Capítulo 8
Días después...
Con la mirada fija en los centenares de autos, que recorrían las calles, tras la ventana, de su escritorio, leyó la carta, que la contraloría le había enviado, donde le negaba el desalojo de mi granero y la imposibilidad de que él fuera el nuevo dueño de dicho lugar, por comprobarse las falsas pruebas, que él había sometido, lo que lo sancionaban a pagar una gran multa por daños e injurias.
Arrugó la carta con ira, y enfadado, miró otra vez hacia su ventana. Pensó con enfado:
<< ¿Quién fue el imbécil que se atrevió a denigrarme frente a las autoridades? >>
<< Ahora por su culpa, tendré que pagarle a esa mujer toda esa cantidad de dinero, que ni bien se lo merece >>
Miró una foto, mía en el granero. La tenía guardada en sus documentos. Aquella foto la había tomado, hacía un par de meses, sin que yo me diera cuenta, y sonrió con malicia y rencor.
_ No le perdonaré a quien sea, que te haya ayudado, para perjudicarme y no conseguir ese jodido granero – me miró con más detención en aquella foto – Si supieras que me vuelves loco y que me muero por que seas mía. Haré hasta lo imposible por conseguir tu amor y que me des tu granero...
Tomados de la mano, miramos con cariño y alegría todo mi granero y mis ovejas correr libres por él.
Joey me sonrió y yo lo miré con coquetería. Acarició mi mejilla y acomodó un mechón de cabello detrás de mi oreja.
_ Te adoro mi Marie
_ Y yo. Estos días he sido tan feliz a tu lado, que no quiero que esto se acaba nunca, nunca
_ No se acabará. Los dos haremos todo para que sigamos así, amándonos y siendo felices como lo estamos ahora
_ Si
Sus ojos brillaron de ternura y de deseos, levantó un poco mi mentón y me besó larga y apasionadamente. Yo lo abrasé fuerte y sostuve su cabeza con cariño.
No quería acabar de besarme e introdujo su lengua en mi boca, lo que me volvió loca y los dos jugamos con nuestras lenguas y seguimos besándonos.
Joey llevaba una semana quedándose conmigo en mi casa y en el granero, y yo feliz de que lo siguiera haciendo, él también se sentía contento y pleno de estar conmigo.
Tomados de la mano caminamos un rato, vigilando a mis ovejas, y de pronto tuve el anhelo y las ganas de que me llevara a conocer el hotel, donde él tenía que hospedarse, antes de que nos conociéramos.
_ ¿Amor? – se derritió al yo llamarlo así y volvió a sonreírme.
_ Si, hermosa
_ Quiero que me lleves al hotel donde se suponía que te hospedarías. Quiero estar en tu habitación – me miró intenso y sus ojos brillaron otra vez. Anheló lo mismo, pero rápidamente pensó en el granero y en mis ovejas.
_ ¿Estás segura? ¿Y tus ovejas y el granero?
_ Tranquilo. Por ellas y por el granero no te preocupes ¿Te acuerdas de mi prima Marisela? Te había hablado de ella
_ Si, es cierto
_ Ella puede venir a cuidar a mis ovejas por una noche – volvió a sonreírme, pero aún seguía preocupado.
_ ¿Segura que tu prima vendrá y cuidará bien de tus ovejas y del granero?
_ Si, de hecho cuando tengo que ir a comprar alimento y todas esas cosas, ella viene y me cuida el granero y a mis ovejas – sonrió con entusiasmo y me miró con destellos.
_ Entonces, no se diga más niña mía. Vamos. Feliz de que vayas conmigo
_ ¡Genial! Llamaré ahora mismo a mi prima – acarició mi mejilla.
_ Niña mía
Esperamos a que mi prima llegara y los dos más que contentos y entusiasmados, ella llegó y yo feliz y agradecida, Marisela nos sonrió y yo se lo agradecí enormemente.
Joey me llevó a su auto y nos fuimos hasta el hotel donde él se hospedaría...
Tomados de la mano, caminamos por el pasillo y yo más que feliz e ilusionada, él me llevó a su habitación.
En cuanto me hizo pasar, quedé fascinada y Joey detrás de mí, sonrió locamente enamorado.
Toda aquella habitación me pareció genial, muy ostentosa y grande. Tenía una vista preciosa a toda la ciudad.
Joey fijo en mí, yo lo miré y le sonreí.
_ ¿Te gusta? Aquí se suponía que me hospedaría jejeje – más le sonreí.
_ Es increíble y más lo es, porque esta noche me quiero quedar aquí contigo – me tomó por la cintura y me abrazó.
_ Yo también anhelo eso. Mi vida cambió desde que te vi sonreír tras el vidrio, de mi auto, aquel día
_ Te amo mucho Joey. Desde el momento en que me besaste, esa noche, mis días también cambiaron y sé que seremos muy felices – tomó mi mano y me sedujo con sus profundos ojos celestes.
_ Ya lo somos y lo seremos, siempre
_ Mi Joey
_ Te amo
Nos dimos un tierno y cálido beso; yo lo abrasé, él me sonrió enternecido y volvió a tomarme por la cintura y también me abrazó.
Contentos, miramos, nuestras, ahora, nubes de algodón en el cielo, tras su ventana y de pronto, los dos en silencio, volvimos a escuchar aquella melodía de guitarra, aquella misma melodía que oímos aquel día cuando nos conocimos.
Joey me miró perdidamente enamorado, contempló cada detalle de mi rostro, las dulces flores celestes en mi cabello y las curvas de mi cuerpo. Recordó con amor que habíamos estado juntos anoche.
Yo lo miré y el corazón se me estremeció al encontrarme con su penetrante y profunda mirada en mí. Le sonreí con destellos.
_ Me haces tan feliz mi Marie. Te amo y ahora te lo quiero demostrar – contemplé sus profundos ojos celestes sobre mí y más me derretí y tuve también deseos de que volviera a hacerme suya.
_ Yo también quiero que me lo demuestres amor mío. Solo quiero que me ames
_ Oh niña mía. Te deseo
Alcanzó a susurrarme y comenzó a besarme con desesperación y anhelos, yo lo abrasé y Joey me tumbó en sus brazos y me llevó hasta su cama.
Perdido en mí, yo le sonreí amándolo con todo mi corazón. Acarició mi rostro y luego todo mi cuerpo desnudo. Miró con ternura mis pechos y yo le acaricié sus pectorales, lo que a él le volvió loco y besó con deseos mi cuello y yo gemí en su oído.
Nos abrazamos fuerte y sin soltarnos, él me colocó sobre él y yo comencé a montarlo sin parar. Joey me observó intenso y embelesado; yo hipnotizada frente a su boca y a sus acechantes ojos celestes, solté un fuerte gemido y él más me acechó con su mirada y luego también gimió de placer.
A punto de ambos acabar, nos miramos con complicidad, anhelos y volvimos a besarnos y yo caí sobre su pecho.
Agitados, nos sonreímos y Joey contempló con amor mi sudado rostro; yo le sonreí y besé sus labios una vez más.
Él me abrazó y yo me recargué feliz en su pecho y él pleno, acarició suavemente mi espalda y me miró con ternura.
_ Te amo
_ Y yo te amo a ti. Quería agradecerte por lo que hiciste por mí, el de haberme ayudado a demostrar que ese mal sujeto había mentido para quitarme el granero – me miró con amor.
_ No tienes nada que agradecerme niña mía. Lo hubiera hecho mil veces solo para que tú fueras feliz
_ Mi Joey
_ Además era injusto que perdieras aquel lugar, que es tan importante para ti, por culpa de un capricho de un imbécil. No te lo mereces – acaricié su mejilla y él me miró perdidamente.
_ No sé que hubiera hecho sin ti. Te debo tanto
_ No, no me debes nada. Ya te lo dije. Siempre querré tu bienestar y tu felicidad, nada más me importa – me derretí por completo y no pude más.
_ Mi amor – me le tiré encima y lo abrasé con toda mi fuerza y cariño. Él sintió el dulce rose de mis pechos sobre uno de sus hombros, lo que lo estremeció y feliz acarició mi cintura.
Yo me reí.
_ ¿Estás cómoda así?
_ Mucho, jejeje
_ Yo también y ahora solo quiero besarte – me enderecé un poco y muy cerca de sus labios, me encontré otra vez con su apasionada y sexy mirada y le sonreí.
_ Yo también quiero que me beses...
Acorté la poca distancia, que nos separaba de nuestros labios, y nos besamos sin parar. Joey me abrazó.
Más felices e ilusionados que nunca, volvimos en su auto, temprano por la mañana, a mi granero...
Sentado frente a su ventana, en su escritorio, bebía una copa de vino y esta la apretó con ira y celos tras enterarse, por sus informantes, quien era el que me había ayudado a desenmascararlo frente a la contraloría y más lo detestó al saber que también era mi pareja. Joey Tempest.
_ Te vas a arrepentir Marie. Ahora sí que no tendré consideración contigo y con tú jodido granero. Lo preferiste a él, que a mí, y eso no te lo perdonaré nunca, campesina infeliz...
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