El mejor

—Así que ya estás en la escuela —la voz de Gabriel se escuchaba más gruesa por teléfono.

—Sí, hoy entregan los trabajos de historia, ya sabes...con el que me ayudaste —dije algo tímido.

—Tu trabajo será el mejor.

—¿Y si no lo es?

—Si no lo es —suspiró —dejo de llamarme Gabriel Mercer.

—Bueno, ya tengo que cortarte —hice una mueca —Celeste está entrando por la puerta.

—Cuídate.

Puse mi teléfono debajo de la mesa y saludé a Celeste, esperé tranquilamente a que la maestra apareciera en la clase.

—¿Con quién hablabas? —Celeste preguntó mirándome fijamente.

—Con —pensé rápido —mi mamá.

Asintió. Celeste pasó su mano por debajo de mi mesa y extrajo mi celular para mirarlo.

—¿Nuevo celular?

Asentí con la cabeza.

—Ni yo tengo uno así —lo puso muy cerca de sus ojos— ¿Crees que Noah reciba la felicitación de nuevo por mejor trabajo?

—Probablemente.

Noah era una persona horrible, no en aspecto físico, sino en su personalidad: presumido, idiota, cretino.

No lo juzgo, es el mejor del salón, pero odiaba su actitud.

Noah fanfarroneó su entrada a la clase, podía tener buenas notas, tener altas calificaciones en todos los trabajos por su eficiencia y ser un deportista destacado pero no tenía ni un poco de inteligencia, era pura memoria y eso no servía de nada.

La maestra entró al salón y antes de repartir los trabajos se quedó parada al frente.

—Buenos días chicos, antes de entregar sus trabajos déjenme decirles que todos fueron muy buenos, me han sorprendido —sonrió con orgullo —, pero exactamente tres trabajos han sido los mejores para mí —levantó su archivador con los mejores trabajos dentro —los nombraré desde el tercero hasta el primer trabajo bueno.

Saqué mi teléfono y comencé a grabar una nota de voz para Gabriel, si es que decían mi nombre...él estaría orgulloso.

—En tercer lugar —acomodó sus lentes —Miranda —caminó hasta su sitio y se lo entregó, Noah estaba feliz —, en segundo lugar —sacó el informe —Noah —en ese instante a Noah se le abrieron tanto los ojos que se le podían salir.

Estaba nervioso y toda la clase de quedó en silencio al saber que Noah era uno de los mejores, pero no el primero, sorprendente.

—Y en primer lugar —suspiró —debo admitir que es el mejor trabajo que he visto en mi vida profesional como maestra de historia, muy ordenado, información precisa, imágenes adecuadas, formato decente y digno de que yo haya querido leerlo completo, demasiado interesante en realidad —la maestra observó a todos, yo seguía grabando —Ariel —sonrió al verme.

—¿¡Qué!? —exclamaron todos, Celeste, Noah sobre todo, la clase entera.

—Tengo un reclamo —Noah levantó su mano —, ¿cómo no sabe que se lo compró a alguien? —de verdad estaba sorprendido.

—Es la redacción de Ariel, he leído cosas que ha escrito antes y si es de él, además...si fuera un caso contrario, ¿qué clase de persona daría la cara por un trabajo que no le pertenece?, eso es muy inmoral —la maestra me agradaba.

Noah agarró mi trabajo de la mesa con brusquedad y comenzó a leerlo y a observar el formato, hasta él reconoció con la mirada que mi trabajo era bueno a un nivel de estética.

Celeste también hizo lo mismo, ¿tan sorprendente era que mi trabajo sea el mejor de la clase?

Gabriel respondió al instante a mi nota de voz.

GABRIEL_08:15

Lo sabía, ibas a ser el mejor.

ARIEL_08:15

Todo gracias a ti.

GABRIEL_08:15

No me des todo el crédito, también fuiste tú, cariño ;)

ARIEL_08:16

Está bien.

GABRIEL_08:18

¿Quieres ir por una malteada después de la escuela?

ARIEL_08:20

Me apunto.

Suspiré para mí mismo y me estremecí en la silla.

Mi mente estuvo volando todo el día, si con un poco de esfuerzo mío pude lograr que Gabriel me diera un premio, con más esfuerzo podría hacer que de verdad me ame, podría (por así decirlo) estar a su nivel, era mi último año, nada perdía.

En el receso fui a la biblioteca, Gabriel opinaba que yo tenía mucho potencial pero que no lo aprovechaba, no sé hasta qué punto sea verdad ya que las personas dicen eso para que alguien se esfuerce, si puede creer que puede esa persona lo logrará, todo es mental.

Me la pase leyendo clásicos cortos, algo que odiaba de leer era que tenía que usar lentes, solo que esta vez no le tome importancia al hecho de parecer un mosquito.

Últimamente andaba muy solo en los recesos, posiblemente alejaba a las personas.

Esperaba ansioso a que fueran los últimos minutos de la última hora para tener la satisfacción de salir y encontrarme con Gabriel.

Y así fue, salí de la escuela y ahí estaba su auto negro, que brillaba demasiado como para ser negro.

—Hola, Taylor —sonrió.

En ese momento toqué mi rostro y seguía con mis lentes de mosquito muerto.

—No te los quites si quieres —puso sus manos en mi rostro —, te ves bien —me guiñó un ojo.

—Dios —lo miré bien —, pareces un niño en la pubertad.

—Dijiste que me dejara la barba —tocó su barbilla —me siento diferente.

Mi celular estaba lleno de notificaciones.

Y observé que era un mensaje colectivo de Noah.

"Al parecer ahora Ariel tiene una sugar baby, supongamos que Celeste no está celosa HAHAHA"

Y había una foto mía subiendo al auto de Gabriel.

Gabriel arrebató el celular de mis manos y vio la foto con el mensaje.

—¿Ese es el idiota que no cree que puedas hacer un buen trabajo?—preguntó un poco molesto.

Asentí. Él asintió y aceleró hacia el lugar de malteadas.

Llegamos a una heladería con estilo de los 80s, tenía desde helados con rostro hasta malteadas emocionales.

Nos sentamos en una mesa del segundo piso. Una mesera nos trajo las cartas.

—¿Quieres una malteada triste? —tapó su boca para evitar reír.

—Pues... —leí y era de moras —sí, me parece bien. ¿Tú qué pedirás? —tomé sus manos.

—Creo que pediré una malteada enamorada —su mirada brilló al encontrarse con la mía —ya sabes...fresa y cerezas.

La mesera se acercó a nuestra mesa.

—¿Ya decidieron qué ordenar? —dijo la mesera de una manera sensual, estaba comiéndose a Gabriel con los ojos.

La mesera desabotonó su camisa un poco para dejar al descubierto su pecho, me daba asco.

—Una malteada triste para el lindo chico que está sentado conmigo y para mí —la miró directamente a los ojos, odiaba que provoque así a la gente —una malteada enamorada.

—¿Quiere el rostro de su malteada de frutas o de dulces? —apretó sus brazos para que Gabriel vea su cuerpo y mordió su labio inferior.

—¿Tú que quieres, mi amor? —acarició mis manos.

—Dulces, cariño —hice lo mismo que la chica hizo en burla a ella.

Gabriel quería reír.

—Entonces dulces.

La mesera se quedó con la boca abierta y no se movió, se quedó fría.

—¿Te quedarás aquí parada? —pregunté —, tengo sed —puse mis ojos en blanco.

Asintió y se fue corriendo.

Gabriel estalló en carcajadas.

—Eres cruel —me miró serio —, me encanta tu crueldad, me prende —sus ojos se encendieron, veía que estaban más amarillos.

—Gabriel, no —lo pateé por debajo de la mesa.

Nuestras malteadas llegaron antes de lo esperado.

—No duden en llamarme si quieren algo más —dijo la mesera nerviosa.

Las malteadas estaban deliciosas, Gabriel y yo las intercambiábamos de vez en cuando porque los dos sabores me gustaron.

—Ariel, pensé que tenías una sugar baby— Noah de alguna manera nos encontró y se sentó en nuestra mesa.

—Ah —miré a Gabriel —, qué educación la mía —sonreí —Gabriel...él es Noah Paz.

—Hola Noah, mi nombre es Gabriel —estrechó su mano con Noah —, Gabriel Mercer.

Noah se quedó impactado.

—Así que no crees que Ariel puede hacer un buen trabajo —sus ojos se oscurecieron al ver a Noah.

—N-no —tragó saliva —, no señor Mercer —Noah quería que la tierra lo trague —n-n-nunca —estaba inseguro —no lo molesto más señor Mercer —se fue corriendo.

Me quedé fuera de lugar, no entendía nada de lo que había pasado hace un rato.

—¿Qué quiere estudiar tu amigo? —bebió un poco de su malteada.

—No lo sé, pero su sueño siempre ha sido ser empresario y tener mucho poder.

—Ya entiendo por qué no quiere meterse conmigo —tapó su rostro.

—¿Es porque eres un Mercer? —pregunté algo aturdido.

—Exactamente.

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