Capítulo 17

La noche fue muy larga para (TN), el cuchillo desapareció unos minutos después de haberse asomado por primera vez.

Sin embargo, ella no había pegado ojo en toda la noche. Estaba tan agotada que no sabía si lo había soñado, si había sido una alucinación o qué cojones había pasado.

—¿(TN)? —preguntó Tami, observándola con incredulidad—. ¿Qué te pasa? ¿No has dormido?

—Yo... —murmuró, mirando de reojo hacia la puerta, todavía cerrada. Le temblaba el párpado derecho—. No sé si lo he soñado o ha sido verdad.

—¿El qué? —preguntaron varias de las presentes, acercándose con sigilo a la cama de la peli(t/c).

—Alguien... Anoche... Anoche alguien asomó un cuchillo por la puerta —consiguió articular, finalmente.

El rostro de las jóvenes palideció al escuchar aquellas palabras. Eran conscientes de la situación, pero era la primera vez que pasaba alguna amenaza desde que recibieron aquella carta.

—Tal vez... Hayas tenido una pesadilla —musitó Taia.

—Yo... No lo sé. Fue muy real.

Saori se levantó de la cama y se dirigió hacia la puerta. Examinó la madera del marco de forma minuciosa y encontró unos surcos que no habían estado antes.

—Chicas... Me tenía que es cierto. Mirad —anunció la chica de ojos color miel, haciendo que el resto del grupo se acercara.

—Ya, bueno... Igual no podemos hacer nada. Es más, si lo ven nos echarán la culpa a nosotras por dañar el mobiliario del internado —se quejó Miya.

—A ver, tranquilas.... —murmuró Saori, posando una mano sobre el hombro de Taia. Los ojos de la joven de caleño anaranjado estaban llorosos—. Se nos ocurrirá algo para estar a salvo.

—Podríamos hacer... Turnos esta noche —propuso la peli(t/c), soltando una gran bostezo a mitad de la oración.

—Sí... Lo organizaremos bien más adelante. Ahora será mejor que nos preparemos para bajar a desayunar —indicó Saori.

Fue un desayuno tranquilo, en completo silencio. Y, aunque las alumnas de último año tenían más cerrado que nunca, hicieron un esfuerzo por comérselo.

El esfuerzo de (TN) fue doble, ya que tenía que luchar por mantener los ojos abiertos y no desplomarse sobre su bandeja.

Lo bueno es que les tocaba clase de educación física y tal vez con un poco de movimiento lograba despejarse.

Sin embargo, no fue así.

—¿(TN)? Buenos días, ¿eh? —soltó la profesora de educación física, cortando la explicación de la actividad.

Las alumnas estaban sentadas en el suelo del patio y la peli(t/c) se había quedado dormida apoyando la cabeza en el hombro de Tami.

—Ay, disculpe profesora Misake. Es que (TN) no ha podido dormir en toda la noche... Ha tenido una pesadilla —explicó la joven de cabello rubio.

—En fin... —masculló la profesora—. Pues retírate a dormir, (TN). No estás en condiciones de hacer la actividad.

La susodicha asintió moviendo la cabeza en un gesto apenas imperceptible. Se incorporó y caminó hacia el interior del internado.

Sin embargo, no puso rumbo a las habitaciones. No tenía ninguna intención de quedarse sola en el segundo piso, y menos dormida. Por ello, se dirigió a la sala de tiempo libre, la cual estaban vacía por el momento.

Se quedó dormida en cuanto se recostó sobre el  mullido sofa de color rojo. Apenas tuvo tiempo de buscar su postura favorita para dormir.

[•••]

Ya había pasado la primera hora de clase cuando Law salió del aula de primero. Las más jóvenes le agotaban, aunque se comportaban bastante mejor que a principio de curso.

Al salir al pasillo, se fijó que en qué (TN) estaba  tumbada en el sofá de la sala de tiempo libre. ¿Pero que hacía ahí en horario de clase?

Caminó hacia ella la manera más sigilosa posible al darse cuenta de que estaba dormida. Se colocó de cuclillas frente a ella.

¿Qué tenía aquella chica que le hacía sentir esa extraña atracción?

Y aquel uniforme de gimnasia de verano tampoco ayudaba mucho. Suspiró. A veces se sentía despreciable por tener esos pensamientos.

De repente, aquellos ojos color (t/c) se abrieron de golpe y se despertó sobresaltada. Tenía el sueño muy ligero y más cuando estaba tan alerta por lo que pudiera pasar.

—(TN)-ya, tranquila, disculpa... Me ha sorprendido verte aquí —articuló Law, con tono bajo y tranquilo.

—Yo... No he podido dormir en toda la noche y profesora Misake me ha dicho que me retirara a dormir —explicó la joven, con la mirada perdida, todavía adormecida.

—¿Y por qué no has ido a tu habitación? —inquirió él, observándola fijamente con sus orbes grises—. ¿Qué es lo que te da tanto miedo, (TN)-ya?

—Yo... —murmuró ella, por fin dirigiendo su mirada hacia él—. No puedo decírtelo... No puedo.

No sabía cómo reaccionaría su profesor. Si no le creería, si iría corriendo a contárselo a la directora... Y aquella mujer había amenazado con hacer daño a gente preciada para ella. Tampoco sabía hasta qué punto podía hacerles algo, pero temía arriesgarse.

—Bueno. Te prometo que puedes confiar en mí. Y si en algún momento necesitas desahogarte, aquí estoy —le aseguró él.

Era muy consciente de qué algo extraño estaba pasando en aquel internado con las alumnas de último año.

—¿Vas a quedarte aquí preparando clases?

—¿Quieres que me quede aquí? —preguntó él. Tenía hora libre y no le tocaba dar clase antes del patio. Ella tan solo sintió—. Bien.

Law dio media vuelta y se acercó a la mesa para dejar sus cosas y comenzar a trabajar.

(TN), mientras tanto, se volvió a recostar en el sofá y observó a su profesor de biología antes de que sus párpados volvieran a cerrarse.

Pensaba que había entrado en la sala porque iba a quedarse allí trabajando, no porque hubiera ido expresamente a verla a ella.

Eso le hacía sentirse especial.

[•••]

—(TN), despierta, es la hora de comer —le llamaron sus dos mejores amigas, dándole unos toquecillos en en hombro.

—¿La hora de comer ya? —preguntó, incorporándose, aturdida—. Me he perdido todas las clases de la mañana.

—Bueno, tranquila. Esta tarde te ponemos al día —le tranquilizó Saori—. Aunque me da que no tendremos nada de tiempo libre.

—Piensa que has tenido suerte y te has librado de la hora de matemáticas con Yoshida —añadió Tami, sonriendo con dulzura.

—No voy a negar que eso es una gran noticia —aceptó la peli(t/c). Las tres soltaron unas breves carcajadas tras sus palabras.

[•••]

Por suerte, (TN) tampoco tardó mucho en ponerse al día con las actividades y en hacer los deberes. Incluso les sobró una hora antes de la cena para pasarla en la sala de tiempo libre. Y eso que estuvieron un rato continuando con rl trabajo de investigación.

Sin embargo, no habían encontrado nada concreto sobre lo que andaban buscando.

Se pararon en seco cuando pasaron cerca del comedor y escucharon a una de las cocineras quejarse.

—¿Cuántos cafés se toma este chico? ¿Y que se cree que somos? ¿Sus sirvientas? —vociferó Asuka.

—Bueno, es un chico muy educado... Es la primera vez que pide que le subamos el café —le defendió compañera, Shina.

Tami hizo una señal a sus amigas, con una sonrisa maliciosa dibujada en su rostro y dio un paso hacia dentro del comedor.

—Podemos subir el café nosotras si queréis, así no interrumpís vuestras labores —propuso la joven de cabello rubio.

—Ya, claro como si no os conociéramos... —murmuró Asuka, con tono sarcástico—. Mira, que se lo lleve esta chica. La del pelo negro. Sabemos que a ella no le gusta encandilar a profesores.

—Si no hay más remedio —masculló Saori, entre dientes, acercándose para coger la taza de porcelana.

Se dirigió de nuevo al pasillo, junto a sus amigas y, una vez estuvieron fuera de la visión de las cocineras, le dio la taza a (TN).

—Venga, súbela tú, así encandilas un poco más al profesor Trafalgar —propuso la joven de ojos color miel, recalcando la palabra encandilar con tono de burla.

—Estáis locas... ¿Cómo podéis pensar en algo así cuando estamos en esta situación? —cuestionó la peli(t/c).

Aunque no iba a negar que estar cerca de Law le hacía sentirse segura y comprendida.

—Vamos, (TN), sólo queremos que te distraigas un rato... Esta noche estaremos todas alerta y nos protegeremos entre todas si pasa algo —le aseguró Saori.

—El problema es que... Law sabe qué pasa algo. Y... Por una parte necesito contárselo porque así lo sabría algún adulto, pero... No sé cómo puede reaccionar —explicó la joven de ojos (t/c), bajando la voz lo máximo posible—. Tengo miedo de que lo cuente a la directora, que esa mujer se entere y... Cumpla su amenaza.

—No sé... No creo que Law contara nada y, además, tal vez nos viene bien si ayuda. Como has dicho —opinó Tami. Saori asintió, secundando la idea.

—Ay, ¡no sé! Bueno, dame el café y lo subiré.

—Toma, toma —farfulló su amiga, pasándole la taza—. Ve ya, que aún se lo llevarás frío.

(TN) le sacó la lengua a su amiga de ojos color miel antes de dar media vuelta y emprender su camino hacia el segundo piso.

Con un poco de suerte, Law sería el único en estar en su habitación y, el resto, estaría en la sala de profesores. O al menos eso esperaba.

Por suerte, no se cruzó con nadie por el pasillo.

Una vez en frente de la habitación de su profesor, golpeó la puerta con los nudillos y espero pacientemente a que le abriera.

—(TN)-ya. —Sentía escalofríos cada vez que pronunciaba su nombre.

—¿Habías pedido un café? —preguntó, ofreciéndole la taza.

—Sí, pero no pensaba que te mandarían a ti... Siento haberte hecho perder tiempo —se disculpó. Había dicho al menos cinco veces que bajaría a por él, pero las cocineras habían insistido en que no hacía falta.

—No, está bien... Ya he acabado todos los deberes.

—¿Y ya estás mejor? ¿Has podido descansar bien?

—Bueno, más o menos. Espero recuperarme bien esta noche —respondió ella, forzando una sonrisa. Esperaba poder pegar ojo con aquella propuesta de hacer turnos de guardia.

—Sabes que si necesitas hablar de lo que te preocupa... Puedes contármelo.

—Es que... Es algo muy importante. No sé, no podría enterarse nadie más. Se supone que ni si quiera tendría que contártelo a ti, pero la verdad es que necesito hablarlo con alguien —soltó, por fin, mirando hacia la izquierda a cada palabra para comprobar que ninguna otra profesora se asomaba por alguna puerta.

—Vale, a ver. Aún queda un rato para la cena. Ve al aula y prepara tu libro de biología. Yo me esperaré un poco para bajar —expuso Law, bajando la voz—. Mejor que no nos vean hablando en la habitación.

—Sí, sin duda —aceptó ella—. Vale, voy yendo.

Reprimió la sonrisa de felicidad hasta estar de espaldas a Law. Le ponía muy feliz que se interesara tanto por ella. Hacía tiempo que nadie que no fueran sus amigas... Le creyeran y se interesaran por lo que tenía que decir.

Guardaban los libros en la clase, así que se fue directa hacia allí. Cogió el de biología y colocó una de las sillas en frente de la mesa del profesor.

Law apenas tardó un par de minutos en aparecer.

—Bien, resolvamos esas dudas que tiene del tema, (TN)-ya —pronunció, alto y claro, al cruzar la puerta de la clase. Una vez se hubo sentado, continuó hablando, aunque con tono más bajo—. Bueno, ya puedes contarme lo que tanto te preocupa.

—A ver... —comenzó la joven. No sabía ni por dónde empezar, y eso que se había estado organizando mientras esperaba—. El otro día, todas nosotras recibimos una carta...

Trató de explicarlo todo de la manera más detallada posible y no sabía muy bien cómo estaba reaccionando su profesor, ya que la expresión de su rostro era siempre difícil de descifrar.

Él escuchó con atención hasta que la peli(t/c) llegó hasta el final.

—Pero, (TN)-ya... Esto que me estás contando es muy grave. Esa mujer ha causado la muerte de dos chicas —recalcó el pelinegro—. Es una asesina y tendría que ser denunciada a la policía.

—Pero te he dicho... O sea, habíamos quedado... —comenzó a farfullar, nerviosa. Tal vez no había sido una buena idea contarlo.

—Tranquila, (TN)-ya. Ya lo sé. Sé lo que hemos quedado —aseguró él, con tono calmado—. Tampoco sé hasta que punto podría hacer daño a alguien de vuestra familia o solo es para asustaros.

—Pero no podemos arriesgarnos...

—Voy a intentar buscar información desde fuera, para ver si podemos identificar a la persona —propuso Law—, pero... Sigo pensando que esto habría que dejarlo en manos de profesionales.

—Lo sé, pero...

—Sí, está bien. Pero ahora tenéis que estar alerta —advirtió—. Debemos prepararnos para ir a cenar. En cuanto sepa algo te informaré.

—Sí... Gracias por preocuparte y por entenderlo —agradeció ella, mientras caminaban hacia la puerta.

—Está bien —dijo él, alzando su mano derecha y depositando una suave y fugaz caricia en la cabeza de la joven—. Pero yo de vosotras intentaría que os llevaran a casa la semana que viene, aprovechando la semana de fiesta por le aniversario del internado. Ya en casa avisáis y aclaráis todo.

La peli(t/c) asintió, asimilando la propuesta. ¡Claro! Como nunca solían llevarse ni a ella ni a sus compañeras a casa a no ser que fuera para las vacaciones de verano... Ni lo había pensado.

—Es verdad... Lo hablaré con ellas.

[•••]

La cena transcurrió en completo silencio, tal y como lo había hecho desde la muerte de la segunda alumna de último curso.

Y, aunque no le gustaba que fuera por aquel motivo, la directora Kataoka estaba orgullosa de que el orden por fin reinara en el internado.

Tras disfrutar —algunas más y algunas menos— el delicioso menú de aquella noche, tanto las jóvenes como las profesoras y demás trabajadoras se fueron retirando poco a poco a sus habitaciones.

Mientras las alumnas más mayores del internado comentaban la posibilidad de marcharse la semana siguiente y se aclaraban para establecer los turnos de guardia de aquella noche, cierta mujer se ponía cómoda para ir a dormir.

Suspiro, con cierto aire de anhelo. Hubiera deseado poder acabar con aquellas mocosas una a una, pero levantaría muchas sospechas y corría el riesgo de que sus padres decidieran llevárselas de allí.

Estaba claro que no les tenían mucho cariño, pero tampoco para dejarlas en un internado donde iban muriendo poco a poco.

Por lo tanto, tan solo había una solución. Una intensa noche de masacre. Esperaría a la semana de vacaciones del internado, en el que tan solo solían quedarse ellas. O así había sido desde esos últimos dos años.

El problema era el resto del profesorado, aunque no tenían ningún problema en quitárselos de en medio si así lo requería la situación.

Cogió el vaso de agua que tenía en la mesilla y se llevó la pastilla a la boca. Sin aquella mediación tal vez todavía seguiría en el centro de salud mental. No la hubieran sacado se allí si supieran realmente lo que se llevaba entre manos, pero sabía fingir muy bien.

Una noche de masacre sería muy dura y más contra unas cuantas jovencitas. Sin embargo, con la ayuda de su querido ayudante todo sería más sencillo.

Ansiaba que llegara la próxima semana.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top