día! ¡Arriba! —gritaba Eva desde afuera y sentí a Valeria quejarse.
—Val, hay que salir —informé sin abrir los ojos.
—No ligaré ron y tequila nunca más. —balbuceó.
—Oye, vamos —dije incorporándome.
Cuando estuve afuera, noté que Valeria no había sido la única borracha la noche anterior, la mayoría estaba con una cara terrible o con gafas oscuras. Andy y Mike estaban perfectamente bien, por lo que supuse que no fueron o que no tomaron.
—Hoy vamos a explorar los alrededores —informó la profesora y comenzó a analizar a todos—. Ustedes están... ¿Estuvieron bebiendo, chicos?
Nadie respondió, aunque todos podían notar que sí bebieron.
Luego de escuchar un gran sermón por parte de todos los encargados de la actividad, fuimos a la excursión. Por poco la suspenden, pero logramos convencerlos de que merecíamos despedirnos del lugar de la mejor manera.
Visualizamos plantas de diferentes tipos, animales de gran variedad y paisajes deslumbrantes. De pronto, mi vejiga se comenzó a quejar y la desesperación me invadió. ¿Dónde iba a hacer el uno? Por suerte nos detuvimos un momento y pude escabullirme detrás de unos árboles, dejé mi mochila del otro lado del grueso tronco para que no me molestara. Después de hacer lo que debía, salí y la recogí, sintiéndome mejor. Al levantarla, vi algo que no esperé: un sobre negro. Lo abrí con manos temblorosas y leí la nota.
"Estoy contigo, mi vida. No te dejaré sola jamás, disfruta de la estancia."
Un escalofrío me recorrió al darme cuenta de lo que más temía: él había estado aquí todo el tiempo. Me estuvo observando, vigilando, siguiendo. ¿De qué manera podía escapar de alguien que se las arreglaba siempre para encontrarme? Ya no quería seguir ahí, los recuerdos buenos en el lugar fueron sustituidos por los anteriormente vividos en él.
Miré a mi alrededor para ver si notaba algo fuera de lugar. No había nada, no había nadie. Sabía que, aunque no lo veía, mi acosador estaba meticulosamente escondido en algún rincón. Necesitaba hablar con alguien e intentar relajarme, por lo que comencé a caminar para volver con mis amigos.
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