Artista oscuro

N/A: Feliz navidad, atrasada...pero feliz navidad.

—¿No crees que vinimos muy tarde? —miró el reloj del muro blanco que separaba la tienda en secciones.

—Claro que no —negué con la cabeza —. De todas maneras, dudo que alguien se levante temprano después de lo de ayer, todo fue tan...

—¿Feo? ¿Rápido? ¿Horrible? ¿Melancólico?

—Rápido.

La señorita del mostrador nos miraba de reojo y revisaba los papeles desordenados que tenía encima de la mesa.

—¿Alguno de ustedes pidió un tulipán? —preguntó amablemente.

Masticó su goma de mascar de menta intentando descifrar nuestras expresiones y entró de nuevo al almacén.

—¿No estás nervioso? —preguntó colocando sus manos en los bolsillos de sus pantalones.

—Hemos practicado, además...ni que tuvieras que hacer tanto. Empieza a las siete y recién son las cuatro.

—Tenemos que estar a las seis, no he comido nada —suspiró.

—¿Tienes hambre? —pregunté con asco.

Giovanni pensó bien la pregunta y luego hizo una expresión de asco con su boca.

—El plan es simple —seguí diciendo —: a las cinco nosotros dos estamos en mi casa, las chicas llegan a las seis...nos vamos con mi mamá y llegamos a las siete, justo para las fotos.

—¿Celeste irá con nosotros?

Quería responder esa pregunta pero no encontraba algo que me lo asegurara, después de todo, con su gran misterio, nadie tenía ni la menor idea de quién sería su pareja.

—Lo estás dudando, ¿verdad?

—Y hablando de la reina de Roma... —callé a Giovanni con mi mirada y le di un codazo en el brazo para que se diera cuenta de quién estaba a punto de saludarnos.

Hacia nosotros se dirigía Celeste, alzando la mano derecha, dejando a la vista de todos, su perfecta manicura.

Nos saludó con un beso en la mejilla a cada uno y esperó con nosotros a la señorita del mostrador. Ella llegó con un montón de cajas de un tamaño promedio hacia este y las abrió dejando a ver las flores.

—Esta es tuya —se la pasó a Giovanni —, creo que esta otra te pertenece... —leyó la boleta para asegurarse de que era la correcta —¿Qué se le ofrece? —le preguntó a Celeste quitándose los lentes de aumento.

—Vengo a recoger un corsage —le entregó un papel.

La señorita miraba la boleta y luego a Celeste, repitió esa acción varias veces y luego asintió y se fue a buscar la caja.

—¿Y tu galán? —preguntó Giovanni con aires de arrogancia.

—Está ocupado —cruzó los brazos —así que me pidió que por favor recogiera esa cosa que tienen ustedes en las manos.

—Qué poco considerado es —comentó —cualquiera sabiendo que tienes que arreglarte se haría un tiempo para recoger eso...

—Hay veces en las que no se puede, igual no tengo que hacer mucho —sonrió —iré al salón que está al frente y ahí me harán todo, tengo tres horas y una cita en diez minutos.

—Mínimo te recogerá... —comenté para ayudar a Giovanni.

—Obvio —rió risueña.

La señorita le entregó una caja diferente a la de nosotros y ella se marchó con una sonrisa enorme en el rostro.

—¿Puedo preguntar a nombre de quién está el pedido de la chica que se acaba de ir? —preguntó Giovanni luego de que Celeste desapareciera.

—Dice —acercó el papel a sus ojos —Chandra Vitale.

Salimos de la tienda con prisa para llegar a mi casa y Giovanni no quitó su expresión de confusión en todo el camino.

—¿Puedes cambiar esa cara? Me perturba —comenté mientras abría la puerta de mi casa.

—¿Quién carajos es Chandra Vitale? —balbuceó.

—No tengo ni la menor idea —respondí para que deje de preguntar cosas —. Oye —jalé la manga de su sudadera —, Eros acaba de escribirme —leí lentamente mi pantalla del móvil y luego la puse enfrente de él.

Leyó el mensaje emergente en su mente y luego rió como si se tratara de un chiste.

—Dile que lo esperamos, que suba por la enredadera.

—Como si fuera tu pared, tu cuarto, tu casa...

—Lo tuyo es mío, mi amor —pellizcó mis mejillas y sonrió como un conquistador.

—Solo sonríes porque acabamos de invitar a ese maldito brujo.

Y sí, él tenía una sonrisa tan grande que cualquiera pensaría que la cara se le acalambraría en cualquier momento. Mis planes se veían quebrantados por la decisión de Giovanni y su obsesión por la brujería y el futuro; invitó antes de la hora a las chicas y ellas llegaron vestido en mano, con su peinado ya hecho, su maquillaje natural de acuerdo al color de su vestido y con su manicura excelente.

—¿Y dónde está el chamán? —bromeó Milena.

—Eros no es nada de eso —suspiré —, solo es un poco rarito.

—¿Es el chico que juega para Colors? —preguntó Mercedes acomodando su vestido en mi cama.

Giovanni y yo asentimos para afirmar su teoría, todos esperábamos pacientemente que ahí estuviera Eros: subiendo por la enredadera o por el árbol, por donde sea pero que llegue aquí. Al poco tiempo, se hizo presente con una libreta desgastada en su mano amarrada por una cuerda y su uniforme sudoroso de haber practicado deporte por un largo rato.

Mordió su labio inferior y luego frotó sus manos para indicar astucia y suspicacia.

—Una pregunta por cada uno —dijo después de mucho —. ¿Quién empieza? ¿Empezamos por la chica bonita del peinado recogido? —le guiñó un ojo a Milena y ella lanzó una risita.

—¿Empezar qué? —preguntó ella mordiendo la punta de su pulgar.

De pronto, él extrajo de la libreta un montón de cartones.

—Diseñé estas cartas —se las dio a Milena para que las pasara a todos —, yo las dibujé y dije... ¿Por qué no? Así que quiero probarlas con ustedes.

—¿Estás jugando con nosotros? —preguntó Giovanni al ver una carta que mostraba a una sirena.

—Yo creo que dibujas bien, ¿pero en serio crees que sirva? —cuestioné.

—Eso quiero averiguar —se sentó en mi cama.

Milena repitió el mismo procedimiento porque Eros se lo indicó, según él para que funcionara sólo debíamos ponernos al frente de su mirada, hacer preguntas que solo puedan responderse con sí y con no, y creer.

—Pregunta lo que quieras, bombón —lanzó un beso al aire —, yo luego te indicaré lo que tienes que hacer, y esto es para todos —anunció.

—¿Saldrá bien todo lo que planeé para hoy? —preguntó mirándolo directamente a los ojos.

—Está bien —asintió —, buena pregunta. Toma la baraja —le pasó los cartones —, combínalas, y luego las extiendes...y mejor si es con un toque místico, le pone más emoción.

Todos observábamos con intriga el procedimiento que Eros realizaba.

—Ahora...saca siete cartas —juntó las manos —, pero una por una, y me las pasas.

Ella obedeció y Eros colocaba las supuestas cartas en posición de V, una vez que terminó de acomodar las cartas esperó a que todos se callaran y comenzó a voltear las cartas.

—Los amantes —mostró la primera carta hacia todos —: quizá se puede relacionar con el amor, pero también con las decisiones difíciles, así que tomarás una decisión hoy que te va a costar. El diablo —reveló la siguiente —: significa que... —tragó saliva —tal vez hoy tengas una situación relacionada con la decisión de esta carta —enseñó la de Los amantes —que si bien es difícil, con esto no tienes escapatoria, sí o sí se dará.

—No me digas esas cosas —movió la cabeza.

Eros siguió revelando cartas y al terminar, Milena tomó el vestido del colgador tendido en mi cama y se fue al baño a colocárselo de una vez, ya le habían dicho lo que quería saber.

Mercedes preguntó algo similar y respuestas acompañadas de enredaderas y acertijos brotaban de las manos de Eros, de sus labios tan humectados y de su mirada de fuego.

Giovanni le susurró una pregunta y Eros le indicó que las preguntas secretas eran para después, seguía mi turno y no tenía ni la menor idea de qué preguntar, de si preguntar algo serio o algo en forma de broma porque no creía en esas cosas.

—Mi amor —sonrió cuando me senté frente a él —, sigues llevando mi anillo —señaló mi dedo anular y yo lo oculté bajo mi otro brazo —. ¿Qué deseas saber?

—¿Esto es real? —pregunté con duda.

—Depende —cruzó los brazos, luego me pasó las cartas —, pregunta, cariño.

—¿Gabriel Mercer volverá a ser mío? —lancé de repente.

—¿Se fue? —preguntó mirando cómo combinaba las cartas —Yo jamás te habría abandonado, tú desdeñas a quién te quiere y amas a quien te aborrece —citó nuevamente —, no sé por qué no me sorprende.

—Tú con esto —señalé el anillo —me dijiste que era especial, que cambié tu vida por completo, pero que no estábamos hechos para terminar juntos, no nos conocemos.

—Reina de bastos —comenzó —: puede significar muchas cosas, asociándolo con lo de Gabriel Mercer...él es una persona extrovertida, pero el único detalle es que le gusta ser independiente, así que...no responderé eso, sentido común, bebé, no quiero romperte.

—Entonces no volverá —hice mi cabello hacia atrás.

—No dije eso, dije Reina de bastos; Rey de copas.

—Te trajiste a la realeza entera, Ariel —comentó Giovanni con todo de mofa.

—El rey de copas...un hombre maduro, también se relaciona con alcanzar metas, y con la otra carta —miró las dos —quizá Gabriel Mercer vuelva en una imagen de independencia y astucia que te inclinen a alcanzar tus metas.

—Yo no quiero una imagen subjetiva, no quiero que viva en mi corazón —suspiré —quiero su maldito cuerpo conmigo, quiero despertar todas las mañanas y que al girar mi cabeza vea su linda sonrisa cuando duerme, quiero que él sea la razón por la que me levanto todos los días.

—Muerte —mostró la tercera carta —: no significa que morirás o que Gabriel Mercer morirá, en realidad, esto sí se relaciona más con la respuesta de si volverá o no...significa que habrá un cambio drástico, probablemente vuelva y vuelva con cambios o la otra posibilidad es que no vuelva y eso genere una ruptura en esta etapa de tu vida.

—Tus interpretaciones me muestran dos caminos —volví a acariciar mi cabello —uno que me gusta, pero que está lleno de alteraciones y otro que me desagrada totalmente porque él solo vive en mi memoria.

—Cuarta carta, El loco.

—Esa sí identifica a Gabriel Mercer —bromeó Giovanni de nuevo.

—No tiene mucho sentido todo esto —Eros estaba a punto de lanzar las cartas —me muestra varias cosas, que primero está la astucia, que luego la independencia, después los cambios drásticos y ahora más cambios...pero ya —suspiró —. Cálmate, Eros —se dijo para sí mismo —. Estos cambios que vienen los debes aceptar con optimismo, porque algo mejor se avecina.

—Mierda, así es como lo mío con Mercer se acaba, otra vez.

—El colgado, significa más decisiones, o sacrificios, quizá hagas un sacrificio por él para que vuelva completamente o un sacrificio por tus decisiones de las que no podrás retractarte; La Luna...

—¿Debería preocuparme? —interrumpí —Ya sabes, por tu cara de preocupación.

—Significa que hay cosas que te están ocultando...no tengo ni la menor idea de cómo relacionar eso, lo lamento —se disculpó negando con la cabeza —. Y por último, El mundo, con todas las anteriores decisiones...vas a madurar y mucho.

—¿Volverá?

—Probablemente, y con muchos cambios para ti —Eros apoyó su mano derecha en mi hombro y me sonrió de nuevo.

—Me causas mucha intriga y temor, Eros —dijo Mercedes por detrás de mí.

—Y a mí me causa terror que vayas a romper el cierre de ese vestido —la señaló completa —. Venga, se ve que necesitas una mano, te lo arreglo.

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