No he muerto, todavía
N/A: si bien sé que falta el 5, 4, 3, 2, 1; hace mucho tiempo escribí algo y como es típico de mí...lo dejé en borrador (aunque sí lo publiqué...por un mes), ya corregido, disfruten la lectura ;) nos volveremos a encontrar a finales de marzo.
Psdt: encontré una canción muy buena que me pareció un poco similar a lo que se encuentra aquí abajo, así que si se animan la dejaré por aquí arriba.
Ese momento en el que alguien te gusta y te das cuenta que te invita a salir después de casi un año es único, ¿no?
Sientes que no eres tan invisible de lo que ya eres y no hay nada que pueda arruinar tu "gran momento".
Yo no estaba preparado para salir con él, en realidad nadie está preparado para esa situación, solo surge y ya. Pero yo tenía miedo de arruinarlo todo por cómo era: por mi timidez, por mis pocas palabras, por a veces no saber que decir, porque sabía que yo no era tan interesante como él.
Y fue ahí cuando lo vi esperándome, mirando al horizonte como si no hubiera otra cosa que hacer, como si no me estuviera esperando.
—Disculpa si te hice esperar, sabes que soy nuevo aquí y no me ubico tan bien.
—Estoy seguro que conoces más que yo —sonrió —. ¿Vamos?
León siempre me hablaba de un lugar que según yo, podía ser vegetariano por todas las descripciones que me daba, pero según él...no era vegetariano porque que solo vendan ensaladas no era la razón más lógica para que sea vegetariano.
Conversamos un poco en el trayecto, seguíamos discutiendo sobre lo vegetariano que era ese restaurante.
—¿León? —dijo la chica del mostrador leyendo la pantalla de su computador.
—El único.
—Y...Gabriel —levantó la vista —al parecer hay un chico que cumple años aquí —sonrió sin mostrar los dientes.
Lo había olvidado completamente, era mi maldito cumpleaños y nadie me lo había recordado, ni si quiera en mi casa, ni mis padres.
Otra chica nos dirigió a una mesa redonda con solo dos asientos y nos entregó cartas para indicar que pediríamos.
—Feliz cumpleaños, grandulón.
—Gracias... —dudé —creo.
—Sabes, Gabriel Mercer...cuando me dijiste que eras alguien muy distraído no imaginé que llegarías al punto de olvidar tu propio cumpleaños —cerró los ojos y suspiró —por suerte estoy aquí para que lo sepas —acomodó sus lentes y sacó una cosa envuelta de su abrigo.
Lo recibí, sospechaba qué podría ser.
—Un libro —dije feliz —es increíble, gracias.
—No podría decirte que tan bueno está porque no lo he leído pero sé que al menos la dedicatoria que le puse puede gustarte —leyó la carta —algunos platos tienen carne por lo que no puede ser vegetariano, gané.
Volteé mis ojos como solía hacerlo, mi madre me dijo que si seguía haciéndolo me quedaría bizco y él también me lo repetía.
Él ordenó un plato que tenía trozos de pollo y ensalada (porque era lo único que servían), yo solo pedí una ensalada con trozos de col lombarda.
—Me gusta la vista —giré mi cabeza para que entendiera que amaba la ventana con vista al mar.
—A mí también —pero él en vez de estar de acuerdo conmigo solo se quedó viéndome y sonriendo como un idiota —Gabriel Mercer... ¿te han dicho antes que tus ojos parecen la secreción de las abejas?
—¿Miel?
—En la que puedes hundirte y pegarte hasta perderte, y eso no significa que sea malo.
Me quedé en silencio pensando.
—Adoro que siempre quieras interpretar lo que te digo pero esta vez...es especial, ¿no lo sientes? —sin pensarlo tuvimos contacto físico por parte de nuestras manos, y no era accidental —Es decir...la miel es deliciosa, dulce...
—Sé directo.
Trajeron las órdenes a la mesa y antes de que León pudiese decir algo comenzó a arrasar con su ensalada.
—León, me ibas a decir algo...
—Ah... —dudó —creo que ya no, no quiero que dejes de ser mi amigo —se estremeció en la silla.
—No hay nada que pueda arruinar este hermoso día.
—Pues...nos conocemos hace un año y unos cuantos días y a pesar de...ya sabes, no pasar el suficiente tiempo creo que te aprecio mucho.
—Yo también te aprecio —le sonreí —y aprecio lo que sientes acerca de nuestra amistad.
—No, es que...no de esa forma, es más complejo —respiró profundo —desde que comenzamos a frecuentar más me es imposible no ver la belleza que oculta tu alma tras esos lagos inmensos repletos de miel en tu rostro, no puedo evitar sentirme emocionado cada que te hago sonreír porque siento que es lo único que vale la pena, pero como ya te dije —nos quedamos en silencio —no quiero arruinar nuestra amistad, así que si sientes algo ya sea repugnancia, orgullo o solo te da igual...dímelo por favor, solo que sin terminar esto.
—Tú también me gustas.
El rostro de León tenía una expresión de gran sorpresa y admiración.
—No me lo esperaba...
—Yo tampoco —seguí comiendo mi ensalada.
—¿Estás tan tranquilo viviendo con eso?
—Sí.
—Eres increíble... ¿te das cuenta de que empezar algo ahora es difícil?
—Difícil pero no imposible —mantenía mi compostura —¿No que lo difícil es lo que te da una recompensa más hermosa al final del camino?
A pesar de que León era mayor que yo, la felicidad que irradiaba era más grande que la de un niño con un nuevo juguete en manos.
—Pensé qué reaccionarías mal.
—¿Mi reacción es buena? —pregunté haciéndome el tonto.
—Lo averiguaré cuando termines tu ensalada.
La advertencia de León me causaba escalofríos así que preferí demorar en comer. El restaurante de ensaladas me obsequió un pedazo de torta por mi cumpleaños pero León prefirió ponerla para llevar porque estaba notando que demoraba a propósito.
Al salir del lugar público, me tomó de la mano para llevarme a algún lugar, caminaba rápido y era la primera vez que me sentía tan bien por tocar a alguien, porque sentía que nuestro tacto nos unía mediante varios aspectos y que nos acercábamos cada vez más.
—¿Tu reacción sigue siendo buena?
—¿Me creerías si te digo que me siento muy bien?
León se posicionó al frente mío sin importarle la multitud acelerada que caminaba alrededor nuestro. Lentamente acarició mis labios con sus dedos y se acercaba cada vez más a mi rostro, desapareciendo el muro invisible que había entre nosotros. Por alguna causa yo no intentaba alejarme, ¿era una señal de los deseos más profundos de mi corazón? ¿De verdad quería eso?
Mientras más cerca lo sentía más cerraba mis ojos. Más sentía su respiración, más todo. Y me sentía más vivo que nunca.
León demoraba mucho en tomar una decisión sobre si besarme o no, por lo que tomé la iniciativa y lo besé, lo besé como si fuera el único y el primero en rozar mis labios. Un beso inocente y dulce, sin hacer daño, sin darle lugar a otro sentimiento que no fuese el amor.
—Ahora yo te pregunto... ¿tu reacción fue buena?
—Mi reacción y todo lo que sienta será la mejor mientras que sigas a mi lado.
—Yo me siento mal ahora... —mordí mi labio inferior.
—¿Pero por qué? ¿No te gustó? —él estaba exaltado.
—Tengo principios para todo y acabo de besarte sin ser nada tuyo, nada más que tu amigo.
Rió a carcajadas cuando le dije lo que me aquejaba aunque para mí sí significaba mucho.
—No te rías, es importante...
—No creo que necesites formalizar algo para sentirlo, pero si crees que es necesario me encantará tener algo contigo mientras el tiempo y el destino en el que tanto crees me lo permita.
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