Capítulo 18

—¿Qué te han dicho a ti? —preguntaron Tami y Saori al unísono, cuando la peli(t/c) salió del despacho de Kataoka.

—Que tenían una escapada planeada y que no podrán venir hasta un día después... —respondió la joven, algo decaída.

Lo bueno, si es que se podía considerar positivo, es que ninguna se quedaría sola el primer día de vacaciones. A ninguna podían ir a buscarlas el fin de semana, así que pasarían la noche del domingo juntas.

En cualquier otra situación, lo más probable es que no hubieran ido a por ellas aquella semana; pero teniendo en cuenta que habían muerto dos compañeras... Sus familias harían una excepción.

Probablemente tan solo se quedarían ellas y las profesoras y no era precisamente tranquilizador.

Las jóvenes se dirigieron de nuevo a la clase, junto al resto de sus compañeras. Era miércoles por la tarde y todavía estaban acabado los deberes, aunque su concentración no estaba precisamente al máximo.

—¿Qué tal vosotras? —preguntó Miya, nada más ver a sus compañeras entrar por la puerta.

—Nada, pasaremos también aquí la noche del domingo —confirmó (TN).

Todas presentían que aquella noche pasaría algo malo, pero no sabían el qué con exactitud.

—Bueno, al menos estaremos todas y ninguna se queda sola —recalcó Saori, con intención de calmar un poco el ambiente—. Además, dentro de poco el profesor Trafalgar nos dará información para ir aclarando todo.

La joven de ojos (t/c) ya había comentado a todo el grupo que le había explicado la situación al profesor.

Hubo todo tipo de reacciones, pero al final concluyeron en que sería positivo tener la ayuda de un adulto. A excepción de Taia, que todavía continuaba acusando mentalmente a (TN) de haber puesto en riesgo la vida de los familiares. Bueno, veía el lado positivo, pero le costaba dejar el negativo de lado.

A medida que acabaron los deberes se fueron yendo en grupos a la sala de tiempo libre.

Caminaban alerta por los pasillos del internado, con sus cinco sentidos más alerta que nunca. Ni con la luz del día se sentían seguras.

Un rato después, su profesor de biología interrumpió sus actividades. Aunque realmente no detuvo nada en especial, ya que la mayoría de alumnas no estaban concentradas en lo que hacían.

—(TN)-ya. —La susodicha alzó la mirada del libro que estaba comenzando a leer—. ¿Tienes un momento para resolver las dudas del tema que habíamos comentado?

—Sí, claro —murmuró, mientras las miradas de todas sus compañeras se posaban en ella—. Luego os veo, chicas.

Cerró el libro y lo dejó sobre la mesa de madera que había frente al sofá. Law había descubierto algo.

Caminaron juntos y a paso tranquilo hacia el aula, para no levantar sospechas. Se cruzaron con algunas alumnas de otros cursos; pero, por suerte, con ninguna de las profesoras.

—Adelante —indicó él, una vez llegaron a la puerta del aula.

Ella hizo caso y entró, acercándose a su pupitre para coger el libro de biología. Ambos se sentaron en la mesa grande, uno en frente del otro.

La joven abrió una página cualquiera del tema que estaban dando en clase y lo dejó sobre la superficie de madera. Los dos echaron un vistazo fugaz hacia la puerta para comprobar que no había nadie allí plantado.

—Has... ¿Descubierto algo? —inquirió (TN), en un susurro, sin poder ocultar su intriga.

—He contactado con unos amigos y han estado buscando información —explicó el pelinegro—. Les ha llevado un tiempo, porque no hay ninguna noticia oficial.

La peli(t/c) escuchó atentamente a su profesor.

Al parecer el internado cerró por una horrible tragedia entre las alumnas de último curso. Según las fuentes que habían revisado, una de ellas que había sufrido varios episodios de acoso, pero hubo uno que fue la gota que colmó el vaso.

No ponía con exactitud lo que había pasado, pero hubo mucho daño físico y psicológico. Debió ser muy grave para que cerraran el internado por eso.

—¿Pero qué tuvo que pasar para que llegaran a cerrarlo? –cuestionó (TN) en un susurro, aunque era una pregunta para sí misma.

—No ha habido manera de encontrarlo. No sé si la información es de mucha ayuda.

–No, o sea sí. Sabíamos que le habían hecho algo a... Quien sea que nos mandara aquella carta —continuó la peli(t/c)—. Yoshida y la de japonés deben saberlo de primera mano. Ellas estaban en aquella clase. O incluso...

—¿Una de ellas dos podría haber sido la víctima? —insinuó Law, completando las palabras de la joven.

—Debería ser alguna de ellas. Son las únicas dos personas que estaban en aquella clase y que están aquí ahora —explicó ella—. A no ser que todas nuestras madres, bueno y tías, coincidieran en otro lugar o actividad... Pero ya sería mucha casualidad. Además habla de venganza y si aquí pasó algo muy grave... Tiene que ser eso.

La chica se quedó en silencio y dirigió su mirada hacia el profesor. Se acababa de recostar contra el respaldo de la silla y se había llevado una mano a la cabeza.

—Es que no puedo creerme que de verdad alguna de ellas haya... Hecho algo a esas dos chicas —manifestó—. Es muy grave. Nada más salgáis de aquí hay que informar a las autoridades.

—Eso, por favor... Cuando salgamos de aquí. Me prometiste que no contarías nada. No podemos decir nada a la directora ni a nadie de aquí.

—No voy a hacerlo, (TN)-ya —le aseguró, clavando sus fríos ojos grises en los de ella—. Pero nada más lleguen vuestras familias... Debemos informar. Y debéis ser precavidas estos días.

—Sí, lo seremos —garantizó la peli(t/c)—. Profesor Trafalgar... No sé cómo agradecer tu ayuda.

—No hay nada que agradecer. —Posó su mano en la de la chica y se quedaron en silencio durante unos segundos, hasta que ella la apartó.

—Sí... Sí hay —insistió ella, con voz entrecortada. Cada contacto con Law le hacía sentir... Escalofríos. Agradables escalofríos. Y eso no le acababa de gustar—. Eres de las pocas personas que me ha creído a la primera, en varias cosas.

—Lo que no entiendo es que la gente que te conoce no te haya creído.

¿Por qué había apartado la mano tan rápido? ¿Sería porque no quería que nadie lo viera? ¿O tal vez ella también sentía aquella extraña atracción que quería apartar de su cabeza? Como le pasaba a él...

—Bueno, yo te doy las gracias igual. Aunque no las aceptes —dijo ella, sonriendo con dulzura—. Y será mejor que me vaya. Es casi la hora de cenar.

—Sí —concordó él, arrastrando la silla para levantarse, al igual que había hecho ella. Ambos se dirigieron hacia la puerta—. Y, recuerda, id con cuidado y no os metáis en ningún lío ni llaméis mucho la atención.

La joven asintió, antes de emprender su camino de nuevo hacia la sala de tiempo libre.

La cena transcurrió tranquila, en silencio. Todas las alumnas, desde las más pequeñas hasta las de último curso, estaban más o menos aterrorizadas por los recientes eventos.

Incluso alguna que otra se había marchado ya a casa porque sus padres vinieron a recogerlas inmediatamente.

Sin embargo, ninguna estaba tan asustada como las mayores, que eran las que sabían lo que estaba ocurriendo. O, más bien, lo que podía seguir ocurriendo.

Tras dejar las bandejas y una última visita al baño, el ama de llaves pasó por cada habitación para asegurarse que cada alumna estaba en su cama y dejar las puertas cerradas. Tal y como hacía cada noche.

—¿Qué te ha contado el profesor? —Taia fue la primera en incorporarse y preguntar, un rato después de que hubieran cerrado la puerta.

Ya que habían arriesgado a sus familias, por lo menos que sirviera para algo.

Una a una, las alumnas fueron levantándose hasta quedar sentadas sobre el colchón.

Las luces estaban apagadas, pero las cortinas estaba retiradas y la luz del exterior les permitía verse las unas a las otras decentemente.

—Me ha dicho que la razón por la que cerró el internado fue por un problema de acoso que sufrió una alumna de último año —explicó la peli(t/c)—. Y que fue muy grave, por algo decidieron cerrarlo. No ha podido encontrar exactamente lo que pasó, pero está claro que la víctima es la que nos ha escrito esa carta.

—Entonces es Yoshida o Tanaka —soltó Hinako, la experta en ordenadores—. Son las únicas de esa foto que están aquí en el internado.

—Es verdad —le apoyó Tami—. Es imposible que alguien esté escondida en el colegio sin que la hayan visto.

—Ya, pero... ¿Recordáis lo que dijo la chica esa de primer año? —cuestionó (TN)—. Algo de una mujer.

—Eso solo lo escucharse tú —comentó Miya, con fastidio.

—No es verdad, sí que lo dijo —afirmó Saori—. De todas formas... También me parece extraño que haya alguien escondida aquí.

—A no ser... —murmuró Sai—. ¿Podría ser que las dos profesoras estuvieran encubriendo a esa mujer?

Todas se quedaron en silencio. Había tres posibilidades: era Yoshida, era Tanaka o era otra mujer de la fotografía y estaba en algún lugar del internado.

Lo último era considerado imposible por la mayoría de las presentes, pero no debían descartar ninguna opción.

Tal vez no había sido casualidad que acabaran de profesoras en aquel internado.

—Bueno, como hemos investigado para nuestro trabajo y hemos visto que dos profesoras estuvieron en el internado durante el año que cerró... Podemos programar unas entrevistas —propuso (TN), paseando la mirada por las dos integrantes del su grupo, aunque como propuesta general—. Estoy segura que a al señor Takahashi le hará ilusión seguir viéndonos tan implicadas.

—¿Les hará a ellas tanta ilusión? Saber que estamos investigándolas —inquirió Taia, preocupada.

—Si no tienen nada que ver y realmente no saben nada sobre esto... No debería importarles. De lo contrario... Ya lo tendremos claro —sentenció la peli(t/c).

[•••]

—Así que una entrevista... —murmuró el hombre, una vez las alumnas le comentaron la propuesta nada más entró en la clase—. Me parece una muy buena idea. Va a ser un trabajo muy completo con la cantidad de materiales e instrumentos que estáis usando.

—Gracias, señor. La verdad es que es muy gratificante estar teniendo esta experiencia tan completa —comentó la peli(t/c). Sus dos amigas asintieron.

—Bueno, pues si queréis podéis preparar las preguntas y después preguntáis a las profesoras cuando les viene bien reunirse.

—Ya tenemos las preguntas redactadas —apuntó (TN), casi sin dejarle acabar—. Como el viernes es la última tarde para acabar de redactar el trabajo y mandarlo... Estamos un poco apuradas.

—Oh, en ese caso podéis ir a buscar a las profesoras a ver si tiene tiempo.

Ambas inclinaron la cabeza a modo de leve reverencia antes de dar media vuelta y abandonar la clase.

Caminaron en silencio hacia la sala de profesores, y no fue hasta que se plantaron en frente de la puerta cuando una de ellas pronunció las primeras palabras.

—Ay, espera. —Tami detuvo a su amiga posando la mano en su antebrazo—. Estoy muy nerviosa. No se si voy a poder disimular.

—Tranquilidad, leemos una pregunta cada una, solo hay que leerla y vamos apuntando —recordó la peli(t/c)—. Si te pones nerviosa te pones a escribir cualquier cosa. No las mires y ya está.

La joven de cabellos rubios asintió y tomó aire mientras su amiga golpeaba la puerta con los nudillos.

Esperaron con paciencia a que alguna de las profesoras les abriera o les indicaran que podían pasar. La puerta chirrió mientras se abría y lo primero que vieron fueron los pequeños ojos oscuros de Yoshida, la cual soltó un pesado suspiro.

—¿Se puede saber que quieren ahora las señoritas? —cuestionó con un tono no muy agradable. Nada fuera de lo común.

—Pues veníamos a continuar nuestro trabajo de investigación —comenzó a exponer la peli(t/c)—. Y como tuvimos la gran oportunidad de investigar el material del almacén descubrimos que usted y Tanaka estuvieron aquí como alumnas el último año. Y... Bueno, hemos preparado una pequeña entrevista.

Ambas profesoras se quedaron petrificadas. A la de japonés incluso se le resbaló el bolígrafo de la mano y golpeó contra el suelo, rompiendo el silencio que se había creado.

—¿Qué pasa? ¿Ahora tenemos que perder tiempo fuera de nuestro horario de clase? —se quejó Tanaka, con voz algo aguda por los nervios, mientras se inclinaba para recoger lo que se le había caído—. Esto es increíble.

—Bueno, es parte del proyecto que están realizando. Es parte de su formación —recordó Law, sin levantar la vista de su cuaderno.

—Bueno... Para una vez que son aplicadas —masculló la profesora de matemáticas, aunque no parecía tan altiva como siempre—. Vamos... Al aula mismo, para estar más tranquilas.

Tami se agarró del brazo de Saori. Le aterraba la idea de estar a solas con aquellas dos mujeres, aunque era obvio que no podrían hacer nada. Sería demasiado sospechoso.

Una vez en el aula, Tanaka se sentó en la silla del profesor y Yoshida cogió otra para sentarse junto a ella. Las alumnas se sentaron en los pupitres que estaban frente a las mayores.

—Venga, acabemos cuanto antes —indicó Yoshida, que estaba cruzada de brazos, al igual que su compañera.

—Bien. Como hemos estado investigando. Las dos estuvisteis en el último curso durante el 1990, ¿correcto? —preguntó (TN). Ambas asintieron, simplemente.

—¿Desde que edad estuvieron en el internado? —continuó Saori.

—Ambas empezamos la secundaria menor aquí —respondió Tanaka por las dos. Las alumnas tomaron nota.

—¿Por qué...? —Tami tosió un par de veces antes de continuar con su pregunta, provocando que las dos profesoras pusieran una mueca de disgusto—. ¿Por qué acudieron a este internado y no a un instituto cualquiera de la ciudad?

—Porque nuestros padres así lo quisieron. No penséis que causábamos algún problema —aseguró la de matemáticas—. En el pasado era un instituto pupilo normal y corriente. No era para jovencitas problemáticas como vosotras.

—Bueno... —murmuró Tanaka, rodando los ojos—. Aunque alguna había.

—¿Que quiere decir con eso? —inquirió la peli(t/c), aunque sabía a la perfección por dónde iban los tiros.

Aquella era la parte de la entrevista que les interesaba.

—Lo que quiere decir es que nuestra clase estaba plagada de desquiciadas delincuentes, a las cuales conocéis perfectamente —aclaró Yoshida, con tono de desprecio—. ¿Las habréis visto también en las fotos, verdad? Os habrán contando orgullosas sus horribles hazañas.

—No tenemos ni idea de lo que está hablando —expuso (TN), arqueando una de sus cejas. Algo de idea tenían, pero desconocían la mayor parte—. Así que le pido que deje de hablar mal de nuestra familia. Tampoco será para tanto...

—¿Qué no será para tanto? —farfulló la profesora de japonés, alzando la voz y abriendo mucho los ojos. Tanto que parecía que se le fueran a salir de las orbitas.

—Tranquila Tanaka, al parecer no tienen ni idea de con qué tipo de gente han estado conviviendo toda su vida —comentó Yoshida, con voz pausada y acariciando el hombro de su compañera. Dirigió sus ojos oscuros hacia las alumnas y les fulminó con la mirada, una por una—. Tal vez ha llegado el momento de que sepan con detalle todo lo que pasó.

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