17

- Kagome, tengo razones para creer que estás embarazada.

La aludida se quedó paralizada, sin saber cómo reaccionar. Lo único que se leía en su expresión era una profunda sorpresa. En cuanto a la reacción de Inuyasha, había empalidecido y se había quedado con los ojos abiertos, totalmente desconcertado, aunque en sus iris dorados se podía ver un destello de ilusión.

- Em… embarazada?- pronunció con prudencia, como si estuviera esperando que le cayera un rayo encima con la mención de la palabra.

- Sí, está claro- contestó Thandra, muy seria.

- Por qué te pones tan seria?- el híbrido se sentó al lado de su chica, que seguía embobada por la sorpresa.

- Tú eres el padre, Inuyasha. Eso significa que Kagome está esperando a un bebé mediodemonio, y en ese caso, el proceso de embarazo es muy diferente al de los humanos normales. Cuando se forma el cigoto, en el caso de los humanos, éste se engancha a una de las paredes de la matriz de la mujer y va creciendo. Mientras, el cuerpo de la madre se va transformando al mismo ritmo: le crecen los pechos, la barriga gana volumen y todo eso. Y al cabo de nueve meses, el bebé ya está listo y se produce el parto. Pero en el caso de los demonios y mediodemonios es totalmente diferente.

- Y cómo funciona?- mientras preguntaba, Inuyasha le acariciaba la nuca a Kagome para tranquilizarla, aunque él estaba casi en las mismas que ella.

- Todo empieza con la fecundación. El cigoto se engancha a una de las paredes de la matriz de la madre. Hasta aquí, es normal. Pero después, está mucho tiempo sin crecer, la cual cosa hace que el período de gestación no tenga una duración definida.

- Qué quieres decir?

- Un cigoto de mediodemonio puede aguantar años y décadas dentro de la matriz de la madre sin crecer, sin afectar en su salud ni en su desarrollo. Eso sí, hay un mínimo de doce meses. Durante esos doce meses, el cigoto va sufriendo transformaciones internas que no tienen nada que ver con el crecimiento, sino con la adquisición de sus poderes de demonio, que normalmente son heredados genéticamente.

- Y una vez acaba ese proceso de adquisición de poderes… qué?

- El embarazo se detiene. Y se conserva hasta que los padres lo deciden.

- Es voluntario?- preguntó el híbrido, boquiabierto.

- Sí. Para que empiece el período de crecimiento del embrión, el padre tiene que morder a la madre.

- Morderla?

- Sí. Concretamente, hundir sus colmillos en la piel que hay entre el espacio del cuello y el hombro, para enviar una especie de reactivo a la sangre de la madre. Entonces el cigoto empieza a crecer como lo haría un bebé normal, pero no tarda nueve meses, sino dos. Comprenderás que si el embrión tiene que ganar el tamaño estándar de un bebé en sólo dos meses, eso significa una exigencia enorme para el cuerpo de la madre.

- Pero eso tiene que ser muy perjudicante para ella…- dijo Inuyasha, preocupado.

- Y lo es. Incluso es mortal.

El rubino empalideció de nuevo pero antes de que pudiera decir nada, Kagome se puso a temblar y preguntó:

- Cómo que mortal? Voy a… voy a morir?

- No, hay una solución. Siendo humana, tu cuerpo no podrá soportar esa exigencia tan brusca de aportaciones para el crecimiento del bebé, y lo más probable es que mueras. Pero… si eres algo más que humana… serás más fuerte y vivirás.

- Eso quiere decir que…?- preguntó Inuyasha.

- Quiere decir que si dejaras de ser humana para transformarte en una mediodemonio… o demonio completo, tú decides, vivirías seguro.

- Eso significa que Kagome tiene que dejar de ser humana si quiere vivir?

- O puede abortar. Estando embarazada de un bebé mediodemonio, es algo que la madre puede hacer voluntariamente. Es decir, Kagome…- le cogió la mano a la chica- la cuestión es… elegir. O tu bebé… o tu humanidad.

El ejército siguió su camino al mediodía. La pareja caminaba cogida de la mano. Él le miraba de vez en cuando, sin poder ocultar la preocupación de su expresión. Ella le sonreía cuando le pillaba mirándola y le estrechaba la mano tiernamente para tranquilizarle.

Aun así, Inuyasha no podía evitar sentirse un miserable. La culpa era suya. El muy imbécil de hombre que era no se había conformado con las muestras de cariño, no, sino que se había llevado a la cama a la mujer que amaba en aquella noche de tormenta, llevándose la virginidad de Kagome sin importarle las consecuencias… sin dignarse a esperar a, por lo menos, estar casados. Y por culpa de esa impaciencia, ahora ella tenía que decidir entre ser madre, una de las mejores bendiciones de la vida, o seguir siendo humana. Si ella decidía elegir la primera opción, se convertiría en una híbrida de demonio como lo era él, lista para recibir el menosprecio de las dos razas. Y todo por su culpa…

El numeroso grupo se detuvo a la puesta de Sol, junto a un río para pasar la noche. Volvieron a montar las tiendas y, al mismo tiempo que los hombres iban a cazar, las mujeres prepararon una hoguera, como siempre.

Mientras todos comían, Inuyasha se sentó al lado de Miroku y Nincada y les explicó lo que pasaba. Le escucharon con atención. Cuando terminó su relato, le miraron boquiabiertos. El bonzo fue el primero en hablar:

- Es complicado, amigo.

- En serio? No me había dado cuenta- ironizó el chico, hundiendo el rostro en sus manos.

- Lo primero, es tranquilizarte- le animó Nincada- déjame ver- se concentró unos instantes mirando a Kagome fijamente, que se sentaba al otro lado de la hoguera junto a Sango, para poder leerle el pensamiento. Luego dijo- ella no te culpa, Inuyasha.

- Ya lo sé. Sin embargo yo sí me siento culpable- contestó éste- soy un egoísta, me desprecio a mí mismo…

- Para el carro- le ordenó Miroku, poniéndole una mano en el hombro- según lo que me has contado, yo también creo que no tienes toda la culpa.

- Ni yo- coincidió Nincada- tienes que hablar con ella, hombre. Eso es algo que tenéis que decidir los dos.

- Tiene que decidirlo ella. Es su vida- dijo Inuyasha con la cabeza gacha.

- Pero es vuestro bebé. De los dos. Habla con ella, anda.

- Pero…

- Vamos!- le dijeron los dos a la vez.

El mediodemonio suspiró y le envió a Kagome por telepatía:

"Podemos hablar en privado?"

"Sí, claro", contestó la voz de la chica en su mente.

Los dos se levantaron a la vez para ir hacia su tienda. Se encontraron en el camino al rodear la hoguera y volvieron a cogerse de la mano. Una vez dentro de la tienda, se sentaron encima del saco de dormir y se miraron a los ojos. Él no tardó en bajar la mirada, sintiéndose indigno de verla a los ojos. Ella suspiró y le acarició la cara con el dorso de la mano. El híbrido cogió esa mano con la suya y la estrechó tiernamente, como si pensara que podría desaparecer en cualquier momento. Después de ver esas claras muestras de culpabilidad, Kagome sonrió con dulzura y dijo:

- No te culpo, Inuyasha. En absoluto. No tienes por qué estar así.

- Kagome, por favor, mírame. Deja de negártelo, la culpa es mía.

- No!- negó ella con firmeza y poniéndose seria de golpe- eso no es verd…

- Déjame hablar- le interrumpió él- te acuerdas de aquella noche en tu casa? Ya sabes, cuando…

- Como iba a olvidarme de mi primera vez? Perdí mi virginidad contigo, Inuyasha, y no me arrepiento de ello.

- Sin embargo, podríamos haber esperado. Fui un maldito impaciente al querer tenerte a las primeras de cambio. Fui un egoísta y no me preocupé por las consecuencias y ahora, aquí estamos, meditando a la desesperada sobre…

- Sobre qué?- interrumpió Kagome- Sobre ser padres? Al diablo con mi maldita humanidad, Inuyasha! Te quiero más que a nada en el mundo y…

- Precisamente por eso te dejaste hacer aquella noche, Kagome!

- No recuerdo que me hubieras puesto un cuchillo en el cuello. Lo hice porque quise, porque me sentía preparada si era contigo, con el hombre que amaba y sigo amando ahora. Crees que me importa convertirme en mediodemonio?

- Qué quieres decir con eso?- preguntó Inuyasha, temiendo la respuesta.

- Quiero decir que si tengo que elegir entre tener un hijo tuyo o continuar siendo humana, elijo la primera opción sin pensarlo.

- No tienes ni idea de lo que estás diciendo. Tienes idea de la vida social que te espera si te conviertes en mediodemonio?

- Crees que eso me importa? Tenemos amigos que nos apoyarán siempre y la gente que nos menosprecie por ser mitad y mitad, no son personas que se merezcan nuestra amistad, no te parece? Y si encima eso lo pongo al lado del hecho de ser la madre de tu hijo, Inuyasha, la condenada vida social me importa un rábano!

Inuyasha se calló, no sabía como contraatacar. No se esperaba ese tipo de respuesta por parte de Kagome. Suspiró con resignación y bajó la mirada de nuevo. La chica volvió a sonreír, reanudando las caricias en la cara de su pareja. Siguió hablando:

- El asunto es… tú quieres ese hijo, o no?

- Eso es algo que tienes que decidir tú- contestó el mediodemonio.

- No. También es tuyo, Inuyasha. Tienes derecho a decidir tú también.

- Es tu vida.

- No- le corrigió.

Antes de que el chico pudiera replicar, se acercó a él y le besó con toda la ternura del mundo. Éste no pudo resistirse y le correspondió con la misma suavidad. Cuando se separaron (apenas unos centímetros), ella le dijo mirándole fijamente a los ojos:

- TÚ eres mi vida. Te quiero a ti. Quiero a nuestro hijo.

Inuyasha suspiró y preguntó:

- Estás segura?

- Sí.

Esta palabra de afirmación fue pronunciada con un tono de voz tan firme que al chico no le cupo la menor duda de que decía la verdad: Kagome quería ser la madre de su hijo. Esta vez fue él quien la besó, aferrándose a ella como si le fuera la vida en ello. Nada más separarse, Kagome le rodeó el cuello con los brazos y le preguntó:

- Ahora la pregunta final y definitiva… Inuyasha… tú quieres tener el bebé?

- Si tú lo quieres…

- Eso no es una respuesta. Tenemos que querer los dos.

La chica se acurrucó en el pecho de su novio y él la rodeó con los brazos. Kagome siguió hablando:

- Se trata de una persona, Inuyasha, un hijo nuestro, no una mascota.

- Eso lo sé de sobras.

- Entonces responde lo que tú pienses, no lo que quiero oír yo.

El mediodemonio respiró hondo y preguntó antes de responder:

- No te parece que vamos muy deprisa?

- Ya has oído a Thandra esta mañana- la joven sonrió. Por el tono de voz del chico, sabía que había ganado- podemos tenerlo cuando queramos. Incluso dentro de años, cuando creamos que ha llegado el momento. Basta con que me muerdas cuando nos decidamos.

Inuyasha volvió a respirar hondo y, al fin, se rindió. Respondió con sinceridad:

- Claro que quiero, Kagome. Quiero tener el bebé contigo.

La chica se rió feliz por la victoria y lo abrazó con más fuerza, para después besarle con auténtica pasión, provocada por la euforia. Iba a tener un hijo de Inuyasha, ahora estaba confirmado. No sabían cuándo, pero algún día del futuro, en el momento en que quisieran, serían padres

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