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—¿Cuántos ruidos cardíacos hay y por qué se producen?

—Hay dos —levanté esa cantidad de dedos —el primero es producido por...el cierre de las válvulas cúspide y tricúspide, y también coincide con el comienzo de la sístole; y el segundo se produce por el cierre de las válvulas semilunares, y es al contrario.

—¿Cómo que al contrario? —preguntó confundido.

—O sea... —mordía mi labio inferior porque no sabía cómo responder a eso —que coincide con el final de la sístole.

—Ya tienes mil dólares —rió —, estamos en vivo en "Quiero ser un millonario".

—¡Gabriel! —exclamé —Deja la mostaza en su sitio.

—¡Hey! Es mi programa, hago lo que quiero, además, sirve como micrófono —sonrió y luego sacó la lengua —. ¿Cuál es el problema del hombre?

—Gabriel Mercer —suspiré —, estamos en un maldito supermercado comprando la comida para sobrevivir un mes.

—Estamos en "Quiero ser un millonario" y de paso estudiamos para tu examen —siguió burlándose —. Ahora dime cuál es el problema del hombre.

—No te vas a cansar hasta que sepas que sé todo, ¿verdad? —guardamos silencio y luego rodé mis ojos —El problema del hombre consiste en determinar si es que tiene una naturaleza propia que vaya acorde a su esencia.

—¿En otras palabras...?

—Que quiere distinguirse de los demás seres vivos.

—Excelente —revolvió mi cabello y luego plantó sus labios en mi frente —. ¿Te molestaría comer cereales integrales en vez de los del pirata?

—Qué pregunta tan difícil, mi amor —me hice el sorprendido —. Porque ambos aquí sabemos que tú eres el único que come los cereales del pirata.

Haciendo morisquetas, Gabriel colocó en el coche de compras los cereales integrales y siguió avanzando.

—¿Y por qué todo es integral o con cero grasa? —levanté uno de los tantos productos.

—Porque estoy un poco obeso —respondió serio —, y quiero estar en forma de nuevo...no por nada arriesgaría mis cereales del pirata.

Tanto él como yo sabíamos que no había rastro de un peso insano en su cuerpo, me parecía tan ridículo que quiera cuidarse tanto cuando en vez de hacer todo eso simplemente podría mantenerse en su lugar, como lo justo y lo necesario.

Gabriel siguió haciéndome preguntas de todos los temas menos de física, química y matemáticas; y yo respondía de manera acertada o sin fallar mucho, teniendo siempre la idea central y mencionando el concepto importante en todo momento.

—Pregúntame algo de literatura —rogué —, sabes que me gusta la literatura.

—No por nada estás presentándote a Literatura —rió —. Ahora que lo dices...hay una pregunta que siempre ponen acerca de literatura.

—Dime cuál —lo tomé del cuello de la casaca.

—Ariel —agarró mis manos —, aquí no. Ay...es que no me acuerdo, era algo de Franz Kafka.

—¿Por casualidad es lo que representa La metamorfosis para la sociedad?

—Creo que sí —dudó —, pero no quiero mentirte, hay una posibilidad del cincuenta por ciento de que me equivoque.

—¿Alguna vez te has equivocado?

Cerró los ojos y luego los abrió con sensualidad aprovechándose de sus pestañas.

—Me equivocaré si es que algún día te dejo ir —acarició mi rostro —, mi cielo.

—Mi vida —respondí con el mismo sentimiento.

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