Inocente

—Explícame qué significa esto.

—Lo lamento —pasó su mano derecha por su nuca y sonrió con inocencia —. Ariel, debes comprender que estaba un poco borracho, aunque no lo creas...esa cerveza artesanal me llegó al cerebro.

—Giovanni...eres una persona muy asquerosa —reclamé.

—¿Yo? ¿Asqueroso? Me lo está diciendo el chico que tiene un preservativo abierto en la escuela y me lo muestra como si nada ocurriera.

—Estará abierto, sí —intervine —, pero no está usado.

Giovanni volteó sus ojos negando con la cabeza y entramos a la clase rápidamente. Todos los presentes hablaban de ella, de cuantas copas habían bebido, de cuantas chicas o chicos habían besado, de los mejores disfraces, de con quienes habían bailado...la fiesta había sido todo un éxito.

—Yo también quiero chismorrear —me dijo él haciendo que voltee mi cabeza en su dirección —. Hay muchas cosas que quiero contarte, pero primero te contaré lo mío...besé a otra chica.

—¿Nada más? ¿No me dirás quién? —pregunté molesto.

Giovanni suspiró, se lo pensó por un rato, y acomodándose en una posición filosófica me lanzó una mirada de duda.

—Es que...no sé qué pensarás de mí.

—Somos mejores amigos desde siempre —dije en manera de reflexión —, acuérdate...yo te conté lo de Gabriel Mercer apenas llegaste.

—Besé a Celeste —desvió la mirada —o ella me besó a mí, no lo sé...

—Hasta yo he besado a Celeste, medio mundo la ha besado —dije para consolarlo —, hasta Ulises lo ha hecho.

—Eso no me anima en lo absoluto —suspiró harto de mi actitud —. ¿Recuerdas que te dije que estaba enamorado de una chica que no era para mí y que no era Milena?

—Ay... —hice mi cabello hacia atrás —estás confundido, tú soñabas con esa chica castaña que está conversando amenamente con sus amigas no con esa chica que come y bebe como camionero y nos acompaña a hacer estupideces y nos escucha y nos da consejos, no estás enamorado de ella, es más, tú no amas a nadie...

Y antes de que pudiera continuar con mi crítica dura a los sentimientos de Giovanni, el director y la psicóloga se aproximaron por la puerta para entrar en la clase con su actitud petulante y poco humilde, nos miraban como si fuera un zoológico, el director con los brazos en posición de descanso y la psicóloga abrazando un archivador de color negro, ¿ahora qué habíamos hecho? Ellos nunca se juntaban ni para discutir sobre los problemas de los alumnos y jamás se asomaban por las aulas de último año por la misma razón de ser último año, esperó a que todos guardaran silencio y luego aclaró su voz para hablarnos, o más bien para regañarnos.

—Al parecer ustedes tuvieron una fiesta —comenzó —y la verdad no me importa, ustedes pueden hacer con su vida lo que quieran mientras no estén dentro de la escuela, sin embargo, me han llegado evidencias de un problema un poco grande que, si bien puede ocultarse, está dentro de la escuela y me genera preocupación por la misma razón, esa persona está siendo hipócrita y yo solo quiero brindarle mi ayuda —declamó su discurso con seguridad y luego le susurró algo a la psicóloga —. La señorita Boix les mostrará una imagen para que sepan de lo que estoy hablando, porque ahorita ustedes me miran con cara de niños inocentes y confundidos.

La psicóloga extrajo torpemente una imagen del tamaño de una hoja común y corriente y la tomó con las dos manos para que la visualizáramos mejor. La imagen estaba un poco oscura, pero mientras más la observaba más le encontraba sentido.

—Mierda —susurró Giovanni —, ¿ese no eres tú con Gabriel?

—Calla tu maldita boca —dije abriendo ligeramente mis labios.

Los ojos de Mercedes, Marlene y Giovanni se encontraban sobre mi miserable presencia y ya sentía que todo el mundo lo sabía. El director hablaba y hablaba pero yo no escuchaba nada, sentía que me asfixiaba que veía borroso, sentía que quería desmayarme o morirme o que la tierra me trague. Giovanni veía cómo me retorcía en la silla, cómo arañaba mis brazos de nerviosismo, sin pensarlo dos veces él se levantó súbitamente de la mesa.

—¿Algo que decir, querido estudiante? —preguntó el director mirando fijamente a Giovanni.

—En realidad —dudó y luego me miró a mí de nuevo —, solo quería decir unas palabras. Es nuestro último año, hemos compartido muchas cosas y que uno de nuestros compañeros sea gay no significa casi nada, ya que eso no determina la calidad de persona que eres, no tiene problemas, está completamente sano; y esto va para esa persona...no te ocultes, ¿qué es lo peor que podría pasar? No queda casi nada del año, todos te apoyamos y sabemos que no eres diferente, que lo único que necesitas es que esas personas con las que has compartido muchos años de tu vida te traten igual que siempre porque no es nada raro ni del otro mundo.

Caminó desde su sitio hasta donde estaba el director y arrebató esa foto a oscuras en donde yo estaba con capucha besando a Gabriel Mercer, recordaba lo que me había dicho muy claro "colócate la capucha que la gente es cruel", cuánta razón tenía. Al tener la foto en sus manos la tomó de las esquinas y la rompió en muchos pedazos en la misma cara del director y de la psicóloga. Al principio nadie dijo palabra alguna, pero después los labios del director estaban más claros que el agua: "suspensión", pronunciaba lentamente.

Se dirigió a su sitio, tomó sus cosas y se fue sonriendo, para muchos no significó nada, pero para mí fue un héroe, había roto la evidencia que podría matar a Gabriel Mercer y a mí.

Nunca antes me había sentido tan solo en matemática: el Timbiriche solo tenía cuatro tristes rayas, nadie hablaba, todos se miraban entre todos, ya nadie se paraba a comer y tampoco salían a la pizarra para resolver los ejercicios.

—No fui yo —Marlene susurró detrás de mí cuando la clase acabó.

—¿Por qué pensaría que fuiste tú?

—Porque yo lo sabía —hizo una mueca —y déjame decirte que quizá mis amigas y yo seamos crueles, pero no llegamos a esos límites, no fue ninguna de mi grupo, lo juro, Morriell. Hasta admito que me gustaría ser tu amiga, ¿qué chica no querría tener un amigo gay?

—Yo tampoco fui —Mercedes se metió en nuestra conversación —, sabes que jamás lo haría, Gabriel me agrada lo suficiente como para hacerlo.

—Concuerdo con Mercedes —asintió Marlene.

—¿Vieron a Celeste? —pregunté para quitármelas de encima.

—No vino hoy —dijo Marlene y se retiró por otro pasillo.

Caminé con Mercedes hasta mi casillero y ella me veía atenta.

—Celeste no me responde los mensajes desde tu fiesta —dijo Mercedes en voz baja —. ¿Crees que esté bien?

—Ni idea, a mí tampoco me ha hablado —levanté los hombros —, ¿vamos a verla?

—¿Hoy? No. Quizá mañana.

Salí de la escuela y me fui directamente a la casa de Celeste, era preocupante su situación, ¿la había dañado tanto que no quiso ir a la escuela con su cabello rojo? ¿No quería verme la cara?

Toqué el timbre tres veces seguidas y finalmente ella me abrió la puerta.

—Hola, Ariel —dijo con su voz somnolienta —. ¿Qué haces aquí?

—No respondes mensajes, no llamas... —entré de un empujón a su casa —no vas a la escuela, desapareces, ¿qué ocurre contigo? ¿Sabías que suspendieron a Giovanni?

—Oh...por fin se hizo justicia, ¿peleó con alguien?

Celeste tenía su cabello envuelto en un gorro de lana y apenas se veían sus oídos.

—No sé si con alguien, pero peleó por mí.

—Define "peleó por mí".

—Un desgraciado mostró una foto mía, pero nadie sabe que soy yo...y al parecer estuve haciendo algo malo y quieren que la psicóloga hable conmigo; Giovanni se acercó, le quitó la foto a la psicóloga y la rompió...

—¿Qué pensarías si te invito un café con unas galletas?

—Me parecería espectacular, de paso conversamos —le sonreí y la acompañé a la cocina.

—¿Y qué pensarías si te digo que fui yo?

—No entiendo.

—¿Qué pensarías si fui yo la que envió la foto?

—Pensaría que no eres capaz —sonreí riendo un poco, a esas bromas pesadas tenía que dedicarles una linda sonrisa y todo el optimismo que tenía.

—Sí...tienes razón —sonrió también —. Me pregunto qué clase de persona tan cruel podría difundir tu foto besándote con Gabriel Mercer en tu propia fiesta de cumpleaños.

—Sí... —asentí sentándome —pero nunca mencioné que era una foto mía besándome con Gabriel Mercer. Así que fuiste tú, una de mis más íntimas amigas, impresionante...

—La cerveza artesanal me llegó...

—¿Y ahora a todos les llegó la cerveza artesanal al cerebro? ¿Qué es esto? ¿Ciudad pollo?

—Sé que lo que hice estuvo mal —suspiró —últimamente hago las cosas mal y cuando pienso me arrepiento mucho, por eso hoy fui a la escuela y preferí regresar a mi casa, porque no podía verte a los ojos. Me sentía mal, me sigo sintiendo mal, estuve muy despechada.

—Y el despecho te obligo a besar a Giovanni.

—¿Por qué no me lo dijiste antes si somos tan íntimos y buenos amigos? —preguntó ignorando mi comentario.

—Lo iba a hacer, pero luego... ¿Recuerdas ese día, cuando jugamos a beber alcohol?, bueno, ese día me confesaste medio dormida que te gustaba y yo no estaba dispuesto a ser ese chico que iba a romper tu corazón.

—Lo lamento...

—No te disculpes conmigo, discúlpate con Gabriel Mercer...que si se enteran no sé qué podría pasarle.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top