FINAL: Entrega

Lentamente caminé hacia la puerta de la penitenciaría, sintiendo un torbellino de emociones dentro de mí. Jadiel estaba acompañándome, aunque manteniendo su distancia y dándome la libertad y espacio de poder recibir a mi madre como era debido. Estaba a punto de encontrarme con ella, quien había pasado casi un año tras las rejas por un acto que, aunque controvertido, había sido motivado por un amor feroz hacia mí. Mi corazón latía con fuerza, mezclando la alegría del reencuentro con el peso de la verdad.

Cuando vi a mi madre caminando hacia mí, no pude evitar notar cómo el tiempo de prisión había dejado su huella en ella. Su rostro mostraba líneas de preocupación y sus ojos reflejaban el peso de la culpabilidad que cargaba. Pero aún así, su presencia me llenaba de un amor incondicional que había extrañado durante tanto tiempo.

Nos abrazamos con fuerza, dejando que nuestras lágrimas se mezclaran en un abrazo cargado de emociones encontradas. Mientras nos separábamos, pude ver la angustia en sus ojos, la necesidad de pedir perdón por el tiempo de ausencia.

—Hija mía—susurró, con su voz temblorosa mientras me tomaba de las manos—. He cometido un error, uno que me persigue todos los días, pero quiero que sepas que no me arrepiento, todo lo hice con la intención de protegerte. Perdóname, mi amor. Si me hubiera comportado como lo haría una madre, nada de esto habría pasado.

Sentí un nudo en la garganta, sabiendo a qué se refería, recordando esa noche de terror que cambió nuestras vidas para siempre. Era difícil aceptar que la mujer que me dio la vida había decidido tomar la justicia por sus propias manos, pero ese monstruo lo merecía.

—Mamá, he luchado con el dolor y la rabia durante todo este tiempo—confesé, con mi voz quebrándose—. Pero también entiendo que lo hiciste por amor, por frustración y por protegerme de un monstruo disfrazado de ser humano.

Las lágrimas se deslizaron por las mejillas de mi madre mientras asentía, con un torrente de emociones desatándose en su rostro.

—Mi mayor pesar es no haber estado allí para protegerte cuando más me necesitabas— continuó, con su voz ahogada en un mar de remordimiento—. No noté a tiempo al demonio disfrazado de cordero que tenía bajo nuestro propio techo y eso me persigue cada día.

Me acerqué a ella y la abracé con fuerza, buscando consuelo mutuo en ese gesto. Aunque el pasado era doloroso, el amor que sentía por mi madre no había desaparecido.

—Mamá, puedo sentir el amor y la culpa en tus palabras—le dije, tratando de encontrar palabras que expresaran mi comprensión—. No puedo cambiar el pasado, pero estoy lista para sanar y seguir adelante juntas. Eres mi madre y siempre te amaré. Jamás te guardaría rencor.

Las lágrimas fluían libremente mientras nos aferrábamos una a la otra, compartiendo el peso de nuestras cargas y permitiéndonos la oportunidad de perdonar. Sabía que el camino hacia la sanación de ambas sería largo y lleno de obstáculos, pero estábamos decididas a enfrentarlo juntas, construyendo una nueva historia de amor y redención. Para mí eso era más que suficiente, poder tener a mi madre conmigo y recuperar todo el tiempo perdido.

[...]

Jadiel

Me siento más tranquila sabiendo que al fin se hizo justicia y que todo ha ido encajando debidamente.

Perla y su mamá se reconciliaron. Me siento feliz de verla sonreír de nuevo. De ver lo feliz que lucen juntas, madre e hija.

Me he ganado la aprobación de su mamá. He sido aceptada como parte de su familia y es algo que me hace genuinamente feliz.

No hay nada que nos frene a vivir nuestro amor. He ahorrado lo suficiente para sorprenderla, porque sé que ella se merece el mundo entero. Para ser honesta, no sabía cuál sería el momento adecuado, pero esto es algo más fuerte que yo. Quiero demostrarle que mi amor por ella es real y que voy en serio con lo nuestro.

Había preparado una cena espectacular para ella tras su llegada luego de haber estado en el cine con su mamá. Mi recibimiento fue un ambiente acogedor, con una música instrumental y suave de fondo.

La luz de las velas parpadeaban suavemente, creando un ambiente íntimo y acogedor en el comedor. La mesa estaba elegantemente decorada con flores frescas y su platillo favorito, preparado con todo el amor del mundo.

Perla y yo nos sentamos frente a frente, sosteniendo nuestras copas de vino y compartiendo risas y conversaciones. El brillo en sus ojos al contarme cómo le había ido en la salida con su mamá me hizo darme cuenta una vez más de cuánto la amaba.

Me tomé un momento para reunir valor, sabiendo que había llegado el momento de hacer la pregunta que había estado aguardando en mi corazón durante mucho tiempo.

—Perla—comencé, con mi voz temblando ligeramente—, hoy quiero expresarte algo muy importante.

Sus ojos me observaron con atención y extrañeza.

—Hemos compartido tantas alegrías y desafíos juntas, y cada día me siento más agradecida por tenerte a mi lado. Eres mi persona especial, mi compañera de vida, y no puedo imaginar un futuro sin ti.

Ella me miró con atención, su rostro reflejando curiosidad y emoción. Puse mi mano sobre la mesa, palma hacia arriba, invitándola a poner la suya sobre la mía. Ella lo hizo de inmediato, entrelazando nuestros dedos con ternura.

—Esto no es solo una promesa o un compromiso—continué, sintiendo cómo el latido de mi corazón se aceleraba—. Es un deseo profundo de compartir el resto de mi vida contigo, de caminar juntas en cada paso del camino, sin importar qué nos depare el futuro.

Mis manos temblaban mientras abría lentamente la pequeña caja que tenía guardada en mi bolsillo. En su interior, brillaba un hermoso anillo de compromiso, una joya que simbolizaba todo lo que sentía por ella.

—Quiero pedirte algo, algo que cambiará nuestras vidas para siempre—dije, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a humedecer mis ojos—. ¿Te casarías conmigo, Perla?

El aliento se me escapó cuando vi la expresión de sorpresa en su rostro. Sus ojos se llenaron de lágrimas y un sollozo de felicidad escapó de sus labios. Lentamente, asintió con la cabeza, incapaz de encontrar las palabras adecuadas en ese momento.

Salté de mi silla y me arrodillé frente a ella, tomando su mano entre las mías. Sentí una mezcla de alegría y un alivio abrumador mientras deslizaba el anillo en su dedo anular.

—Te amo más de lo que las palabras pueden expresar—susurré con voz entrecortada—. Y prometo amarte, honrarte y apoyarte en todos los días que están por venir. Juntas podemos enfrentar cualquier cosa que la vida nos presente.

Nuestras lágrimas se mezclaron mientras nos abrazábamos, celebrando el comienzo de un nuevo capítulo en nuestras vidas. En ese momento, el mundo entero pareció desvanecerse, dejándonos solamente a nosotras.

—Jadi—se puso de pie, llevando su mano al pecho—. Sé que nunca te lo había dicho, a pesar de que moría por hacerlo, pero yo también te amo mucho. Gracias por siempre estar ahí conmigo, en los momentos más oscuros y difíciles. Gracias por nunca dejarme sola, por ser la fuerza y el apoyo que necesitaba para levantarme. Por ser mi calma, felicidad y alegría en medio del caos. Te amo, Jadi. Te amo tanto.

Sobre las suaves olas de la música, nuestras miradas se encontraron en medio de la penumbra del comedor. El ambiente estaba cargado de una energía intensa, un deseo contenido que parecía palpitar en el aire. Los latidos de nuestros corazones se sincronizaron, creando una sinfonía secreta que solo nosotras podíamos escuchar.

Cautelosamente, como exploradoras adentrándonos en tierras desconocidas, nos acercamos lentamente. Nuestros cuerpos se entrelazaron en un baile silencioso y sensual, moviéndonos al compás de la pasión que crecía entre nosotras. Cada roce de nuestras manos y cada roce de nuestros labios se convertía en un beso ardiente, en una caricia que trascendía los límites de la piel.

Las palabras quedaron suspendidas en el aire, innecesarias frente a la comunicación que se establecía en cada mirada, en cada suspiro compartido. Exploramos los recovecos secretos de nuestras almas, despojándonos de nuestras inhibiciones y entregándonos sin reservas. El ritmo de nuestras respiraciones se convirtió en una danza frenética, en una melodía de éxtasis compartido.

Nos sumergimos en un océano de sensaciones, las olas de placer nos envolvían y nos arrastraban hacia un clímax arrollador. Nuestros cuerpos se fusionaron en una unión íntima y profunda, una fusión de almas que trascendía las barreras de la realidad. Cada movimiento era una afirmación de nuestro amor, una declaración de que éramos dos mitades que se complementaban perfectamente.

El tiempo se detuvo mientras nos entregábamos la una a la otra, sumergidas en el éxtasis de la conexión más pura. Nuestros gemidos se fundieron en un coro celestial, llenando la sala con una sinfonía de pasión y amor. Cada instante era eterno, cada caricia era un verso en un poema etéreo que solo nosotras conocíamos.

Y, cuando finalmente alcanzamos el clímax, nuestras almas se elevaron juntas en un vuelo libre y liberador. La sala se llenó de una calma serena, como si el universo entero nos susurrara su aprobación. Nos encontramos en ese abrazo post-orgásmico, nuestras respiraciones entrelazadas mientras la realidad volvía a desplegarse a nuestro alrededor.

Nos miramos, nuestras sonrisas llenas de complicidad y satisfacción. Habíamos explorado los rincones más profundos de nuestro ser, habíamos creado una unión que iba más allá de lo físico. Habíamos hecho el amor en el sentido más puro y metafórico, fusionando nuestras almas en un acto de amor y entrega total. Y, en ese momento, supimos que éramos una historia de amor destinada a perdurar, inmortalizada en los recuerdos y en nuestros corazones entrelazados.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top