Capítulo 15

—¿Y se puede saber a qué viene ese repentino interés por nuestra institución? —preguntó la de matemáticas, prestando su total atención tras el anuncio.

—Simple curiosidad —respondió la peli(t/c), encogiendo los hombros.

Law sabía que estaba tramando algo. Notaba algo en su expresión. ¿Pero como iba a imaginar de qué se trataba?

—Tal vez deberíais hablar directamente con Kataoka. Seguro que ella os puede ayudar mejor que nosotras —intervino Sayaka, la de música.

—Está bien. Iremos a preguntarle. Muchas gracias —se despidió la joven, educadamente.

Las tres chicas se retiraron de la sala de profesores y comenzaron a caminar por el pasillo. Una vez se hubieron alejado lo suficiente, Saori fue la primera en hablar.

—¿Habéis visto la cara de la de matemáticas y la de japonés? —preguntó, bajando la voz lo máximo posible.

—Se han quedado blancas como el papel. Está claro que saben algo de por qué cerró el internado —añadió Tami, convencida.

—Ahora solo nos falta averiguar el qué —sentenció (TN).

Una vez llegaron al despacho de Kataoka, llamaron a la puerta antes de entrar.

Una vez les dieron paso, comentaron la situación. A la directora no es que le hiciera especial gracia tener que dejar a aquellas jovencitas rebuscar entre archivos del colegio, pero era para un trabajo de investigación.

Al día siguiente les dejaría la llave de la habitación donde almacenaban los antiguos archivos.

Una vez estuvo todo organizado, las jóvenes regresaron de nuevo al aula para reunirse con sus compañeras, que ya estaban acabando de hacer los deberes. A ellas tres todavía les quedaba un buen rato trabajando.

—Yoshida y Tanaka —anunció (TN) una vez hubieron irrumpido en el aula y cerrando la puerta. Colocó una silla bajo el pomo—. Se han quedado blancas cuando hemos dicho el tema de nuestro trabajo.

—Entonces... ¿Creéis que alguna de ellas ha podido matar a Rin y a Suzu? —preguntó Sai, en apenas un audible hilo de voz.

Era muy duro pensar que entre aquellas paredes había alguien que quería y había comenzado a eliminarlas.

—Me cuesta imaginar que alguna de ellas sea capaz de hacer algo así, a pesar de cómo es Yoshida con nosotras —comentó la peli(t/c), haciendo que varias de sus compañeras asintieran—. Lo que está claro es que saben algo relacionado con el pasado del internado. Si no, no entiendo por qué han puesto esas caras.

—No solo se han quedado blancas. Se han mirado la una a la otra —puntualizó Saori.

—Como alguna de esas viejas le hayan puesto la mano encima a Suzu... —gruñó Miya, dando un puñetazo a la mesa de su pupitre—. Que se atrevan a venir a por el resto.

Las alumnas se sobresaltaron al escuchar como alguien intentaba abrir la puerta. Ya se escuchaban los comentarios sarcásticos de Yoshida al otro lado.

La peli(t/c) se apresuró en apartar las silla y no tardaron en encontrarse con los oscuros ojos de la profesora de matemáticas observándolas una a una.

—¿Qué hacia esa puerta cerrada? —cuestionó la mujer, ansiosa por imponer algún castigo.

—Ha sido (TN) —confesó Miya, a gran velocidad.

No pensaba comerse un castigo y, además, ser cruel le ayudaba a olvidar la tristeza por la muerte de su amiga.

La susodicha clavó sus ojos en los orbes azules de su compañera, la cual le observaba con una sonrisa divertida.

—Bien. ¡Compañeras! Pensemos un castigo adecuado por el incumplimiento de esta norma —propuso la profesora, girándose hacia el grupo que le acompañaba por el pasillo.

—¿Por qué has acusado a (TN)? —cuestionó Saori, acercándose de manera amenazante a la joven de cabello castaño.

Taia se interpuso por en medio, posando sus manos sobre los hombros de la chica de ojos miel. Aquel contacto hizo que, de algún modo, se relajara.

—Da igual, al fin y al cabo la he puesto yo —concluyó la peli(t/c).

Le daba igual un castigo más un castigo menos. Dio me da vuelta para salir por la puerta. Pensaba que Yoshida se había apartado; pero estaba bajo el marco, así que le dio un empujón sin querer.

—¡Pero bueno! —exclamó la mujer, ofendida, llevándose una mano al pecho.

—Perdón, ha sido sin querer —se disculpó la peli(t/c), tratando de no rodar los ojos por la dramática actuación de aquella señora.

—Sumamos está agresión a tu castigo —continuó farfullando la profesora.

—¡Joder! Que he dicho ya que ha sido sin querer —exclamó (TN), tras su intento de controlarse. Aquella mujer le sacaba de sus casillas.

—¡Sois todos testigos! Vamos a hablar con Kataoka, que ella decida el castigo adecuado —anunció, al mismo tiempo que hacía un gesto para que el resto le siguiera.

La joven se quedó boquiabierta, observando la situación. Aquella mujer no estaba en sus cabales. ¿Cómo podía tener tanto odio hacia ellas? ¿De verdad sería capaz de matarlas?

Abandonó sus pensamientos cuando noto una mano sobre su hombro.

—Autocontrol, (TN)-ya —murmuró Law, dedicándole una sonrisa ladina antes de continuar su camino.

Ella tan solo se quedó en silencio. Tampoco le hubieran salido las palabras después de aquel efímero contacto.

Estaba peor de lo que pensaba.

—Uf, ¿has visto cómo te ha sonreído? —susurró Tami, pegándose a su amiga—. Ojalá a mi también...

Miya, que no estaba escuchando ni una sola palabra de lo que Taia y Saori se habían puesto a comentar, observó aquella escena que estaba teniendo lugar en la puerta. Y, aunque no había oído nada, se podía imaginar de qué iba la cosa.

Era irónico que a (TN) le acabará gustando un profesor.

[•••]

Al día siguiente, tras el horario habitual de clase y una comida tranquila en el comedor, las jóvenes de último año continuaron con su trabajo de investigación.

—Quién necesite ordenador, a los ordenadores. Las afortunadas que pueden investigar documentos en papel, avisad a Kataoka —organizó el señor Takahashi, encargado del taller.

Las alumnas obedecieron sin rechistar, haciendo que el profesor se sintiera orgulloso.

(TN), Saori y Tami salieron del aula y se dirigieron hacia el despacho de la directora. La cual les acompañó hasta el cuarto donde almacenaban los archivos.

—Dejo la llave en la cerradura. Ni se os ocurra encerraros —advirtió, clavando sus ojos directamente en los de la peli(t/c)—. En cuanto acabéis, venid a devolverme la llave.

—Sí, directora —corearon al unísono.

Una vez solas, tras intercambiar un par de miradas, comenzaron a dar una vuelta por aquellas estanterías repletas de cajas. Sobre el cartón, con rotulador negro, había fechas escritas.

—Mirad, esta es la más antigua: 1442 —indicó la peli(t/c), señalado una de ellas. Estaba situada en la estantería del fondo—. Desde ese año hasta este de aquí, 1945 son de cuando este lugar fue un hospital.

—Vamos a ver qué hay dentro y tomemos algunas notas —propuso Saori.

No era la época que les interesaba, pero tenían un trabajo que hacer y no podían levantar sospechas.

Había fotografías de la inauguración del hospital, del interior, de algunos médicos y enfermeras... Incluso algunos documentos antiguos.

—La siguiente caja es de 1965 —indicó Tami, una vez volvieron a guardar todo lo demás en su respectivo lugar.

—El primer año de internado... —murmuró la peli(t/c). Dio un par de pasos más, observando las fechas—. Aquí hay un salto. Esta caja es de 1990 y la siguiente ya de 2011.

—Entonces, esta es la que nos interesa —indicó Saori, cogiendo la caja de los noventa.

La colocó en el suelo y las tres se acuclillaron alrededor de ella.

(TN) fue la que comenzó a sacar el contenido. Horarios y asignaturas de aquel curso y otros papeles sin importancia. Hasta que por fin dieron con algo interesante.

—Es una foto de abril de 1990, la sacaron a comienzo de curso —comentó la joven de cabello rubio, leyendo el pie de foto que había en la parte inferior derecha.

Las tres se quedaron en silencio pocos segundos después, tras reconocer algunos de los rostros. Se miraron las unas a las otras.

En la foto aparecían la madre de Saori, la madre de Tami y la tía de (TN). Las reconocieron por alguna foto que habían visto por casa de ellas cuando eran más jóvenes.

La joven de ojos (t/c) giró la foto. Detrás estaban los nombres de las alumnas de aquel curso y, efectivamente, los de ellas tres figuraban en la lista.

—¿Qué? ¿Yoshida? ¿La de matemáticas? —preguntó Tami, demasiado algo. Se llevó la mano a la boca a gran velocidad.

Miraron hacia la puerta de manera fugaz, pero no parecía haber nadie por allí.

—Y Tanaka, la de japonés —añadió Saori, tras volver a observar el listado—. La nota que nos mandaron hablaban de nuestros familiares. De algo que ellas le hicieron. ¿Puede que realmente sea una de nuestras profesoras?

—Vamos a apuntar los nombres y apellidos, para que las demás digan si coinciden —propuso la peli(t/c), mientras ya comenzaba a apuntar en el folio.

Su compañera de ojos color miel se puso a revisar la caja del año anterior, para comprobar que ellos documentos guardados eran los mismos.

—Oye... En esta caja hay foto del último día de curso también —indicó, con ambas fotos en la mano.

—Las alumnas de 1990 no llegaron a acabar el curso escolar. El internado cerraría antes —concluyó (TN)—. La pregunta es... ¿Por qué?

—¿Cómo vamos a descubrirlo? No hay nada más en estas cajas —gruñó la más pequeña, desesperada.

—Podemos buscar algo en la sala de ordenadores —propuso Saori.

—También podemos conseguir testimonios de primera mano —sugirió la peli(t/c), ganándose la mirada confusa de sus compañeras—. Preguntando directamente a Yoshida y Tanaka.

—Estás loca... ¿Y si alguna de ellas es la asesina? —murmuró Tami, con voz temblorosa.

—Ya saben que estamos investigando. Lo hemos anunciado a los cuatro vientos —le recordó (TN)—. Esta noche les mostraremos al resto la información. Ahora tenemos que estar más unidas que nunca e intentar no dejar a solas a nadie.

—Y... ¿Cuándo hablaremos con las profesoras? —inquirió la joven de cabello negro.

—Hoy tenemos suficiente información para la primera parte del trabajo. Ahora acudiremos a clase para redactarla y le comentaremos al profesor nuestro descubrimiento. Le propondremos hacer una entrevista a nuestras profesoras —explicó la peli(t/c).

Y así lo hicieron. Lo comentaron al señor Takahashi, que estuvo completamente de acuerdo y comenzaron a redactar el trabajo en el ordenador.

—Señorita (TA) —le llamo Yoshida, tras irrumpir en la clase donde estaban acabando los deberes—. Su castigo antes de la cena es ordenar todos los mapas del almacén.

—Bien —farfulló ella, cerrando el libro y la libreta de biología. Había acabado justo a tiempo.

—Le acompañaré personalmente.

El corazón de (TN) comenzó a latir con fuerza. Cogió aire de manera profunda antes de dar el primer paso, bajo la atenta mirada de sus compañeras.

Saori y Tami se levantaron a gran velocidad y salieron tras ellas. ¿Cómo iba a irse a solas con esa mujer? ¿Y al almacén?

—Señoritas, hagan el favor de volver ahora mismo a sus tareas —les ordenó Yoshida, una vez hubieron llegado al pasillo principal.

—No vamos a volver —aseguró Tami, frunciendo el ceño—, castíganos con ella.

—Por supuesto que no. (TN) se va a quedar sola y me encargaré de buscar un castigo para cada una si no os largáis ahora mismo.

La peli(t/c) les hizo una señal para que lo dejaran estar. No es que quisiera irse a solas con Yoshida. De hecho, estaba bastante asustada.

Sin embargo... No podía arriesgarse a hacerle nada, ¿verdad? Había testigos que le estaban viendo irse con ella. Todo ello en caso de que fuera la asesina.

—¿Qué hacemos? —preguntó Tami, nerviosa, observando con ojos llorosos como su amiga y la profesora se alejaban.

—No sé, pero no podemos dejar que se vaya a solas con ella... Ya sabes...

—Yo echaré un vistazo. —Ambas se sobresaltaron al escuchar la voz de su profesor de biología.

No se habían dado cuenta que estaban en frente de la sala de profesores. Tan solo asintieron.

Law no sospechaba para nada sobre el motivo que tanto preocupaba a las jóvenes, pero sabía que Yoshida no tenía mucho aprecio a sus alumnas y tal vez podría inventar algo sobre (TN).

Al menos, él pensaba que ese era el motivo de preocupación.

Se asomó con disimulo por la esquina que daba al largo pasillo en el que, al fondo, estaba el almacén.

Dio unos pasos atrás cuando vio que Yoshida estaba a punto de darse media vuelta. Se cruzaron poco después, como si nada.

—Profesor Trafalgar —saludó ella, haciendo un movimiento de cabeza.

—Yoshida-ya —saludó él, imitándola.

Una vez la mujer se metió en la sala de profesores, el joven profesor de ojos grises se dirigió hacia el almacén.

(TN) estaba dentro, de espaldas a la puerta y sacando los mapas de las cajas. ¿Por qué las profesoras los dejaban desordenados? ¿No era más fácil devolverlos a su sitio? Aunque, bueno, tal vez no era la más indicada para hablar.

—(TN)-ya —le llamó Law, al mismo tiempo que daba un par de golpes en la puerta.

—¡Ay! —gritó ella, sobresaltada. El mapa se resbaló de entre sus manos.

—Siento haberte asustado. Solo quería comprobar que todo iba bien —comentó, apoyando su espalda en la puerta.

—Sí, todo... Bien —sus palabras se entrecortaron cuando la escasa luz que iluminaba la sala tintineó—. Aunque sí... Alguien pudiera quedarse por aquí cerca.

—No me importa quedarme, aunque no pueda ayudarte. —Dio un par de pasos para meterse en el almacén—. O, bueno, puede que te ayude un poco... Al fin y al cabo te has controlado bastante.

—¿Verdad? Lo has escuchado, ¿no? —insistió ella, con una expresión que a Law le pareció muy tierna—. Es que a veces... Esa mujer consigue sacarme de mis casillas. Sé que es fácil hacerlo, pero estoy mejorando.

—Está bien, poco a poco.

Se colocó junto a ella y terminaron de sacar los mapas para clasificarlos de manera adecuada.

No intercambiaron más palabras, pero el silencio tampoco incomodaba a ninguno de los dos.

Estaban a punto de acabar de colocar los últimos mapas cuando escucharon la puerta cerrarse a sus espaldas. No solo el portazo, si no como giraban la llave para encerrarlos por completo.

—No, no, no —farfulló la joven, abalanzándose sobre la puerta y tratando de abrirla.

No tardó en comenzar a notar la falta de aire. Diversos pensamientos se le estaban pasando por la mente y ninguno de ellos era bueno.

¿Encerrada con el profesor? ¿Otra vez comentarios? ¿Quién era realmente la persona que les estaba amenazando? Por su puesto Law no tenía nada que ver con el colegio o la información que les había mandando la supuesta mujer, pero... ¿Y si aquella asesina tenía algún ayudante?

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