La cena

—No puedo creer que hoy cenarás con nosotros.

—¿No te agrada la idea? —Gabriel leía las cajas para ver su contenido y me las lanzaba.

—Es que no somos nada, mi padre hizo lo mismo con Mercedes pero la diferencia era que ella fue mi novia.

Estaba sentado dentro del carrito del súper mercado como un niño mientras Gabriel me lanzaba productos, era divertido.

—Mi corazón —hizo gestos como si se lo hubiera roto.

—Me siento como tu amigo con derecho o no lo sé —me lanzó la crema de afeitar —. ¿Para qué quieres esto? —señalé el producto como algo horrible.

—No eres mi amigo con derecho —suspiró —y eso lo necesito porque últimamente mis hormonas están muy locas y me estoy llenando de pelo en la cara.

—Déjate la barba— me estiré un poco para devolver el producto a su sitio —y sí soy tu amigo con derecho: me besas, me abrazas, duermes conmigo, me compras cosas caras, me llevas a comer, me dejas marcas feas en el cuello y haces que te la chupe —me quejé.

—Está bien, me la dejaré —puso los ojos en blanco —y no lo eres, ¿no quieres decirlo más fuerte? —sonrió algo avergonzado.

—Por supuesto —me paré en el carrito —. ¡Hace unos días le chupe la... —intenté gritarlo pero al instante Gabriel ya tenía una mano en lo boca, me hizo para atrás para que volviera a sentarme como un bebé y me vi obligado a morderlo para que me soltara.

—Me haces ver como un depravado —seguía con los ojos en blanco.

Gabriel empujaba el coche conmigo adentro y con todos los productos como si fuera una montaña rusa por los pasillos. No podía negar el hecho de que me estaba divirtiendo pero tampoco podía admitirlo.

—Ya que te quejas tanto —seguía lanzando más productos —, ¿quieres ser mi novio? —preguntó inocentemente.

—No —negué con la cabeza —, necesitas mucho más que eso para que te diga que sí.

—Qué engreído —bufó.

Me empujó hacia la sección de dulces y tomó un anillo de caramelo.

—Ariel Morriell, ¿quieres casarte conmigo? —sacó la envoltura del anillo de caramelo y se arrodilló ante el coche riendo y cubriendo su rostro.

—No juegues con eso —comencé a reír como un niño ante su acto de idiotez —. Pero, está bien —miré hacia arriba —acepto —y colocó el anillo a mi dedo anular.

—No juego —río —de verdad te quiero y todo —se acercó mucho a mi rostro —y para que veas que de verdad te aprecio —plantó un beso suave en mis labios, corto obviamente y pasó su lengua por mi anillo —te amo —sus ojos brillaron más que nunca al estar en contacto con los míos —. Ahora cómete el dulce.

Metí el dulce a mi boca y pensé en lo que dijo... "te amo", ¿de verdad lo hacía? ¿De verdad me amaba?

Me sentí terrible por no decirle lo mismo, pero era demasiado pronto para mí, recién estaba comenzando nuestra historia, era muy apresurado decírselo a pesar de sentirlo.

Pasamos por la sección de licores y eligió un vino costoso para la cena de hoy, ¿qué estás planeando Gabriel Mercer?

Llegamos a la caja.

—Mira Ariel —sacó su billetera de cuero —tú vas a pagar el vino y algunos productos míos con mi tarjeta negra porque eso no entra en el presupuesto de la lista que me dio el padre Leoncio, la clave es mi cumpleaños con dos ceros al final, ¿cuento contigo?

Asentí.

Al llegar por fin a pagar, separamos los dos extremos: pertenencias de Gabriel y bebida alcohólica, productos para sobrevivir en la iglesia.

Por suerte recordé su cumpleaños y la transacción fue exitosa.

Gabriel llevó todo en el carrito desde la caja hasta el auto. Me sentía como una carga para él.

—Ya que somos novios desde hoy —mordió sus labios —, ¿está bien que vaya a cenar con ustedes?

Asentí.

Gabriel sacó su celular sentado en el auto apagado y anotó algo.

—¿Qué haces?

—Anoto nuestra fecha desde ahora, para próximos meses: "dieciocho de febrero".

Gabriel era tan lindo en ese aspecto, muy bien él podía conseguirse una novia guapa y tener una familia con dos perros, un gato y una pecera, pero prefería estar conmigo y vivir la vida de otra forma.

Conducía tranquilamente mientras yo cantaba con la música de la radio.

Baby you're like lightning in a bottle...

I can't let you go now that I got it...

—No sabía que también sabías esa canción —le dije algo sorprendido.

—Fue mi canción preferida tiempo atrás, ¿cómo no saberla? —sonrió dulcemente —Semáforo —mordió su labio inferior.

Ya sabía lo que significaba. Gabriel, con una mano en el timón y otra en mi rostro me besaba salvajemente, me hacía sentir más de mil cosas con el tacto de sus labios.

Las personas detrás de nosotros comenzaron a tocar la bocina desesperadamente, el tiempo del semáforo corría.

—Maldición —bajó la ventana de su costado y les extendió el dedo medio a todos los desesperados de atrás.

Comenzamos a reír y aceleramos, estaba tan enamorado de él.

Ese día no hablamos tanto con palabras, sino con gestos y caricias, me encantaba, pero me encantaba más que fuese con Gabriel.

—No puedo creer que el padre Leoncio te haya dejado salir así —señalé sus pantalones ceñidos y su suéter azul con una camisa blanca por debajo.

—No estoy tan oscuro como otras veces —se señaló de cuerpo entero sin quitar la vista del volante —me vestí como nerd para que me dejara salir con ropa menos formal.

Su vestimenta de "nerd" lo hacía ver más maduro, más serio.

Dejó las cosas que eran para los sacerdotes en la iglesia y luego fuimos a mi casa.

Cenamos pollo al horno.

Mi madre como siempre sonriéndole a Gabriel, mi padre interrogándolo peor que sospechoso de un crimen, Gabriel sonriendo/ coqueteando con mi madre y respondiendo carismáticamente y yo...yo comiendo y escuchando.

Hablaron de política, economía, deportes, arte, comida, fotografía, curiosidades sobre el mundo, libros clásicos, música, ropa, cantantes, modelos, religión, etc. Gabriel era una enciclopedia viviente, ¿cómo es que sabía tanto?, sabía más que mi padre, sabía demasiado sobre las cosas. Mi padre quería preguntar algo para dejarlo callado, sin embargo, quien lo dejaba callado a él era Gabriel con todas las cosas que sabía, podías hablar con él lo que sea.

Me alegraba que no exista nadie como él, me sorprendía que alguien así quiera compartir tiempo valioso de su vida conmigo, era fascinante.

Después de todo mi padre quedó encantado con Gabriel, no me sorprendía, todo el mundo se quedaba idiota ante él, mi Gabriel.

—Gabriel... ¿Cuánto costó tu auto?, está muy lindo —preguntó mi padre.

—Como...más de cincuenta —pensó —pero puedo prestárselo si quiere, mientras Ariel conduzca no tengo ningún problema—sonrió —. ¿Hasta cuándo se queda?

—Solo hasta mañana en la noche —respondió un poco apenado.

—Yo lo llevo hasta el aeropuerto —se ofreció.

—Si no es de mucha molestia.

Todo lo que yo destruía con mis declaraciones, Gabriel lo arreglaba con su hermosa personalidad, cada día tenía una razón diferente para enamorarme de él.

GABRIEL_21:40

Espero que duermas bien, Ariel.

ARIEL_21:40

Por supuesto, tú igual ;).

GABRIEL_21:40

Te amo.

ARIEL_21:41

¿Qué te pareció el almuerzo- cena de hoy?

Ignoré sus sentimientos, me odiaba.

GABRIEL_21:42

Muy rico y todo pero...no me respondiste.

ARIEL_21:42

No estoy listo para decirlo, te quiero por el momento.

GABRIEL_21:42

Es suficiente para mí, descansa, pequeño.

Cerré mis ojos y me sentía mal al no decirle que también lo amaba, ¿por qué era tan difícil?

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