EPÍLOGO

Aveline Dione Wilder

—No hagas mucho ruido, mi amor —dijo Griffin sin detener sus estocadas —, los niños pueden descubrirnos.

Su mano subió hasta mis labios para impedir que soltara fuertes gemidos.

—Eres mi delirio y mi perdición —jadeó logrando que me corriera.

Cuando él también terminó, nos vestimos listos para ir con nuestros hijos. Habían pasado cuatro meses desde que nos habíamos convertido en marido y mujer, aún no podía quedar embarazada, pero la familia que tenía hasta ahora me parecía una bendición.

—Juguemos, mami —pidió Egan sonriente extendiéndome una espada de madera que le regaló mi hermano Drystan.

—En guardia, caballero —dije comenzando a perseguirlo con esta.

—Yo te ayudo, mami —exclamó la pequeña Nadine tomando otra espada y uniéndose al juego.

Ahora Egan era perseguido por su hermanita que no perdía oportunidad de picar las costillas del castaño con suavidad.

—¡Refuerzos! —pidió Egan —. Las damas se han rebelado contra los hombres, necesitamos más caballería.

—Como ordene, mi general —habló Griffin posándose a lado del menor con una espada.

Nadine y yo nos acercamos a estos listos para blandir las espadas de juguete.

—No nos vencerán —exclamé atacando a mi esposo.

La batalla terminó conmigo entre los brazos de Griffin y con Nadine trepada en la espalda de su hermano mientras este daba vueltas en busca de que esta bajara, pero sin dejar de sostenerla por miedo a que se lastimara mientras este daba vueltas.

—Creo que la batalla ha sido pareja y se declara la paz entre ambos bandos —dijo Griffin besando mi mejilla.

Sonreí y los pequeños por fin dejaron de dar vueltas.

—Hora de comer, su abuela llegará pronto de su paseo —indiqué a los niños —. Todos a la mesa.

Los cuatro caminamos hasta el comedor.

—Hola, Edwina —saludé a la mujer —. ¿Qué tal tu día?

—Buenas tardes, mi señora —respondió la rubia —. Todo bien, gracias por preguntar.

—¿Tu hijo aún no ha conseguido trabajo? —preguntó Griffin abriendo mi silla para que me sentara.

A su lado, Egan imitaba su acción con Nadine.

—Aún no, mi señor.

—Tráelo mañana, creo poder encontrarle un trabajo aquí en Braybory.

—Muchas gracias, mis señores —dijo la mujer sonriente acercándose a dejar besos en nuestras manos —. Son unos ángeles.

—No dudes en decirnos si necesitas algo —exclamé deteniendo sus besos y tomando sus manos entre las mías —. No dudaremos en ayudarte.

Camelia apareció con un montón de cosas en mano.

—Tuve que pelear con una mujer por este sombrero —contó sentándose —. Yo lo vi primero, pero esta mujer estaba lista para sacar las garras, lástima que yo estaba lista para arrancárselas. Edwina, ¿podrías llevar esto a mi habitación, por favor?

—Por supuesto, señora.

La mujer había accedido a vivir con nosotros, pasaba días en su antigua casa, pero la mayoría los pasaba aquí. Ni Griffin ni yo queríamos que estuviera sola en esa gran casa.

—Siempre tan amable, Camelia —dije riendo por su historia.

—Ya me conoces, querida —respondió dejando un beso en mi mejilla.

(...)

Estaba con mi familia en la casa Averly, habíamos decidido reunirnos el día de hoy. Griffin charlaba con mis hermanos y los pequeños jugaban a excepción de Nadine quien era peinada por Rosemary. Priya junto a Brynn y Camelia estaban a mi lado.

—¿Aún nada? —preguntó mi cuñada.

—No —negué desganada.

—Pronto tendrás a un pequeño en tu vientre.

Ambas mujeres sabían de mi anhelo por tener un hijo, y la espera me estaba matando.

—Iré por algo de agua —anuncié poniéndome de pie.

Mientras caminaba sentía como todo se movía a mi alrededor, escuchaba como todos hablaban, pero no entendía nada y de repente mi cuerpo se dejó caer en la inconsciencia.

—Está despertando —escuché a Griffin hablar —. Amor.

Sus ojos cafés fueron lo primero que vi.

—Hola, amor, ¿qué sucedió?

—Felicidades, duques, la duquesa está embarazada —habló el doctor.

—¿Cómo? —pregunté emocionada —. Sangré el mes pasado.

—Tiene solo un mes, la fecha de su sangrado aún no llegaba, es por eso que no lo había notado —explicó.

Griffin dejó un beso en mis labios feliz.

—Debe tener cuidado, la duquesa ha perdido muchos pequeños antes y sus entrañas no son fuertes —comenzó a decir el hombre —. El bebé puede venirse en cualquier momento si no guarda reposo necesario, el parto puede complicarse y arriesgar la vida de ambos. Si todo sale bien, la duquesa no podrá volver a dar a luz, sería muy peligroso para ella.

Lágrimas comenzaron a inundar mis ojos, al fin podía tener lo que tanto deseaba y aun en la muerte Denarius Criveland me había destruido. Por su culpa era débil y mi pequeño podía correr peligro.

—Todo estará bien, amor —trató de calmar mi esposo, tomándome entre sus brazos —. Cuidaré bien de ti y el pequeño, nuestro bebé estará con nosotros sano y salvo.

Me aferré a sus brazos y a su promesa, quería creer en sus palabras.

—Gracias, doctor —dijo mi hermano mayor acompañando al hombre a la salida.

—¿Tendremos un hermanito? —preguntó Egan feliz.

—Sí, corazón —respondió acariciando su rostro.

—Oíste, Nadi —exclamó el castaño emocionado —, vamos a tener un hermanito.

La rubia se acercó y posó su manito en mi vientre plano.

—Hola —susurró al bebé —, soy tu hermana mayor.

Sonreí acariciando su rubia melena.

—Vamos a casa, debes descansar —dijo Griffin tomándome en sus brazos —. Fue un gusto volver a verlos a todos.

—Nos agradó verlos, la noticia es fantástica, cuídense —respondió mi cuñada.

—Si algo sucede o necesitan cualquier cosa, no duden en llamar —expresó Drystan besando mi frente.

—Adiós —dije moviendo mi mano en despedida.

Mi esposo me llevó en brazos hasta el carruaje, le dije que no era necesario, pero Grif era un poco terco.

—Debes de descansar y comer —indicó Camelia arropándome en la cama —. Puedes seguir con tus canciones desde aquí, luego podrás ver la melodía.

Desde que me había casado había pasado mi tiempo escribiendo canciones, descubrí que la música me encantaba y era una manera de poder disfrutar haciendo lo que amaba, así que ahora escribía canciones que luego las tocaba en mi piano frente a mi familia, incluso Griffin había comenzado a organizar bailes en los que las personas podían escucharme tocar y cantar, era más como un pequeño concierto.

—Está bien.

(...)

Cuando la luz se apaga,

Cuando todo parece perdido

Dispuesto a darme por vencido.

Las estrellas saben de nosotros,

No estar juntos nos vuelve tontos

Más que un juramento, un

Legado formamos.

Si es de tu mano

No pienso, yo salto.

Oh mi amor, yo lo sé

Eres tú quien siempre fue

Que ciega fui

Oh mi amor, lo sé al fin

Escribía sin dejar de pensar que aun así no parecía del todo bueno. Llevaba un mes en cama sin hacer mucho, mi vientre ya había comenzó a crecer. El doctor había dicho que todo estaba perfecto, que el reposo me estaba haciendo bien y que debería seguir así.

—Papi dijo que podía asistir a clases de números —contó Egan ingresando al dormitorio.

Me hice a un lado indicándole que se recostara junto a mí.

—Es fantástico, E —respondí jugando con su cabello castaño —. Estoy segura de que aprenderás mucho, eres un niño muy inteligente.

El menor había mostrado su interés por la contabilidad y cualquier cosa relacionada con números, a pesar de su corta edad, mi hijo era muy bueno con estos.

—¡Milady! —escuchamos a una de las criadas exclamar asustada.

Rápidamente, bajé junto a Egan.

La imagen de Nadine sangrando y golpeada me recibió. Griffin salió de su oficina a paso apresurado.

—¿Qué sucedió? —pregunté poniéndome de rodillas ante la pequeña.

—Madre —pidió mi esposo.

—Se fue unos segundos y volvió así, no quiere decirme que sucedió.

Egan se acercó a su hermanita con un pañuelo para limpiar la sangre de su nariz.

—¿Qué pasó, cariño? —preguntó Griffin a nuestra hija mientras yo les pedía a las damas lo necesario para limpiar las heridas de la rubia.

—Un niño me empujó —respondió en un susurro.

Ayudé a que la pequeña se sentara en el sofá para limpiar sus heridas, sus pequeñas manos estaban cubiertas de ligeros cortes.

—¿Quién? —interrogué lista para ir a hablar con la madre de tal monstruito.

—Gael —dijo débilmente —. El hijo del barón de Monteralt.

—¿Por qué lo hizo?

—No quise tomar su mano ni besar su mejilla.

El enojo se intensificó.

—Ese maldito mocoso me escucharla, sus padres sabrán de esto y espero que le den un castigo digno —espeté dejando de lado los materiales y caminando a la entrada de la casa lista para visitar el hogar de los nombrados.

—Avecilla —dijo Griffin en un susurro tomando mi mano.

Su voz estaba cargada de miedo y la mirada de todos estaba en mí, en la parte inferior de mi vestido exactamente. Mi mirada se dirigió al lugar y los recuerdos de la perdida de mis anteriores pequeños me inundó, estaba sangrando. La parte delantera de mi vestido estaba manchada de sangre, no era abundante, pero aun así era una cantidad considerable.

—¡Traigan a un médico! —ordenó mi esposo tomándome en brazos.

Me llevó a la habitación y el doctor llegó lo más rápido posible.

—No perdió al bebé, eso es bueno —dijo aliviándome —. Debe de permanecer en cama hasta que el infante nazca, no debe de hacer esfuerzos ni recibir emociones fuertes, está en un estado crítico, cualquier error puede acabar con la vida del pequeño.

La idea de poder perderlo me atormentaba, no podía perderlo también. Ya había perdido mucho, merecía poder ser feliz finalmente.

—¿Mami casi pierde al bebé por mi culpa? —preguntó Nadine con lágrimas en sus mejillas.

—Claro que no, pequeña, tú no tienes la culpa —dije rápidamente limpiando el rastro de llanto —. Ve a descansar, esas heridas deben doler.

Su pequeña nariz sangrante y roja junto a su labio partido con su ojo morado me hacían querer arrancar la cabeza de ese mocoso.

—Está bien, mami —contestó dejando un beso en mi mejilla y luego uno en mi vientre.

—Quiero que vayas a la casa de esas personas y le dejes muy en claro que nadie lastima a nuestros hijos —ordené a mi esposo —. Iría yo, pero no puedo, así que déjaselos muy en claro, ese demonio merece un castigo.

Griffin asintió y dejando un beso en mis labios se marchó.

(...)

Fue cuestión de horas hasta que mi familia se enteró, ahora tenía a casi todo el clan Averly ciudadano de mí. Rosy y Priya no se marchaban seguido, la menor lo hacía para entretener a mis hijos y la pelirroja para cuidar de los suyo, pero nunca me dejaban sola.

Con respecto a la situación del mocoso, Griffin había hablado con los padres, estos justificaron a su hijo y no hicieron más que gritonear a mi esposo olvidando su posición.

—Oí que los Akermorth viven una vida de engaños —conté a una de mis criadas —. Dicen que la baronesa frecuenta lugares de placer y que su esposo tiene un amorío con una sirvienta extranjera.

La mujer asintió.

—Encárgate de correr la voz, por favor.

—Así será, mi señora.

Con ayuda de Mirabella y mis antiguos amigos había conseguido información sobre la familia del niño, si ellos no estaban dispuestos a aceptar su error, yo haría que se lamentaran de la peor manera posible, después de esto serían repudiados en la sociedad.

El resultado fue muy rápido, a decir verdad, en cuestión de días todos hablaban de las desgracias de la familia y el cómo se habían marchado, aunque un nuevo rumor de que permanecerían juntos porque la familia de la baronesa mantenía a todos no tardó en esparcirse.

Mi embarazo, en lugar de ser perfecto y poder disfrutar de cada momento, fue más una pesadilla constante. Me despertaba cada noche asustada tocando mi vientre y verificando que mi bebé estuviera bien, había noches en las que incluso esperaba gritando por el recuerdo de Denarius golpeándome y yo perdiendo a otro de mis pequeños.

—Todo estará bien —me calmó Griffin tomándome entre sus brazos y posando su mano en mi abultado vientre —. Ya falta poco para tener a nuestro bebé aquí.

Era cierto, el tiempo había pasado tortuoso, pero ya tenía ocho meses y mi barriga había crecido considerablemente indicando que todo iba bien con el bebé.

—Es lo que más deseo —respondí acurrucándome más —. ¿Cómo ha ido todo?

—Los socios han aceptado la idea que propuso Lord Rondyan —contó —. Creo que es una idea que ayudará a muchos.

Sonreí al ver sus ojos brillar de solo pensar en ayudar a otros.

—Estoy segura de que todo saldrá perfecto.

Narradora

Nueve meses se habían cumplido y la llegada del nuevo Wilder era la más esperada, todos los integrantes de la familia junto a los Averly no habían dejado de cuidar a la dulce Dione en busca de que todo estuviera listo para la llegada del bebé.

—El bebé está por llegar —dijo Aveline a su esposo.

Griffin sintió la adrenalina y la felicidad recorrer su cuerpo.

—Traigan al doctor —ordenó a las damas de la casa.

Estas sin refutar corrieron en busca del hombre.

—Es momento, mi señora —dijo Mirabella.

La mujer había estado visitando la casa Wilder con frecuencia, al igual que las demás personas del servicio de Tephine, todos estaban felices por su amiga y antigua señora. Cada uno de ellos sabían lo mucho que la mujer deseaba un bebé y creían que ya había sufrido mucho, era su momento de ser feliz.

—Tiene que pujar —indicó el doctor.

Griffin sostenía la mano de su esposa, mientras esta era inundada por el recuerdo de ella haciendo lo indicado para expulsar a los menores anteriores.

Un fuerte grito de dolor salió de la garganta de la castaña, sin duda alguna el dolor era igual de intenso como lo recordaba. Sentía que sus huesos se partían en mil pedazos.

—Una vez más —ordenó el hombre.

Aveline usó todas las fuerzas que tenía para acatar la orden, un poco más, y ella tendría a su bebé en brazos.

—Tengo su cabeza, lo está haciendo bien, duquesa —felicitó el doctor en busca de motivarla.

—Un poco más, mi vida —susurró su esposo besando su cabeza.

Con un último esfuerzo el bebé nació. El llanto del infante inundó la habitación y la felicidad recorrió a sus padres.

—Una hermosa niña —dijo posando a la menor en los brazos de su madre.

—Es perfecta —susurró Dione acariciando el pálido rostro de la menor.

—Como tú —respondió Griffin feliz y fascinado por la bebé —. Nuestra pequeña Lianna Skye Wilder.

Los demás integrantes de la familia no tardaron en ingresar a la habitación listos para ver a la bebé.

—Mira, Nadine —exclamó Egan —. Es un ángel como tú y mami.

—Es muy bonita —dijo la menor acariciando la mejilla de la bebé que no dudó en reír.

Todos se marcharon del lugar dejando a los Wilder en su burbuja familiar. Los menores se recostaron junto a su madre para apreciar mejor a su nueva hermanita.

—Te cuidaré mucho, Skye —prometió el mayor —. No dejaré que nadie dañe de ti o Nadine, lo prometo. Soy su hermano mayor y las protegeré.

Aveline sonrió enternecida por la escena, sin duda alguna esta familia era más de lo que alguna vez deseó.

—Quiero ver a mi pequeña nieta —pidió Camelia llegando.

Cuando Griffin posó a la bebé en sus brazos, la mujer sonrió.

—Hermosa.

Los Averly llegaron luego de una hora, listos para ver a la nueva bebé. La pequeña Skye había sido muy esperada.

—Brynn tendrá una primita con la que jugar —dijo Priya cargando a su pequeña hija.

—Ya lo creo —respondió Aveline feliz.

La recuperación de la joven fue rápida y ya se encontraba paseando por la casa en compañía de la pequeña Skye. Esa noche Griffin había organizado un baile en el que ella tocaría y en el que presentarían a la bebé ante los demás.

Aveline Wilder

El cielo era oscuro,

la lluvia no paraba.

Sin poder saberlo,

eras tú quien tanto esperaba.

En sus ojos vi la felicidad,

era como poder respirar.

Un final feliz veo llegar,

son todo lo que quiero,

no hay ni que dudar.

Mi vida completa ahora está.

Seguí cantando mientras todos los presentes escuchaban atentos. Cuando terminé todos los presentes aplaudieron. Un caballero de rubio cabello se acercó a mí a paso determinado.

—Jeremiah Baltino —se presentó —. Tiene usted una voz hermosa y una habilidad impresionante con el piano, me gustaría poder reclutarla para asistir como artista en mi teatro en Pakentti.

Miré frente a mí y la imagen de mi familia me recibió. Griffin con nuestra pequeña en brazos y nuestros dos hijos a su lado sonriendo hacia mí.

—Me siento alagada, señor Baltino, pero temo que debo rechazar su oferta —dije educadamente —. Todo lo que deseo y quiero está aquí, no me veo lejos de ellos.

—Está bien, duquesa —respondió —. Le deseo lo mejor a usted y su familia.

El hombre se marchó y mi familia se acercó.

—¿Qué quería?

—Nada importante.

Tomé en brazos a mi hija y sonreí. Al fin tenía todo lo que deseaba, no solo había conseguido una hermosa familia, tenía mi final feliz. Griffin era el esposo perfecto, después de todo, mi plan de buscar alguien a quien amar había salido mejor de lo que esperaba. Cuando no nos damos cuenta de las cosas, podemos dejar pasar detalles valiosos. Esa enseñanza se grabó en mi mente, si tan solo hubiera notado el amor del castaño todo habría sido mejor, pero ahora no importaba. Todo era perfecto, yo tenía mi final feliz. No podía desear nada más.

Un año después

—Tengo un pequeño gran problema —dijo mi hermana menor alejándome de los demás.

—¿Qué sucede? —pregunté preocupada.

—Creo que casi beso al vizconde Eckhardt en la mascarada.

FIN


Gracias por haberle dado una oporunidad a la historia, espero que te haya gustado y disfrutado de cada capitulo así como yo difruté escribiendolos. 

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