Ella
—Muéstramela —ordenó.
Celeste obediente buscó la foto en la galería de su celular y se la enseñó a Gabriel Mercer, el cual le hacía zoom en cada esquina, quería verlo todo y no se notaba casi nada.
—No puedo creer que hayas mostrado esta foto por despecho —comentó él —para empezar no es decente. Mira, Ariel, explícame dónde demonios está tu mano.
—Creo que en tu estómago —dudé.
—Claro —asintió burlón —mi estómago está en mi entrepierna, ¡por supuesto! ¿Cómo no lo pensé antes?
—Disculpa, Gabriel Mercer —ella bajó la cabeza y prefirió no mirarlo a los ojos. Ella sí evitó el contacto visual.
—Pequeña —la miró con piedad —, lo has destruido.
—Opino que no destruí ni cometí ningún error —hizo una mueca —era hora, hay cosas que deben de saberse, eso determina el comienzo de algo nuevo, reconozco que es difícil al principio...
Gabriel suspiró y pasando su brazo por detrás de mí, logró abrazarme y apegarme a su pecho para plantar un beso en mi cabeza.
—He pensado en confesarlo —dije luego de un momento.
—Ariel, no lo hagas —Celeste negaba con la cabeza y sostenía mis manos acariciándolas.
—No intervengas en sus decisiones —sentenció Gabriel —, si lo haces no hay vuelta atrás, ¿estás completamente seguro?
—¿Qué importa? Aproximadamente falta un mes o quizá menos para que termine con ese infierno —respondí —, ¿qué más da? Además, estoy muy seguro de que no les importa, solo le importa al director y a la reputación de su maldita escuela. Sin embargo, lo voy a pensar, si yo me quemo tú también por esa foto.
—Me alegra que no seas del todo egoísta, Ariel —sonrió ignorando completamente a Celeste —. Y...Celeste, borra esa foto, me indigna el efecto que causó el alcohol en mí como para dejarme toquetear de esa forma en público.
—¿La cerveza artesanal? —preguntó ella con una sonrisa tentadora.
—Me cuesta aceptarlo, pero sí, fue la cerveza.
—Antes de que la borres...mándamela por mensaje —guiñé un ojo —quiero hacer imágenes graciosas con eso.
Celeste intentó ser agradable todo el tiempo; a pesar de las bolsas de sus ojos, de su cabello oculto en un gorro de lana, del color rojo y la hinchazón de su nariz. Borró la foto de su teléfono celular, y aunque seguro ya se había difundido por doquier...era un acto muy valiente el solo borrarla y aceptar las consecuencias que los celos y el despecho habían desencadenado.
Por primera vez, desde que ella lo conoció...hacía lo posible para ser una persona linda y sonriente, una chica singular y educada, una chica que recién juzga cuando conoce, y desconoce lo que no es capaz de juzgar.
—Les juro que me siento muy mal —ella bajaba la mirada para no sentir vergüenza, la estaba pasando terrible —. Quizá me enojé un poco y no pude controlarlo.
—Lo hecho...hecho está —Gabriel acarició su mano y luego la acercó a su nariz para intentar hacerle cosquillas —. Lo mínimo que pueden hacerme es echarme como un mal dueño lo haría con su perro, pero no es la gran cosa, solo aceleraste mi toma de decisiones y acortaste mis opciones.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top