11
Ya casi se encontraban en el interior de las Rocas del Sol. Pasaron entre dos enormes menhires, con la silenciosa Rikku delante del grupo. Kagome exclamó:
- Guau!
Habían llegado ya al interior de las ruinas, el sitio de reunión. Y era algo admirable: los grandes menhires que servían de paredes se alzaban imponentes por encima de sus cabezas, casi con la misma altura que el tejado de una iglesia. Rocas y rocas se apelotonaban en el interior del lugar, formando plataformas de piedra donde grupos de gente hablaban entre sí. A su izquierda, se encontraba la reunión más grande: casi treinta personas hablaban en piña. La chica supuso que se trataba de los esmeraldas. En frente de ella, un grupo de cinco personas también hablaban entre ellos. Inuyasha dijo:
- Aquí te dejo, Kagome. Nos vemos luego.
Se dieron un beso rápido y el chico se dirigió en línea recta hacia los que debían de ser los rubinos. La joven notó como Yukiko la cogía de la mano y le decía:
- Vamos, Kagome. Tenemos que ir a nuestro sitio.
Nincada, Rikku, Yukiko y Kagome se desplazaron a su derecha y se subieron a una de las plataformas de piedra, vacía hasta entonces: el sitio de los zafiros. La adolescente se acomodó, sentándose encima de la roca. Miró a su alrededor, con curiosidad. Ahora tenían los rubinos a su derecha e intentó localizar a Inuyasha. Lo encontró junto a los otros hechiceros del fuego, pero él estaba de pie y hablaba con una mujer. Kagome frunció el ceño: seguramente se trataba de Thandra. Era muy hermosa: su pelo era largo y rojo, con marcados y amplios rizos que le llegaban a la cintura; era bastante morena de piel y sus gestos eran femeninos y hasta delicados.
No tuvo tiempo de fijarse en los ametistas, que eran los que le quedaban por observar. Los representantes de cada grupo se alzaron, mientras los otros se sentaban. La chica vio como Nincada y los otros iniciadores se dirigían a los límites de sus respectivas plataformas, poniéndose delante de los suyos.
Los cuatro alzaron el brazo izquierdo por encima de sus cabezas y ejecutaron su poder: Nincada lanzó un rayo de hielo; Thandra, una llamarada; el líder ametista, un poderoso torbellino y el líder esmeralda, un rayo de arena.
Los cuatro elementos se encontraron en el centro de la "plaza", provocando una explosión que liberó una agradable ola de calor, haciendo que todos los presentes se sintieran aliviados, como en casa.
- Por qué han hecho eso?- le preguntó Kagome a Yukiko en voz baja.
- Todos los encuentros entre hechiceros se inician así- respondió la zafira con un susurro- los esmeraldas fueron los que convocaron la reunión, por lo tanto será su líder, Sai, quien la inaugure.
Efectivamente, tal y como Yukiko había explicado, el líder de los esmeraldas dijo en voz alta:
- Yo, Sai, doy comienzo a esta quinta conferencia de hechiceros. Mis compañeros esmeraldas y yo os damos la bienvenida- se giró hacia los rubinos- Thandra- la mujer asintió, devolviendo el saludo. Sai se giró hacia los zafiros- Nincada- éste también saludó con un movimiento de cabeza. El líder esmeralda se giró hacia los ametistas- Sxin- el líder ametista alzó la mano a modo de saludo.
Thandra habló:
- Los rubinos y yo estamos encantados de estar aquí- tenía una voz dulce, pero firme y se la veía decidida, sin ningún tipo de vergüenza- Según nos han informado, estamos reunidos para discutir sobre las pérdidas en vuestros grupos.
Nincada respondió por Sai:
- Efectivamente, Thandra. Hace casi una semana, una niña esmeralda murió asesinada por un arma blanca. También un joven ametista corrió la misma suerte. Además, uno de los nuestros, Eliath, que en paz descansa- Kagome pudo ver como Rikku bajaba la mirada y apretaba los puños- también fue asesinado, con la misma arma.
Sxin, el líder ametista, preguntó:
- Significa eso que alguien se está dedicando a cazar hechiceros?
- Eso parece- respondió Thandra- La cuestión es… qué haremos? Según lo que me han contado- señaló a Inuyasha con un movimiento de cabeza- el asesino es un niño llamado Hakudoshi, que está al servicio de un poderoso demonio llamado Naraku.
- Está claro, lo que haremos!- exclamó Sai- luchar!
Un murmullo de voces se inició dentro del recinto. Algunos de los presentes estaban asustados y/o molestos por esa propuesta. A otros, se les veía entusiasmados.
- Silencio!- exclamó Thandra, haciendo que todo el mundo se callara- tal y como ha dicho Sai, podemos luchar. Aunque huir también estaría entre las opciones. Propongo una votación.
- Quieres huir, Thandra?- dijo Sxin, con un tono de voz enfadado.
- Para nada, Sxin, por quién me has tomado?- preguntó la mujer, ofendida- me he limitado a exponer opciones.
- Entonces, votemos- dijo Sai.
- Espera! Antes de todo, me gustaría introducir algo antes de votar- pidió Nincada- Por si no lo sabéis, contamos con dos hechiceros prodigio: una zafira y un rubino- señaló a Kagome y luego a Inuyasha con el dedo- ellos ya viajaban juntos antes. Tenían como a objetivo derrotar igualmente a ese tal Naraku. Ellos dos tienen conocimiento sobre el malvado demonio que nos amenaza la supervivencia. Eso nos da números de triunfar. Además, ellos dos son kiuhs el uno del otro, lo cual ayuda a potenciar su superioridad en poderes.
- Si nos sumamos, todos los presentes en esta sala constituimos cuarenta y nueve en número- informó Sxin-cuantos son ellos?
Con un gesto de cabeza, Thandra le concedió el turno de palabra a Inuyasha, que se levantó y dijo en voz alta y decidida:
- Ellos son cuatro. El niño (Hakudoshi), una niña (llamada Kanna), una mujer demonio que domina el viento (se llama Kagura) y él mismo, Naraku, cuyo cuerpo está constituido por más de cien demonios y es prácticamente un cúmulo de veneno.
- Sólo son cuatro?- preguntó un esmeralda entre la multitud.
Kagome le pidió el turno de palabra a Nincada con la mirada, que asintió. La chica se levantó y dijo:
- Son pocos, pero no hay que subestimarles. La niña, Kanna, representa a la nada. No tiene sentimientos, por lo tanto no puede sentir ni dolor ni miedo, lo cual hace que luche hasta el final. Tiene un espejo encantado que absorbe las almas de sus enemigos, lo cual la hace una rival difícil de vencer. Kagura, la maestra del viento, está muy bien entrenada y no es fácil ganarla. Hakudoshi es un niño, pero es muy rápido y terriblemente letal. Ya no os digo nada de Naraku.
- Si se trata de viento,- dijo Sxin- los ametistas podemos encargarnos de esa tal Kagura.
- Eso sería genial, pero votemos- dijo Sai- los que estén a favor de huir.
Una persona en los rubinos y dos en los esmeraldas levantaron la mano. Thandra sonrió, triunfalmente:
- Y los que estén a favor de luchar- terminó la rubina.
Ella, Inuyasha y los otros rubinos (excepto el que había votado en huir) levantaron la mano. Les siguieron veintisiete esmeraldas, todos los zafiros y todos los ametistas. Al ver el aplastante resultado, todos gritaron:
- LUCHA!- exclamaron como grito de guerra
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