Comienzo (Segunda Parte)

Las declaraciones de Gabriel eran un tanto extrañas. Tan simples y tan confusas, obviamente solo era el comienzo, había mucho más por delante.

¿Quién era realmente Gabriel Mercer?

Debía romper el hielo de alguna manera, la declaración de Gabriel al ser un poco fuerte lo dejó sin ánimos de seguir contándome cosas.

—¿Hacías algo antes de estar en el seminario? —pregunté como para cambiar de tema.

—Estudié derecho y teología.

—¿Teología?

—¿Mencioné que haces muchas preguntas? —dijo con sarcasmo —Pues sí, estudié teología al mismo tiempo que derecho, muchas veces creo que me hubiera gustado más ser abogado —suspiró —pero las cosas pasan por algo, ¿verdad?

Y así es como en vez de conversar tranquilamente generé un ambiente de incomodidad, si bien con esta pequeña charla podía insinuar que a Gabriel le molestaba hablar de su pasado, también se podía suponer que Gabriel quería un mejor futuro.

¿Quién podía entenderlo? Odiaba incomodarlo, sin embargo, conocer más de él me interesaba cada vez más con cada cosa que decía.

—Ariel —siguió suspirando —me encantaría decirte muchas cosas —por fin habló, solo que de una manera frustrada —pero algo me lo impide.

Gabriel abrazó la escoba y respiró hondo, ¿qué tanto podía ocultar alguien como él?

—Gabriel, me parece una falta de respeto que retengas al joven Ariel hasta tan tarde sabiendo que solo le quedan dos días más de vacaciones —el padre Leoncio apareció por detrás de Gabriel.

—No se preocupe padre, a mí me gusta estar aquí —respondí con confianza para que creyera un poco de lo que digo.

Gabriel abrió mucho sus ojos cuando supo que ya no iría tanto a verlo, no se lo había comentado, lo había pasado por alto a pesar de la importancia que tiene.

—No sabía —me dijo Gabriel susurrando por si alguien se aparecía.

—Lo siento, olvidé decírtelo.

Gabriel corrió hasta algún lugar y regresó con algo escondido dentro de su camisa negra.

—No he sido honesto ni directo contigo —hizo una mueca —pero me gustaría darte algo para que más o menos sepas mis intenciones —desabotonó un poco su camisa para sacar lo que tenía dentro.

Su piel desnuda y tímida escondía una libreta.

—Ábrela en tu casa, no quiero que me mal entiendas ahora —me entregó la libreta envuelta en papel craft —dejo a tu criterio el significado que le puedas dar a mi obsequio, espero que te guste, en caso de que no lo aceptes preferiría que te lo quedes— sonrío y me acompañó hasta mi casa dejando todas sus obligaciones solo por mí.

Entré lo más rápido a mi casa para que 1) mi mamá no se emocione por Gabriel y 2) no me pregunte sobre la libreta.

Llegué a mi cuarto, cerré mi puerta con llave y sin romper el forro del regalo lo fui sacando lentamente para no dañar nada.

Me sentía tan feliz y tan inútil a la vez por emocionarme con algo como eso.

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