Capítulo 11

—Aquí está su café —anunció (TN), con voz bien alta, antes de entrar en la habitación de su profesor. No quería ningún tipo de malentendido por parte de nadie.

—Gracias, (TN)-ya. Déjalo sobre el escritorio —le indicó el pelinegro.

Mientras lo joven se dirigirá hacia donde le habían indicado, el profesor se acercó para cerrar la puerta. Probablemente harían algo de ruido y no quería molestar a sus compañeras.

—¡No! —exclamó la peli(t/c), de repente. Aceleró el paso y posó su mano en el antebrazo de Law, para detenerle. Tan solo fueron unas milésimas de segundo, pero aquel breve roce hizo sentir algo extraño en ambos—. Perdón, pero... Prefiero que se quede abierta.

—Claro, como quieras —dijo él, dando un paso atrás. No quería que se convirtiera en un encuentro incómodo.

—No quiero causarle problemas. Bueno, ni a mí misma, claro —explicó.

—Lo entiendo perfectamente.

—Vaya, vaya... ¿Qué tenemos aquí? —preguntó la profesora de matemáticas, con aquel estúpido tono de voz. (TN) no pudo evitar poner los ojos en blanco—. Una jovencita tratando de quedarse a solas en la habitación del profesor.

—Nada que ver —intervino Law, rápidamente. La peli (t/c) lo agradeció. No es que le gustara que alguien actuara por ella, pero si decía lo que pensaba... Se ganaría otro castigo—. Tan solo va a ayudarme a ordenar esos libros, como parte del castigo.

—Sí, bueno... Ten cuidado o te meterá en problemas. No tengo nada más que decir —dijo la mujer, antes de retirarse y comenzar a caminar hacia su habitación.

Sin embargo, pasó su puerta de largo y dio unos cuantos pasos más hasta entrar a la de Fukuda Sayaka, la profesora de arte. La joven mujer estaba atacada de los nervios. Se mordía las uñas y golpeaba repetidamente el suelo con la planta del pie.

—Has hecho bien en avisar. He evitado una posible catástrofe —anunció Yoshida, victoriosa.

—¿Qué estaba pasando? —preguntó Fukuda, sin alzar mucho la voz.

—Iban a cerrar la puerta de la habitación, pero ahora la dejarán abierta. Como debe ser —respondió la mayor—. Esa jovencita iba a utilizar sus dotes para tratar de seducirle. Estoy segura de ello. Estas crías de hoy en día...

—Gracias Yoshida. Creo que hemos evitado un posible lío a nuestro compañero —agradeció, colocando uno de sus mechones castaño claro tras la oreja. Hacía días que había dejado de recogerse el pelo en aquel moño que solía llevar.

Mientras tanto, en la habitación de Law, él y (TN) iban sacando los libros de la estantería en completo silencio.

El pelinegro no paraba de darle vueltas al asunto. Cuando su otra alumna, Tami, intentó entrar en la habitación le dijo claramente que no podía estar allí... Sin embargo, casi se queda a solas con (TN) y, además, con la puerta cerrada.

Desde luego, había sido demasiado imprudente. Temía haber incomodado a la peli(t/c) o haberle causado problemas y que ahora estuviera decaída por culpa de los comentarios de aquella mujer.

—(TN)-ya... —murmuró el profesor. Ella tan solo dirigió sus ojos hacia él. Por favor, odiaba tener que hablar más de lo necesario—. Siento lo de la puerta. Ha sido muy imprudente por mi parte. No quiero que pienses que tengo ningún tipo de intenciones y en ningún momento he querido causarte problemas.

—Ya, claro... Lo sé. Está bien —farfulló ella, intentando evitar el tema. No descartaba la idea de que alguna de las profesoras estuviera espiando. Visto lo visto...

—Me gustaría... Bueno, si es que te apetece hablar del tema o necesitas hacerlo... Saber qué es lo que realmente pasó —confesó Law, tras darle unas cuantas vueltas al tema, y no solo en aquel momento.

La joven se quedó en silencio, perpleja ante tal petición. Nadie, a parte de Saori y Tami cuando se conocieron, le había preguntado sobre qué había pasado realmente. La gente siempre había pensado de forma directa que ella fue la culpable. Es decir, nadie había pensado si quiera en otra posible versión de los hechos. Si estaba en aquel internado debía ser todo cierto, ¿no?

El pelinegro se estaba arrepintiendo de sus palabras. Desde luego, parecía estar haciéndolo todo mal. Sin embargo, se fijó en que (TN) están a punto de hablar. Cerró la boca de nuevo, sin articular ni un sonido y dirigió su mirada hacia la puerta.

—Es que... No me apetece que nos escuche nadie hablar de este tema —explicó, casi en un susurro—, pero me gustaría contarte.

—Bueno, podemos quedar cualquier día después de clase para... Resolver dudas de la materia —propuso él—. No estarán tan pendientes si te estoy explicando biología en el aula.

—Sí... Está bien. —Era una buena idea. La peli(t/c) no estaba segura hasta qué punto era bueno sincerarse con él, pero había sido como un rayo de luz que alguien le hubiera pedido la verdad.

—Bueno, coloquemos los libros de nuevo. No quiero hacerte perder más tiempo —indicó el pelinegro.

La joven asintió, sonriendo levemente. Para ella no era perder tiempo. Estar a solas con él le hacía sentir más a gusto de lo que pensaba.

[•••]

—¿Cómo va la enamorada? —preguntó Saori, golpeando a su amiga en el hombro, antes de ponerse la pasta de dientes en el cepillo.

—¿Qué dices? No digas eso ni en broma —le advirtió la peli(t/c), escandalizada. Comprobó las puertas de los inodoros, para comprobar que no había nadie en aquellos momentos—. Solo me ha gustado que se haya preocupado por mi situación y que se haya dignado a considerar mi versión. O sea, la verdad.

—Ya... ¿No te gusta ni un poco? —insistió la pelinegra, mientras se cepillaba los dientes. (TN) logró descifrar sus palabras.

—Bueno... A ver, yo que se. Es guapo —respondió ella, bajando la voz y mirando hacia la puerta, vigilando que no entrara nadie.

—Es guapo y se preocupa por ti. ¿Qué más quieres? —preguntó Saori, tras escupir los restos de pasta.

—Que te calles de una vez. Eso es lo que quiero —gruñó la peli(t/c), frunciendo el ceño—. Me voy a clase. Tú sigue perdiendo el tiempo.

Acto seguido, aceleró el paso para salir de baño. Casi se choca con Miya, Taia y Suzu, que llegaban de las últimas. O espabilaban o se llevarían una buena bronca por parte de la profesora Sayaka si llegaban tarde a clase de música.

Tami estaba esperando al final del pasillo y Saori salió a toda velocidad de la habitación tras dejar la bolsa de aseo, así que logró alcanzar a su amigas cuando estaban bajando las escaleras. Al bajar a la planta de las clases caminaron con más lentitud. No les apetecía que les llamaran la atención ya de buena mañana un lunes.

La clase de música fue algo aburrida. Estaban dando teoría sobre distintos compositores y tan solo le interesaba a Aki, lo único por lo que nos traba interés. Al menos les puso algo de música de fondo para hacer las actividades, aunque fuera del estilo renacentista.

—Buenos días —saludó el profesor Trafalgar al entrar por la puerta. Si biología fuera a primera hora en vez de a segunda, sería la mejor manera de empezar los lunes.

—Buenos días, profesor Trafalgar —saludaron las jóvenes, a coro.

El chico de ojos grises aguantó las miradas que caían sobre él. Era realmente incómodo que tus propias alumnas te miraran de aquella manera, pero no era eso lo que le preocupaba. Lo que le inquietaba real creciente interés que sentía por (TN). Aunque estaba lejos de ser lo que cualquier persona podría imaginar. O puede que no tan lejos...

—Hoy vamos a continuar con los disacáridos y polisacáridos —anunció el pelinegro, mientras dejaba sus libros sobre la mesa.

La peli(t/c) trató de estar lo más atenta posible a la explicación. Daba igual de lo que hablara, todo lo que Law decía resultaba interesante viniendo de él.

¿Por qué cada vez le veía más guapo? Por favor. Lo que menos quería era que le gustara en serio un profesor. No quería ni imaginarse la imagen que podía dar. No era exactamente que le preocupara lo que pensar de ella, pero temía... Que ya nadie nunca más le creyera respecto a lo que pasó.

Intentaba concentrarse en los contenidos de biología; pero no podía parar de mirar sus ojos, sus labios, ni de imaginar los tatuajes que había debajo de su ropa.

¡Basta! Se llevó las manos a la cabeza y se apretó las sienes con los pulgares. ¿Podía hacer el favor de concentrarse?

—(TN)-ya, ¿se encuentra bien? —Todas las miradas se dirigieron hacia ella.

—Me... duele un poco la cabeza —respondió ella, diciendo lo primero que se le ocurrió—. ¿Puedo retirarme un momento?

—Sí, retírese —indicó Law—. Vaya a la sala de profesores si necesita algo.

La joven se levantó rápidamente de su silla y se dirigió hacia el pasillo. Obviamente no iba a ir a la sala de profesores. Se fue directa al baño y abrió el grifo para mojarse la cara con un poco de agua fría.

Se miró al espejo y respiró hondo, para tratar de tranquilizarse. Que Law le gustara —un poco— no tenía nada que ver con lo que pasó. Era casualidad que fuera su profesor. Si hubiera sido el fontanero que iba a su casa, también le hubiera gustado. O si fuera el camarero de su cafetería favorita o el vendedor de la tienda de ropa a la que solía ir. Tan solo era casualidad haberle conocido de aquella forma.

De todas formas, nadie tenía por qué saber nada sobre ello. No era algo fuera de lo normal que un profesor pudiera parecerte guapo. Y no pasaba absolutamente nada. Ibas cambiando de curso y era una simple tontería más que comentabas con tus amigas. Luego, de mayor, lo comentabas como una divertida anécdota.

Ella tan solo tuvo mala suerte. Muy mala suerte. Pero ese año no pasaría nada. Law le parecería guapo en secreto, ella seguiría estudiando y en marzo acabaría el curso y no volvería a pisar aquel maldito internado. Empezaría lejos de todo, junto con sus amigas.

Tras unos minutos relajándose, volvió de nuevo al aula. Por suerte nadie dijo nada mientras caminaba hacia su pupitre, la clase continuó como si nada.

Tras la horrible clase de matemáticas que tuvieron después del patio —tan horrible como siempre, nada fuera de lo usual—, el resto de lecciones que tocaban aquel día pasaron con normalidad.

—Tutoría con el profesor Law... —murmuró Tami, mientras jugueteaba con el tenedor y un trozo de verdura—. Ojalá yo tuviera esta suerte.

—Qué tutoría ni que tutoría... —intervino Saori, en voz baja—. Law está preocupado por (TN) y quiere saber la verdad sobre su historia.

—Ojalá tuviera yo esa suerte —repitió de nuevo la rubia.

—No hay nada que aclarar de tu historia. Eres un pervertida de verdad —se burló Saori, con unas sonrisa divertida dibujada en su rostro.

—Eso lo sé —admitió su amiga—. Solo que me gustaría que Law se interesara tanto por mi vida.

—¿Vais a callaros ya? —cuestionó (TN), frunciendo el ceño—. Agradecería que no se enterara todo el internado.

—Nadie está escuchando, están a sus cosas —se defendió la chica de cabellos negros, mirando a su alrededor. Sus compañeras estaban cuchicheando entre ellas.

—Morruda, morruda... —repetía una y otra vez Tami, golpeando el hombro de su amiga con la frente.

—Y también necesito la tutoría. No me he enterado muy bien de algunas cosas que ha explicado hoy —dejó claro la peli(t/c).

—Ya, claro. Eso te pasa por acalorarte pensando en cosas que podrías hacer con él —apuntó Saori, con tono de burla.

—¡Saori! —exclamó la chica de ojos (t/c), avergonzada. Había alzado demasiado la voz.

—¡Alumnas de último curso! —exclamó la directora Kataoka, desde la mesa de profesores—. Si vuelvo a escuchar a alguna de vosotras os encargareis de limpiar las bandejas de todos los presentes.

El resto de la comida transcurrió en completo silencio. Obviamente, a nadie le apetecía quedarse limpiando.

[•••]

A penas una hora después de comer, tras lavarse los dientes y respetar el momento de descanso de los profesores, (TN) se dirigió al aula en la que Law atendía a las alumnas.

—Tranquila, Sai. Con estas actividades extra acabarás de aprenderlo todo a la perfección —comentó el pelinegro, mientras acompañaba a su alumna a la puerta.

—Gracias, profesor Trafalgar —agradeció ella, echando un vistazo a la hoja de actividades que acababa de darle.

—¡Profesor! Tenemos muchas dudas. —Cuando (TN) giró la esquina, vio como Sai salía de la clase y un grupo de cinco alumnas de dos cursos menos se abalanzaban sobre él.

—Tomad este esquema —indicó él, antes de repartirles unos folios—. Leedlo y copiadlo en la libreta. Si os quedan dudas hablaremos mañana en clase.

El joven profesor observó cómo las chicas se marchaban, decepcionadas. Era obvio que sus intenciones estaban lejos de resolver dudas sobre la asignatura.

—Profesor Trafalgar... —murmuró (TN), sacándole de sus pensamientos. La joven sintió escalofríos cuando aquellos orbes grises se encontraron con los suyos.

—Adelante —indicó el pelinegro, haciendo un gesto con la mano.

—Me he perdido un poco en la explicación de hoy... Si no le importaría explicarme de nuevo esta página... —comentó ella, mientras se sentaba en la silla que Law había colocado junto a la mesa del profesor. Dejó el libro sobre la mesa y comenzó a buscar la página—. Esto de aquí.

—Claro. ¿Te encuentras mejor, (TN)-ya?

—Sí, ya estoy bien. No sé qué me ha pasado —respondió ella, sin levantar la mirada del libro.

Durante quince minutos, la joven de cabellos (t/c) estuvo escuchando la explicación de su profesor. No podía evitar desconcentrarse de vez en cuando. ¿Por qué demonios era tan guapo?

Ambos se sobresaltaron cuando escucharon una tos fingida desde la puerta. Era la profesora Yoshida, echando una mirada de desaprobación antes de continuar su camino.

—Bueno, mejor me voy —farfulló (TN), levantándose apresuradamente de la silla. Aquella mujer lograba ponerle de los nervios.

—Espera —pidió él, levantándose y dando unos pasos hasta colocarse en frente de ella—. No te vayas si es por Yoshida-ya. Sabes que tiene especial devoción por molestaros.

—Ya lo sé, pero odio sentirme juzgada —explicó ella, denotando angustia.

—¿Quieres contarme lo que pasó realmente? Ven, sentémonos de nuevo.

—Yo... Bueno... —titubeó (TN), pensando cómo comenzar—. Fue hace uno tres años, cuando iba a mi instituto... Había un profesor que siempre estaba rodeado de alumnas, porque... Bueno, era más atractivo que otros profesores. Yo no me fijaba en eso.

La joven continuó contando detalladamente su historia. Hubo una época en la que aquel hombre comenzó a citarla demasiadas veces a su despacho; a pedirle ayuda con fotocopias, libros y demás materiales. A veces ella notaba que se acercaba demasiado, pero solía actuar de aquella forma con otras alumnas, así que simplemente se alejaba y lo dejaba pasar.

Pero un día... Aquel día no fue simplemente un roce que podría haberse producido de forma accidentada. Le apretó el trasero de aquella forma tan descarada... Sintió tanto asco, tanta repulsión al ser tocada de aquella forma... Se quedó bloqueada. Cuando por fin reaccionó se fue corriendo, pensó en acudir al director a pesar de escuchar la amenaza de su profesor. «Si dices algo, serás tú la que acabarás jodida».

Y así fue. Ni si quiera supo si la expulsión fue propuesta por el director cuando fue acusada de tratar de seducir al prestigioso profesor y si fueron sus propios padres los que decidieron llevársela cuanto antes y ahorrarse lo máximo posible el escándalo. Ni si quiera la escucharon, no dudaron ni durante un segundo.

—(TN)-ya... Ese tipo merece arder en el infierno. Hiciste bien en contarlo. —La peli(t/c) soltó una risa nerviosa. Bien en contarlo... A veces deseaba no haberlo hecho—. Y, disculpa, pero tus padres son...

—Los odio —murmuró ella, apretando la mano derecha con fuerza y clavándose las uñas en la piel.

Law no dijo nada, tan solo se inclinó ligeramente hacia delante y estiró el brazo para posar su mano sobre la de la joven. Pasó el pulgar por la suave y cálida piel de la chica.

El contacto era relajante, a pesar de que la mano de su profesor estaba algo fría. Sin embargo, la agradable sensación que le producía aquel roce —que probablemente era un simple acto de amabilidad por parte de él— tan solo lograba preocuparle más. ¿Iba a gustarle cada vez más?

Mientras tanto, cierta mujer paseaba tranquilamente por los pasillos del primer piso, observando a las jovencitas en silencio.

—Haría lo que fuera por largarme de este maldito sitio —se quejaba una de las jóvenes de primero, junto a una de sus compañeras.

La mujer sonrió, mirando a la cría desde detrás. A saber qué había hecho para estar allí. Tan pequeñas y metiéndose en líos. Pero ellas no importaban. Debía centrarse en las de último año. Aquellas criaturas que llevaban la sangre de sus agresoras.

Oh sí, ya tenía pensada su próxima víctima. Aunque Rin no contaba. No pensaba hacerle daño, pero fue necesario. Daba igual. Les dejaría divertirse en esa estúpida merienda con los chicos y, después, comenzaría la acción.

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