Capítulo 21

Ya era medianoche y el internado estaba sumido en un profundo silencio. La tenue luz de las lámparas del pasillo estaba a punto de apagarse del todo, dejando que tan solo la luz de la luna que se colaba por las ventanas iluminara las diferentes estancias.

Las alumnas de último año estaban sentadas cada una sobre su colchón. Las pesadas cortinas granates estaban recogidas para que entrar algo de luz en la habitación.

Se miraban unas a otras, pero no articulaban palabra. Oían sus respiraciones pesadas y Algo irregulares. Su corazón bombeaba con fuerza dentro de su pecho. 

Estaban solas, sin contar a las profesoras, claro. Pero no había ninguna alumna más y eso no les parecía una buena señal.

Se sobresaltaron cuando el pomo de la puerta de la habitación se giró de forma inesperada. Lentamente, la pesada madera comenzó a desplazarse provocando un sonoro y molesto chirrido.

Las que estaban más cerca de la puerta se levantaron atemorizadas y se dirigieron a los colchones de sus compañeras.

El pasillo estaba a oscuras y no parecía verse nada al otro lado de la puerta.

—¿Alguien se va a acercar para cerrar? —logró preguntar Miya, en un susurro.

La mayoría de las presentes tan solo sollozaba o murmuraba cosas apenas entendibles.

—Ve tú, no te jode —farfulló Saori.

Aún así, nadie se movió de su sitio. Tan solo mantuvieron los ojos clavados en aquella dirección.

De pronto, una figura irrumpió en la habitación, abalanzándose sobre ellas y provocando que salieran disparadas hacia diferentes direcciones.

No tardaron en reconocerlo, ya que tan solo había dos hombres en el internado: era el conserje. Y no necesitaba ninguna máscara como en las películas para dar miedo.

(TN) jamás se había burlado de él en aquel aspecto; pero, en aquella situación con aquel enorme cuchillo en la mano y dispuesto a hacerles daño, la deformidad de su rostro sumaba un plus de terror.

Algunas ya habían salido al pasillo y no se habían dado cuenta de que aquel hombre había logrado agarrar a Mayu. Tan solo sus dos mejores amigas se quedaron observando aquella tétrica escena, Hinako y Yuina.

Se quedaron paralizadas cuando la chica de cabello castaño y corto fue atrapada por el conserje. Quisieron acercarse a ayudarla, pero... Todo pasó muy rápido.

El conserje tiró de su brazo y, una vez la tuvo a buen alcance, clavó el enorme y afilado cuchillo en el pecho de la joven.

Los gritos de las otras dos alumnas resonaron por los pasillos del internado. La directora y el resto del profesorado, que ya había escuchado el jaleo, estaban saliendo de sus habitaciones.

Las chicas no iban juntas, corrían sin pensar. Las profesoras fueron parándolas, también asustadas por las expresiones de las jóvenes. ¿Que debía haber pasado para que estuvieran tan atemorizadas?

—¡Dios mío! —exclamó Yoshida, que fue la primera en ver al conserje girar la esquina del pasillo.

Su ropa estaba completamente ensangrentada, al igual que el filo del cuchillo que sostenía en alto.

Tanto las profesoras como las alumnas comenzaron a encerrarse en las habitaciones abiertas, sin pensárselo dos veces. Las primeras tuvieron que coger a algunas de las menores y tirar de ellas, ya que se habían quedado paralizadas.

Law no dudó en coger a la peli(t/c) del brazo y meterla en su habitación. Cerraron la puerta de golpe y enseguida escucharon los puños del conserje, Haru, aporreando la madera de una de las puertas cercanas.

El corazón de (TN) latía a mil por hora y no era del todo consciente de lo que estaba ocurriendo. Todavía lo estaba asimilando.

—¿Qué está pasando? ¿Tiene algo que ver con la mujer que os ha amenazado? —inquirió el pelinegro, tras cerrar la puerta con llave.

—No lo sé. No se si él tiene algo que ver o simplemente no se ha tomado la medicación o no sé. No sé lo que está pasando —farfulló ella, atacada por los nervios—. ¿Dónde se habrán metido Saori y Tami?

Los golpes del conserje continuaban escuchándose en el pasillo, acompañado de algunos gritos femeninos.

—No podemos salir ahora —aseguró Law, antes de ponerse a rebuscar en uno de los cajones de su escritorio—. Se habrán escondido en alguna habitación.

—¿Por qué tienes un cuchillo?

—Simple precaución. Me daba muy mala espina todo esto que estaba pasando —explicó el pelinegro, empuñando el arma y acercándose a la puerta—. Esa mujer había estado muy inactiva y tal vez no se atreviera a ir poco a poco matándoos. Eso levantaría sospechas, así que no es tan descabellado que algo como esto acabará ocurriendo. Lo que no esperaba era que este hombre tuviera algo que ver. No sé si está relacionado.

—Nosotras también habíamos intentado prepararnos... Pero no ha servido de mucho.

Los golpes cesaron. Por un momento se hizo un inquietante silencio. Ojos grises y ojos (t/c) se miraban, expectantes.

Segundos después, unos gritos desgarradores se escucharon desde la distancia.

—¡Es Taia! —exclamó la joven, desesperada—. ¡Tenemos que hacer algo!

—Mi móvil no tiene cobertura. El de mis compañeras tampoco suele tenerla. Tendremos que llegar al despacho de Kataoka —ilustró Law—. El teléfono fijo es el único que funciona siempre.

—Pues... Tenemos que intentarlo.

Estaba claro que una opción era quedarse allí encerrados y aguantar toda la noche, pero era demasiado egoísta y tampoco les garantizaba nada.

Aunque sus padres llegaran al día siguiente tal vez aquel hombre pudiera hacerles daño también, antes de que avisaran a la policía o a quien fuera.

Se acercaron con sigilo a la puerta y Law quitó el pestillo. Esperaron unos segundos, comprobando que no se escuchaba ningún ruido fuera.

El pelinegro giró el pomo y abrió con delicadeza. Se asomó y observó que el pasillo estaba vacío por completo. Las puertas de las demás habitación estaban cerradas y por el suelo había rastros de sangre.

Law hizo una señal, para que (TN) supiera que estaba todo despejado —por el momento— y que podían salir.

Caminaron despacio, ambos aterrados, aunque a ella se le notará más que a él.

La peli(t/c) trataba de hacer el menor ruido posible al respirar, pero sentía que le faltaba el aire.

Law iba delante, así que se asomó con cautela cuando llegaron a la esquina del pasillo. Las luces estaban apagadas y la luna parecía haberse escondido entre alguna nube, así que la iluminación era todavía más escasa.

Hubo vía libre hasta las escaleras. Por allí seguía habiendo restos de sangre, lo cual no era una buena señal. El conserje debía estar en la planta baja.

Ambos se estremecieron al escuchar el golpe fuerte de una puerta y pararon en seco en mitad de los escalones. No tardaron en escucharse gritos y pasos acelerados.

La joven se acurrucó tras la espalda de su profesor.

Pocos segundos después, vieron pasar corriendo a Hinako por el pasillo. Se sujetaba el estómago con la mano, la cual estaba cubierta de sangre.

—Vamos —indicó Law, comenzando a moverse de nuevo.

Corrieron hasta dónde estaba la joven de cabello azul. No parecía que Haru le estuviera siguiendo.

—¡Hinako! —le llamó (TN), en un susurro, cuando lograron alcanzarla. La susodicha se sobresaltó y dio un pequeño grito.

—Por aquí, meteros. —El pelinegro abrió la puerta de una de las aulas y volvió a cerrarla una vez estuvieron los tres dentro.

Se acercaron hasta el final de la sala y se sentaron tras los pupitres. No pudieron examinar bien la herida de Hinako debido a la falta de luz, pero tenían claro que era bastante grave.

La sangre no dejaba de brotar entre los dedos de la chica.

—Mayu, Yuina... Las ha... Las ha matado. —Logró comunicar, entre sollozos. La peli(t/c) le acariciaba el hombro mientras Law buscaba algún trapo con el que cubrir la herida—. Están muertas. El conserje... ¿Qué está pasando?

—No lo sé... —murmuró (TN). No podía decirle que se tranquilizara. No podía decirle que no pasaba nada, porque era obvio que algo horrible estaba ocurriendo.

—Toma, ponte esto sobre la herida —indicó el pelinegro—. Voy a buscar el botiquín. Esperad e intentad hacer el menor ruido posible.

Las jóvenes se quedaron en silencio, tras un par de gruñidos y quejidos reprimidos por parte de Hinako al quitarse la mano y poner el trapo sobre la herida.

No tardaron en sentirse observadas. Fue una sensación extraña. Pasearon la mirada por cada rincón de la clase, hasta llegar a las ventanas.

Tras uno de los cristales observaron una extraña y oscura figura, y no era la del conserje.  Parecía tener el cabello muy largo, el cual le tapaba parte del rostro.

Las dos alumnas observaron sin poder hablar como aquella persona movía uno de sus brazos y apartaba un mechón de su cabello, aunque no podía verse nada con claridad. Movió la otra mano, con la que parecía estar sujetando algo.

No tardaron en descubrir que era una linterna. En cuestión de segundos su horrible y desfigurado rostro fue iluminado por la luz del objeto, provocando que las dos chicas soltaran un agudo grito.

—¿Pero qué pasa? —cuestionó Law, alarmado.

El sobresalto hizo que el botiquín se le resbalara de entre las manos. Al caer al suelo se abrió y el contenido se esparció por el suelo.

—Había... Creo que era la mujer. Debe ser la mujer que dijo la chica de primero, la que nos está amenazando —farfulló la peli(t/c), señalando hacia la ventana donde hacia escasos segundos la habían visto.

—¿Y va paseando como si nada sabiendo lo que está pasando? —cuestionó el joven profesor—. Está claro que algo no cuadra. Todo esto no puede ser casualidad.

—Sea como sea... Tenemos que irnos de aquí.
Hemos hecho demasiado ruido —comentó la joven, ayudando a levantarse a su compañera herida.

Demasiado tarde.

La puerta del aula se abrió de golpe y Haru, el conserje, entró de manera muy brusca. Cuchillo en mano, se dirigió directamente hacia las jóvenes.

—¡Salid de aquí! —exclamó Law, poniéndose delante de ellas.

(TN) tiró del brazo de su compañera de cabello azul y arrancaron a correr hacia la puerta. La chica herida salió de la clase, pero la otra se paró bajo el marco de la puerta.

Hizo una señal a Hinako para que continuara caminando y ella se giró para comprobar el estado de Law.

Estaba forcejeando con el conserje, ambos a punto de clavarse el cuchillo el uno al otro; pero estaba claro que Haru tenía más fuerza. Estaba descontrolado, fuera de sí mismo.

La joven se acercó y cogió la primera silla que tenía a mano. Su cuerpo temblaba, pero logró asestar un buen golpe en la espalda del agresor. Este cayó al suelo y el pelinegro consiguió escapar.

Tiró del brazo de su alumna, que se había quedado paralizada y empezaron a correr. Torcieron a la derecha sin fijarse en que Hinako estaba subiendo las escaleras como podía, sujetándose la herida con el trapo que le habían dado.

—¿Dónde se ha metido Hinako? —cuestionó la peli(t/c), mirando hacia delante y atrás.

De pronto, el conserje salió a toda prisa del aula. Se giró y miró a ambos durante unos segundos. Acto seguido los ignoró y continuó su camino hacia las escaleras.

—¡No! —exclamó la joven, arrancando a correr hacia aquella dirección. Law la siguió.

No llegaron a tiempo. No tardaron en encontrarse con una horrible escena. Haru clavando múltiples veces el cuchillo en el cuerpo de la alumna de cabello azul, la cual gritaba aterrada y adolorida mientras la sangre bañaba todo a su alrededor.

—¡Vámonos, (TN)-ya! —ordenó el pelinegro, volviendo a tirar de ella. No tenía sentido que se quedaran allí plantados. Ya no podían hacer nada por ella.

La peli(t/c) corría y seguía a su profesor por inercia, pero en esos momentos estaba demasiado conmocionada para fijarse en nada. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas. Tenía un nudo en el estómago y la cabeza le daba vueltas. Sentía que podía llegar a desmayarse en cualquier momento.

—Joder, está cerrada... —masculló Law, con rabia, forcejeando el pomo de la puerta. Se suponía que el ama de llaves no cerraba las puertas hasta pasada la medianoche, y dudaba que con todo aquel jaleo hubiera salido a dar una vuelta—. (TN)-ya... Tenemos que volver arriba. Tenemos que buscar a directora o a Miyake-ya.

—Sí... —murmuró para ella misma—. ¿Estará arriba ahora? ¿El conserje?

—Es probable. Vayamos por la escalera secundaria —propuso él, iniciando de nuevo el camino.

Nadie sola utilizar la otra escalera que subía al primer piso, aunque diera directamente a los dormitorios de las alumnas de primer año, todas estaban obligadas a subir por las principales.

Giraron el pasillo y, al final, antes de llegar a la escalera estaba la puerta. Tan solo alcanzaron a ver como el cuerpo de Hinako era arrastrado hacia el exterior.

La joven se tapó la boca para ahogar el grito que iba a salir de su garganta.

—Vamos, si está ahí fuera es nuestro momento —indicó Law.

Continuaron su camino y subieron los escalones de forma apresurada. Estaban a la otra punta del pasillo de los profesores, pero sabiendo que el conserje estaba bajo... Decidieron acelerar el paso en lugar de ser silenciosos.

Sin embargo, estaban equivocados. No tardaron en divisar a Haru corriendo desde la otra punta del pasillo. Iba directamente hacia ellos, aquella vez con un hacha en la mano.

—¡Por aquí! —Se escuchó la voz de Sayaka, la profesora de música.

En cuestión de segundos, Law fue arrastrado al interior de una de las habitaciones y la puerta fue cerrada antes de que la peli(t/c) pudiera entrar.

Atemorizada y con el cuerpo temblando por los nervios se acercó como pudo a otra de las puertas. Giró el pomo, pero no se abría.

Probó suerte con la siguiente, mientras observaba de reojo como el conserje estaba a punto de llegar hasta ella.

Logró entrar y se apoyó con fuerza sobre la madera, pero no parecía que aquel tipo intentara forzar la puerta.

Tras unos minutos, algo más relajada, dio un par de pasos atrás y recorrió la estancia con la mirada. Debía ser la habitación de Miyake, el ama de llaves.

Le llamó la atención el enorme tocador que había cerca de la cama. Sobre él había una gran cantidad de cosméticos esparcidos. No eran simples productos que cualquiera solía usar de forma diaria. Parecían más... Sofisticados.

¿Por qué había pelos negros tan largos alrededor de la silla? No sería... ¿Tal vez era ella la que había estado ayudando a que esa mujer se escondiera para llevar a cabo su plan?

Se sobresaltó al escuchar un ruido que provenía del armario. Dudo durante unos segundos. ¿Se acercaba a mirar o se largaba de aquella habitación?

Ninguna de las dos opciones le terminaba de convencer.

Finalmente, optó por acercarse al gran mueble de madera de pino que había en frente del tocador, al otro lado de la sala.

Antes de hacerlo, de decidió coger un candelabro de la mesita de noche. No era un gran arma, pero al menos era algo para defenderse.

Una vez a escasos centímetros del mueble, estiró el brazo y, con la mano temblorosa, abrió lentamente una de las puertas.

Dio un par de zancadas hacia atrás cuando alguien cayó de dentro. No tardó en reconocer a Miya, por el uniforme y su inconfundible y perfecto cabello castaño.

Sin embargo, cuando alzó el rostro no pudo evitar obsérvala con expresión de horror. ¿Qué le había pasado? Estaba completamente desfigurada, como se le hubieran rociado con... Ácido.

—Miya... —La joven de cabellos (t/c) se agachó y se puso de cuclillas junto a ella.

Su compañera apenas podía moverse y mucho menos hablar. (TN) estaba en estado de shock. Le había impactado mucho verla en aquel estado y no tenía ni idea sobre cómo actuar.

El corazón casi le da otro vuelvo al escuchar como la puerta se abría de golpe. Se giró alarmada, esperando ver al conserje abalanzándose sobre ellas; pero no era él sino aquella mujer de cabello largo y oscuro.

—Oh, estáis juntas, mis favoritas. Eso es perfecto... Ya podemos empezar a divertirnos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top