Capítulo 23
"Queridas Tami y Saori,
Hoy ha sido mi primer día en la universidad. Ya sabéis que no he tenido fuerzas hasta tres años después de... Bueno, de todo lo que pasó.
He conocido a dos compañeras de clase muy simpáticas, pero ni os preocupéis. Jamás nadie llegará a ser tan importante como vosotras lo habéis sido.
Me ha costado meterme en la carrera de psicología. En la vida me habríais visto estudiar tanto".
Varias lágrimas cayeron sobre las hojas de su diario. Cerró la libreta y se dirigió al baño a lavarse la cara.
Aún era todo tan complicado después de tanto tiempo...
Llevar aquel diario le había ayudado muchísimo a sobrellevar la pérdida de sus amigas, pero aún a veces se derrumbaba en algún que otro momento.
Al fin y al cabo, si todo hubiera ido bien, las tres estarían en aquel piso. Juntas en la gran ciudad. Bueno, no aquel piso, otro más grande como era obvio.
Su psicóloga le había dicho que era normal estar así a veces, aún después de tanto tiempo. Nunca se pasaría del todo, pero había que aceptar los momentos de tristeza y llorar cuando fuera necesario.
El suceso en el internado fue todo un escándalo a nivel nacional. Incluso mundial, gracias a las redes sociales. Pero, por suerte, las identidades de las supervivientes se mantuvieron en secreto: ella, Law, la profesora de música y la profesora de inglés.
Nadie más salió con vida de aquella macabra noche. Ni si quiera los asesinos, que no pudieron ser juzgados. A veces, cuando dormirá por las noches, la imagen de la sangre de Miyake empapando su cara todavía asaltaba en su mente.
Demasiado realista. Por supuesto, (TN) no fue juzgada por haber cometido aquel acto en defensa propia.
Y Law... ¿Qué tal le iría a al única persona aparte de sus amigas que le creyó a la primera? A una de las personas que más se había preocupado por ella...
Sabía que daba clase en una universidad privada en esa misma ciudad. No a la que iba a ir ella, esa era pública.
No iba a negar que hacía ya unos cuantos meses puso el nombre su antiguo profesor en el buscador, por eso descubrió la información.
Tampoco iba a negar que se había acercado por aquella zona, a una cafetería que había justo en la calle de delante de la universidad.
Obviamente, en ninguna de las visitas se había encontrado con él. La primera fue pensada de forma exclusiva para ver si se lo encontraba, pero el café y los dulces que había allí le habían enamorado.
A partir de entonces, hacia una visita semanal. En metro no tardaba mucho en llegar y el trayecto valía la pena.
En fin, ya había cenado y fregado los platos antes de ponerse a escribir, así que era momento de irse a dormir. Al día siguiente ya comenzarían los primeros temas de cada asignatura y debía coger fuerzas para empezar con buen pie.
Lo bueno es que ya no trabajaba de dependienta en la papelería y podía dedicarse por completo a estudiar.
Sus padres le pasaban dinero cada mes, para pagar el alquilar y otros gastos diarios. Después de todo lo ocurrido decidieron que dejarían que su hija fuera lo más feliz posible, aunque eso supusiera que se alejara de ellos.
A pesar de ofrecerse a pagar cualquier gasto, ella quiso buscarse algún trabajo. No solo para ganar su propio dinero, sino para distraerse.
Habían sido unos años muy oscuros, muy tristes; pero había conseguido salir de aquel pozo y pensaba aprovechar cada día.
[•••]
Ya había pasado la primera semana de clases. Ese viernes se había propuesto hacer una cena de grupo, pero a (TN) no le apetecía todavía mucho juntarse con tanta gente.
Había quedado con sus dos compañeras al día siguiente, para ir a comer. Eso ya era un primer paso.
En aquellos momentos estaba en el metro, dirigiéndose hacia su cafetería favorita. Las clases habían acabado y había comido allí mismo, pero se había reservado el café y el postre.
En unos quince minutos ya estaba en frente de la puerta. Paredes y letrero color beige y en tonos marrón pastel, mesas blancas de madera en la terraza y dentro del local... Le encantaba esta combinación.
Por suerte había bastante sitio, más entrada la tarde solía llenarse más que a la hora de comer.
Se sentó en una de las mesas que estaba más cerca de la puerta y espero pacientemente hasta ser atendida. Se pidió su café favorito y el uno de los dulces que más le gustaban. Tenía varios, así que cada semana los iba turnando.
Estaba desgastando su comida tranquilamente cuando de pronto lo vio. Casi se le paró el corazón al ver cómo Law salía por la puerta de la universidad.
No iba a preguntarse si realmente era él, porque era inconfundible.
Parecía molesto, aunque bueno, nunca había tenido cara de buenos amigos. Al menos eso recordaba de aquellos meses en el internado.
Vio cómo miraba su reloj y, acto seguido dirigió la vista hacia la cafetería. Volvió a dirigir la mirada hacia su muñeca, para revisar la hora de nuevo y comenzó a caminar hacia allí.
Se iba desmayar. Se iba desmayar en cualquier momento. Ni si quiera sabía que decirle. Que se acordaría de ella era obvio. La experiencia había sido demasiado traumática como para olvidarla.
Law entró por la puerta y, como si fuera cosa del destino, como si lo hubiera presentido, ladeó la cabeza hacia la derecha.
Ojos grises y ojos (t/c) se encontraron.
—(TN)-ya...
De repente, una gran cantidad de pensamientos se amontonaron en la mente de (TN).
Por un lado, los recuerdos. Se sintió como si todavía estuviera allí en el internado, como si el tiempo no hubiera pasado. Recordó cuando huían de aquel maniaco del conserje, cuando Law fue apuñalado... La angustia le invadió.
Por otro lado, sintió una profunda tristeza al pensar que no podía ir corriendo a contarle a sus dos mejores amigas que se había reencontrado con su profesor.
Es decir, podía escribirlo en el diario, claro... ¿Pero y si estuvieran las tres juntas en el piso tal y como siempre habían soñado? ¿No sería increíble poder contarles que se había reencontrado tres años después con él?
Estaba tan abrumada por aquellas intensas emociones que sus ojos comenzaron a tornarse acuosos y las lágrimas no tardaron en comenzar a deslizarse por sus mejillas.
—Law... —La voz de la joven se quebró al pronunciar el nombre de su profesor.
El pelinegro tomó con suavidad la muñeca de la joven y tiró de ella para que se incorporara. Una vez de pie, la rodeó entre sus brazos.
Durante aquellos tres años había pensado varías veces en ella, en cómo le estaría yendo todo y en si algún día la vida volvería a juntarles.
Nunca había tenido especial interés por las mujeres, pero (TN) despertó aquellos extraños sentimientos en él hacía ya tres años y abrazarla de nuevo le reconfortaba.
Las escasas personas que había en la cafetería observaban la escena con curiosidad. ¿Se trataba de una pareja que se reencontraba? ¿Una pareja que estaba a punto de separarse? Las teorías eran varias, pero ni por asomo hubieran acertado la historia.
—No... No esperaba que volviéramos a coincidir —aseguró Law, una vez la joven ya estaba más tranquila—. Quieres... ¿Quieres que me siente contigo?
—Sí... —murmuró ella, frotándose los ojos con el dorso de la mano—. Disculpa por mi reacción.
—No tienes que pedir disculpas. Enseguida vengo, voy a pedir el café.
(TN) le siguió con la mirada. Respiro hondo y se acomodó en la silla. Había sido un momento muy intenso. Se avergonzaba un poco por haber reaccionado así, pero le había sido imposible controlar sus emociones.
El pelinegro no tardó en volver a la mesa, con una simple taza de café solo en su mano que depositó sobre la bandeja que la peli(t/c) estaba usando.
—Bueno... —murmuró Law. Era de las pocas veces que no sabía que decir. Estaba claro que preguntar si iba todo bien no era lo más adecuado después de todo lo que había pasado—. ¿Qué es de tu vida? ¿Qué estás haciendo?
—Pues estoy viviendo aquí en Tokio. Me mudé... Bueno, pocos meses después de que cerraran el internado. He empezado la universidad esta semana. Me he apuntado a la carrera de psicología.
—Vaya, eso suena bien. Psicología es una carrera interesante.
—¿Y tú? ¿Qué es de ti? —inquirió ella, haciéndose la despistada.
—Yo estoy dando clases en la facultad de ciencias, aquí en esta universidad que hay en frente. Llevo ya un par de años, aunque... —comentó Law, antes de sonreír de lado. (TN) siempre había sido como un libro abierto—. Parece que ya sabías algo sobre ello.
—Eh, bueno... Busqué, por curiosidad.
—Yo también he pensado en ti durante este tiempo —confesó el pelinegro. Aquellas palabras despertaron un intenso sentimiento de felicidad en la joven—. Me alegra que las cosas estén yendo bien, dentro de lo que cabe.
—Ha sido muy difícil, y todavía lo es... Pero después de mucho tiempo siento que todo va mejor.
—(TN)-ya, ahora que nos hemos encontrado... No me gustaría perder el contacto —comentó Law.
Lo que sentía por ella era una atracción especial. Aparte de sus tres mejores amigos, tan solo se sentía a gusto hablando con ella.
Y no es que tres años atrás hubieran iniciado una gran relación, tan solo algo cordial como alumna y profesor; aunque siempre hubiera habido algo más oculto que no llegó a salir a la luz, al menos no del todo.
Y allí estaba en la actualidad, entablando una conversación con ella como si la conociera desde siempre y como si el tiempo no hubiera pasado. Tan solo aquellos que le conocían bien sabrían lo extraña que era aquella situación.
—¿Te refieres a que intercambiemos números de teléfono?
—Sí.
El corazón de (TN) casi deja de bombear sangre a causa de la emoción. No esperaba encontrarse con él, mucho menos que se sentara a tomar con café con ella y, por supuesto, todavía menos que le pidiera el número de teléfono.
Tres años atrás, cuando todavía estaban en el internado y antes de la traumática noche, alguna vez notó que Law le daba un trato algo especial. Sin embargo, siempre lo atribuyó a su imaginación o que tal vez no era para tanto y su cerebro lo exageraba o malinterpretaba.
Pero allí estaban. Aunque, bueno, tal vez él solo lo estaba haciendo por quedar bien. O simplemente quería servirle de apoyo porque había visto que no estaba muy bien.
No debía hacerse ilusiones y pensar en otro tipo de cosas.
—Bueno, yo tengo que ir volviendo a casa... Me gustaría ponerme un poco al día con los apuntes y todo eso —explicó la joven.
Ya se habían terminado el café, ya habían intercambiado números y estaba algo confundida por la situación, así que le apetecía retirarse en la soledad de su piso y dar una vuelta al asunto.
—¿Quieres que te acerque? Vivo aquí cerca y tengo el coche en el garaje.
—Pues... Bueno, si no es mucha molestia. De todos modos con el metro llego rápido a casa, así que no te preocupes.
—No es ninguna molestia —recalcó él—. Venga, pongámonos en marcha.
Law arrastró la silla y se incorporó. La joven le imitó y caminaron juntos hacia la puerta.
Era un día de primavera, soleado. Lo había sido desde primera hora de la mañana; pero para (TN), al salir de la cafetería, todo tenía un tono más brillante.
Caminaron durante unos diez minutos hasta casa de Law, charlando animadamente y continuaron hablando durante el trayecto hacia la casa de la peli(t/c).
—Mira es es ese portal, ahí hay sitio para parar —indicó ella, señalando la zona. Law obedeció las instrucciones y estacionó en el hueco, poniendo las luces intermitentes—. Gracias por acercarme.
—No hay de que. Bueno, ahora estamos en contacto.
—Sí, cuando quieras podemos hacer algún plan o lo que sea.
Ambos se quedaron en silencio. Ninguno de los dos tenía ganas de que aquel encuentro acabara, y tampoco sabían muy bien cómo debían despedirse.
—Vale, pues vamos hablando —dijo el pelinegro, tras unos segundos de silencio.
(TN) apretó los labios. Se moría por besarle, aunque fuera un simple beso en la mejilla. Un pequeño acercamiento para ver cómo reaccionaba. Luego podía disculparse.
Era muy impulsiva, siempre lo había sido, así que lo decidió y no le dio más vueltas. Se inclinó hacia delante y besó su mejilla a toda velocidad, aunque tal vez calculó mal la distancia por los nervios y fue demasiado cerca de sus labios.
—Adiós —farfulló, dándose la vuelta para salir del coche. No le dio tiempo, Law agarró su muñeca antes de que abriera la puerta—. Lo siento, no quería...
—¿No querías besarme? ¿Ha sido sin querer? —cuestionó él, sonriendo de lado. Sus rostros estaban muy cerca el uno del otro.
—Sí, o sea, sí iba a darte un beso para despedirme... Pero no tan cerca de la boca. Lo siento.
—¿No querías darme un beso en la boca? —inquirió, siendo más específico.
La peli(t/c) dudó unos segundos antes de contestar. Era obvio que quería, aunque no había sido su intención.
—No era mi intención, pero...
Law ya no pudo aguantar más y no dejó que la joven continuara explicándose. Posó una de sus manos en el cuello de la chica, cerca de la zona de la mandíbula y rompió los escasos centímetros que les separaban, juntando sus labios con los de ella.
Por fin tenía lugar aquel ansiado contacto, y no sentían ni una pizca de arrepentimiento cómo podría haber sentido tres años atrás.
Quiso profundizar más el beso, pero tampoco tenia del todo claro cómo iba a reaccionar (TN) en ese momento, así que simplemente volvió a separarse un poco para observar su expresión.
Estaba claro que había sido de su agrado, pero ya habría tiempo de ir más allá.
—Nos veremos pronto, (TN)-ya. Ahora ve a ordenar tus apuntes y descansa.
—Sí, nos... Nos vemos —musitó ella, le regaló una sonrisa antes de darse la vuelta para abrir la puerta del copiloto y abandonar el coche.
Law la siguió con la mirada hasta que el portal se cerró tras su paso, solo entonces arrancó y puso rumbo hacia su casa.
La peli(t/c) todavía estaba en shock. Su respiración era irregular y se sentía como si estuviera flotando en una nube.
Law le había besado. Se mordió el labio en un intento inútil de evitar aquella estúpida sonrisa de enamorada. ¿Cómo podía sentir tanto por él? Realmente apenas le conocía. Casi no sabía nada de él.
Aunque aquello estaba a punto de cambiar.
Una vez entró a su piso se fue directa a la habitación. Abrió el cajón del escritorio donde guardaba el diario dedicado a sus dos mejores amigas y buscó la última página en la que había escrito.
Cogió con torpeza uno de los bolígrafos que había en el lapicero y comenzó a escribir mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas, reflejando una mezcla de alegría y tristeza —o más bien nostalgia—.
Podía imaginarse la cara de Tami al enterarse de que el profesor Trafalgar le había besado.
Era complicado sentirse feliz después de todo lo que pasó, de todo lo que había perdido. Incluso algún atisbo de culpabilidad se asomaba en su interior por la felicidad que estaba experimentando.
Pero se lo merecía. Merecía volver a vivir de nuevo.
📌 NOTA:
Un capítulo más y el epílogo y esta historia llegará a su fin 🫢
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