Dulce como la miel, dulce como Gabriel

Mi día fue aburrido, monótono.

Celeste no dejaba de preguntarme sobre Gabriel, Mercedes estuvo todo el día observándome y en clases las fans de Gabriel me lanzaban notas pidiéndome que las lleve con él.

Hasta que me decidí, llegó el receso y me senté solo en el comedor a tomar jugo de naranja.

—Ariel —alguien se apareció por detrás —, hey... ¿qué haces tan solo aquí? —era Marlene.

Marlene era una de las fans de Gabriel, pertenecía a un grupo de chicas llamado las 4M (5 con Mercedes, pero aún no la incluían), también conocidas por mí como "las fans".

—Hola Marlene —dije fríamente.

—Oh, no te molestes, te traje un pastel —puso un postre de buen aspecto en mi bandeja junto al jugo de naranja.

Ignoré su presencia y su charla tonta sobre cosas superficiales por ponerle atención al pequeño pastel, su masa era tan suave como los labios de Gabriel.

—Ariel, hola —saludó amistosamente Miranda (Sí, otra de las 4M).

Saludé con la mano, mi boca estaba muy llena como para hablarle, Miranda no era mala solo no me agradaba. Colocó un frasco lleno de gelatina en mi bandeja, al costado del pastel y del jugo, inmediatamente lo probé. Era tan dulce como Gabriel.

—Ariel, cariño —saludó Milena con un doble beso —, ¿cómo estás? Sí, bueno, no me importa —colocó un plato de panqueques con miel y se sentó al costado de todas sus amigas.

No sabía si querían algo de mí o si querían engordarme y comerme.

—Ariel —habló Mara junto a Mercedes, ella traía una soda en lata de cereza.

Las cinco se sentaron alrededor mío, Mercedes no me trajo ninguna ofrenda de paz y me sentí algo aliviado. Las cuatro chicas eran lindas, preciosas, curvas maravillosas, pero no para mí.

Celeste me miraba a lo lejos con algo de odio, jamás le agradaron esas chicas y a mí tampoco.

—Ariel —habló Marlene, "La líder" —, no hemos traído tantas ofrendas de paz por nada —sonrió —nos encantaría que hoy nos lleves con Gabriel.

Reí, reí tan fuerte que 1) todo el comedor se calló y 2) casi me atraganto con toda la comida que me dieron.

—Pueden obtener un pase VIP a la madriguera de Gabriel con una condición —arqueé mis cejas, tenía que aprovechar la gran oportunidad —para entrar ahí hay que colaborar, por lo tanto tendrían que ayudarnos a limpiar y a hacer la cena para todos los que se encuentran en la iglesia, obviamente estarán cerca de Gabriel.

—Me parece más que suficiente —dijo con emoción, Marlene no se rendía fácil —, ¿hoy a las cinco? —acercó su mano para estrecharla con la mía y cerrar el trato.

—Hoy a las cinco —estreché mi mano con la suya pensando en todas las condiciones en las que estarían solo por un hombre que ni si quiera se fijaría en ellas.

Las cinco chicas se retiraron de mi mesa en una columna recta y ordenada, con Marlene al mando todas la seguían como una cola, hasta Mercedes.

Terminaron las clases, y fui directamente a mi casa para ponerme ropa más cómoda y así llegar antes que ellas para hablar con el padre Leoncio y por supuesto, con Gabriel.

Llegué a las cuatro.

—Gabriel —dije con nerviosismo —te vendí por comida.

—¿Qué? —preguntó confundido.

—Tus fans me regalaron ofrendas de paz a cambio de limpiar con nosotros —saqué un recipiente con los restos de comida que me habían dado las chicas y con toda la lata de soda llena.

—Me convenciste —mordió el pastel —tengo un plan.

No dirigimos donde el padre Leoncio y él se alegró al saber que tendríamos mucha más colaboración ya que terminaríamos más rápido.

A las cinco en punto llegaron todas las chicas, aún hacía un poco de calor por el verano y todas estaban con short mostrando sus hermosas y largas piernas, polos sueltos, coletas.

—Que empiece el espectáculo —susurró Gabriel —. Hola chicas —él dijo con la sonrisa más dulce y romántica que había visto —les enseñaré un poco lo que tienen que hacer y comenzaremos —no dejaba de sonreír.

Gabriel les mostró algunos de los ambientes y comenzamos a barrer el patio.

—Chicas me podrían decir... ¿Quién hizo ese delicioso pastel de moras? —estaba coqueteando, no sabía lo que quería lograr.

Marlene levantó su mano tímidamente, Gabriel intimidaba hasta a la chica que tenía más confianza en hablar con todos.

—Estuvo muy rico —seguía sonriendo como un modelo de revista —, ¿cómo supiste que me encantaban las moras?, me gustaría saber la receta, a mí me encanta cocinar y déjame decirte que te quedó delicioso —sonreía como un actor de Hollywood.

Marlene se sonrojó casi como un tomate y Gabriel le lanzó una mirada cautivadora para ponerla más nerviosa. Seguimos limpiando.

—Y chicas —todos lo miramos, como si yo fuera una chica más —, ¿quién preparó la gelatina? —la sonrisa era la clave de todo.

—Yo —dijo Miranda con más confianza.

—Es casera, ¿verdad? —preguntó y en el mismo instante Miranda asintió —su consistencia me fascinó y el sabor uffff, la fresa es mi favorita —le guiñó un ojo solo a Miranda y ella lanzó una risita inocente.

Gabriel era un conquistador, no podía creer que tantos cumplidos y tantas sonrisas salgan de sus labios, esos labios que recorrieron mi alma en tres besos.

—¿De quién fueron los panqueques? —esta vez solo sonrió, mas no con los dientes, ¿se le acababan las ideas?

—Míos —sonrió Milena acercándose más a él —, la miel me recuerda a tus lindos ojos.

Esta vez Gabriel se sonrojó un poco y río dulcemente, como para hacerse una persona tierna y llena de amor.

—Gracias, linda —Gabriel le lanzó un beso— amo la miel con panqueques, su masa estaba muy suave y tenían un toque perfecto de azúcar.

Milena tapó su boca y casi llora de emoción.

Por último, estaba Mara.

—¿Sabían que la soda de cereza es lo mejor que ha existido? —dijo sonriendo hacia Mara.

Quien por supuesto se estremeció mientras limpiaba.

Todos los gestos que Gabriel lanzaba cada cierto tiempo a las chicas estaban llenos de sensualidad y picardía. No eran las únicas que podían volverse locas con él.

—Chicas tengo que hablar con Ariel un momento, ¿creen que puedan encargarse un rato solas de la limpieza? —preguntó Gabriel, ahí estaba su gran plan.

Todas asintieron y limpiaron con más dedicación.

Gabriel y yo fuimos a un lugar algo oculto del patio y como era de esperarse lo primero que hizo fue besarme solo que controlándose para no terminar en más.

—Tus amigas son muy graciosas —dijo Gabriel acariciando mi cabello y mi rostro mientras me besaba por todas partes.

Gabriel se encargó de recorrer todo mi rostro con pequeños besos cortos, comenzó a bajar...después de un rato estaba besando mi cuello pálido con un poco de lujuria, y sus manos ya no estaban en mi rostro, bajaban a mis caderas.

—No —le dije serio a él, deteniendo sus manos.

—Está bien —rio —puedo esperar —solo sonreía sinceramente conmigo y eso me encantaba —deberíamos volver, tus amigas deben estar volviéndose locas.

Y así fue, volvimos y gracias a las chicas terminamos antes de tiempo. Gabriel nos preparó una taza de té a todos.

—¿De qué hablaron? —preguntaron las cuatro.

—¿Te dijo que soy su favorita? —dijo Milena agarrándose el cabello.

—No —puse mis ojos en blanco —hablamos sobre...cosas de hombres.

Se decepcionaron, pero al menos obtuvieron un cumplido falso del grandísimo Gabriel.

Ayudaron a lavar todo, pero obviamente era por interés, no sé si yo lo hacía por interés.

Gabriel me llevó a su pequeña habitación a "hablar".

—Debo admitir que si me gustaron los alimentos de las fans, pero exageré.

—Lo sospeché —sonreí al saber eso.

—¿Quieres probar algo nuevo? —preguntó él.

—Depen... —antes de que pudiera terminar lo que decía Gabriel me besó.

Colocó un pedazo de panqueque en su boca con demasiada miel y la depositó en la mía, me sentía como un pájaro y eso no significaba que fuera desagradable. Se desintegró con nuestro beso dejando la miel en medio de nosotros. No pude controlarme y accidentalmente puse mis manos encima de sus muslos, tan duros y atléticos.

—No —Gabriel quitó mis manos de su cuerpo— deberías irte a casa pequeño, está oscureciendo —dijo con tristeza mientras acariciaba mi rostro.

Asentí y me dirigí a mi casa directamente.

Esa noche no dejé de pensar en las caricias sinceras de Gabriel. Lo quería, no sabía si era amor, pero lo quería.

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